miércoles, 31 de diciembre de 2008

La habitacion de la niña

Desde que tuve a mis gemelos la vida sexual entre Javier y yo ha sido un poco el famoso rapidillo donde se puede y cuando se puede, pues por las noches los dos estamos agotados como para grandes faenas. Pero una mañana Javier regresó del despacho más pronto de lo esperado, mis gemelos acababan de comer y dormian en sus cunitas en nuestra habitación, y yo estaba haciendo la cama de Lucia, nuestra hija mayor, una de esas camas tipo nido, elevadas, con cajones y mesita debajo.

Llevaba puesta una bata, y debajo un camisón, de los que suelo utilizar para dormir, justo cuando encallaba la colcha en el lado de la pared, apoyada totalemente sobre el colchón, sentí unas manos recorrer mi espalda, me sobresalté por no haber escuchado a nadie, e intenté incorporarme, pero no me dejó, cuando quise girarme, él me tapó los ojos con algo de tela, parecía una corbata, pero no podía ver nada.

-Shhh, quieta.

Era él, sentí sus manos apretando mi cabeza contra el colchón, acariciando mi cintura, mis nalgas, noté como se agachaba detrás de mí, y sus manos rozando la piel de mis piernas, primero por el exterior, y al llegar a los tobillos subiendo por el interior, hasta detenerse ante mi sexo, acariciando mis labios vaginales, descubiertos, pues todavía no me había vestido, sentí como su boca se acercaba a mi entrepierna, sus barba recién afeitada por la mañana rascaba la piel de mis nalgas, y su lengua se introducía en mi culo, posteriormente en mi sexo abierto por el efecto de sus dedos juguetones, y de lo mojada que ya me encontraba, dos dedos suyos buscaban desesperadamente los pliegues de las paredes internas de mi vagina, mientras con la otra mano acariciaba desde delante mi campanilla humedecida, su lengua subía hasta mi cintura y bajaba recorriendo toda la raja de mi culo, me estaba mojando totalmente, pues sus dedos en mi clítoris me volvían loca, sentí como me iba, como mis liquidos comenzaban a fluir de mis entrañas, empapando por completo su mano dentro de mi coño.

Gemía, y no podía controlarlo, mi culo en pompa deseaba ser penetrado salvajemente, relajada noté como su lengua lamía mi ano, haciendo círculos, e introduciéndose suavemente unos milímetros en mi interior, se levantó, y noté como su durisima polla se apoyaba en la entrada sagrada de mi culo, dudé, pensé que me forzaría a hacerlo, pero simplemente se frotó sobre mi agujero, mojándolo con sus primeras gotas de semen y masturbándose entre mis nalgas. Él sabe que lo haré cuando esté preparada, no a la fuerza.

Sentí sus dedos cuidadosos salir de mi coño, derramando mi esencia por mis piernas, luego sus manos entrando por debajo del camisón, la piel suave de sus brazos depilados hasta alcanzar mis tetas aprisionadas contra la cama, levanté un poco mi pecho, para dejarle espacio y sentir sus caricias en mis pezones, sabía que le encantaba apretarlos mientras colgaban y se meneaban con sus embestidas, k yo ya deseaba.

Entonces con sus pies abrió mis piernas, y sentí su capullo abrise paso en mis carnes, me sujeté con fuerza en el colchón, pues no quería perder ni una sola sensación de lo que vendría ahora, entonces sentí como el calor de su tranca ardía en mis entrañas, se cogió a mi pelo, tirando con fuerza hacia él y desaciendo el nudo de la corbata, y tras unas suaves embestidas, un entrar y salir cuidadoso, explotó, bombeando con fuerza todo su semen en mi interior, haciéndome apretar las piernas contra su sexo, provocando que perdiera el control, gimiendo fuertemente sin pensar en que podía despertar a los niños, empujándome contra la pared para sentir su polla al máximo, su orgasmo se alargó un rato y mi corrida se hizo inminente, pero yo quería más, deseaba más de él, quería ver su rostro de placer.

Le aparté de mi culo, me puse frente a él besándolo con pasión, apoyado en la cama me agaché, acaricié su polla semidura entre mis manos mientras le miraba con ojos de puta deseosa, y se la comí, limpiando todo resto de jugos mezclados nuestros, eso le encanta, me entretuve con sus testículos y su cipote en mi boca, lo masturbé con mis labios hasta que volví a notar que se endurecía, entonces le tiré al suelo, sobre la alfombra, entre los cojines de la niña, me senté sobre él en cuclillas, cogiendo su polla y metiéndomela en mi coño ya empapado.

Mientras sentía como me volvía a llenar cada rincón de mi vagina con su tranca, subiendo y bajando mi culo, follándomelo como me apetecía, apoyé mis rodillas en el suelo, subí mis manos por su pecho, acariciando sus pezones, y llegando a su boca, allí introduje mis dedosjugando con su lengua.
Sin dejar de moverme sobre él, sintiendo como la punta de su nabo exploraba muy adentro mío, sintiendo como volvía mi orgasmo, bajé una mano arañándole, hasta mi clítoris, masturbándome yo, cerré los ojos, y me dejé llevar, suavemente frotándome sobre él, hasta que volvía a sentir su explosión de lava candente quemar mi sexo, ahora era él quien gemía, el placer se tornaba en dulce dolor, yo no paraba, no quería parar, deseaba exprimir su esencia hasta la última gota, y después de su corrida, me mantuve sentada, moviendo mis caderas y gimiendo un buen rato, saboreando el suave roce de nuestros sexos con su polla blanda en mi interior, descargué mi última gota de vida sobre su piel, desvaneciéndome hasta adormecerme sobre sus labios, y relajarme junto a él, mi amante fiel.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Cena con mi socio

Aquella cena estaba siendo un poco aburrida, mi socio capitalista se empeñó en celebrar nuestro mayor contrato obtenido, y nos reunió a todos los colaboradores con nuestras parejas en una masía de la familia de su mujer, cerca de barcelona, para hacer una cena de gala, por todo lo alto.

Era un viernes noche, de primavera, yo vestí para la ocasión un traje negro y corbata, mi mujer un vestido blanco con la espalda escotada, la verdad, las mujeres de nuestros colaboradores iban todas espectaculares, pero la que más, la mujer de mi socio, Sonia, una mujer catalana de unos 43 años, rubia, con el pelo recogido, de grandes pechos y curvas sinuosas, con unos labios para pecar, y una mirada que cautivaba. Llevaba un vestido de terciopelo, medias oscuras y zapatos de tacón de aguja de vértigo.

Durante el aperitivo, mi socio me indicó que fuera a buscar vino a la bodega, pues yo soy un entendido en el tema. Ántes de acabar la propuesta, su mujer interrumpió:

-Si, Jordi, acompañame, te enseño donde está la bodega.

La acompañé a través de la cocina, pasamos una puerta y un largo pasillo, al llegar al final se arremangó la falda, dejándome ver sus medias con liguero, y sus nalgas descubiertas, sin bragas, no sabía ni qué hacer ni qué decir, había escuchado comentarios sobre Sonia, que era muy provocativa, pero nunca imaginé que realemente fuera así, abrió otra puerta y la cerró a mi paso.

Bajamos unas escaleras oscuras, y el olor a humedad del sótano y el frescor de la sala me pusieron la piel de gallina.
Sonia alargó la mano, y tirando de un cable que colgaba, encendió una bombilla vieja en medio de la sala que ofrecía una luz tenue que a duras penas alumbraba las botellas. Me acerqué a los botelleros en la pared, revisando etiquetas, y ella se me acercó por detrás, sentí su aroma de perfume fresco afrutado, sentía su aliento en mi nuca, y sentí su mano coger mi cintura, me estaba excitando, miré al suelo, cerré los ojos, poniendo mi mano sobre la suya y pensé: ¿Porqué no?

Tiré fuertemente de su mano, empujándola contra la pared golpeando las botellas, y me apreté a su espalda, acercando mi boca a su cuello, oliendo su aroma, besé su nuca, bajé mis manos por sus brazos, su cintura, por sus caderas, mientras ella se estremecía, subí poco a poco su falda, cerciorándome de que no llevaba ropa interior.

-Deseo tu polla joven.

Mi polla estaba bien dura, a punto de reventar los pantalones, se lo hice notar, bajé mi cremallera, saqué mi cipote duro y firme, apuntando hacia su culo, y se la metí suavemente, ella no opuso ninguna resistencia y cuando llegué al fondo de su ser, apreté con fuerza contra la pared.

Sus gemidos aceptaban mi penetración, mi mano se metía por debajo de su vestido acariciando su cintura y subiendo hacia sus pechos, pellizcando sus pezones, sintiendo como su culo se aferraba a la carne que tenía dentro, volví a bajar mi mano hasta su coño, allí me entretuv unos instantes masturbando su clitoris y follandomela desde atrás.

Entonces me apartó, se agachó y comenzó a lamer mi pene mojado de nuestros fluidos, metiendo y sancando toda mi tranca de su boca, goteando saliva, chupando al sacarla, haciendome estremecer, y justo cuando comenzó a sentir que me iba, paró, se sentó sobre un silla, abrió sus piernas, metió su mano y comenzó a masturbarse, yo hice lo mismo, nos mirábamos y nos masturbábamos, uno mirando fijamente el sexo del otro, sus dedos entraban y salían de su vagina, brillantes de su esencia, mientras el dedo gordo se paseaba por su clítoris, yo mantenía mi mano firme sobre la polla, masajeándola poco a poco para no correrme, entoces se levantó, se subió a la mesa, se dejó caer atrás apoyada sobre un codo, abrió sus piernas y siguió masturbándose.

Su mirada me invitaba a penetrarla, me fui acercando, sintiendo como mis huevos comenzaban a hincharse y apretarse, me la cogió con la mano conduciéndola suavemente en su vagina, moviendola en círculos para abrirse bien, sacandola un poco y metiéndola un poco más, hasta que llegué a sus entrañas, la cogí de la nuca, la acerqué a mi, y nos besamos, sus labios expresaban con ardor sus sensaciones, mi polla comenzó a bombear, a quemar su interior, ella se aferraba a mi culo con sus piernas, mientras sentía como le ardía el coño de tanta leche que manaba de mi sexo. Sus labios eran perfectos, sus besos y mordiscos ardientes, su pasión irrefrenable, y no resistió dejándose llevar, abrazados, sintiendo todavía su leve movimiento de cadera sobre mi, me susurró al oído:

-Son interesantes estas cenas de trabajo, ¿no crees?
-Me encantaría repetir.
-Todos quereis repetir, yo decidiré.

Ahí se acabó la conversación, subimos de nuevo al comedor, y la velada siguió como si nada, aunque yo la deseaba de nuevo...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Ante el espejo

Acababa de entrar en el baño, sabía que él subiría en breve, así que estuve atenta e hice ver como si no me había dado cuenta de su presencia en la habitación, por el reflejo del espejo podía ver como estaba allí sentado en la cama, mirándome a escondidas.

Comencé a lavarme los dientes, una mano apoyada en el mármol de la encimera, y la otra con el cepillo en mi boca, me había desnudado y sólo llevaba una bata de seda que él me había regalado para navidad, pues decía que le excitaba ver mis pezones marcados en la suave seda.

Me agaché a aclararme a boca cuando sentí su mano entrar por entre mis piernas metiendo en su mano todo mi coño, seguí enjuagándome la boca mientras su mano me acariciaba mi raja, mi clítoris, mi ano. Pude notar su polla dura apollada en mi culo, al incorporarme y mirarle en el espejo sacó su mano húmeda de entr mis piernas, y la deslizó por delante, entrando por la abertura de la bata y volviendo a meterse entre mis piernas, ahora sí noté su polla dura en mi espalda, me puse recta, apoyando mi espalda contra su pecho desnudo, y abriendo ligeramente mis piernas para que pudiera seguir masturbándome con sus dedos.

De repente sentí como se introducía su miembro entre mis nalgas, mi reacción fue la de una gata en celo, abriendo mis caderas, y elevando mis tacones para facilitar la penetración, sentí como todo aquél gran trozo de carne entraba abriéndose paso por la cavidad de mi sexo mojado hasta golpear con el fondo de mis entrañas, tragué saliva, gemí de placer y moví mi culo para apretarle aún más, pero apenas me dejó espacio para moverme, puse mis manos sobre la encimera, y mirándole a sus ojos en el espejo dejé que me embistiera ruda y exajeradamente una y otra vez, sin darme tiempo a repirar, aprisionando mi cuerpo con el frío mármol del lavabo. Estaba como loco, sus manos apoyadas sobre las mías, sus ojos clavados en los míos, que apenas conseguía mantener yo abiertos del gusto que estaba sintiendo, no esperaba que me follara de aquella manera, y menos después de un día de comida familiar tan cansado.

Él miraba mis pechos que de las enculadas que me daba se habían salido de la bata, botando al ritmo de sus golpes, y yo miraba su sexo entrar y salir del mío en el espejo, bajé una mano, acaricié nuestros miembros en acción, muy mojados de nuestros fluidos, dándole a probar ese sabor, mientras él hizo lo propio metiendo luego sus dedos en mi boca, lamí esa esencia, y me dejé llevar por el ritmo frenético de su forma de hacerme el amor.

Cerré mis caderas aprisionando su polla dentro de mi coño, y le hice saber con mi mirada y mis gemidos que el clímax estaba al llegar, entonces comenzó a arderme la vagina, el bombeo de su semen en mi interior provocó que mi corrida fuera inminente, y clavándole mis uñas sobre sus manos, mis ojos sobre los suyos, saboreé aquellos instantes que el calor de nuestro amor me estaba haciendo disfrutar como cada encuentro sexual que teníamos, es mi pareja, mi amante, es único.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Tu Fantasía

Sentado en el sillón de aquél hotel, esperándola con la luz apagada, me imaginaba lo que podía ser, lo que en unos instantes sería, pero nunca imaginé que me sometería a sus deseos como lo hizo aquél día.

Dejé la puerta ajustada, para que abriera solo al picar, así fue, un pequeño empujoncito y allí apareció esa silueta tan deseada, llevaba un vestido de una sola pieza, ajustado, el pelo suelto y su perfume que ya me alcanzaba. Dejó caer su bolso, cerró la puerta y sea cercó hasta mi, apenas nos veíamos con la luz que entraba por la ventana de la farola de la calle.

Sin mediar palabra se acercó a mi, me acarició la mejilla, se agachó, me besó, con esos labios carnosos y sensuales, que tanto gustan a los hombres cuando vamos cogidos de la mano por la calle, fue un beso suave, de bienvenida.

Se arrodilló, sus manos sobre mi paquete, acariciándolo suavemente, mientras me miraba, yo me limité a acariciar sus mejillas, apartar su pelo, y dejar caer los tirantes de su vestido, el cual sólo se sujetaba por el volumen de sus pechos.
Desabrochó mis pantalones, bajando poco a poco la bragueta, metiendo su mano sacño mi polla que comenzaba a endurecerse, acercó su boca y la engulló entera, blandita entre sus labios, la absorvía, chupaba, la mojaba con su saliba, y procedía a endurecerla con movimientos un tanto acelerados, sus manos entraban bajo mi camisa, de un tirón arrancó los botones y la abrió dejando mi pecho desnudo ante ella, para poder acariciar libremente, cuando la tuvo bien dura en su boca, se ayudó de las manos para masturbarme, para apretar mis testículos, mientras yo, semiincorporado acariciaba sus hombros, su cuello, su espalda y sus pechos desnudos.

Se levantó, dejó caer su vestido, enseñándome que no llevaba absolutamente ninguna prenda de ropa interior, se echó en la cama boca arriba, apoyada entre cojines y me dijo: -Cómeme el coño.

Me acerqué a ella despojándome con prisas de la ropa que me quedaba, metí mi cabeza entre sus piernas, mordisqueando la carne que encontraba a mi paso, en cuanto mi boca se puso frente a su coño, sus manos me sujetaron la cabeza y apretando metió su clítoris en mi boca, moviendo sus caderas dulcemente para que pudiera lamer con cuidado toda su almeja, abriendo con mis dedos los labios y paseando mi lengua por el interior de su vagina. Mientras, con sus pies acariciaba mi nabo duro y mojado de su mamada anterior.

-Fóllame.

La volteé, la puse a cuatro patas, y la embestí con fuerza, hasta el fondo del primer empuje, un grito fuerte y seco salió de su garganta, así que le tapé la boca para que no volviera a gritar, pero me excitaba sentir sus gritos, sus gemidos, y seguí follándola salvajemente, una y otra vez alcanzando el fondo de su coño, sacándola hasta fuera y volviéndola a ensartar a fondo, haciendo que mis cojones golpearan contra su clitoris inflamado de la excitación. Una mano tapando su boca y la otra tirando de su hombro, yo estaba a punto de correrme, pero quería aguantar un poco más, pero ella no, ella se dejó llevar, y los espasmos de su entrepierna delataron su corrida, gemía fuertemente, bufaba sin cesar.

-Bébete mi corrida.

Me aparté, acerqué mi boca a su coño, abierto totalmente, y metí mi lengua hasta el fondo, chupé aquél delicioso líquido blanco que de sus entrañas manaba, y lamía cada rincón de su sexo con esmero, desde el ano hasta el clítoris, masajeándolo suavemente con mi mano.

-Lléname de ti.

Me incorporé muy excitado por recibir sus órdenes, y frotándo mi polla con mi mano la acerqué, cogí sus caderas, y poco a poco fui penetrándola, en un golpe de su culo noté que quería fuerza, así le di. Ahora mi respiración apagaba el delicioso sonido de sus gemidos, cogí el cinturón de mi pantalón, lo pasé por debajo de su vientre, y asido con fuerza en mis manos apretaba su coño contra mi cipote, una y otra vez, hasta que volví a sentir su calor sobre mi rabo, mojándolo, yo no podía más, ella se dio cuenta de que mi excitación llegaba al máximo, apoyó su cara entre los cojines y metiendo sus manos entra las piernas, masturbó su clítoris a la vez que apretaba mis huevos, diciendome: -Si, córrete, lléname de tu semen.

No pude más, en un apretón del cinturón que la estaba marcando contra mi sexo, exploté de placer, bombeando una cantidad exajerada de mi esencia dentro de su sexo, como si fuera la primera corrida en años, provocando que mi semen saliera fuera de su sexo, mojando las sábanas.

La apreté, hasta que su cuerpo cedió y caí sobre ella abrazándola con cariño y bes+ando su nuca, así nos adormecimos….

lunes, 22 de diciembre de 2008

Ainhoa, El amante

Llevaba tiempo chateando con ella, el deseo era enorme, ya no podíamos más, decidimos preparar un encuentro, así que le dije que ella lo organizara todo.

Ella me recogió en el aeropuerto, sólo me dio dos besos, uno en cada mejilla, y un saludo nervioso, yo me limité a devolver los besos, y decirle: -tranquila.

Montamos en el coche, ella sacó un pañuelo, y me dijo:
-Te prometí algo especial, tendrás algo especial.

Las dudas apoderaron mi mente, no sabía qué decir. Me tapó los ojos. Después de unos minutos en coche por la ciudad, se detuvo, bajó, abrió mi puerta, tomó mi mano, y me hizo acompañarla. El repicar de sus zapatos delataba que llevaba tacones, tal como le pedí para nuestra cita. Montamos en un ascensor, allí, le pregunté qué tal estaba, y ella me calló con un beso, un beso largo, húmedo, profundo, su lengua buscaba la mía, sus manos sujetaban mi nuca, no sabía qué hacer, tantas semanas conociéndonos y ahora la tenía besandome, y yo inmóvil.

La cogí de la cintura, la apreté a mi, y seguí sus besos, mis manos apretaban su cuerpo hacia el mío, su cadera apretaba la mía, en busca de sentir mi excitación bajo el pantalón, y la encontró.

No se qué planta era, pero la seguí, abrió una puerta y el aroma a vainilla entró por ni nariz, había poca luz, pues no podía entrever absolutamente nada, comenzó a desabrochar mi camisa, mis pantalones, besandome de vez en cuando, sin permitir que mis manos la acariciaran. Sus labios mordían mis pezones, sus manos acariciaban mi piel, y mis manos en la espalda, tal como me había ordenado.

Seguí sintiendola por mis piernas, y la vergüenza me arrollaba imaginando el paquete que debía marcar en ese momento, sólo con slips, y esa mujer ante mi, sin saber lo que hacía.

Me besó, y dijo: -te toca, pero sin manos.

Comencé besándola, mordiendo sus labios, su cuello, su nuez, mordiendo su nuca, caminando a su alrededor,c on mis manos en la espalda, ella se estremecía, notaba como su piel se erizaba.

-desabróchame.

Acerqué mis manos, palpando en busca de una cremallera, o botones, y encontré lo primero en su espalda, la bajé hasta la cintura, aparté unos tirantes, y noté como el vestido caía sobre mis pies.

Besé aquella espalda de piel perfecta, imaginé que llevaba un corpiño, fui bajnado poco a poc para que sintiera mi aliento, seguí bajando hasta el tanga, su culo ante mi, lo mordí, sedió la vuelta y me dijo: -quítamelo.

Desabroché el liguero y dejé caer al suelo el tanga, metí mi cabeza entre sus piernas, sintiendo su pubis rasurado, en mi boca, saqué mi lengua y lamí el comienzo de su raja, luego seguí lamiendo su piel, las piernas, la cintura, pero no pude más, y me incorporé, me quité el pañuelo, y la pude ver, preciosa, el conjunto de ropa interior negra le quedaba genial, sólo por verla asi, valía la pena el viaje.

La habitación era de un hotel, unas velas encendidas, y música suave que nos acompañaba. Me empujó atrás, y me dijo: -has hecho trampas, así que ahora casitgado. Sentado me arrancó el slip, dejando mi sexo ante ella, se acercó, puso una pierna a cada lado, y de pie ante mi se agachó hasta tener mi polla entre su vientre y el mío. Sus besos no me dejaban apenas respirar, y sus movimientos me masturbaban.
La sujeté del pelo, tirando atrás, y le dije que la deseaba, que quería hacerla mía, se levantó un poco y aceptó que la penetrara, cerró los ojos, mordió su labio inferior, y se quedó inmóvil.

-Debes aguantar, esto no ha hecho más que comenzar.
-Yo no aguanto más, llevo meses deseándote.

Puse mi cara entre sus tetas, lamiendolas, mordiendo sus pezones, sintiendo como se estremecía a cada pequeño mordisco. Sujentando fuerte sus caderas, abriendo sus nalgas, metiendola hasta el fondo, pero sin dejar de besarla, mirándonos a los ojos, seguíamos nuestro ritmo, y la deseaba, y se lo hice saber.

-Deseo sentir tu explosión.

Eso me puso a cien, aceleré el ritmo, y dejé que ella hiciera, se apoyó atrás en mis rodillas, ante mi su pecho, su vientre, su sexo, mi mano entre sus piernas acariciando su clítoris.
No pude más, la traje a mi, la abracé, y mirandonos a los ojos, mviendo sólo nuestra cintura, nso corrimos, dejamos que nuestro ardor inundara su sexo.

Se levantó y marchó al baño, dentro me llamó.

El agua caía, estaba metida en una cabina de vapor, desnuda, me acerqué y entré con ella, su piel mojada, el pelo liso, oscuro, sus pechos dejando caer el agua ante mi, cerró la puerta de la cabina, se sentó, a la altura de mi polla, y se la metió en la boca, toda entera, mirandome con ojos de deseo, sujetando su cabeza, comencé a moverme, dentro y fuera, como si fuera su sexo, ella chupaba, y acariciaba mi carne.

Ella también se movía, tenia una mano en mi sexo y otra en el suyo, se estaba masturbando, pero yo no podía permitir aquello, así que sujeta del pelo, tiré arriba, la besé, le di la vuelta y me senté yo, su culo sobre mi berga, sus caderas dispuestas, y mi polla erecta, la hice caer hasta penetrarla, apoyada en sus rodillas, sus movimientos eran rítmicos y acelerados, la dejé hacer, dejé que marcara ella el ritmo, pues en breve lo iba a cambiar yo.

Cuando sus gemidos eran fuertes, la paré, ensartada a fondo, arañé su espalda, la levanté, me di la vuelta y la apoyé contra la pared, la penetré nuevamente desde atrás, abriendo sus nalgaspero esta vez iba a sr hasta el final, metí mi mano entre sus piernas, notandola ardiente, y la otra en su boca, mientras me mordía los dedos, noté como se cerraba de piernas, entonces se empujó en la pared aprisionándome entre el vidrio y sus caderas, marcando el ritmo poco a poco más acelerado, mirando atrás de reojo, y gimiendo sin cesar, susurrando que se estaba corriendo, y yo a punto de explotar, así que cogió mi mano, y apretándola moviéndose rápidamente hizo que mi semen saliera a borbotones dentro suyo, rebosando su coño de nuestros fluidos, mientras el vapor nos hacía sudar, seguía exprimiéndome hasta que el placer me era doloroso, pero ella no paraba, sólo decía una cosa: -Maravilloso.

Dulce tentación

Paola, La primera vez.

Allí estaba ella, en la puerta de un bar cutre donde la había citado, estaba harto de chatear y de verla por cam, pero en persona, me parecía otra. Le picaba la curiosidad, mi táctica de prometer una velada especial siempre funciona, y con ella, creo que también.

Se me acercó, dos besos en la cara, y mi mano sobre su cadera, no se inmutó. Tomamos una copa, y le dije, -ahora tu velada especial, ¿confías en mi? –Mmmm, si.

La cogí de la mano, y la llevé unas puertas más abajo, al local donde había ido alguna vez con una amiga, entramos a una recibidor con luz suave, roja, donde dejamos nuestros abrigos. Saqué un pañuelo, y le susurré al oido: -confía en mi.

Los ojos tapados, y su boca entreabierta me estaban haciendo imaginar a aquella chica que se masturbaba con mis palabras en su habitación de casa, a oscuras, y que sólo me enseñaba sus labios por la cam. Entramos en un bar, parejas besándose y tocándose en la penunbra, algunos ojso brillantes observándonos.

El olor a incienso era fuerte, a ella le gustaba, eso decía, la puse en medio del local, y le dije: -haz lo que yo te diga, y déjate llevar.

Allí inmóvil se quedó, no sabía qué hacer, y creo que estaba acojonada, pues algo así, aunque lo habíamos comentado, no se lo esperaba. Pedí unas copas, y las puse sobre una mesita, en un reservado, mientras observaba como los hombres la miraban.

Me acerqué a ella, metí mi mano debajo de su falda, se alteró, y la sujeté de las muñecas para calmarla y la besé, cogí el tanga por los laterales, lo deslicé abajo, lo mismo hice con el sujetador, lo desabroché y lo saqué. Sus pezones apuntando alto se marcaban tremendamente en el vestido de tirantes que llevaba, le dejé caer un tirante, acto que a menudo le pedía por cam, me excitaba ese movimiento.

Los hombres la miraban, la deseaban, y eso me ponía más caliente, entonces entró ella, Rosi, una chica que conocí por internet, que trabajaba en aquél lugar, y que me introdujo en este mundo de locales liberales, habíamos quedado que me ayudaría con Paola, y allí estaban las dos, para mi.

Cogí la mano de Paola, y la llevé al reservado, dejé caer su vestido, Paola se resistió, y yo la volví a sujetar: -Confía en mi, esto es lo que deseamos. –Si.
Todavía no se había dado cuenta de que allí había alguien más, creía que la mano que la rozaba la espalda desnuda era la mía. Me aparté, y dejé que Rosi hiciera, sus manos acariciaban suavemente los pechos descubiertos de Paola, pechos juveniles, con unos pezones duros y perfectos, parecía una virgen, las piel blanca, bonitos ojos azules, y un acento italiano que me volvía loco. Los dedos finos y alargados de Rosi se paseaban libremente por todos los rincones del cuerpo de Paola, que tumbada en una cama, no sabía lo que le esperaba, poco a poco Rosi fue bajando sus manos hasta llegar entre las piernas de mi pareja, allí, apenas rozó por fuera su clítoris, abrió levemente las piernas asintiendo a esta visita.

Entonces me acerqué yo, y al apartarse Rosi, puse mis labios sobre los de Paola, y dejé que sus manos me intentaran desnudar: -Quiero tenerte dentro.
Sus palabras me pusieron como una moto, así que dejé que me desnudara, yq ue sus manos cogieran mi polla, ya dura de tanta escena erótica, me masajeó el miembro, mientras mi boca y la suya se comían, y mis manos acariciaban sus pechos, me puse de pie sobre ella, acercando mi verga a su cara, y sus manos entre mis piernas, aceptó, abrió su boca, y lamió mi tranca, lamiendo de abajo arriba, apretándome los huevos, y rozando levemente mi piel con la punta de su lengua. Me estaba poniendo a tope, tenía una lengua mmmm, unica, ese roce, justo, ese tragarse, sin tocarme con los dientes, esa succión, uffff, ya no podía más, deseaba follármela, miré atrás, y vi a Rosi de pie al lado mío, desnuda, acercando su mano a mi culo, mirándome, y cogiendo mi mano, la acercó a sus pechos, grandes, hermosos, una sargenta morena en al cama, lo que ella decía, se debía cumplir, siempre había podido conmigo, nunca pude resistirme, e imaginaba que aquello sucedería.

Le señale la entrepierna de Paola, así que se acercó, y le abrió las piernas, Paola se dio cuenta que no podia ser yo, me estaba comiendo la polla, así que se apartó, y antes que pudiera decir nada, la sujeté de la nuca, y se la volvía meter en la boca, sin dejarla hacer más que comerme, así la tuve, hasta que simplemente se dejó, Rosi ya estaba paseando su lengua por el clítoris de Paola, abriendo sus labios e introduciendo un dedo, mi polla seguía dura en la boca de Paola, y ella cogiendome por el culo, abría las piernas, aceptando una boca desconocida en su interior. Rosi estaba agachada, con el culo en pompa, y las tetas colgando, me tenía enganchada esa postura, deseaba encularla allí mismo, dejé a Paola un instante, me acerqué detrás, y enculé a Rosi, ella se apartó: -No, ella.

Me acerqué nuevamente a mi invitada, metí mi cabeza entre sus piernas, y lamí, lamí a fondo, apretando mi nariz en su clítoris y mi lengua profundamente en su vagina, era dulce, un sabor afrodisíaco, la lamí alrededor de sus labios, y al mirarla a los ojos, se estaban besando ellas dos, a punto de explotar que estaba, acerqué mi polla a su coño, posé mi capullo en la puerta de su sexo, y ella comenzó a moverse abajo, para metersela, suavemente la introduje, sin hacer fuerza, dejé que ella se moviera, y sus movimientos parecían los de su boca al comermela, absorviendo en cada entrada toda mi carne, y abriendose al sacarla, sujetada de las piernas sobre mis hombros, la penetraba, cada vez más fuerte, sus piernas delgadas y ligeras, eran suaves, las mordía, las besaba, la mejor piel que jamás había probado.

Ahora Rosi, estaba frente ami, se agachó y puso su culo ante mi cara, seguía besando a mi amiga, pero yo era quien le comía el coño, sentía doble placer, el de la follada, y el que me generaba un coño en mi boca, lamía, desde el clítoris hasta el ano, Rosi mantenía una figura extraordinaria pese a tener cuarenta y tantos, y unas ganas de marcha…

Noté como Paola tenía espasmos del placer, sentí como se llenaba su vagina de fluidos, y me hacía cosquillas en mi sexo, deseaba correrme, Rosi se percató, nos apartó, la levantó, la puso a cuatro patas, y me señaló el culo, la ensarté, ahora Paola gemía, sus caderas eran mías, no se podía apartar y yo llevaba el ritmo, Rosi se sentó ante ella, abrió sus piernas, la sujetó del pelo y la apretó a su raja, Paola aceptó, gemía fuertemente, pero no importaba, Rosi se masturbaba con la boca de Paola, y yo ya no podía contenerme, me cogí a los hombros de Paola, y la apreté a fondo, haciendole gritar al sentir mi explosión en sus entrañas, un chorro de semen la inundó, entocees volvió a correrse, las dos se movían, las dos gemían a la vez, y yo seguí mojándola, llenándola de mi ser, y ellas apretadas disfrutando de su corrida mutua, y aminorando su ritmo hasta que Paola cayó agotada, me puse de lado, la abracé por la espalda, y la dejé descansar:

-Te sigo deseando.



Sólo me dijo eso.

Amaya, el ascensor

Vaya mierda, buena borrachera he pillado, estoy que no puedo con mi alma, estas comidas de Navidad, son letales para mi, además en mi empresa sólo hay tías, a ver cuando contratan a un tío, que me de un desahogo de vez en cuando… mmmmm

Llegué al bloque de mi amigo, necesitaba un polvo urgentemente, y con este alcohol en mi sangre, o pillaba, o me encerraba a solas en el baño, pero prefiero una buena polla antes que mi mano…

Monté en el ascensor, mi amigo, vive en el centro de bilbao, en un edificio antiguo, pero alto, paró en la primera planta, allí subieron dos tipos, parecían gemelos, trajeados.

-¿Baja?
-No, subo.
-Vale, ya bajará.

Qué buenos estaban, yo atrás apoyada en el espejo, y ellos ante mi, esos culos, mmm.

De repente el ascensor se paró, y la luz se apagó, y todo era silencio, un timbre sonaba, como una alarma, pero mas flojo, una luz tenue de emergencia encendida, apenas distinguía nuestras siluetas.

Me asusté, bueno, me hice la asustada y me acerqué a ellos, entre los dos, y les sujeté el brazo, ellos me miraron, calmándome, que enseguida vendría alguien a sacarnos.

Uno de ellos pasó su mano por mi espalda, me estremecí, que dulce sensación, le respondí del mismo modo, mi mano hasta su culo, pero hice lo mismo con el otro, sin darme cuenta, y entonces la mano del otro se posó sobre mi cintura.

Estaba muy caliente, imaginándome entre esos dos hombres trajeados, sentí una mano levantar mi falda por detrás, acariciando mi culo, apretando mis nalgas, mientras la mano del otro tio se metía por debajo de mi camiseta, buscando mis tetas.

Mi coño estaba mojado, sentía como un cosquilleo, y me apetecía tanto follar…

Bajé mi mano, subí la falda, y la metí dentro del tanga, buscando mi clitoris, pellizcándolo como sólo yo sabía hacerlo, bajé mis dedos y me los metí, encontrándome con los dedos de uno de ellos que venían desde mi culo, me mojaba a cada segundo más, mientras el otro tipo me había subido la camiseta, y tenía su boca sobre mis pezones, sus manos sujetándolas en su cara, y y mi boca que deseaba sus labios.

Me besó el que me estaba masturbando, yo estaba un poco agachada, abriendo mis piernas, nuestras manos entre mis piernas, y esa boca comiendome la mía. Necesitaba más, estaba a punto de correrme, quería más, así que cogí la cabeza que tenía entre mis tetas, y le hice bajar hasta mi coño, cogiéndole con fuerza la nuca, le apreté contra mi sexo, levanté una pierna por encima de su hombro, clavándo mi tacón en su espalda, abriéndole toda mi raja en su cara, y lamiendo mis fluidos, encontrando los dedos de su amigo mojados.

Mientras mi mano se había metido en la bragueta del que me estaba besando y masturbándome por detrás, saqué una polla dura, húmeda, no muy grande, pero lo suficiente para llenar mis agujeros sin hacerme daño.

Le masturbé mientras sus dientes mordían mi cuello, apretaba sus cojones en mi mano en cada mordisco, y le gustaba ese dolor, porque pedía más, acercaba su sexo a mi pierna cada apretón, y mientras una lengua exploraba mi feminidad, una polla masculina se preparaba para follarme, necesitaba notar el semen en mi piel, en mi coño, necesitaba esa explosión de calor.

Mientras se escuchaban voces en la escalera, alguine nos llamaba, y yo sólo decía que estabamos bien, entre gemidos, que no había prisa, que ya nos sacarían…. En mi cabeza deseaba que aquello no acabara, que durara una eternidad, me estaba mojando, mucho, como nunca.

Entonces un dedo se metió en mi culo, mojado en mi vagina donde llevaba rato, se acercó hasta mi ano, suavemente lo fue abriendo,, y metiendo ese dedo, fácilmente entraba y salía, y me hacía estremecer, la boca que absorvía mis fluidos y lamía mi campanilla, no cesaba, y yo no podía aguantar más, comenzaron mis espasmos, comencé a moverve y decir que no pararan, me estaba corriendo, y de repente esa polla que tenia en mi mano desapareció y suplantó al dedo de mi culo, me penetró a fondo de una embestida a la vez que tapaba mi boca, un grito apagado salió de mi garganta, no era de dolor, sino de placer, me estaba corriendo como nunca, esa polla adecuada a mi culo entraba y salía, una lengua lamía mi clitoris, yme estaba corriendo, no podía más, mis temblores hacían vibrar el ascensor entero, entonces el tipo que me estaba comiendo, se levantó, con los pantalones bajados y una polla enorme en sus manos, levantó mis piernas con sus brazos, y me la metió hasta el fondo, encontrándose con su amigo en mis entrañas.

Aquellas dos trancas entrando y saliendo al compás, colgada entre dos machos, vestidos, y mi ropa levantada, mis piernas abiertas, me estaba corriendo, seguía mis espasmos, me gustaba sentirlos dentro mío, me llenaban tanto…

Entonces se encendió la luz, todo volvía a funcionar, y yo no quería parar así, necesitaba su final dentro mío, le di al botón de emergencia y paré el ascensor.

-Aquí no se va nadie, correos en mi interior.

EL tio de atrás llevaba rato a poco ritmo, se notaba que no podía más, aceleró y le dijo a su amigo que si ya se iba, asintió con la cabeza, y los dos explotaron a la vez, la leche salía de mi raja goteando al suelo, ellos se cogían de los brazos y hacían más fuerza, yo seguía entre los dos cuerpos aprisionada, clavando mis uñas en sus pieles, y moviendome disfrutando de esa sensación de ardor dentro mío, seguían moviéndose, sin parar, mis pezones durísimos seguían siendo lamidos, y mi mente se iba, no podía más, y otra vez me fui, otra vez sentí que explotaba, y volvía a gemir,a moverme con fuerza, entre ellos, volví a vibrar con su fuerza, y a mojarlo todo.

Me bajaron, se vistieron, me saqué el tanga, y se lo di a uno de ellos, le dije: -Ahora, el suelo lo limpias tu.
Pulsé el botón al piso de mi amigo, y les dejé agachados limpiando el suelo.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Helenna, Diferente.

La manguera del gasoil estaba helada, y encima goteaba, se estaba manchando las manos, asi que colgó antes de llenar el depósito y se dirigió al baño, Helenna es una mujer sensual, muy provocativa, siempre vistiendo ropas insinuantes, transmitiendo calor en todas sus miradas que derretían cualquier iceberg.

La cola de mujeres del autobús del inserso para el servicio femenino llegaba hasta la calle, así que se dirigió al de caballeros, empujando las puertas hasta que una se abrió, la única puerta que se abrió, la del servicio de minsválidos, oscuro, más grande de lo normal, ella entró y desabrochándose un pequeño pantalón tejano que llevaba, se preparó para sentarse en la taza, de repente vió a un hombre apoyado en el lavabo, se sorprendió de no haberlo visto, pero la oscuridad de aquél rincon y la tenue luz de un fluorescente panpalleante del baño de al lado, hacía difícil la observación.

-Disculpe señorita, ya marcho.
-No, disculpeme ud. No debí entrar, me voy yo.

Salió del rincón, con los pantalones bajados, y su polla en la mano, sorprendentemente erecta, y ella se incorporó al momento, intentando subirse los pantalones.

-Perdóneme, pero estaba pensando en ud, la observé meter gasolina, con esos pantaloncitos, y nosotros a nuestra edad apenas tenemos alegrías, sólo quería masturbarme recordando su imagen.

Ella estaba alucinada, nuca le había pasado algo así, que alguien se masturbara si, pero que fuera un jubilado, y que encima tuviera una tranca como aquella, nunca.

-Jovencita, no marches, déjame acabar lo que estoy haciendo, no siempre consigo tener una erección semejante.

Helenna volvió a sentarse, sorprendida, pero alagada por aquel comentario, se bajó los pantalones, y el tanga, dejando que aquel hombre viera su ingle, su pubis rasurado y su culo perfecto.

EL hombre seguía apoyado en el lavabo, moviendo su miembro, acariciandose los testículos, y ella mirándoselo también. Así que ella quiso complacerle, abriendo sus piernas ligeramente, enseñando sua lmeja abierta a aquel señor, subiendose levemente la camiseta, y mostrando su ombligo, el efecto fue la fuerte respiración del hombre.

-¿Porqué no te la quitas? ¿Y me dejas ver tus pechos?
-¿Porqué no se acerca y lo hace ud?

Ups, no sabía como había salido ese comentario de su boca, no es lo que quería decir, pero así le salió, y cuando quiso rectificar, las manos fuertes de aquél hombre ya estiraban de su camiseta y de sus sujetador, a la vez.
Helenna no sabía que hacer, la situación la sobrepasaba, se limitó a mirar como a apenas dos palmos de su cara, tenía una polla de un pesionista trempado masturbándose, alargó la mano, y le miró a la cara, lo deseaba, pero creía que no era correcto, ¡podía ser su abuelo!
Se apagó la luz, era de aquellas temporizadas, pero no importaba.
Sujetó aquella verga, estaba algo blanda, pero tiesa, se la acercó a la cara, la acarició, acarició sus huevos, y se la metió en la boca. Succionaba con cuidado, pues no quería hacerle daño, pero él la sujetó de la cabeza, y la obligó a metersela a fondo en la boca. Le estaba gustando, le encantanba el sexo, y sentirse deseada, y algo así no podía ni haberlo fantaseado.

Apretándo sus huevos en su mano, y su polla en la graganta, sintió como se ponía dura, mientras esas manos fuertes manoseaban sus tetas, pellizcando los pezones, arrimándola a él, la levantó, le dio la vuelta, y apoyándola contra la cisterna del váter, y su culo ante él, la penetró, ella dijo no, pero no opuso resistencia, sintió como estaba mojada, como su coño se había humedecido de la excitación, pero la tremenda polla llegaba hasta el fondo de su conejo, ella gemía, pues sentia un leve dolor, pero aún así, lo aceptaba, le gustaba, le estaba dando placer, sus pezones estaban durisimos, sus manos apoyadas en al cisterna, y aquél señor follándosela por detrás, y acaricaindo su culo, no hacía más que susurrar: -perfecto, una mujer perfecta, un cuerpo perfecto.

Bajó el ritmo, ella no le dio importancia, hasta que sintió unas manos en su espalda, pero a la vez otras en sus caderas, miró, y allí estaba otro hombre, algo más joven, pero no mucho, vestido y marcando paquete, con el cinturón desabrochado, y haciendo lo propio con el botón.

No le salían las palabras, apenas sabía que decir, y cuando intentó decir que pararan, unas manos la sujetaron de la nuca, y una polla enorme y blanda se metió en su boca, no podía hablar, el que le daba por detrás lo hacía más rápido y más fuerte a cada embestida, y aquel miembro llenaba toda su boca, y la presionaba, pues poco a poco se iba endureciendo. Simplemente, aceptó la situación y dejó que siguieran, apoyada todavía a la cisterna, y enguyendo el trozo de carne duro como una piedra.

De repente, un dedo se metió en su ano, no le hizo daño, pues estaba super excitada y mojada, pero al sentir la polla si quiso gritar, y al tener la otra en la boca, sólo pudo gemir. Un hombre mayor, la estaba poseyendo analmente, una polla que nunca podría imaginar se estava clavando en su culo joven y perfecto.

La incorporaron, y el hombre que se follaba su boca, se sentó en la taza, la agarró de las caderas, le dio la vuelta, le tapó la boca y se la sentó encima, enculándola de repente, a la vez que el otro hombre se la volvía a meter en la boca, sujetándola de la cabellera rubia, y frotando sus huevos entre sus tetas.
La sacó, se agachó, la cogió de los tobillos, y mientras uno la enculaba sentado en la taza, el otro se preparaba para follársela por delante, subió sus piernas en lo alto, y mirando su dulce raja abierta, sobre su culo penetrado, se acercó y la penetró, la folló nuevamente, ahora ella sentía dolor y placer, pero no sabía qué hacer, le estaba gustando, acababa de descubrir una forma nueva de follar, le estaba encantando aquello, asi que se limitó a decir: -¡Folladme, me corro!

Todavía le tapaba la boca, y ella mordía aquellos dedos grandes, no quería parar, pues comenzaba a sentir sus fluidos bajar, y movía sus nalgas, sujentando sus piernas abiertas, aceptando las dos pollas que se encontraban y chocaban en sus entrañas, sintiendo el palpitar de dos hombres fuertes y mayores.
Con una mano acariciaba los dos miembros que se turnaban para penetrarla, hasta que uno de ellos, el que estaba de pié sacó su polla, y meneándosela apuntando a su joven rostro explotó de placer, y salpicó la cara y las tetas de Helenna, un chorro de semen mojaba la suave piel, y los duros pezones de esa chiquilla, y mientras frotaba con su mano el líquido sobre los pecho, justo en ese preciso momento sintió un ardor en el ano, era el otro hombre que se estaba corriendo en su culo, ella no había parado de moverse, y gemía, explotó y dejó que sus fluidos gotearan por su raja hasta los huevos del hombre que la había poseido por detrás, seguían moviendose, esta vez lentamente hasta que quedaron inmóviles.
Se levantaron, y ellos marcharon dejándola allí sentada y con las piernas cerradas.

Montó en su coche, y marchó pensando en lo sucedido, y cómo dos hombres la había hecho sentir algo realmente… diferente.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

FUGAZ

¡Qué cabrón! Vaya forma de conducir.
Calor, dos horas de curvas, necesito algo fresco. Detuve mi moto en la parte de atrás de aquél bar, en un pueblo en el que nunca había estado. Vaya, la moto que me había adelantado casi rozándome estaba allí, aparcada, como vea a ese tío, se va a enterar, me dije.

Abrí la puerta del bar, pedí una CocaCola, y mirando a lado y lado no vi a ningún motero, sino a una chica rubia, con el pelo suelto, media melena, y un mono de cuero negro y rosa. Sin duda era ella, la que me había adelantado, una forma de conducir una tanto arriesgada, pero que me ponía.

Se cruzaron nuestras miradas, y me estremecí. Pagué el refresco, y salí del local. Mientras revisaba los neumáticos de mi moto, se acercó ella, la miré, y le dije: - Tienes una forma de conducir un tanto… Antes de acabar mi frase ella dijo: -morbosa?

Se puso el casco, puso en marcha su moto, y yo hice lo mismo, saliño ella delante. A las pocas curvas la adelanté, ahora iba más despacio, imagino que meditó mi comentario. En breve me adelantó, de idéntica manera que antes, pero aflojó delante de mí, puso el intermitente y me hizo señas para parar.

La seguí, salimos de la carretera por un camino de tierra, y detuvo su moto a unos metros de la carretera. Paré, me bajé, y al acercarme le dije: -¿Todo bien?

Se acercó a mi, sin quitarse el casco, acercó su mano, me acarició la mejilla, no supe qué hacer, me quedé inmóvil ante ese acto, se acercó un poco más, y bajó mi cremallera del mono hasta la cintura, metió su mano debajo de mi camiseta, acariciando mi cintura, subiendo hasta mi pecho, di un paso hacia ella, y su mano se metió dentro de mi pantalón, sujetando mi polla dura.

Hice yo lo mismo, le bajé la cremallera, pude ver sus pezones duros marcados en una camiseta de lycra ceñida, unos pechos bonitos, sin sujetador, y mi tranca seguía poniendose dura con esa imagen.

Igualemente llegué hasta su cintura, acerqué mi mano, debajo de su camiseta, acariciando sus pechos, sus ojos fijos en los míos, bajé mi mano, y acaricié su pubis, por dentro de sus bragas, rocé su clítoris, y simplemente me miraba a los ojos, sin mediar palabra.

Deseaba follarla, esa situación me tenía super excitado, así que desabroché su pantalón, le di la vuelta, la apoyé en mi moto, le bajé un poco el pantalón de cuero, aparté su braga, e introuje mi polla en su culo, la hundí suavemente, hasta notarla mojada, metí mis manos bajo la camiseta, dejando sus pechos al aire, colgando, manipulándo sus pezones, mellizcándola, y escuchando sus gemidos al penetrarla.

Sentía como hacía fuerza con su vagina, como succionaba mi verga en su interior, sentía sus contracciones al llegarle el orgasmo, pero noo decía ni una palabra, yo disfrutaba en esa situación, cogiéndola del pelo, la tiraba hacia mi, la follaba a fondo, deseaba atravesarla de cada embestida.
Estaba a punto de irme, mis movimientos se aceleraban, al sentir su humedad, sentía como disfrutaba con mi polla dentro suyo, mi ritmo aumentaba, entonces, un golpe de su culo me apartó, y perdí el equilibrio, me caí de espaldas, se dio la vuelta, se agachó sobre mi, de rodillas entre mis piernas, se quitó el casco, lo dejó caer, y mirándome a los ojos agarró mi cipote, metiéndoselo entero en la boca, mojado de sus fluidos y los míos, pajeandome con sus manos, rozando con sus dientes mi glande, lamiendo mis testículos al bajar, y chupando con fuerza al subir.

Miraba con ojos… de puta, como si comérmela fuera lo que más le hacía disfrutar, me insinuaba con su mirada que la follara otra vez, que la sometiera, y me apetecía llenarla de mi, quería explotar en su boca, la sujeté de la cabeza, para que no se apartara, y moviendo mi cadera, le demostré mis deseos.

Estaba a punto de correrme, y ella accedía a mis intenciones, acercó su mano a mi boca, metió sus dedos mojados de su saliva, y tirando de mi boca, me incorporó, se aaprtó de mi paquete, y se abrió de piernas sobre mi, metiendo su mano entre ellas, sujetó mi polla, y la introdujo de nuevo, se deslizó sobre mi sexo, hasta descansar a fondo, nos miramos, subí su camiseta, y lamí sus pezones, mordí sus pechos, cogí sus manos en su espalda, la eché atrás mientras ella me abrazaba con sus piernas y se aferraba a mi pelvis.

Sus gemido se aceleraron, sentí que era más fuerte que antes, su presión hacía que me descontrolara, intentaba concentrarme en mi polla dentro suyo, se colgó a mi cuello, me apretó, y sin besarme apoyó sus labios sobre los míos, respirando fuerte y rápidamente sobre mi boca. Mirándola fijamente exploté, bombeé mi semen en su interior, mientras su cuerpo saltaba sobre el mío, paró y ahora si, me besó, ahora sus movimientos eran suaves, ligeros, sentía como un fluido diferente al mío mojaba mi sexo, era una sensación extraña, nunca había sentido correrse a una mujer así, adoraba esa sensación.

Nos quedamos unos minutos allí, abrazados, sin mirarnos, apoyados en nuestros cuellos, intentando calmar nuestra respiración, extasiados.

Se levantó, se vistió, y marchó sin que pudiera pedirle volver a vernos.

Ahora, repito esa ruta cada domingo, pero no he vuelto a coincidir con ella, aunque en el bar donde la vi aquél dia, la recuerdan, pues para allí de vez en cuando… deseo volver a encontrarla… y preguntar su nombre.













lunes, 1 de diciembre de 2008

LA VIOLACIÓN

Por fin, de nuevo te tengo ante mi, en principio tu solo querías tomar un café, pero yo tenía otro plan para nuestro breve encuentro, deseaba que fuera intenso.

Una llamada previa a la cita, me hizo dudar, me sentí abatido, estabas sosa, un tanto borde en tu forma de hablar, expresando tu desacuerdo con mis últimas decisiones tomadas, así que no tenía esperanzas más que de tomar ese café que habíamos comentado.

Media hora más tarde de la hora prevista de tu llegada, apareciste, una sonrisa inmensa en tu rostro reflejaba algo diferente al enfado que se suponía tenías…

Sentados en mi coche, la conversación era escueta, simplemente qué tal el trabajo, qué tal esto, lo otro… Te llevé a un rincón nuevo, aislado, a salvo de las miradas de la gente de la calle.

Saltó tu cinturón de seguridad, y en un instante estabas sobre mi, tus labios buscando los míos, tus manos sujetando mi nuca, tus ojos clavándose en mis ojos, brillando de nuevo.
Te aparté de mi, pero no querías, sentía tu deseo, sentía como no deseabas que abriera la boca, sólo para besarte. –¿Pasamos atrás? – Vale.

Antes que pudiera cerrar la puerta, tu mano sujetaba la mía, en un tirón me metiste dentro del coche, y tu boca volvía a buscar la mía, estaba como loca, poseída por un deseo irrefrenable de hacerme tuyo a besos. Mis manos buscaban, respetándote, cómo mantener esa pasión viva, acariciando tus piernas, tus caderas, tu espalda.

Cerré la puerta, y agarraste mi paquete, mi polla dura de la excitación del momento, y tus ojos clavados en los míos, yo no sabía qué hacer, tanta pasión, sin esperarla.

-Quítate los pantalones. –Pero, cariño. –Necesito follarte. –Amor, si sólo ibamos a tomar un café, ¿no prefieres hablar? – Jorge, soy una mujer ardiente, y hace mucho que no follo, o te desnudas, o te arranco la ropa ahora mismo.

Tardé apenas 15 segundos en desnudarme, me quité los pantalones, los calzoncillos al suelo, y cuando comenzaba a desabrocharme la camisa, su boca volvió a tapar la mía, esta vez más fuerte, absorviendo cada milimetro de mis labios, besandome, aprentando mi cabeza contra la suya, sentí su mano agarrar mi polla, buscando su sexo, sus piernas pasaron sobre las mías, y sentí como su coño mojado y ardiente, abierto sobre mi, absorvía la punta de mi tranca.

Sentado en medio del asiento, ella sobre mi, sus pechos apretando mi pecho, mis manos bajo su jersey, acariciando sus caderas, sus tetas, su culo, sus piernas, la miré, sujetándola del pelo, diciéndome: -métemela, ¡ya!

La complací, apretando mi cintura contra ella, pero apenas podía moverme, me tenía atrapado, contra el respaldo de la parte de atrás de mi coche, su cadera apretó fuertemente, y sentí como las paredes de su vagina se abrían de repente, metiendo mi rabo hasta el fondo, como tanto le gustaba a ella sentirme, entraba y salía, jugoso, mojado, estaba inmóvil, como una estatua, tan solo podía mover mis manos, mi culo aprisionado en ese asiento, mis piernas fijas, y su cintura iendo y viniendo, apretandose, su cabeza contra el techo, golpeándose en cada envestida, gozando, gimiendo, yo no podía más, me sentía un objeta bajo ella, y ella disfrutaba viendo como no podía moverme.

-Jorge, me corro, me corro ya, quiero sentirte, explota dentro mío.

No pude más que clavar mis uñas en su culo, apretarla a mi, y explotar dentro suyo, llenándola de semen, bombeando potentemente, manteniendo el ritmo del orgasmo que los dos teníamos a la vez.

Ella no paraba, yo no podía expulsar más de mis testículos, apenas mantenía la erección dentro suyo, pero no paraba, ella seguía con su movimiento rítmico, su cadera mantenía la presión, y mis manos caídas no ejercían ya más resistencia.

- Cariño, me gusta lo que me das, déjate hacer, no la saques, déjala dentro mío.
- No soy capaz de resistir, haz conmigo lo que desees.

Mantuve mi sexo dentro del suyo, tal como me había pedido, pero no sabía cuánto la iba a mantener dura, ella se frotaba sobre mí, y podía sentir el goteo de nuestros fluidos por mis huevos. Sus manos clavadas en mi espalda, sus ojos cerrados, su cabeza atrás, y su cadera… sin parar… notaba como su clitoris frotaba mi pubis, como su pasión volvía a encenderse.

Metió su mano entre sus piernas, cogiendo mi verga, manteniendola apretada a su clitoris, y siguió con su juego, con sus roces íntimos, volvió a gemir, volvió a acelerar sus movimientos, su respieración, volvió a metérsela, y nuevamente gritó de placer, corriéndose, esta vez mojando el asiento del coche, empapando todo con su esencia.

Agotado me quedé, agotado en el asiento de atrás de mi coche, pensando en lo sucedido, en que no tuve opción a moverme, en que no pude controlar la situación, en que me había utilizado para su disfrute.

Todo olía a ella, todo, el coche mantuvo su aroma días después… desde aquél día deseo que vuelva a violarme nuevamente.

martes, 25 de noviembre de 2008

Espiada

Llevo tres días de viaje, apenas he podido hablar con ella por teléfono, y tengo ganas de llegar a casa, y descansar. Como voy bien de tiempo, le daré una sorpresa, compraré unas flores, unos bombones, entraré en casa sin hacer ruido, y le haré el amor… antes de ir a buscar a nuestra hija al cole.

Son casi las cuatro, ella debe haber llegado hace poco de llevar a nuestra hija al cole, y hasta las seis no tenemos que ir a buscarla, así que tengo tiempo de sobras. Introduzco la llave en el paño, abro silenciosamente la puerta, la ajusto, y dejo la maleta en el suelo, me quito el abrigo, lo cuelgo, miro en la cocina, no está, en el salón tampoco, pero escucho algo arriba, subo poco a poco las escaleras, y…. gemidos, ¡está gimiendo! Se me pone un nudo en el estómago, trago saliva, no se qué pensar, ¿estará con otro? La mato, ¡a ella y a él!

Sigilosamente me acerco a nuestra habitación, la puerta entreabierta, apenas dos dedos, miro adentro, y mi sorpresa y alivio: Está sola, masturbándose.

Me siento aliviado, no deseo perder lo mejor que me ha pasado en mi vida, pero no voy a molestarla, la dejaré acabar… allí estaba ella, la mujer de mis sueños, tapando su sexo con una sábana, su mano entre sus piernas, y la otra en su boca, mordiéndose los dedos, lamiéndose, acariciándose los pechos, y gimiendo, puedo ver una de sus piernas, su piel morena contrasta con el color blanco impecable de la sábana de algodón, y el movimiento rítmico de su mano bajo ésta.

Sus pezones duros, mojados por la saliva de su boca, yo me estoy excitando, y deseo entrar y follármela, pero quiero dejar que llegue hasta el final. Bajo mi mano, me acaricio el paquete, mi polla comienza a endurecerse, y pronto la dejaré salir. Vuelvo a mirar, ella no se ha percatado de mi presencia, pues tampoco me espera, se incorpora, abre un cajón, y saca el vibrador, es un vibrador de goma, de color azul, que le regalé hace ya unos meses con forma de delfín, se apoya en el cabezal, abre las piernas, mira ese pene de plástico, lo acerca a s boca, y lo lame, lame la punta, la moja de saliva, lo baja por sus pechos, lo frota en sus pezones, sigue bajando, y mientras con una mano abre sus labios vaginales, pasa el vibrador mojado por su clítoris, su cabeza echada atrás, y sus ojos cerrados, mordiéndose el labio inferior del placer que siente. Observo como pasea la punta del vibrador por su campanilla, subiendo y bajando, introduciéndolo en su coño suavemente, para mojarlo, pero en seguida volviendo a frotarlo en su clítoris.

Para, lo pone en marcha, una vibración se escucha, cada vez más fuerte, al máximo, lo acerca a su sexo, y gime, mmmm, estoy a punto de romper el pantalón d emi exictación, bajo la cremallera sin hacer ruido, y la saco. Mi polla está dura, algo mojada la punta de la excitación, la sujeto fuertemente, y me pajeo suavemente, poco a poco, pues no quiero que me pille. Sigo mirando.

Se estremece, torsiona la espalda, sacando pecho, el vibrador introucido en su coño, y entrando y saliendo, mojado, sus gemidos son mas fuertes, y ritmicos, saca el juguete, y ahora lo apoya en el clítoris, le encanta esa vibración, lo se, pues a menudo la masturbo yo con el juguetito.

La escucho, susurra algo: -más, sigue, fóllame, amor, te deseo, necesito tu bombeo en mi interior… mmmm…

Se da la vuelta, pone las almohadas y cojines bajo su pelvis, se estira sobre ellas y apoya su cara en el colchón, su culo en pompa, mete su mano entre las piernas, con el vibrador, cierra las piernas, lo frota por la entrada de su vagina, hasta el culo, arriba y abajo, brrrrr, sigue vibrando, abre las piernas, mostrando su coño ante mi, se introduce la polla de mentira, y ahora si gime fuertemente, cada vez más, ahora sus palabras son claras: -fóllame, como me pones, encúlame, métemela hasta el fondo, córrete en mi.

Yo no se si me habla a mi, o no, creo que no me ha visto, me habría dado cuenta, creo. Me estoy masturbando, mi polla bien dura, ahora mis movimientos siguen su ritmo, cada follada de su aparato, es acompañada con mi paja, no puede verme, yo sólo veo sus piernas abiertas, su coño ante mi, su mano metiendo y sacándo el vibrador, y no puedo más, deseo correrme, pero no voy a desaporvechar la ocasión de llenarla de mi, quiero follármela, quiero que grite de placer al bombear mi esperma en su coño.

Abro suavemente la puerta, me acerco a ella, acerco mi cara a su coño, el olor de sus fluidos me atraen, me excitan, noto como ella se mueve rápidamente, apenas estoy a un palmo de su raja, sus gemidos se han convertido en gritos, y su mano mete y saca el juguete, frontando a la vez su clítoris, está comenzando a convulsionarse, y mi polla sigue a punto de reventar, apoyo una pierna en la cama, y salto sobre ella, al notarme grita por la sorpresa, para en seco, se le cae el vibrador, me mira asustada, y dice: -cabrón. ¿Vas a seguir tu?


Inmediatamente, sin dejar pasar ni un segundo, la ensarto, le meto mi tranca hasta el fondo, ocupando toda su vagina con mi tranca, noto como sus fluidos salen mojando mis huevos, sujeta por la cintura, y yo vestido, la presiono contra los cojines, gime, grita, noto como me quema la polla, siento como su corrida moja mi carne, la deseo, no puedo más, grito: -me corro. Sigo vestido, mi corbata caida sobre su espalda, la penetro, me muevo rápidamente, aprisonada bajo mi fuerza, abriendo sus nalgas con mis manos para entrar más adentro, sintiendo sus contracciones interiores, en ese momento, abalanzo mi peso sobre ella, aguanto un poco mi corrida, unos segundos, no puedo más, exploto dentro suyo, una cantidad tremenda de semen llena su coño, ocupándolo todo, clavo mis unñas en su espalda, ella sujeta mis manos, gemimos los dos, neuvamente noto como sus contracciones aumentan, vuelve a correrse, abriendo sus caderas, apretando mis manos, gimiendo, gritando, respirando forzadamente. De repente se para, rígida, cerrando sus piernas, y se relaja, se deja caer sobre el colchón, junto a mi, la abrazo, la beso, y nos acurrucamos juntos, sin sacarla, penetrada todavía.

-¿Cuánto tiempo hace que me espías?
-Mucho, desde que comenzaste.
-Comencé hace una hora en la ducha, y me alegro que hayas llegado y acabado tu dentro mío.
-Y yo que te haya pillado haciéndolo.
-Te amo.
-Te adoro.



lunes, 24 de noviembre de 2008

La empleada

Es imposible, no puedo más, o me ponen ayuda, o renuncio a este empleo estresante.

Ese era mi pensamiento hasta que conseguí que me pusieran una secretaria, viajes prácticamente semanales no me permitian cumplir con mis obligaciones en la oficina, así que el jefe accedió a contratarla.

Después de varias entrevistas, bonitas piernas, escotes de vértigo, pero poco nivel intelectual, apareció ella, una mujer madura, con las ideas claras, que al hablar no se andaba con rodeos, sin enseñar tanta carne como las otras, pero eso no era importante para mi, la contraté.

Me ayudaba mucho, llevaba mi agenda, revisaba mis correos en mi ausencia, en fin, que casi hacía mi trabajo.

Un día, después del cierre de un negocio muy importante, en el cual ella intervino en varias reuniones con el cliente, la invité a acompañarnos en una comida con los dueños de la otra empresa, fuimos a un restaurante selecto, en el centro de barcelona, ella, viviendo en el extrarradio, llegó tarde, pero estaba escusada.
Entró por la puerta, abrigada, el metre la acompañço hasta nuestra mesa, allí me levanté, y le ayudñe a sacarse el abrigo, me quedé sorprendido, gratamente, al verla, con un vestido negro de tirantes, zapatos de tacón de vértigo, medias lisas, un escote precioso, y unos ojos bien maquillados, que se clavaban en los míos cada vez que me dirigía la palabra.
Tragué saliva, pues me estaba poniendo nervioso, aquella chica me tenía descuadrado, con su dulce sonrisa, camelaba a nuestros clientes, y ellos parecían sentir lo mismo que yo, pues no dejaban de repasarla, comiéndosela con los ojos, me sentía incluso celoso de aquella situación.

Me la imaginaba, sobre mi, en el coche, en el asiento de atrás, deseaba que eso sucediera, me excitaba pensandolo, y creoq ue ella notaba algo, pues su mirada seguía clavándose en mis ojos.

Después de cenar, la acompañé a su casa, iba de paso para ir a la mía, durante el trayecto, comentamos la cena, su opinión sobre los clientes, y demás pormenores, cuando cambiaba de marcha, mi mano rozaba su pierna, hasta que la dejé fija sobre el pomo del cambio, así iba rozando continuamente la seda de sus medias, la miraba de reojo, podía ver como me miraba al dirigirse a mi, y me sentía nervioso, y exictado al mismo tiempo. Llegamos a su casa, y al despedirnos, me dio dos besos, rozando la comisura de nuestros labios en cada uno.

Abrió la puerta, y antes de salir, se giró, sonrió y sólo dijo: -Gracias.

Al día siguiente, viernes, llegué tarde, sobre las 11, y ella también, pues fuimos tarde a dormir, y nos sentamos en mi despacho para hacer el informe de la cena, allí, sentada frente a mi, tomando notas de mis palabras, la observaba, hoy la veía diferente, más… sensual, una camisa negra de botones tensos por su busto, falda por las rodillas, tacones, pelo recogido. Mientras observaba como escribía en su cuaderno, recordaba como la noche anterior casi nos besamos, y me dio rabia no haber intentado algo más.

Era la hora de comer, y decidimos pedir algo de comida, para aprovechar al máximo el tiempo, poca gente quedaba en la oficina, mi jefe, un par de administrativas, el contable… Mientras yo seguía con mi dictado, ella dijo: -me gustó la cena, y que me acompañaras a casa. La miré y le dije: -fue un placer tu compañía.

En ese momento me avisaron de recepción que había llegado la comida, nos levantamos y fuimos a recogerla a la recepción, bajando en el ascensor, ella se acicalaba el pelo en el espejo, y yo le miraba, disimuladamente, su culo, su cintura, esos tacones, su nuca, su forma de tocarse. Cogimos la comida, y de vuelta arriba, ahora los dos, uno frente al otro, nos miramos fijamente, sin decir nada, quería decirle que la deseaba, pero no fui capaz, se abrió la puerta, salimos los dos, y al pasar por el cuerto de la limpieza, no se me ocurrió otra cosa que sugetarla del brazo, abrir la puerta, y entrar dentro con ella.

Dejé caer mi bolsa al suelo, la miré a los ojos, acerqué una mano a su mejilla, acerqué mi cara a la suya, y mirandola fijamente le dije: -te deseo.

Se giró, pensé que marchaba, y empujó la puerta, cerrandose suavemente, se volvió hacia mi, y se abalanzó sobre mi, empujandome contra las estanterias llenas de recipientes y trapos, allí me besó, nuestras lenguas se buscaban, mientras yo le susurraba: -estoy excitado.

Mis manos buscaban los botones de su blusa, desabrochándolos apresuradamente, abrí la camisa, pudiendo observar aquellas mamas grandes, bien puestos dentro de un sujetador negro, bajé mi cabeza, metiendola entre sus tetas, lamiendo todos los rincones que esa noche había imaginado masturbándome a solas en mi cama, apretando con mis manos, y acariciando sus pezones, besándola apresuradamente, y volviendo a sus erizados pezones. Sus manos ya se había desecho de mi corbata, mi camisa, desabrochando mis pantalones y apretandome el culo, su boca húmeda me buscaba.

El cuarto de limpieza era muy pequeño, apenas cabíamos los dos de pie, así que no permitía mucha movilidad, era oscuro, sólo iluminado con una suave luz de emergencia. Se agachó, y sacando mi pene de mis calzoncillos, lo lamió, paseando su lengua por mi capullo, luego por la parte inferior, hasta llegar a mis testículos, cogidos con una mano, y luego vuelta a la punta, se la metió entera, en su boca, abosrviéndola, chupándola, lamiéndola, apretándola, rascando suavemente con sus dientes, pero excitándome a cada movimiento más y más.

Cuando me notó bien duro, se puso de nuevo de pie, se dio la vuelta, arremangó su falda, y me dejó ver que ¡no llevaba bragas!, verla allí, apoyada con sus manos en la pared, con liguero y nada más, me puso muy caliente, y apunté mi nardo entre sus nalgas, sólo dijo una cosa más, antes de metérsela: -¡SI!

Puse mis manos en su cintura, acercandola y alejándola levemente para prepararla, entonces noté su mano cogiendome el miembro entre las piernas, en ese momento levantó una pierna, apoyándola sobre el cubo de fregar, y me empujó atrás, metiendose toda mi polla en el coño de una sola enculada, mojadísima, y ardiente, no podía controlarla, era ella la que llevaba el ritmo, yo me limitaba a sujetarme en las estanterías, y amortiguar sus caderas que se apretaban rítmicamente a mi pelvis. Mis manos buscaban sus pechos, desabroché el sujetador, dejándolo caer al suelo, sus tetas, duras, firmes, los pezones erectos entre mis dedos, y mi otra mano bajando hasta encontrar su clítoris, inflamado de la excitación, lo masturbé con mi mano, lo acaricié, pues sus gemidos delataban que le gustaba.

Pensar que mi jefe estaba apenas a 10 metros de ese lugar, me excitaba enormemente, y le decía: -estamos locos, como nos pillen. Imagínate que abre alguien la puerta. Y ella aún apretabamás fuerte. Cogió mi mano mojada de sus fluidos, y la puso en su boca, mordiéndome los dedos, comenzó a gemir, esta vez más fuerte, y moviéndose más rápido, le tapé la boca, la apreté contra la fría pared, y me la follé, ahora yo levaba el ritmo, y ella sólo gemía, me mordía, me quería destrozar. Noté el ardor de sus corrida en mi verga, así que le dije que no aguantaría mucho más, que no llevaba condones y que me correría sobre su espalda. Me paró, se dio la vuelta, me volvió a besar, y me dijo: -todo dentro, lo quiero todo.

Sentada en un saliente de la pared, abrió las piernas, apoyándolas una a cada lado mío, sobre los estantes. Acerqué mi boca a su vagina, y mirándola a los ojos, le expresé mi deseo… comérmelo todo. Deslicé mi mano sobre su coño, mis dedos sobre su clítoris, abrí ligeramente sus labios inferiores, acerqué mi boca, y lamí su coño, desde el ano hasta le clítoris, una y otra vez, lamiendo en un solo sentido, de abajo arriba, gemía, me entretuve en su campanilla, chupándola como un bebé con su chupete, lamiéndola dentro de mi boca, y mis manos sujentando su culo, sus movimientos comenzaron a ser rítmicos, se aceleraba, gemía de nuevo, y debía taparle la boca, me levanté, la sujeté de la nuca, la besé, y mientras la besaba apasionadamente, la penetré, suavemente, poco a poco, ella me sujetaba la cintura, y me apretaba entre sus piernas. Mi cipote duro entraba y salía de ese mojadísimo sexo, y a cada instante sentía que explotaba, ya me quedaba poco, me apoyé atrás, y ella sujeta contra la pared, me miró a los ojos, bajó su mano, y acariciendose el clítoris decía: -me corro, me corro.

No pude más, me apreté fuerte a ella, paré mis movimientos, la cogí del pelo, la acerque a mi boca, y mirándonos, aguantando mi explosión por unos instantes, cerré mis ojos y me dejé ir. Mi semen invadió todo su interior, sus ojos se abrieron totalmente, sorprendida por la cantidad de mi corrida, por la sensación de un orgasmo extraño en su interior, ella seguía moviéndose, y exprimiéndome, yo disfrutaba de esos instantes, de ese momento.

Fue uno de los mejores polvos de mi vida, no tan solo por el sexo, sino por el morbo de la situación, pues salimos de allí, nos sentamos de nuevo en la mesa, y sin hablar del tema, seguimos trabajando en el imforme que habíamos dejado a medias.

jueves, 30 de octubre de 2008

Encuentro en el tren. 1ª parte: La ida

Casi perdí el tren aquél día, llovía mucho, y el taxi pilló todas las caravanas posibles, y si no lo cojo, ya me veo corriendo al aeropuerto a coger el primer avión hacia París.

En la Estación de Francia, mucha gente para despedirse de sus familiares, y yo que no llego, corriendo por el andén hasta mi wagón, subí y buscando el compartimiento 12.

Al llegar allí, una chica leyendo en la litera:
- disculpe, ¿este es el compartimento 12 wagón 33?
- Eso creo.
- Vaya, creo que se han equivocado.

Salí en busca del interventor, allí, comprobó la lista y si, era correcto, pero a ellos no les constaba una mujer en el compartimento, sino un hombre, pese a todo, me dijo que si no me importaba, viajara con ella, pues no había literas libres, y como buen caballero, si alguien marcha del compartimento, ese era yo.

Así que volví sobre mis pasos hasta mi compartimento:

- Hola, de nuevo aquí, es que nos han puesto juntos y me sabe mal por ud.
- No se preocupe, podemos compartir el compartimiento.
- ¿De verdad no le importa?, muchas gracias.

No habíamos hecho más que salir, a las 21:15, y me fui al wagón restau
rante a cenar. Al rato, apareció mi compañera de compartimento, me saludó, y se sentó en una mesa en frente mío, durante la cena, pude fijarme en ella, una mujer pelirroja, media melena, de curvas voluptuosas, y un gusto exquisito vistiendo, tacón, medias, falda.
Estuve observándola durante unos 5 minutos, sin darme cuenta de que ella me estaba viendo, cuando me percaté, en seguida giré la mirada a la ventana, pero en ella podía seguir viéndola reflejada, y pude observar como ahora era ella la que me miraba.

De vuelta al compartimento, monté mi litera, me aseé, y cuando salí del baño entraba ella por la puerta, nos saludamos, y subí a mi litera. Yo me había vuelto a vestir, pues no veía correcto dormir en ropa interior con una dama en el compartimiento.
Entró ella en el baño, y salió con un camisón opaco, oscuro, como de seda, que destacaba sus pezones marcados, por el frescor del ambiente, su perfume era fuerte, como a mi me gusta en una mujer, e impregnaba todo el ambiente.

La miré de reojo, y le pedí disculpas por haberla estado mirando en la cena, me disculpó y apagó la luz.

Al rato, sentí frío, y comencé a tantear alrededor de mi litera por si hubiera alguna manta, pero sin éxito, asomé mi cabeza por la litera, y pude vera a aquella mujer, tapada con una sábana, simplemente, recostada de lado, y apoyando su cabeza en una manta.
- Discúlpeme de nuevo, pero es que tengo frío y no encuentro ninguna cosa para taparme, ¿sería tan amable de dejarme su manta? Pues observo que ud. No la utiliza.
- Por supuesto

Me la alcanzó con su mano, y rocé su piel al cogerla. Sentí un cosquilleo, pues era algo inusual, dormir con otra mujer, en un coche cama, por coincidencias, y además tan hermosa como aquella hembra.
Al cabo de dos minutos, ella se dirigió a mi:
- Oiga, mire, esta situación me sobrepasa hasta a mi, y le aseguro que estoy acostumbrada a cosas “raras”.
- Lo siento señorita, si lo desea, salgo del compartimiento..
- No, no, no. Lo digo porque ud. Tiene un nosequé que me provoca morbo, observandole embobado mirándome en el restaurante, sin percatarse que yo también le observaba. ¿Porqué, por esta noche, no hacemos como si fuéramos pareja? Me gustaría darle mi calor, debajo de esa manta.

Tragué saliva, no sabía qué decir, yo estaba tapado hasta el cuello con la manta, mirando al techo y los reflejos de las farolas de algún lugar, al pasar el tren, y cuando procedí a incorporarme, y me giré, allí estaba ella, de pie, su cara a la altura de la mía, sus ojos fijos en los míos, y yo nervioso, sin saber qué hacer.

Se abalanzó, y antes de que yo pudiera decir nada, cerró mi boca con un beso, suave, se apartó, me miró de nuevo a los ojos: - Sus labios me provocan.

Esas palabras provocaron en mi que la cogiera de la nuca y la besase con fuerza, mi lengua buscando la suya con frenesí, como si se nos acabara la noche con aquél beso, y mis manos acariciando su nuca caliente, su cabello suave, sus mejillas dulces. De un salto bajé, nos miramos, acerqué mi mano, a su hombro, la piel desnuda, y rozando el tirante de su camisón, lo dejé caer a un lado, ahora sólo se lo sujetaba el otro tirante. Antes que yo hiciera nada, ella misma deslizó su mano hasta él, y lo empujó, al instante calló al suelo y me dejó ver sus pechos, sus pezones duros, sólo un tanga vestía, acercó sus manos, y mientras me desabrochaba la camisa volvimos a besarnos.

Desabrochó mi pantalón y dejó caer al suelo mi slip, apenas se distinguían nuestras siluetas por la oscuridad, pero pude sentir como su mano rozaba mi sexo, como apretaba mi pene y provocaba mi erección, besé sus pezones, jugando con una mano y sus pechos, bajé la otra mano y le bajé el tanga, ella misma lo dejó caer con un movimiento rápido de piernas. Estaba excitadísimo, y le pregunté:
- No nos hemos presentado.
- Ni falta que hace, fóllame.

Se colgó de mi litera con sus manos en alto, y con sus piernas rodeó mi cintura, obligando a que mi sexo se encarase con el suyo, la sujeté de la cintura, y la ensarté, aquel coño estaba mojado, que excitación, me dijo, me he masturbado mientras estaba en la litera imaginando este momento, y me había corrido ya.

La empalmé con más fuerza, ella colgada, mi único esfuerzo era apretarla a mi, era una posición cómoda, y sus piernas apretaban mi pene hasta el fondo, la cogí, le solté las manos, y la apoyé en la ventana, observados por la oscuridad de la noche, e iluminados por las estrellas, la follé contra el cristal, mientras nos besábamos y aguantábamos nuestros orgasmos.
- No llevo condones, ¿y ud.?
- Tampoco, pero no hace falta, siga hasta el final.

Esa situación era más inesperada si cabe, y cuando sus brazos se rodearon a los míos, la llevé hasta su litera, allí, recostada sobre su espalda, levanté sus piernas, y las puse sobre mis hombros, seguía penetrándola, follándomela sin parar, manteniendo el ritmo pero mis huevos no podían más retener aquella corrida, la avisé, me apartó, y me la comió, a mi me faltaba poco para correrme, pero ella sujetaba mis testículos, los manoseaba, me acariciaba el ano, y se tragaba todo aquél trozo de carne dura que la había estado follando, yo tenía mi pierna sobre su litera y la otra al suelo, así que sus manos tocaban libremente, hasta que noté que me cogía el culo desde atrás, me apretaba fuerte, y me pajeaba más rápido, apartó su boca, y provocó mi corrida sobre sus tetas, un chorro de semen la salpicó desde su barbilla hasta el ombligo, acercando sus pezones a las gotas de semen que todavía brotaban de mi polla, y sin dejar de masturbarme, yo gemía, y la sujetaba de la cabeza, mirando como me disfrutaba aquella mujer.

Acerqué mi mano, y unté mi semen por sus pechos, por su cuello, por sus mejillas, y bajé hasta su coño, sentado a su lado, rodeada con mis piernas, la acariciaba, besándonos metí mi mano entre sus piernas, rozando con mi dedo gordo mojado de semen su clítoris y su raja.

La penetré con mi dedo, y un gemido salió de su boca, mi polla seguía dura, apoyada en su cadera, y su mano rozando mi capullo mojado, nos besamos, la eché atrás, apoyada en la pared, abrí sus piernas, y acerqué mi boca a su precioso coño, rasurado, sólo con un pequeño detalle de pelo pelirrojo sobre el clítoris, en línea hacia el ombligo.

Saqué mi lengua, y lamí, lamí aquella campanilla abriendo sus labios con mis dedos, arriba y abajo, rozando mi polla en la cama, y mis dedos masturbándola desde su ano hasta su coño, sentía sus movimientos, se estaba corriendo de notarme, subí una mano hasta sus pechos, todavía húmedos de mi, y acerqué hasta la boca, metí los dedos y noté su lengua moverse como si se tratara de mi polla, lamí más, metía mi lengua en su vagina, notando el calor, y guiándome por sus gemidos, cuando noté que llegaba a su orgasmo, le abrí las piernas me puse sobre ella y se la metí, me la follé como nunca, fuertemente, arítmicamente, abriendo al máximo ese coño, para que notara más mi polla, ella gemía, se mordía la mano para no gritar y decía: - Siiii, no pares.

Seguía metiéndosela hasta que no pude más, y exploté dentro suyo, ella se cogió a mi cuello, se sentó sobre mi, y cogida nuevamente a la litera superior, me folló, me exprimió hasta la última gota, con su movimiento fuerte, y haciéndome notar como su corrida era más abundante que la mía, mis huevos mojados, mi pierna, las sábanas, como me estaba secando aquella mujer, seguía y gritó otra vez de placer, gemía y gemía, y pedía más.

La abracé, la miré a los ojos, y la besé, allí permanecimos besándonos durante unos minutos, saboreando con nuestros sexos los fluidos derramados el uno sobre el otro.

Al rato, yo estaba medio adormecido, y sentí como su cadera se movía, me rozaba nuevamente, y entreabrí los ojos, bella, desnuda, sus pechos claramente definidos ante mis ojos, y su mano entre sus piernas, me susurró: - Algo así no lo dejo escapar.

Acercó su mano a mi cara, me encaró y me dijo: - venga, acompáñeme.

Entramos en el baño, era un baño pequeño, un wc, lavabo, y una ducha redonda de muy reducidas dimensiones. Giró el grifo, y un chorro de agua fría manó del techo y la salpicó, saltó atrás sobre mi, y la sujeté, su piel se puso tersa al instante de la sensación de frío, y sus pezones duros como nunca. Una mano bajo el agua hasta que la notó caliente, y se introdujo debajo, yo, desde la puerta, mirándola como se mojaba el pelo y lo sujetaba en su nuca, sus brazos en alto dejaban ver los pechos estirados, y marcados, su cintura, y su culo. Me miró y me dijo: -ven, creo que podemos tutearnos.

Entré en la ducha, allí, bajo el agua, nos besamos, sentimos de nuevo la excitación, del momento, mi cabeza no dejaba de dar vueltas sobre lo que estaba increíblemente sucediendo, la cogí de la cintura, me agaché y besé sus pechos, mordía sus pezones y sus manos sujetaban mi nuca, la cogía de las nalgas, y la apretaba a mi, le di la vuelta, me agaché más, abrís su culo con mis manos, y acaricié su ano, su raja, sus caderas, acerqué mi boca, y paseé mi lengua alrededor de sus agujeros, metiéndola suavemente en uno y otro alternativamente, le gustaba, pues movía su cintura atrás cada penetrada de mi lengua, mis dedos jugueteaban con su clítoris, mientras seguía masturbándola con mi lengua.

Cuando me noté duro, me incorporé, la tomé de la cintura, y la ensarté a fondo, de golpe, gimió, no llegó a gritar, y apoyada en la pared, sus pechos apretados contra el frío plástico de la estancia, y mi espalda sobre la pared opuesta, comenzamos a apretarnos el uno contra el otro, sintiendo lo más profundo de sus entrañas chocar con mi sexo, estuvimos un rato, mientras mis manos acariciaban su cintura, sus pechos, su boca.

Para controlarme paraba a ratos, dejaba que ella se moviera suavemente durante unos minutos, respiraba hondo, y volvía a la carga, se dio la vuelta, se sentó en el wc, tocando la ducha, me echó atrás y sujetó mi polla con una mano, la otra me cogía del culo, y comenzó a pajearme, mientras acompañaba con su boca en cada meneo, siguió así un ratito, mirándome a los ojos, y me encantaba, podía observarla allí, sentada, con sus piernas abiertas, su coño mojado, su melena empapada sobre la espalda, el agua cayendo sobre nosotros, y haciendo cosquillas en nuestros cuerpos, disfrutaba mucho ella con aquella mamada, me miraba, y seguía, le dije: - Me encanta follarte por detrás, tu culo me vuelve loco.
Se levantó, se dio la vuelta, se agachó y sujetándose en el wc con las manos, las piernas estiradas y su culo en pompa ante mi, me dijo: - disfruta mi culo.

Me agaché de nuevo, esta vez mi lengua era más atrevida, no se limitaba a acariciar el exterior de sus agujeros, esta vez, acompañada por mis dedos, me atrevía a introducirla, a meterla un poco más adentro, masturbándola vaginalmente con dos dedos, atrayendo su sexo hacia mi boca, y su culo, su ano relajado penetrado por mi lengua, eso me excitaba enormemente, su culo me tenía enganchado, y deseaba follármelo.

Comencé a mojar mis dedos en su coño, y luego penetrar su ano con el dedo índice, poco a poco más adentro, como vi que aceptaba mi masturbación anal, seguí haciéndolo, esta vez con el dedo corazón, hasta que puede meterle el dedo gordo, en ese momento yo estaba que deseaba reventar, ella gimiendo, me decía que se estaba corriendo, y deseé follarla, así que me levanté, abrí sus caderas, y la follé, la penetré en su coño, seguía culo en pompa a mi, y sus tetas colgaban, se meneaban a cada sacudida, comenzó a gemir más fuerte, cada vez más fuerte, así que me aparté, y antes de que acabara su pregunta sobre qué hacía, le metí el capullo en el ano, soltó un gritito, no fue de dolor, sino de placer, el agua seguía mojándonos, empapando nuestros cuerpos, y mis manos unidas a aquellas caderas, ella apoyada por los codos en la tapa del wáter, y mi polla a medio entrar de su culo, se levantó un poco, me miró de reojo, sonrió, y empujó atrás, la penetré hasta el fondo, su culo se había abierto a mi, tomé la toalla del baño, la pasé por debajo de su cintura, y cogida a mis manos, comencé a penetrarla, con la toalla le daba más juego, podía apartar sus caderas sin sacar mi miembro, y volver a embestirla nuevamente, en ese momento nuestros cuerpos eran uno mismo, con unos movimientos coordinados, follándonos el uno al otro, y cuando sentí que los movimientos se aceleraban por su parte, la saqué, se la metí en el coño, le di la vuelta, me senté yo en el wáter, y ella encima mío, observando su espalda, acerqué su cara a la mía, y mirándola a los ojos la metí hasta el fondo y descargué toda la carga de semen que esperaba en mis testículos dentro de su vagina, ella hizo lo propio con su corrida, y con movimientos suaves, sin dejar de mirarnos a los ojos, nos corrimos juntos, disfrutando, sintiendo el ardor de nuestros sexos penetrados, dulcemente amados por unos instantes.


Nos secamos, y volvimos a acostarnos.

Al día siguiente, desayunamos juntos y al despedirnos en el andén de la estación de París la besé, y le pedí volver a verla. Me dijo, ya veremos, tal vez coincidamos a la vuelta. Me dio los datos de su billete, y los anoté…