viernes, 25 de diciembre de 2009

Un dulce despertar, Feliz Navidad




- Te mereces esto y más

Me pareció entener eso, pero no estaba seguro, mi estado era todavía de semiinconsciencia, no estaba todacía despierto.

Sentía su calor, el roce de su piel sobre mi brazo, su melena en mi pecho, su mano acariciando mi sexo.







La noche buena había sido cansada, la familia, el cava, el vino, los turrones, los chupitos… y en cuanto todos marcharon, y los niños quedaron dormidos… sexo en la cocina, luego sobre la mesa del comedor, y una comida de coño que le hice que me hizo correrme sólo con verla gozar. Mis manos la sujetaron desde atrás, sus manos agarraban mi cabeza entre sus piernas, y de tanta excitación, un orgasmo me salió a la vez que se derritió en mi boca.

Sus manos hacían magia sobre mi, del estado de relax que me encontraba consiguió una erección matinera de grandes dimensiones, notaba la sangre moverse al son de mis latidos por las venas de mi polla. Seguía acariciandome.

Apartó las sábanas, subió una pierna sobre mi vientre, con su mano dirigió mi pene a la entrada de su vagina. Se deslizó hasta quedar abierta sobre mi, una pierna a cada lado, y mi polla deseosa de penetrarla.

- Te lo quiero dar todo, mi vida.

De nuevo su susurro entró en mi cabeza, de nuevo ese estado medio dormido en el que me encontraba se hizo mas leve, ahora abrí ligeramente los ojos, y la vi sobre mi, su cuerpo marcado por los rayos de luz del sol que entraban por la persiana, sus pechos grandes, excitados, mordiendose el labio inferior por la excitación íntime en la que ella ya se encontraba.

La vida sexual, con niños en casa, no es sencilla, pero ella siempre conseguía hacerme sentir como en nuestro primer encuentro.

Se deslizó un poco abajó, provocandose a si misma la penetración, ella estaba superlubricada, su coño grande y empapado se abría fácilmente a mi, sus músculos vaginales abrazaban mi sexo.

En pocos movimientos llegué al fondo de su ser, ella se movía sobre mi como una serpiente, primero acercaba a mi cara sus pechos, luego la cintura, y leugo subía y bajaba sus caderas.

Mis manos ya delataron mi despertar, acaricié sus mejillas, besé sus labios y le susurré un te quiero.

Me apartó las manos, me las puso sobre su cintura, y me dijo:

- Jordi, nadie me ha comido el coño como tu lo hiciste anoche, me haces gozar, ser única, déjame hacer a mi.

No dije nada, me concentré en la firmeza de mi sexo, en la dureza de mi polla. Ella iba acelerándose, poco a poco, frotando su clítoris sobre mi pubis, concentrando su fuerza en entrar y salir, dedicando sus movimientos a hacerme sentir el calor.

La miraba a los ojos, ella me devolvía esa mirada sin cesar, y le expresé con ellos que no podía más, que me iba a ir, que iba a explotar.

Sonrió, exploté, la inundé de mi, nuestros gemidos se hicieron sonoros, apagándolos con nuestros labios.

Es una gran manera de comenzar el día de Navidad, haciendo el amor con quien amas.


Hoy no te tengo, y no se cuando volveré a tenerte, pero como cada aliento desde que te conocí, pienso en ti.

Feliz Navidad mi amor. Te quiero.


... Desperté de mi sueño....

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Exótica, Primera Parte

Uno no programa estas cosas, no planea estas situaciones, la vida se sucede, y pasa lo que pasa.

Compañeros de trabajo me habían adevertido: Brasil, no querrás volver a España.

Fue un viaje largo, un montón de horas para 1 día de trabajo en Río, suficiente según unos, escasos días para mi, por lo que alargué mi estancia un par de días más.

Puesto que hacía apenas dos meses de nuestra boda, me llevé a mi mujer, como debía ser.

Un chófer de mi cliente nos llevó al hotel, eran las tres de la tarde, y venía totalmente despejado, el viaje durmiendo y preparando informes, mi mujer no podia dormir en el avión, y prefirió quedarse en la habitación.

Salí a pasear por los alrededores del hotel, haciendo caso omiso de las recomendaciones de mis colegas…

Escuché música, dos calles arriba, y quise acercarme a ver. Era un ensayo de un grupo de chicos y chicas vestidos de carnaval, culos perfectos, cinturas de vértigo, pechos de escándalo… al otro lado del grupo, una chica jovencita les indicaba lo que debían hacer, con una gracia especial, me apoyé en la pared, y me quedé observándolos.

Ella se dio cuenta, de vez en cuando, mientras corregía a sus compañeras de comparsa su mirada se desviaba hasta cruzarse con la mía, me fijaba como se movía, cómo demostraba los movimientos de cadera, cómo meneaba la cintura hasta hipnotizarme con ella.

Pasó a mi lado, y sin mirarme, me dijo algo, comenzamos a conversar, estuvimos así un rato, como si no hablaramos, pero nos fuimos presentando, después, su mirada se clavó en la mía, la mía que no era capaz de mirar a otro lado hizo lo propio.

- Ven, no eres de aquí, ¿quieres que te enseñe algo especial?
- Me encantaría.

Me llevó a un garito medio cerrado, no había nadie, una mujer tras la barra pasando un trapo, repasando los estantes.

- Mery, márchate ya.
- Si señora.

Era un local de madera, con decoraciones tipo taberna irlandesa, pero con toques de colores, de carnaval, un olor profundo entre traviesa de tren y humedad de bodega.

- Este local es único en Río. Es mío, lo creé con mis propias manos, y lo llevo con unas amigas cada noche.
- Alucinante, qué narices montar un negocio ella sola.

Me senté en la barra. Me sirvió una caipirinha y continuamos charlando, me explicó cómo era la vida en Río, yo le respondí cómo era la vida en Barcelona, no os imaginais lo bien que se vive allí… al menos lo tranquilos y felices que se les ve.

Su mano se acercó a la mía, me aparté, pero dio la vuelta a la barra y vino hacia mi, me giré, se puso entre mis piernas, de pie, a escasos centímetros de mi rostro, sin dejar de hipnotizarme con sus ojos negros, sin apartar sus manos de mi cintura.

Acercó sus labios a los míos, y me dejé llevar, sentir esos labios fue como la brisa en verano, era deseado, era inesperado, era…. Excitante.

Sus manos se metieron bajo mi camiseta, arañándome con sus uñas la espalda, mordisqueándome con sus dientes, metiendo su mano entre nuestros cuerpos, acariciando mi paquete escondido bajo mis pantalones de pinzas.

- Esto también es único en Río.
- No lo dudo.

Se arrodilló ante mi, bajó la cremallera y sacó mi polla, la agarró fuertemente, la lamió, mordió mis huevos, saboreó mi sabor. Me pajeba suavemente, mientras no dejaba ni un milimetro de mi cipote sin lamer, sus dedos apretaban mis testíulos, la agarré del pelo, la levanté, le di la vuelta y la apoyé en la barra, dejé caer al suelo su falda, arranqué su camiseta, no llevaba sujetador, y un minúsculo tanga cubría su culo, lo arranqué.

Acerqué mi sexo entre sus nalgas, antes de metérsela la froté por su ano, por sus labios vaginales, acaricié su joven piel, apenas tendría 25 años, y mientras subía mis manos hasta alcanzar sus pechos juveniles, pequeños, sus pezones durísimos, erizados, la clavé a fondo.

Un gemido salió de su garganta, quería escucharla gritar, la gente pasaba por la calle, la persiana a media altura evitaba que nos vieran, pero nos iban a escuchar.

Subí mis manos, a su cuello, su nuca, agarré su melena morena con mi mano, y tiré de ella, ahora la penetré a fondo, y volvió a gemir. La imagen de su espalda arqueada, perfecta, sin marcas, su piel lisa, me excitaba. Queria llenarla de mi, pero prefería esperar.

Le di la vuelta, la elevé ante mi con mis manos, y la llevé hasta la mesa de billar, allí la estiré, devoré su sexo, me concentré en sacarle un orgasmo, lamí su clitoris, chupándolo a la vz que mis dedos acariciaban su ano relajado, mordiéndolo, metiendo mi lengua como si fuera mi polla, buscando su punto G que fácilmente encontraba, ayudándome con mis dedos, masturbando su ano.

Comenzó a moverse, su cadera iba y venía, mi sexo estaba nuevamente listo, y ella deseaba ser penetrada allí, sobre esa mesa.

Se sujetaba a los laterales de la mesa, doblaba las piernas sobre mi espalda, cogía con una mano mi cabeza, apretándome a su coño. Sus empapados labios me llenaban la boca de sus fluidos, tenían un sabor diferente al que yo estaba acostumbrado, era dulce, eso si era único, dulce….

No podía más, ella gemía sin cesar, cerraba los ojos, susurraba algo que no llegaba a entender, palabras extrañas para mi. Poco a poco fui subiendo, sin despegar mi lengua de su piel, pasé por su pubis, su ombligo, acariciandola sin cesar, por sus pechos, entreteniendome en sus pezones, pequeños, pero duros, subí un poco más, era siempre la misma frase, no la comprendía, la besé, entonces me rodeó con sus piernas y me trajo a ella, la penetré, entonces gritó: - siii, siii.

Eso me puso más caliente, sus manos buscaban las mías, sobre nuestras cabezas, sus piernas dobladas en mi espalda, subí una pierna a la mesa, podía así hacer más fuerza.

Las embestidas iban y venían, una y otra vez, cada vez más aceleradas, cada vez más profundas, hasta que se apretó fuertemente, y nos dejamos ir, explotando uno sobre el otro, llenando su sexo de nuestros fluidos, haciendo rebosar esa esencia de sus vagina, y mojando la tabla.

Nos quedamos inmóviles unos minutos, recuperando la respiración, y, simplemente, uno sobre el otro.

Nos vestimo y acabamos la copa, charlamos un rato más, y jugamos a billar, con nuestros aromas sobre la mesa.

Al marchar me sacó un mapa, señalando una cala a unos kilómetros de allí:

- Mañana, a las 7h, después de cerrar el bar estaré allí, tomando el sol, te espero.

A las 10 tenía mi reunión, supuse que me daría tiempo, así que accedí al encuentro, pero eso… os lo explicaré otro día.

lunes, 14 de diciembre de 2009

No sabes lo que te espera

No te imaginas lo que te espera, se que ha sido algo improvisado, un encuentro casi forzado, pero así ha de ser. Tal vez no lo planeaste, pero yo…. Hace días que se lo que pasará.

Antes de salir de casa irás al baño, te mirarás al espejo y pensarás en lo que vas a hacer, cogerás tu perfume y derramarás unas gotas en tu pubis, ajustarás tu liguero, apretarás bien tu escote, dejarás abierto el último botón de tu blusa, te mirarás por delante, de perfil, y por detrás, cogerás el todo terreno, y vendrás al lugar donde siempre nos encontramos.

Llegaré en mi BMW, en el grande, saldré a acompañarte de tu coche al mío, pero a mitad de camino te besaré, ante todo el mundo, mi lengua recorrerá tus labios, mis manos se sujetarán a tus caderas, y las tuyas a mi cuello.

Ya en mi coche pondré mi mano sobre tu pierna, como suelo hacer, y tu pondrás la tuya sobre mi mano, para guiarla en nuestro juego previo. Te miraré, fijamente, en cada semáforo me acercaré a ti, y entre susurros te robaré algún beso.

Eres mía, vuelves a ser mía.

Ya en nuestro hotel subiremos apresuradamente la escalera hasta la habitación, es la misma de siempre, la que tanto te gusta, con esa cama grande, el baño con jacuzzi, qué menos para una ocasión tan especial como esta, ¿no estás de acuerdo?

Me acercaré a ti, tus ojos se clavarán en los míos, mientras me acercaré a tus labios para robarte el último beso antes de hacerte el amor, mis manos ascenderán hasta tu escote, donde desabrocharán uno a uno los botones, dejando emerger tus preciosos pechos.

Poco a poco nos dejaremos caer hasta la cama, apretándonos en la pared, junto a la escalera, agarrándonos a la barandilla sin dejar de comernos la boca, ascenderemos hasta nuestro lecho, donde ya habrás dejado caer tu falda, donde te estiraré, donde besaré tu cuello, mordisquearé tu escote, bajaré hasta tu sexo, lameré tu pubis inhalando tu perfume. Entonces te miraré mientras aparto tu ropa interior, treparé hasta tus ojos, y justo cuando más me desees, introduciré mi sexo poco a poco en el tuyo.

No nos hablaremos, pero en nuestras mentes vendrán frases que hablen de sentir cada milímetro, que digan cómo se abren los labios vaginales, imaginaremos el movimiento de tus músculos al abrirse paso mi polla. Recordaremos lo que nos provoca un orgasmo, nos besaremos con locura, nos apretaremos, y en unos instantes, cuando nuestra respiración sea acompasada, cuando nuestros corazones no puedan más, explotaremos, volveremos a sentir ese paraíso que se esconde en nuestra corrida, llenaré con mi esencia tus entrañas, abrazarás con tus fluidos mi piel.

Deseo abrazarte, quedarme inmóvil en ese momento, saborear cada gota del intercambio de fluidos, deseo, simplemente, escuchar nuestro latir, y poco a poco despertar nuestra pasión hasta un nuevo encuentro.

Bajaré a tu pilón, me amorraré y beberé nuestro gozo, lameré cada rincón de tu sexo, follándote con mi lengua, frotándome en tu pierna, para ponerme sobre tu cara en instantes, conseguir el sesenta y nueve que te enloquece, y haré que tu corrida salpique mi boca, haré que tus piernas me encierren, haré que gimas al sentir el calor de mi polla en tu garganta.

Cuando te haya robado ese nuevo orgasmo, te daré la vuelta, cabalgaré a cuatro patas sobre ti, estiraré tu cabellera, clavaré mi polla hasta el fondo, llenaré cada rincón con mis jugos, clavaré mis uñas en tu cintura, y disfrutaré de sentir tus pechos ir y venir por mis manos a cada embestida.

Cuando no pueda más, justo antes de mi explosión, te empujaré sobre el colchón, te someteré entre mi sable y la almohada bajo tu vientre, clavaré mi espada firmemente hasta el fondo, tirando atrás de tus manos, para forzar más, si cabe, mi penetración.

Cuando no pueda más, pararé, me dejaré caer sobre tu espalda, me acercaré a tu oído, y te susurraré los sentimientos que en ese instante vengan a mi mente.

Inundaré tu vagina de mi semen, llenaré tu entrepierna de sexo, el fruto de nuestra locura goteará sobre la cama, y nos rendiremos uno junto al otro, hasta que recuperemos el aliento.

Cielo, te deseo, no sabes lo que te espera.






martes, 24 de noviembre de 2009

¿A qué sabe tu coño?

A raiz de la reflexión de Bella sobre la importancia de una polla con buen sabor, yo no puedo, ni debo, ser menos,y os pregunto: BELL@S, a qué saben los coños?



Yo los he probado y olido de muchos tipos, sabores y colores, desde aquéllos en los que te quedarías a vivir por lo agustito que se está, hasta otros que sólo con quitarse las bragas te lloran los ojos del picor.



Cierto es que la higiene masculina debe ser cuidada, eso que algunos dicen: después de un día de excursión por el monte, la agarré y me pegó una mamada que... y una mierda! no me lo creo, las mujeres teneis buen gusto, y hay tragos y tragos.





Pero y vosotras? si, vosotras, la dulce y bella figura femenina, que nos enloquece, que nos pierda, que nos enamora, acaso creeis que no nos fijamos en esas cosas?



Yo amo un buen coño, amo aquel coño que usa gotas de perfume, amo aquél coño que huele a mujer, amo el coño en el cual mi lengua se pierde y no se cansa de lamer.


Pero en mi pasado he comido muchas cosas, mi primer coño comido, que sabía fatal, pero era el primero, otros con olor a pis, algunos con olor a regla, alguno que traía tropezón (y mejor no os digo de qué), pero también los he probado originales, únicos, diferentes, tatuados con dianas, flechas, corazones, rasurados, peludos y con piercings.


Yo me quedo con un coño de escaso bello, con un clítoris claramente marcado, y una gran apertura vaginal, en la que perderse sea el mejor refugio del mundo.



Y vosotros, qué opinais?

domingo, 22 de noviembre de 2009

Pasión por ti

Te venero, ¿lo sabías?

No soy capaz de sentir placer sin tenerte en mi mente, no soy capaz de estar con una mujer, y que no aparezca tu imagen en mi retina, no soy capaz de cerrar los ojos cada noche, y no desear estar a tu lado.
Despierto con la esperanza de encontrarte abrazada a mi, pero no estás, y a solas, en mi cama, te imagino.

Recuerdo tus zapatos de tacón, tus medias con liguero, visualizo el escote de tu nuevo sujetador, y mis manos paseando por la blonda de tu tanga, mientras la piel se te eriza.

Déjame que me embriague inhalando tu perfume, imprégname con tu aroma sexual, aquél que se queda en nuestra piel horas después de consumarnos.

Permíteme de nuevo acariciar tus labios con mi lengua, perder mi vista en lo profundo de tus ojos, déjame derretirme en tus manos una vez más.


Vuelve a colgarte de mi, a cabalgarme como sólo tu sabes, vuelve a llevarme donde sólo tu y yo hemos estado, de donde nunca queremos volver.
Arráncame de mi garganta esos sentimientos que sólo ante ti soy capaz de exclamar.

Quiero tenerte, quiero gozarte, quiero sentirte, quiero explotar nuevamente, con prisas, en tu interior.


Cielo, te deseo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Seseinta y nueve

Recuerdo tus manos acariciarme, estaba a oscuras, no veía nada, una suave luz del stand-by de la tv iluminaba sutilmente tu silueta, mientras mi piel se erizaba.


Siempre me ha gustado sentirte. Notaba tus caricias en mis piernas, en la piel de mi polla que comenzaba a tomar forma, en mis testículos endurecidos. Tu lengua húmeda pasaba por mi glande, el capullo salía de la piel. Mientras tu abrías tu boca, y sentía el paladar mojado de saliva.


Necesitaba tu nectar, quería sentir tu dulce sabor íntimo una vez más en mi paladar, necesitaba beberte por dentro.

Sujeté tu rodilla, la pasé sobre mi, abrí tus piernas, y me acerqué a tu sexo, guiado por tu aroma sexual, y las gotas de perfume que sueles echarte. Saqué mi lengua, y esperé al ansiado contacto de mi punta con los labios de tu vagina, mientras mi polla ya estaba bien hundida en tu garganta, dura como una piedra, aguantando los embites de tu boca, golpeando mis huevos con tu mano, mientras una paja intensa provocaba mi máxima excitación.

Mis dedos abrían tu clítoris, tu campanilla era mía, por esos minutos, la lamía, la chupaba, aspiraba jugueteando con mi lengua, de vez en cuando introducía mi nariz en tu coño, mientras tapaba tu sexo con mi boca, me apoderaba del placer que sentías controlando tu orgasmo inminente.

Escuchaba tus gemidos, estabas concentrada en tu sexo, tu vagina palpitaba en mis labios, y deseaba sentir ese maravilloso momento de tu orgasmo, ese cuando te dejas caer totalmente sobre mi cuerpo, ese en el que unas gotas de tu esencia salpican mi boca, ese en el que tus piernas se cierran, tus caderas se contraen, y tus manos se clavan en mis nalgas.

Necesitaba explotar, marcabas el ritmo con tu boca, me contenías para que no llenara tu boca de mi esperma apretandome los testículos con fuerza, pero no porque no te gustara mi sabor, sino porque mi corrida contenida era mucho más abundante que una instantánea. Acelerabas tu ritmo, sentía el peso de tus caderas en mi mandíbula, notaba como me cabalgabas sobre mi rostro y tu espalda se arqueaba, sentía como tu erupción no se hacía esperar.

Noté como el dulce sabor caliente de tu sexo empapaba mi paladar, como relamía mis labios una y otra vez para saborearte al máximo, cuando en un momento te detuviste, masajeaste suavemente, y esperaste a mi inminente orgasmo.

Mi semen comenzó a emanar llenando tu boca, cayendo sobre mis testículos, esprimidos por una paja contínua.

Me aferré a tu culo, te apreté a mi, y relamí cada rincón de tu sexo en busca de la última gota de tu ser.


Cielo, no te imaginas el placer que me provoca comerte… mientras tu me devoras…. Te deseo.

martes, 10 de noviembre de 2009

Te echo de menos

Mis sábanas estaban frías anoche, la soledad de esta compañía me agobia, escucho una respiración, pero no es la tuya, sueño con sentirte de nuevo, sueño con….

Poco a poco me evado, mi mente se nubla, y eróticas imágenes vienen a mi mente…


Desabrocho tu camisa, tus labios ante mi, carnosos, apetecibles, los deseo. Meto mi mano en tu escote, siento tu piel cálida, acaricio tus pechos, por dentro del sujetador, rozando tu pezón que comienza a endurecerse, observo como graciosa te desabrochas con prisa, para que pueda disfrutar de tu imagen desnuda, ante mi.

Mi mano me buscaba, mi mano me encontraba, mi sexo empalmado, bajo la sábana, durísimo, como si fuera a penetrarte, iba y venía, suavemente, sólo para ti.

Acaricié tu cintura, mis manos se entretenían en el contorno de tus pechos, mis ojos se clavavan sobre los tuyos, y mis labios ansiaban devorar, de nuevo, y durante toda la noche, TU BOCA.

Bajé con suavidad tu tanga al suelo, abriéndote para mi, sujetándome la cabeza con tus manos me dejé guiar hasta tu entrepierna, entonces, mientras relamía mis labios, mi lengua buscaba ese sabor que sólo tu tienes, esa esencia que me embriga gustosamente, acariciando con mi lengua la parte interior de tu vagina, tus labios internos comenzaba a humedecerse, tu clítoris, despejado ante mis ojos, abierto por tus dedos, se ofrecía a mi boca.

Absorví aquella protuberancia, jugueteé con ella entre mi lengua y mis dientes, gocé con cada gemido que te robaba con mi boca.

Clavé a conciencia mis uñas en tus nalgas, quería marcarte en aquél sueño, pues te deseaba SÓLO para mi, no quería que nadie más pudiera disfrutar de tu ser, de tu cuerpo, de tu alma.

Sentí como las gotas de tu orgasmo mojában mi paladar, saboreé lo que tu me dabas, mientras me incorporaba, de rodillas ante ti, para penetrarte en el asiento de atrás de mi coche.

Pese a que aquél era mi sueño, me dejé llevar por tus deseos. Agarré fuertemente tu cintura, te acerqué a mi, e introduje profundamente mi polla en tu vagina, hasta tus entrañas. Nos mirábamos, te mordías el labio inferior, deseabas que siguiera, que te hiciera explotar.

Te abrías a mi, rozaba tu clítoris con mi pubis a consciencia, deseaba hacerte explotar, conseguir de ti ese orgasmo clitoriano que me agota de placer. Yo no podía más, hacía caso a tus palabras, me concetraba en los músculos de tu vagina, en cómo se abría para mi, visualizaba cada pliegue de tu interior, sentía las gotas de tu inminente erupción abrasar mi sexo.

Una corrida abundante salpicó mi barriga, hasta mi cara, abrí los ojos de repente en la oscuridad, mi mano apretaba mis testículos, mientras que la otra meneba mi polla arriba y abajo, exprimiendo las últimas gotas de semen que aún quedaban en mi interior.

Suspiré conteniendo mi gemido, me había dejado llevar por ese sueño, y había sido maravilloso, tenerte, aunque sólo fuera en mi mente.

Cerré mis ojos, me tapé de nuevo con las sábanas ya no tan frías, habías estado allí, conmigo, sentía tus manos, sentía tu aliento, escuchaba el eco del susurro de tus palabras en mi oído, saboreé el dulce aroma de tu esencia, me dije a mi mismo:



- Chico, la echas de menos!




sábado, 7 de noviembre de 2009

Abuso de autoridad

Su empeño, su forma de hablarme, su forma de apretarme el brazo, me hizo pensar que algo no andaba bien, pero se le escapaba una sonrisa... no tuve más remedio que dejarla hacer...

Llegué temprano, antes de la hora prevista, como siempre, me echó bronca, no debía haber sido tan madrugador.

Me hizo esperar en el coche: - Ve y quédate dentro del coche, ahora salgo.

Puse música, cerré los ojos, y esperé.

Se abrió la puerta de atrás: - Arranca, yo te guío.


Me llevó hasta un camino, el cual no me era desconocido… allí me llevó Sandra también. Prefería no hacer mención de ello.

Me giré desde mi asiento, la miré, estaba seria, me hablaba con desprecio, como si algo muy malo hubiera ocurrido, hizo comentarios sobre notas leidas en internet, sobre mis amistades, sobre mi falta de atención (esto último totalmente equivocado).

Sujetó mi brazo con fuerza, me hacía daño, me dijo que callara, que pasara atrás, que queria que lo hiciera ya.

Entré en la parte de atrás, echando los asientos hacia delante, como siempre que acababamos en el coche, y me dispuse a follarla con ganas. Comencé a desabrocharme el pantalón, me soltó una torta.

-Que te crees que haces? Mira Jordi, estoy muy disgustada contigo, con todo lo sucedido, con las pocas alegrías que me das ultimamente, así que no tengo el coño para historias.

Me quedé callado, mi ligero empalme se había quedado en nada, mi cara seria, tragué saliba.

Se acercó a mi, metió su mano en mi bragueta, ahora si estaba alucinando, sacó mi polla, se agachó de rodillas en el suelo, y me hizo una de las mejores mamadas que jamás he sentido.

Engulló hasta el fondo, mi polla estaba blanda, su lengua la jugaba, sus dientes me mordisqueaban, chupaba, aspiraba mi carne entre sus labios, sentía como mis huevos se apretaban, en segundos me empalmé y mi polla ocupó toda su boca alcanzando su garganta. Me llevó hasta el límite, masajeándome, me acariciaba entre las piernas, Dejé caer mis pantalones al suelo, a la vez que desabrochaba sus tejanos y metía mi mano en su pantalón.

Busqué su raja desde atrás, metiendo mis dedos por su culo, llegando a su vagina, sus labios mojados, su sexo empapado, no alcanzaba su clítoris.

Su mamada seguía, había bajado el ritmo para que no me corriera, pero yo quería hacerlo, en su boca, hacer que saboreara mi esencia.

- Ven Jordi, ponte aquí.


Me puse sobre ella, mis piernas abiertas, procurando no apoyarme sobre su barriga, para no hacerle daño en la cicatriz de la operación, me agarró la polla con la mano, y comenzó a pajearme, yo la acompañé con mis dedos, y me paró, sólo ella.

Desabroché su blusa, le quité el sujetador, y observé sus pechos, redondos, perfectos, los pezones endurecidos, apuntando hacia mi, acaricié su contorno, acerqué mi boca, saqué mi lengua y lamí su excitación, mordisqueé cada milímetro de ellos, su cuello, sus labios, su mejilla.

Ella me estaba pajeando sin cesar, me mirabaa los ojos, y luego se concentraba en masturbarme, observabalas primeras gotas que mojaban mi capullo, sonreía, quería follármela.

Intenté apartarme, bajarle los pantalones, no me dejó, cada vez que intentaba echarme atrás, aceleraba su mano, me hacía volver a ella, mi corrida iba a llegar, y le salpicaría.

Deseaba metersela en la boca para acabar, pero no soy así, ella quería ver en primer plano como escupía mi esperma sobre ella.

Aceleró su ritmo, y acercó su mano a mi boca, me hizo lamer su dedo, mientras yo apretaba sus pechos entre mis manos, sentía como me llegaba, como mis huevos se contraían, como mi polla se hinchaba en su mano.




- Aquí te la follaste, no? tu eres mío, y te quiero para mí.
- Belle, me folló ella a mi.
- Cállate y córrete sobre mis tetas.

En unos instantes exploté, un chorrete de semen salpicó su cintura, sus pechos, su barbilla, sus pezones, mientras yo, echado atrás, movía mis caderas atrás y adelante, como si fuera una mujer penetrada.

Acabé posando mis labios sobre sus labios, y susurrándole un te quiero, sincero y profundo.



Fui su juguete, su entretenimiento....

y es un placer serlo.

viernes, 30 de octubre de 2009

LEYÉNDOTE

Te acabo de descubrir, mi ansia por satisfacer mis deseos, mi calentura me ha hecho buscar en internet algo diferente, hoy no quiero fotos, ni videos, ni Chat con algún salido, hoy quiero leer, que mi mente me lleve donde alguien ha soñado tenerme, donde tu quieres llevarme.

Encuentro un blog, parece atractivo, oscuro, fotos sensuales, alguna pornográfica, relatos no muy largos, voy a ver qué tal.

Mmmm, me gusta lo que leo, me imagino que soy yo, siento calor en mi sexo, y quiero gozar de mi imaginación.

Mi mente da forma a las palabras, él encima de ella, tirando de su pelo, como a mi me gusta, ella pidiéndole más, como si fuera ninfómana, imagino su polla entrando y saliendo, imagino como los fluidos comienzan a venir, imagino como su locura mientras él la penetra una y otra vez, imagino los olores, uff, que caliente estoy.

Ya me he quitado el pantalón del pijama, meto mi mano bajo mi camiseta, acariciándome los pezones, acaricio mis piernas, siento como se me eriza la piel, puedo observar mis pezones marcados en la lycra.

Meto mi dedo bajo la goma del tanga, rozando mi pubis, llegando a mi cadera, soñando con él, con ese desconocido que me va a follar en breve, con ese tío que se está metiendo en mi mente, y que hará lo que quiera conmigo.

Miro de nuevo, otra historia, otro relato, cada uno en un lugar diferente, con una mujer diferente, podría ser yo?

Este me gusta, habla de la masturbación femenina, habla de mi, de una mujer en su cama, a cuatro patas, follándose con un vibrador, y si fuera yo?

Me siento mojada por momentos, siento una humdad inusual en mi, siento algo diferente, toadavía no me he tocado y noto como algo cosquillea mi interior, sigo leyendo.





Ya he puesto mi mano sobre mi coño, ahora noto todo mi calor, bajo la otra mano, introduzco un dedo, dos, tres, qué bien entran, estoy mojada, empapada, llena de fluido mío.

Acelero mi respiración, imagino que él está ahí, sentado tras de mi, mirando lo que hago, observándome, no le conozco, y siento su presencia, puedo casi olerle, le imagino masturbándose con mi imagen.

YA me estoy masturbando, ahora estoy acelerada, juego con mi clítoris, mientras mi otra mano busca en los pliegues de mi vagina y frota mi punto g, extrayendo mis fluidos.

Mi propio olor me pone cachonda, imagino su boca entre mis piernas, subo una sobre la mesa, ahora la otra, me imagino que me observa desde la cam, le imagino caliente, imagino a este hombre planeando un relato en el que yo seré la protagonista.

Me estremezco, aprieto mis piernas, sólo una mano cabe dentro de mi, la otra la subo hasta mi boca, lamo mis fluidos, relamo mis dedos, soy dulce. Arremango la camiseta dejando mis pechos al aire, mis grandes y duros pezones, mis tetas que tanto provocan a los hombres, me aprieto, intento hasta morderme los pezones, mis dedos son su lengua, ahora son su polla, mis dedos me follan como nadie, sólo yo conozco mis secretos, aunque él me está haciendo llegar al clímax.

Ya no puedo más, estiro mis piernas sobre la mesa, aparto el teclado, giro la cam, te quiero para mi, quiero sentir tu polla, quiero que me llenes de tu esperma, quiero gritar de placer al sentir la inflamación de tu polla instantes antes de explotar e inundarme de ti.

Ya me viene, ya no puedo parar, es como una explosión, como si se estuviera llenando un globo de agua, y notas como está a punto, como una y otra vez parece que va a explotar hasta que sucede.

Me corro.
Fluido blanco une mis dedos, no he dejado de follarme a mi misma ni un solo segundo, no he dejado de gemir, ni de morderme el labio inferior, él, si, TU ese desconocido que me ha follado como nadie, ese individuo que ha relatado tantas intimidades mías, ese caballero que me ha conquistado. TU has conseguido que le sea infiel, que aunque haya estado con otros hombres, ninguno ha llegado tan profundo, sin haberle tenido dentro.

TU eres mi escritor, tu eres quien mejor me conoces, y hoy, yo he sido tu musa.





Ahora dejaré una nota en tu blog, primero me haré seguidora fiel tuya, y luego te haré saber el gozo que me has provocado.


Basado en hechos reales… que yo he imaginado, y que alguien me ha susurrado….






Dedicado a TI, que me has descubierto, y ya no puedes dejar de espiarme...

martes, 27 de octubre de 2009

Reencuentro laboral

Hacía unos años que dejé la empresa, Anna seguía igual que cuando trabajaba conmigo, melena rubia, delgadita, ojos bonitos, escotes sugerentes…

Por casualidad habíamos coincidido en una feria, nos cruzamos en un pasillo, sonrisa y besos. Estuvimos un rato comentando las peripecias de nuestros viajes de trabajo por paises del magreb, reuniones lejos de casa, y las anécdotas vividas.

Mientras ella hablaba, yo recordaba alguna de las situaciones en las que me había puesto cardíaco, alguna de las cenas en la habitación que me había costado mucho contenerme porque ella sólo vestía una toalla anudada en el pecho, recordaba las ganas que le tenía después de jugar a tenis y bañarnos en la piscina del hotel.

Justo en el momento en que iba a sacar ese tema, ella hizo un comentario:

- Jordi, qué habría pasado si… se me hubiera caido la toalla?
- No habría dejado que te la volvieras a poner.

Se levantó del taburete, me cogió la mano y me llevó rápidamente al servicio de la feria.

Abrió la puerta del servicio, entré tras ella, y la cerró a mi paso.

- A ver, demuéstrame lo que habría pasado.

Me la quedé mirando de arriba abajo, vestía una falda larga, con una raja delante, hasta la ingle, una blusa blanca que transparentaba su ropa interior, se quedó apoyada en la pared, mirándome, e indicándome con el dedo que me acercara a ella.

Me acerqué poco a poco, ella cogió mi corbata con su mano, la acarició, subió sus manos desaciendo el nudo, desabrochando mi camisa, atacando mi pecho con sus labios, mordisqueándome los pezones, desasbrochando el cinturón, luego el pantalón, dejando caer al suelo mi ropa.

Esa mujer siempre me había puesto caliente, desde que la vi por primera vez apoyada sobre la mesa del jefe, tomando notas a su dictado, con las piernas cruzadas, las gafas semicaídas, y su mirada pícara.

Mientras mordisqueaba mi ombligo, bajando la goma de mi calzoncillo, la sujeté del pelo, echando atrás su blusa desabrochada, mirando sus pechos erizados ante mi.


De repente mi polla salió del bóxer, sonrió. Acarició mi piel, mis testículos, mi sexo permanecía semiblando, hasta que abrió su boca, me engulló. En segundos, al notar el calor de su garganta, me puse duro, sentía la sangre fluir por las venas de mi tranca, sentía su lengua moverse, jugueteando con mi glande, sentía como las succiones se volvían fuertes, como se llenaba su boca de saliva, sentía mucho placer.

La levanté, la puse de pie contra la pared, frente a mi, me agaché y desabroché el liguero, saqué el tanga y me lo puse en el bolsillo de mi americana, sujeté una de sus piernas y la puse sobre la tapa del wc, arremangué su falda, y me sumergí en la humedad de su entrepierna.

Su coño estaba bien cuidado, bello peinado al estilo brasileño, las ingles perfectas, la piel suave. Acerqué mi boca, mordisqueé su clítoris, introduciendo a momentos mi lengua en su vagina, lamiendo los labios abiertos de su coño, agarrado sus caderas con mis manos, acompañando el ritmo de mi lengua con mis brazos, acariciando cada rincón de su intimidad con mi boca.

Ella movía su cadera, iba y venía a mi ritmo, cerraba los ojos, apretando sus manos en mi nuca.

Fui subiendo mis manos, sacando sus pechos por encima de su sujetador, acercando mi polla a su entrepierna, ella seguía abierta, notaba como su coño pedía que la penetrara, a la vez que me incorporaba, agarré su otra pierna, y la apoyé en mi cadera, ahora, entonces, apoyada en la pared, la tenía a mi merced, la ensarté a fondo, su coño estaba inundado de jugos, sus manos colgaban de mi nuca, su cabeza se movía al sentirme, sus labios buscaban los míos.

Follamos durante un buen rato, mi sexo permanecía erecto, hinchado, llenándola. Su coño se aferraba a mi piel, sentía como cada pliegue de su interior se abría a mi paso, y a cada nueva embestida, su sexo se empapaba más y más.

Sus gemidos comenzaban a hacerse sonoros, nuestras respiraciones dejaban de ser silencio, las puertas de los baños se abrían y cerraban sin cesar con el paso de las chicas y mujeres de la feria, de vez en cuando alguna paraba ante nuestra puerta, escuchandonos, y una risita se le escapaba, el saber que alguien era testigo de nuestro affair me ponía aún más caliente.


Yo estaba a punto de explotar, pero ella seguía sin mostrar su orgasmo. Paré, la bajé, le di la vuelta, y la ensarté desde atrás, ahora si se escuchó su gemido, que en breve silencié con mi mano, una risa se escuchaba en algún otro baño, mi respiració se aceleraba, ella apoyaba sus manos en la pared, yo apretaba sus pechos, pellizcaba sus pezones, metía mis dedos entre sus piernas, tocaba mi polla entrar y salir, acariciaba su clítoris. Llegué a un punto que casi no podía controlar, follar desde atrás siempre me hacía enloquecer, observar una espalda contorneada, una cabeza caída y tapada por el pelo, unas piernas abiertas permitiendo mi penetración.

Me aparté, estaba apunto de correrme, me senté en la taza, esperando que se arrodillara y me lamiera, pero se acercó a mi, acarició mi mejilla, mi cuello, cogiendo mi nueca y echándome atrás contra la cisterna, agarró mi polla, abrió sus piernas y se la metió en el coño abierto y goteante, apoyó sus brazos en mis hombros, y arrancó el ritmo sin fin que nos haría llegar al orgasmo.

Cada vez mas rápido, cada vez más fuerte, cada vez más profundo, cada vez más mojado, cada vez nuestros gemidos eran más sonoros, no podía más, la miré fijamente, cerré mis ojos, me dejé llevar, caí atrás, y ella gimió fuerte, yo hice lo propio, mi semen emanaba, inundaba su sexo, llenaba su vagina de mi esencia, intercambiadonos por instantes los placeres, calvó sus uñas, en el momento que se desvaneció sobre mi, en el momento que se hizo el silencio y su respiración se acompasaba a la mía. Calor, era lo que sentía en mi piel, humedad, sentía las contracciones de sus músculos, sentía como sus piernas todavía apretaban mis caderas, sus labios rozando mi cuello, sus manos aferradas a mi.

Nos vestimos y salimos acalorados del servicio, un par de chicas esperaban al lado de la puerta, y a mi paso dejaron ir una sonrisa cómplice…

Siempre he dicho que he dejado buen sabor de boca en todas las empresas en las que he estado, pero nunca pensé que podía ser tan bueno… de haberlo sabido antes, nuestros viajes habrían sido mucho más… ¿quién sabe?

jueves, 15 de octubre de 2009

Visita al hospital, conocí a Sandra

Entré en su habitación, mi sorpresa fue que no era ella la que estaba dentro, sino Sandra, no nos conocíamos en persona, sólo por fotos y algún video que Belle me había enseñado de sus vacaciones en ibiza.

Sandra es una mujer… para hablar claros, que esta muy buena, de esas, como Bella, que en la disco te la miras pero vas a por su amiga más fea porque tienes más posibilidades, creo que me he explicado suficientemente bien.

- Hola, Sandra?
- Si, Bella me dijo que venías esta tarde, ella está en el baño, con mi pc, y tiene para rato.
- Bueno, pues esperaremos.

Mientras esperábamos los 20 min que Bella estuvo “escribiendo” en el baño, comentamos la situación de la operación, la recuperación tan rápida que había tenido, nos comimos media caja de bombones (hubieras salido antes, y porque las flores no se comen, que con el hambre que yo llevaba…) y nos tomamos un café de esos de la gasolinera (cortesía de Natalia, que pasé a verla antes) esos que se calientan solos.

Salió Bella, y pasamos el rato de cachondeo, risas, pequeñas confesiones picantes, caricias con Bella. A las 8, hora de dejar la habitación, comenté que marchaba, Bella me pidió que acompañara a Sandra, que había venido en autobús, cosa que hice muy gustosamente.

Bajamos en el ascensor, a rebosar de gente, por lo que nos apretamos en el rincón, puse mi mano en la pared, cerca de su cintura, para no apoyarme sobre ella. No quería mirarla directamente, pero giré mi cabeza y la miré en el espejo, ella hizo lo mismo, y sus grandes ojos negros se clavaron en los míos, no pude dejar de mirarla durante unos segundos, ella tampoco apartó sus ojos de mi.

Salimos del hospital dirigiéndonos al coche, le abrí la puerta, cogiendo su bolso lo dejé en el asiento de atrás.

Arranqué el coche, y me dejé guiar por ella. De repente llegamos a la entrada de un camino de tierra.
- No me dijiste que vivías en una masía.
- Cállate, me pones.
- Cómo?

Cogió mi corbata, y tiró de ella abalanzándose sobre mi, tapando mi boca con sus labios, metiendo su lengua hasta mi garganta, sin dejarme escapar de aquél morreo.

En cuanto pude:
- Qué haces?
- Bella me ha hablado de ti, y quiero probarte

Esas palabras me eran familiares, alguna chica me había dicho algo así, y eso me perdía.
Observaba como se quitaba el cinturón de seguridad, se arremangaba la camiseta lila y la sacaba sobre su cabeza, quedándose sólo con el sujetador.
- Para, para por favor.

En lugar de parar, se echó sobre mi, bajó mi bragueta y sacó mi pene blandito, acojonadito de aquella mujer enloquecida, lo engulló, hasta los testículos, mordiéndolos, pasando su lengua por ellos, chupando y succionando mi sexo, consiguiendo que en breves instantes tomara dureza, comenzara a marcar las venas y se lo clavara en el fondo de su garganta mientras sujetaba su melena morena a un lado.

Esa mujer tenía un máster en mamarla, en sólo 2 minutos me puso a punto de caramelo, apretaba mis huevos a la vez que chupaba, acariciaba su nuca, sus orejas, sus pendientes de oro blanco, bajé mis manos y desabroché el sujetador, dejando caer sus pechos sobre el apoyabrazos de mi BMW, metí mi mano bajo su cintura desabrochando los tejanos, la volví a subir y la metí en su culo, apartando el tanga, metiendola dentro, notando su piel suave, su ano, su raja, ella aceleraba su mamada mientras yo me concentraba en mi respiración, relajado, contuve mi orgasmo.

La levanté, la besé, se bajó los pantalones, se quitó el tanga y se quedó sólo con sus tacones, salió del coche, se dirigió al capó caliente, entre los faros encendidos se sentó, esa penumbra la escondía, salí tras ella, dejé caer mi corbata, mi americana en el asiento, me acerqué desabrochándome la camisa, y me puse ante ella. Abrió sus piernas, cogió mi cuello y se dejó caer atrás mientras me acercaba a su vagina.

- Jordi, es cierto lo que dicen en tu blog, lo que dice Bella? Cómeme.
- Exageran.

Sujeté sus rodillas, bajé poco a poco hasta su ingle, acaricié su pubis rasurado, sus labios vaginales súper hinchados, subí por su cintura, hasta sus pechos excitados, duros, pellizcando sus pezones a la vez que lamía su campanilla:

- No soy clitoriana, ¡cómeme el coño!

Mordisqueé su piel, metí mi lengua, apoyó sus piernas en mi espalda, abriéndose un poco más, clavé mis uñas en sus nalgas, lamí a consciencia cada milímetro, cada pliegue, cada gota de sus fluidos, chupé y chupé, manoseé, entonces comencé a notar calor en mi lengua, un sabor dulce, y unos espasmos, su culo se elevó del capó, sus manos golpearon la chapa (si, me ha aboyado el coche, menos mal que es de empresa) subió sus manos, se tapó la boca, y se mordió los dedos. Se había corrido, su orgasmo me había mojado y llenado la boca, pero yo deseaba descargar.

Me levanté, cogí sus piernas abiertas, acerqué mi polla mientras me miraba, y la penetré, gritó, gimió, jadeó, mientras mis embestidas se aceleraban, junté sus piernas a un lado, pudiendo así acariciarla, sus pechos erizados eran una bonita y excitante imagen, su mano entre sus piernas cogiéndome la polla para notarla más al entrar y salir, mientras la otra seguía tapándole la boca, volvió a correrse, me lo dijo, y dejé que lo hiciera, aunque a mi no me faltaba mucho. Me paré, la bajé, le di la vuelta y la follé desde atrás, su collar golpeaba en la chapa, y me hacía mantener el ritmo, cada golpecito era provocado por mi penetración profunda, sus pechos en mis manos, apretados, su melena a un lado, medio girada, queriéndome mirar.

- Mi culo, no te gusta? Fóllamelo.
- Te lo mereces, me has aboyado el coche.
- Castígame.

Saqué mi nabo, acerqué mis dedos, mojándolos en su sexo, introduje uno en su ano, relajado, luego otro, con estos dos estuve unos instantes, no se quejó, entonces acerqué mi sexo, lo hundí en su vagina, y bien mojado la enculé.

Jamás había probado un culo tan dócil, se dejaba, ella se abría las nalgas con sus manos, gemía, decía que se iba a correr de nuevo, levantó una pierna apoyándola sobre el parachoques, metí mi mano entre sus piernas, acariciando su clítoris, luego metiéndole los dedos en su coño, comenzó a gritar: - me corro, me corro Jordi, córrete tu también.

Ella lo hizo antes que yo, se fue y se quedó inmóvil:
- Te has corrido?
- No.

Se apartó, me dio la vuelta, me cogió la mano, me llevó al asiento de atrás de mi coche, me sentó, se arrodilló sobre la tierra, y me la comió, me dejé llevar, me iba hablando mientras me comía: - concéntrate, relájate, siente mi lengua, mis dedos, mi respiración, mis tetas sobre tus piernas.

Yo lo sentía todo, a cada cosa que me decía, lo hacía sentir, entonces masajeándome arriba y abajo, a la vez que lamía la base, subía hasta el capullo, y volvía bajar, comecé a sentir que me iba, se lo dije, siguió, aceleró, masturbó, y cuando comenzó a sentir mis primeras gotas me metió un dedo en el ano, me provocó un orgasmo potente, muy abundante, caliente, sentía algo en mi estómago que me provocaba su dedo en mi próstata, notaba su succión, sentía como exprimía mis testículos chupándome.

Y no dejó ni una sola gota de mi en mi sexo, lamió y se relamió los labios, subió sobre mi, me besó y susurró al oído algo que no os voy a decir.

Cada día descubro cosas nuevas, sorpresas gratas, y debo decir que cada mujer con la que he estado es diferente, no os puedo catalogar, todas tenéis algo especial, y único, y he disfrutado con todas y cada una de vosotras, y seguiré haciéndolo, si me dejais…