viernes, 27 de febrero de 2009

La Azafata

Era tarde, por fin de vuelta a barcelona, una feria en madrid me había hecho desplazarme allí con un buen madrugón, y estaba agotado. En el AVE la gente dormía, algunos veían la película que emitían, pero yo estaba algo nerviso, el negocio había ido bien, pero no como yo esperaba.

Me levanté, inquieto, y me puse entre dos vagones, donde más se notaba el vaibén del tren, ese movimiento me relajaba, miraba por la ventana el paso del paisaje oscuro, y de reflejo podía observar el paseo de las azafatas, y de paso el contoneo del culo de una de ellas, una morena de ojos azules, con buenas curvas, y un par de tetas de escándalo, vamos, de las que a mi me gustan.

Cruzamos la mirada una vez, y otra, y otra, hasta que me decidí a sonreirla, entoces se acercó, y me dijo que con esa forma de mirarla, podía pensar que yo buscaba algo con ella:
- Si, lo busco, ¿y tu?
- Depende.
- ¿De qué?
- Si no hay compromiso… tal vez.
- ¿Qué es compromiso?

Abrió la puerta del baño, me guiñó un ojo y me hizo un gesto para seguirla, eso hice.

Cerré la puerta, y eché el pestillo, mientras sus manos me cogían de la cintura, al mirarle se acercó a mi, y comenzó a besarme con pasión, mordiendo mi labio inferior, paseando su lengua por mi interior, me gustaba ese beso, era pura pasión.

Luego comenzó a bajar, el cuello, mordiendome, sin dejar de cogerme la cintura, luego la nuca, volviendo de vez en cuando a mi boca, sin abrir los ojos, haciendo estremecerme, entonces comenzó a desabrochar mi camisa, meter sus manos, sacarla de mi pantalón, desabrochando mi cinturón, dejando caer mis pantalones al suelo, y agachada ante mi, con mi polla empalmada dentro del slip, comenzó a acariciarla, sin dejar de mirarme a los ojos, con una mirada de zorra que nunca había visto.

Bajó el slip, y mi polla la golpeó en la cara, sonrió, y sin dejar de clavar sus ojos en los míos, la enguyó hasta el fondo de su garganta, rozando con sus dientes mi piel, mojandola de saliva, pajeándola con sus manos mientras me comía con intensidad, cada vez tragaba más a fondo, y chupaba, yo sentía como mis huevos se apretaban cada vez más, y como mi leche comenzaba a lubricar mi sexo.

Se levantó, se dio la vuelta, arremangó su falda, y apartó su tanga: -Cómeme el coño.

Me agaché lamiendo su sedosa piel, metí mi boca entre sus nalgas lamiendo su ano, pajeando su coño con mis dedos a la vez que acariciaba su clítoris, subió una pierna sobre el wc, pudiéndome enseñar todo su coño rasurado y birllante de la lubricación de sus fluidos.

ME levanté con mi cipote en la mano, la sujeté de la cintura y la enculé a fondo, no gritó, simplemente se giró y sonriendo dijo: -O me follas mas fuerte o no me entero.
Eso me puso a cien, la saqué, y volví a encularla, una y otra vez, sacándola del todo y metiéndola en su culo hasta mis huevos, mientras tiraba de su pelo cavalgándola. De las embestidas se le había salido la blusa, y sus pechos colgaban al aire, pues vestía sin sujetador, se apartó de mi, se dio la vuelta, la cogí de als caderas elevándola sobre mi cintura y la senté ensartándola sobre la pica del lavabo, viendo toda la escena desde el espejo.

Sus piernas me rodeaban, y cada vez que mi polla salía de su coño, sus piernas me hacían penetrarla de nuevo, así una vez tras otra, la abrí bien de piernas, poniendo una sobre el wc, y la otra apoyada en la barra de la puerta, dejándome ver su sexo abierto, mirando los dos como mi nabo entraba y salía dejando gotas de liquido blanco en sus labios, ella bajó su mano acariciándose el clítoris, echando su cabeza atrás del placer, mientras que yo abría su blusa para poder acariciar libremente sus tetas, hermosas, grandes, duras, perfectas para una mujer de poco más de treinta años.

Ahora si gemía, ahora si pedía que la llenara de mi, quise parar:
- Voy a ponerme un condón.
- No, quiero todo tu semen para mi, el mejor polvo en años no lo desaprovecho, lléname de ti.

Eso hizo que me excitara aun más, y justo cuando iba a correrme subió sus brazos a mi cuello, juntó sus labios a los míos, y un largo y húmedo beso acompañó nuestras corridas, ese beso me enamoró de ella, sus piernas no dejaban de apretarme hacia su interior, las contracciones de su coño escurrían hasta la última gota de mis testículos, y su éxtasis provocaba que mis movimientos no cesaran.

En unos segundos se montó sobre mi, me sentó en el wc, y comenzó a cabalgarme ella a mi, empujándome contra la pared, sintiendo como su culo se cerraba y se abría, aquella hembra iba a conseguir que me corriera otra vez, y eso nunca lo había hecho.

La mezcla de semen y fluidos vaginales empapaban mis piernas, ella se había quitado la blusa y ponía sus pechos sobre mi cara, mi polla no se rendía y seguía firme, erguida tocando el fondo de su vagina, comenzaron sus contracciones, y volvió su orgasmo a mojar mi cipote, ahora si estaba a punto de reventar, se lo hice saber, entonces se apartó, se agachó de rodillas ante mi, abrió su boca mirándome nuevamente con esos ojos de puta, la sujeté de la nuca, y me follé su boca hasta que mi leche invadió su garganta fruto de mi bombeo, su forma de chupar provocó mi placer y posteriormente mi dolor post orgasmo, cuando acabó se volvió a sentar sobre mi, y me besó mientras tragaba el fruto de mi corrida.

lunes, 23 de febrero de 2009

Con ganas de ti

Notaba el ir y venir de su mano sobre mi polla, medio salida del pantalón, ya mojada por la situación y por su mirada de deseo incesable e insaciable. Sus besos humedos, su lengua explorando mi boca, mis manos bajo su camisa, acariciando suavemente sus pechos, desabrochando el cierre delantero de su sujetador.

Mientras, su mano agarró la mía, guiándola dentro de su pantalón desabrochado, metiéndola bajo sus bragas, notando el suave bello púbico, llevando mis dedos hasta su clítoris humedecido por la excitación de volver a tenerme.

- Sólo una norma, no me penetrarás.

Ya me había hecho a la idea, por lo que decidí disfrutar de la masturbación y hacerla disfrutar a ella de mi.

Como buena maestra me mostraba cómo debía acariciarle el clítoris para sentir el máximo placer, así hice, primero en circulos, mojando levemente mi dedo en lo profundo de su vagina, para luego resbalar mejor por su campanilla, más tarde con roces acelerados, de arriba a abajo, para masturbar posteriormente todo su coño, metiendo mi mano hasta el fondo, acariciando cada pequeño rincón de los pliegues de su vagina.

Ella, gemía sin cesar, mientras seguía frotándome rítmicamente, notando su mano mojada de mis primeros fluidos, entonces se lo hice saber:
- si sigues así, me correré.
- Yo ya estoy a punto, fóllame.
- Pero…
- ¡fóllame joder!

Dejó caer sus pantalones en el suelo sin soltar mi polla de su mano, manteniéndola bien dura, sin dejar que me apartase ni un solo centímetro de ella. Apenas me dio tiempo a abrirla de piernas sobre el asiento de atrás de mi coche, ella ya se metía la polla entre las en su coño apartando con una mano el tanga mojado, mirándome a los ojos, entonces noté ese calor, su ardor íntimo, estaba muy mojada, sus fluidos salieron de su coño con la entrada de mi carne, llegándole hasta el fondo.

Comencé mi movimiento fuertemente, haciéndola gritar a cada embestida, sujetándola de los hombros, marcando mis manos de la fuerza que ejercía sobre su piel, con su camisa arremangada sobre sus tetas, mordisqueando sus pezones y sus labios.

Ella me sujetaba con sus piernas, haciendo fuerza de mi culo hacia dentro de su ser, obligándome a entrar de nuevo cada vez que salía. Estábamos los dos tan a punto de explotar con las pajas que nos estábamos haciendo, que en cuanto le dije que me iba a correr, ella comenzó a gemir y a vibrar su interior de su corrida, entonces me dejé ir llenándola con el bombeo de mi semen al rojo vivo, por tanto tiempo contenido, aguantando para darlo todo ese día. Sus ojos expresaban el placer, sus piernas forzaban mi bombeo, sus manos sujetaban mi cuello para seguir besándome sin cesar.

Hasta la última gota de la esencia de mis testículos se quedó allí, en su interior, mientras me relajaba sobre sus pechos, acariciandolos suavemente con mis dedos, abrazado por su calor.

jueves, 12 de febrero de 2009

Cunnilingus, el placer en la boca






A menudo he oido cosas como: ¡te voy a comé tol buyuyu! Vamos a ver, ¿no es mejor predicar con el ejemplo? Pues así me gusta hacerlo a mi:

Me encanta que mi pareja me pida, esté caliente y me diga: - Jordi, Cómeme el coño.

Me acerco, suelo acariciarte antes suavemente el clítoris, los labios vaginales, para poco a poco ir estirándote, pero dejando que seas tu quien abra las piernas, quien me mire con esos ojos de puta, quien me empalme con su mirada de deseo.

Entonces acerco mi boca, y acaricio el exterior de tu coño con mi lengua, simplemente el extremo de tus labios, de vez en cuando los laterales de abajo a arriba, luego voy al clítoris, donde me entretengo haciendo círculos, chupándolo, intentando estirarlo con mis labios, pero siempre sin dejar de rozarlo con la lengua, sin dejar de moverla sobre la campanilla.
Cuando noto que comienzas a moverte, a gemir, cuando dices: - Cómo me gusta que me comas, Jordi. Entonces bajo un poco, sujetando tus caderas para que no te apartes de mi cara, e introduzco profundamente mi lengua, al máximo dentro de la vagina, abriendo con mis manos los labios, rozando con mi nariz el clítoris, e incluso doblando tus piernas, y al levantar las caderas levemente metiendo mi lengua en el ano, después de acariciarlo por el exterior, y sin quitar mi mano de tu coño.

Cuando noto que te vienes, comienzo un lameteo profundo, comenzando en el ano hasta llegar al clítoris, entreteniéndome en él, intentando mirarte a los ojos, aunque a menudo estás estirada atrás con la mano en tu boca para acallar tus gemidos.

Entonces dejo que te corras en mi boca, metiendo mi lengua nuevamente a fondo hasta notar como la mojas con tus fluidos…

A menudo ya estoy empalmado cuando te corres, y es cuando te ensarto hasta que nuevamente te vas, hasta que no quieres parar y sigues apretando tus piernas en mi culo hasta que el que se corre soy yo.

Otra variante, que me encanta, es que cuando te noto que estas tan caliente que no hay marcha atrás, me doy la vuelta y hacemos un 69, me gusta ponerme debajo, y sentir tu boca entrar y salir, tu lengua jugar con mi rabo, tus manos apretar mi huevos a ti, y tu coño moverse sobre mi cara, como si fuera mi lengua la polla que a menudo te folla, hasta que los dos nos corremos sobre la cara del otro…





Me gustaría que vosotras y vosotros diérais vuestra opinión, y porqué no, explicad cómo os gusta hacerlo o que os lo hagan....



martes, 10 de febrero de 2009

La cocina


Abrí la puerta de casa, cansado, agotado de un día de reuniones con ganas de llegar a casa y recibir los besos de mi amada.

- Estoy en la cocina amor.

Dejé el maletín en el suelo, y me dirigí hacia la cocina, abría la puerta, y me quedé parado al verla.

Sus piernas largas sobre unos tacones de vértigo, acabadas en liguero con corsé, sin bragas, sin sujetador, sin absolutamente nada más.

Giró su cara, y mirándome de reojo me dijo:

- Te estaba esperando, ¿No vas a darme un beso?
- Si, cariño.

Me acerqué a ella, y puse mi mejilla sobre su hombro, la besé, su beso fue intenso, fue húmedo, fue sexual, mientras sentí su mano acariciarme el paquete, haciendo que mi nabo se endureciera, desabrochando mi bragueta, sus dientes mordisqueaban mi lengua, mis labios se enganchaban a los suyos, me sentía excitado de la situación, era afortunado de disfrutar de una mujer así de ardiente, para mi solo.

Pasé mi mano por su cintura, acariciando su pubis recién rasurado, rozando su clítoris, insertando mis dedos en su coño ya ocupado por unas bolas chinas que le regalé, y que la hacían mojarse cuando iba a trabajar en autobús. No dejó de mirarme a los ojos en todo momento, se dio la vuelta, subió una pierna sobre mi cintura, bajó su mano y se sacó las bolas chinas.

- Ahora ocupa tu ese lugar.

Sacó mi polla, y se la introdujo en su coño empapado, levantó la otra pierna y se sentó sobre el mármol de la encimera apartando los enseres con su culo, colgada de mi cuello, besándome sin cesar, mirándome fijamente, observando mi reacción, la cogí de la cintura y suavemente la penetré, entraba y salia, mientras nuestra respiración se aceleraba por momentos.

- Dame más, quiero mucho más de ti.

Me apartó, se agachó y se puso en el suelo a cuatro patas:


- Fóllame, revienta mi coño, me duele de tanto deseo de ti.

Me puse tras ella, me agaché, y la enculé, gritó, me insultó, pero me pidió que siguiera, la follé bruscamente durante unos instantes, entonces la saqué y se la metí en el coño, ahora si se estaba corriendo, ahora notaba como sus movimientos eran rudos y fuertes, como golpeaba mis caderas con su culo, le gustaba, deseaba más, mi mujer estaba muy caliente, las bolas chinas la habían puesto a tono.

Me fui desnudando, el calor me podía y gotas de sudor caían sobre su culo follado, estaba a punto de correrme, y se lo hice saber, no, no te vayas todavía, respira hondo, y relájate, hoy hay cena especial.

Me cogió de la mano, me llevó hasta el sofá se tumbó y me sujetó las caderas, me puse sobre ella, acerqué mi boca a su coño, comencé a lamer, ella hizo lo mismo conmigo, acercó mi polla a su boca, y comenzño a comerme, a chuparme, aspirando mi nabo, haciendome que me doliera de la fuerza que su boca ejercía.

Me estaba afanando en hacerla disfrutar con mi lengua, la lamía, rozando con mi dedo su clítoris, sintiendo como sus movimientos expresaban su estado, en cuento noté que su coño quería follarse a mi lengua, me dejé llevar, exploté en su boca, su mano me masturbaba mientras lo hacía, su lengua no se detenía pese a sentir el calor de mi semen, me levanté, di la vuelta y se la metí, para hacerle sentir el calor latente de mi polla, así me dejé caer sobre sus labios, y me dejé secar en su interior.

La terraza

Entré en casa, una tras otra iba encontrando notas, haciendo que me desnudara, dejando prendas por toda ella, e imaginándome lo que podía venir después, pues me quedé corto.

Acabé saliendo a la terraza, en una noche espléndida de verano, la luna llena iluminaba su cuerpo semidesnudo sólo tapada con una camiseta de lycra y tirantes, apoyada en la barandilla, su culo ante mi, apetecible, y más después de tres días fuera de casa, aquella era la mejor bienvenida que jamás me podían brindar.

- Acércate.
- Si cariño, ¿dónde están los niños?
- Con tus padres, hasta mañana.
- Bien.
- Agáchate, y cómeme el coño.

Poco a poco fue abriendo sus piernas, dejándome ver sus oscura raja, y en el fondo el salón del vecino, con toda la familia cenando.

- Nos van a ver.
- ¿Y que? Ya me ha visto antes nuestro vecino, pues llevo un ratito aquí desnuda. Haz que me corra con tu boca, y luego fóllame por detrás, que se muera de envidia.

Acerqué mi boca, abriendo sus nalgas, lamiendo su coño, desde su raja hasta su culo, haciéndole un beso negro, mordisqueando su dulce y suave piel, acariciando sus piernas, y subiendo poco a poco hasta rozar su campanilla.

Pronto comenzó a gemir, y eso hizo que mi polla se pusiera un poco más dura, entonces noté como se iba poco a poco, noté como se mojaba mi mano y mi boca, me empapé bien y mojé mi nabo con sus fluidos.

Cuando noté que comenzaba a vibrar del gusto, me incorporé, presenté mi polla a su culo, y sujetándola de las caderas, mirando a lado y lado y al salón de mi vecino, empujé mi carne dentro de ella, suavemente primero, hasta notar su relajación, entonces a fondo, aprentando mis huevos en su raja. Levantó su espalda un poco, pero en seguida la hice agacharse de nuevo, la ensarté a fondo, una y otra vez, ferozmente, de las embestidas hice que sus tetas se salieran de la camiseta colgando por el exterior, gimiendo yo de gusto haciéndola ver lo poco que me faltaba para explotar, ella levantó sus tacones, abriendo un poco más su culo, y comenzó a pedir más y más. Yo ya no pude contenerme, no hacía más que pensar en el vecino que tal vez nos podía ver, y que alguna vez ya nos había espiado follando en el jardín. Entonces ella metió su mano entre las piernas, agarrándome los cojones, apretándolos contra su coño y su clítoris sin dejar apartarme de su culo.

- Ahora quieto.

Me quedé inmóvil, aguantando mi corrida, notando un dolor en mis huevos de esa retención, pues estaba justo a punto de reventar, entonces comenzé a sentir sus contracciones y dilataciones, como su ano hacía fuerza sobre mi sexo.

- Ahora si, lléname de ti.
Apretado fuertemente a su culo, me dejé llevar, estaba deseando ese permiso para correrme, y un manantial de leche inundó su ano, apenas me movía, sólo ella suavemente, sus gemidos se podían escuchar claramente, sus tetas colgaban apoyadas en la barandilla, y su mano seguía apretando mis huevos en su coño, hasta que me soltó, dejando caer su liquido sobre mis testículos.

Me eché atrás, me senté en la tumbona, y dejé que ella se acercara a mi para lamer mi rabo, mientras la acariciaba suavemente la melena.

- Te amo.
- Te deseo.



lunes, 9 de febrero de 2009

Sin esperarlo


- Me encanta escuchar tu voz cuando salgo de trabajar.
- No te imaginas las ganas que tenía de ti.
- Sólo con escucharte me mojo.
- Lo se, a mi me pasa igual.
- ¿Dónde estás?
- Camino de casa, ¿y tu?

Ella acababa de salir de la oficina, en el Poblenou, yo realmente no estaba donde le había dicho, sino aparcado en el chaflán de su casa, en el ensanche de Barcelona, cerca de la entrada del párking que tenía alquilado.

Salí del coche, seguía conversando con ella, sabía que en unos minutos llegaría, pues vive relativamente cerca de la oficina, entré en el aparcamiento con mi coche, es uno de esos compartidos entre abonados y clientes de paso, aparqué en mi planta y subí hasta la suya, perfecto, pude aflojar un fluorescente que daba luz al rincón donde estaba su plaza, mi plan se estaba hciendo realidad.

Entró su coche, maniobrando entre el coche de al lado y la columna. hasta meterlo de morro, yo estaba agachado tras el otro coche, y habíamos seguido charlando, la había puesto muy caliente, pero entonces cortéla llamada al salir ella del coche, mientras ella volvía a buscar mi numero para volverme a llamar, me abalancé sobre ella, por detrás, tapándole la boca, y le susurré para no asustarla más:

- No busques mi número, estoy aquí.

No le di tiempo a reaccionar, la empujé sobre el maletero, levanté su falda, arranqué su tanga y metí mi mano cogiendo su coño en ella, introduje mi dedo notando como realmente estaba mojada, ella no hacía más que decirme: - ¿Qué haces?

Me había estado masturbando imaginando la situación, ya estaba bien empalmado, y me la saqué metiéndosela hasta el fondo de la primera embestida, empujando sus caderas contra el coche, sujetando su cabellera para dominarla, la embestí una y otra vez, fuertemente, sintiendo como su coño se contraía de la excitación, entonces la saqué y la enculé, ahora si la hice gemir fuertemente, pero fue sumisa y no opuso resistencia, subí su pierna derecha sobre el capó, para abrirla aun más y poder masturbar su clítoris a la vez, hasta que la tuve a punto de correrse, entonces la saqué, le di la vuelta, la hice agacharse y se la metí en la boca, aprisionada entre mi polla y su coche se dejó follar, y cuando no pude más, exploté en su garganta, ella me miraba fijamente a los ojos, como tramando venganza, con ojos de puta, mientras sus manos apretaban mis huevos, hasta escurrirme bien.

- Mañana seré yo quien te haga arrodillarse.
- Lo se, no esperaba menos de ti.
- Me he corrido nada mas encularme amor.
- Eso es lo que me ha provocado el orgasmo a mi.
- Hasta mañana.
- Hasta mañana.

Ahí la dejé, agachada, me subí la bragueta y marché, deseando que llegara el día siguiente.

jueves, 5 de febrero de 2009

La Sorpresa, la despedida el día de su cumpleaños.

Bajamos por el ascensor, mirándonos en el espejo, uno al otro, sin decir ni una sola palabra, simplemente, sonriendo.

La cojí de la mano, y caminamos por el oscuro párking del hotel, se abrazó a mi:

- Me gustas.
- Te quiero.

Abrí las puertas de mi coche, nos sentamos y, como siempre hago, antes de ponerlo en marcha, me abalancé sobre Bella, para besarla. Posé mis labios sobre los suyos, en aquél parking desértico, y ella me correspondió con sus manos en mi nuca, paseando su lengua por el interior de mi boca, buscando y jugando con la mía.

Me había vuelto a excitar, esos labios me ponen… ella se dio cuenta, pues los pantalones del traje me delantan cuando me empalmo, acerqué mi mano a su pecho, rozándolo por debajo, dejando un dedo sobre el pezón para observar su erección. Pero ella la cogió, y la acompañó debajo de su falda.

Enseguida noté su tanga empapado, y al apartarlo pude acariciar su coño nuevamente mojado, eso me puso como una moto, comenzó a apretar mi mano sobre sus clítoris, con movimientos circulares:

- Méteme los dedos, mastúrbame, sigo caliente.

Le hice caso, metí mis dedos en su raja, intentando simular mi polla, dentro y fuera, mientras con mi dedo gordo acariciaba su clítoris, lo apretaba, haciendo círculos sobre él, tal como ella me habia enseñado.

- Bella, estoy muy caliente.

Se levantó, salió del coche, miró a la cámara de seguridad y sonrió, entró en la parte de atrás de mi coche, y yo la seguí, allí directamente me puse sobre ella, besándola con pasión, metiendo mi mano entre sus piernas, frotando su coño con mis dedos humedos, y ella procedió a desabrochar mis pantalones, metió su mano dentro, y sacó mi nabo humedecido y tieso.

Comenzó a pajearme, pero yo no iba a aguantar mucho, el verla correrse sobre mi mano me había puesto muy caliente, así que me preparé para explotar, me acerqué a ella:

- No, espera un momento, aguántate.
- No voy a poder…
- Espérame a mi.

Apoyaba su mano en el cristal empañado de la puerta, comenzó a acelerar su respiración, hasta que me miró y me dijo:

- ¡Fóllame!

Apenas pude bajarme algo el pantalón, se abrió de piernas y se la metí hasta el fondo, de una sola embestida la llené con mi carne, sujetada por su cuello, mirándola a los ojos sólo pude susurrar que me iba…

Me corrí volviendo a quemar por enésima vez sus entrañas, ella hizo lo propio, sus fluidos cubrieron mi polla, el calor y el olor sexual de los dos inundó el coche, mis empujes eran continuos, no podía parar de ensartarla, intentando llegar cada vez más adentro, aprisionandola entre la puerta y yo mismo, hasta que caí rendido sobre ella, hasta que perdí todas las fuerzas entregadas en su interior.

De esto hace ya unos cuantos días, pero aún entro en el coche cada mañana recordando aquél momento, pues su aroma sigue impregnado…

miércoles, 4 de febrero de 2009

Dulce Despertar

Cómo me gusta, sentir sus caderas moviéndose sobre mi, penetrándola a fondo, notando como las paredes interiores de su vagina se contraen y se dilatan por sus orgasmos continuos. Creo que me voy, mmmm, me voy, aghhhh…

Abrí los ojos, estaba todo a oscuras, apenas la luz del despertador permitía ver algo, simplemente notaba como la succión en mi polla había provocado mi corrida, estaba soñando con ella, y ella me la estaba comiendo, sentía mi polla dura en su boca, el bloqueo de mis testículos por acabar de correrse, pero sus labios frotando mi sexo.

- ¿Qué haces cariño?
- Cierra los ojos, y disfruta.

Le hice caso, me eché de nuevo, cerré mis ojos, y me concentré en ella, en sus manos que acariciaban y relajaban mis huevos, en su lengua que recorría cada milimetro de mi rabo duro y tieso, saboreando los restos de mi semen que había caido fuera de su boca.
Notaba sus pezones sobre mis piernas, su coño frotándose en mi pie, su clítoris rozándose en mi tobillo.

Bajé mis manos, y me las apartó, -déjata llevar.

Mi empalmada no bajaba, seguí con mi nabo duro, como cada despertar, que a ella le encantaba ver y disfrutar, volvía a chupar, ahora con más ritmo, más acelerada, entonces salí de debajo de las sábanas, me besó dejándome unas gotas de esperma en mis labios, fue subiendo hasta presentar mi polla en su coño, sujeta con su mano, se la metió, gimiendo, pero sin dejar de moverse, sujetando mis manos en sus pechos, bajando las suyas a su clítoris y por detrás en su culo.

Sentía como volvía a venirse, como el orgasmo le llegaba de nuevo, y en ese mismo instante la sacó, se dio la vuelta, y me puso el coño en la cara, se agachó agarrando mi polla fuerte en su mano, pajeándome sin parar, apoyando su coño mojado en mi boca, y haciéndome sentir como se iba, como tardaría instantes en correrse de nuevo.

Me afané a lamerla, a meter mi lengua en su coño empapado de nosotros, saboreando nuestro sabor, metiendo mi lengua lo más profundo que podía, mordisqueando su clítoris y lamiendo su ano relajado, mientras ella se esmeraba con mi polla, entonces comenzó a vibrar, los espasmos delataron su inminente corrida, y mis caderas le hicieron sentir la mía, entonces fue bajando hasta sentarse sobre mi polla, metiéndosela mirando a mis pies, dejándome ver su espalda que se contorneaba durante su orgasmo, esprimiendo mi sexo con el baibén de su cadera, hasta que cayó rendida sobre mis pies, y mis manos acabaron de darle el movimiento necesario para que mi explosión arrancara un gemido suave de su garganta…






Este es el regalo que a menudo Bella me hace, cuando pasamos la noche juntos y tenemos la posibilidad de amanecer unidos.

martes, 3 de febrero de 2009

París

Cómo le gustaba subir caminando a la Torre Eiffel, sobretodo en primavera, con su faldita, sin bragas, adelantándose unos pasos ante mi, dejandome ver todo piernas con mis manos.

Aquél atardecer era hermoso, poca gente, inusual para el lugar, pero perfecto para mis deseos, me tenía tan caliente, casi la follé en la escalera, tenía unas ganas, pero siempre bajaba alguien que nos jodía el momento.

su trasero y su sexo, parándose cuando no venía nadie para que pudiera acercarme y acariciarla entre las Era una tarde especial, puesta de sol, sus ojos de deseo, sus caderas frescas al viento, acalorados de la botella de vino de la comida…

Al llegar al mirador, recuerdo que se alejó de mi, no la encontraba, deseaba besarla, entonces, allí, detrás de la maquinaria del ascensor en un rincón donde no había paso de gente, estabas ella, apoyada en la reja, con las manos en alto, con su falda levantandose por la brisa, y su mirada fija en el infinito.

Me acerqué, apoyado detrás suyo, le hice sentir mi presencia, y ella me correspondió con su mano en mi paquete, poco a poco bajándome la bragueta, notando como mi polla se endurecía, hasta que salió por la presión del pantalón, entonces se apretó a mi, levanté su falda, y empujé entre sus nalgas, encontrando poca resistencia.

Metió su mano entre sus piernas, por delante, y mientras me acariciaba la polla que entraba y salía suavemente, se rozaba el clítoris. Estaba mojadísima de cuando la había acariciado en la escalera, y lo notaba en mi polla, eché atrás, sujeté sus nalgas abriéndolas, y la enculé, era maravilloso notarla sometida a mi, acabábamos de descubrir el sexo anal, y deseaba hacerlo una y otra vez.

Apenas opuso resistencia, mi sexo entró suavemente, hasta que ella paró, entonces empujó atrás, poniendo su culo en pompa, mirando de reojo que nadie nos viera bajo la luz amarilla de la torre, agarrandose a la verja, abriendo sus piernas ante mis embestidas, frotándose con frenesí el clítoris, acelerando su ritmo, hasta que comenzó a notar como mi polla se endurecía, cerró las piernas aprisionándomela y paró. Se arrimó a mi, apoyado contra la pared, y con suaves movimientos de su culo me provocó un orgasmo enorme, mi semen llenava toda su cavidad anal, mis huevos no dejaban de bombear ese líquido ardiente, y sus manos se clavaban sobre las mías sobre su pubis.

Se corrió junto a mi, sus espasmos la delataron.

lunes, 2 de febrero de 2009

Nunca valoras lo que tienes hasta quelo has perdido. La Reconciliación.

- ¿Pero cómo pudiste…?
- No lo se, no valoré lo que representabas para mi y yo para ti, hasta ahora, te he hecho tanto daño, tanto…
- Me duele, me has roto el corazón, y eso no es fácil de curar.
- Me arrepiento, no puedo decir otra cosa, lo siento, lo siento, lo siento.

Sus labios callaron mi suplica, un beso caliente, de cariño, una mano sobre la mía, derramando el café que estaba tomando en el suelo del coche. Yo sólo pensaba, la he perdido, la he perdido. –Al menos eres sincero, reconociendo tu error.

No fui consciente de lo que ella representaba para mi, ni lo que yo era para ella, pese a los cientos de cartas de amor compartidas, hasta que no la perdí. El tiempo ha pasado, cada día tengo más claro lo que quiero, y lo que no quiero, en este caso, no quiero estar sin ella, a su lado me siento tan bien, tan especial, tan único, tan amado, y quizá por la libertad que ella me dio, que confundí con libertinaje, o porque no muestra sus celos con fuerza, quizá eso es lo que me falló en mi mente, en mi corazón.

No hacía más que darle vueltas, ssu labios besandome, como si fuera la primera y la última vez, sus manos ansiosas por acariciarme, su cuerpo pegado al mío, sintiendome.

Mordiendo su cuello, la eché atrás en el asiento del coche, y me dediqué a suplicarla con mis besos, mis caricias, rozando su piel desnuda de su escote, mientras sus manos apretaban mis nuca contra ella, mi lengua acariciaba cada pliegue entre sus pechos, mis manos no dejaban de acariciar sus mejillas, sus labios añorados, su cuello.

Poco a poco fue desabrochando mi camisa, metiendo sus manos en mi espalda, arañando con rabia, mientras mis manos desabrochaban su pantalón echándolo al suelo, y mi lengua jugaba en su ombligo, y bajando hasta su sexo, apartando el tanga, dejando ver su clitoris, su liso bello, dejando paso libre para mi boca.

Lamí como nunca habia hecho su campanilla, sin dejar de apretar sus pechos con mis manos, ni de acariciar sus mejillas. Introduje mi lengua en su interior, apreté sus nalgas contra mi cara, y comencé a escuchar sus gemidos, que ya hacía tanto tiempo que no escuchaba.

Me incorporé, poco a poco fui subiendo hacia ella, y cuando mi polla estaba ante su vagina, nos miramos a los ojos, y nos dijimos un te quiero sincero, apasionado, seguido de un beso intenso, y de mi penetración profunda.

Ella estaba preparada, mojada, aceptó mi entrada, y con sus brazos me apretó fuerte. Mis movimientos eran suaves, pero poco a poco ella tomó las riendas de mi, comenzó a marcar su ritmo, aquél que tan poco me hacía durar, y mantuve mi verga dura, firme en su interior, mirándo como su rostro iba cambiando, como una leve sonrisa aparecía en su boca, nos besamos, me dio la vuelta, y se sentó sobre mi, ahora ella mandaba, sus movimientos duros, bruscos, secos, fuertes, me hacían estremecer, mis huevos se apretaban fuertes contra su raja, su clitoris frotaba la superficie de mi polla, sus pechos aprisionaban mi cara, nos miramos, - me voy – y yo.

La erupción de mi polla inundó todas sus entrañas, a al vez que sus espasmos delataban que su esencia fluía sobre mi sexo, el calor de nuestro acto nos hacía sudar, la furia de nuestras embestidas provocaban que el orgasmo se alargase, hastaq ue los dos caimos rendidos, uno sobre el otro, extasiados por el esfuerzo.

- Te echo de menos.
- Y yo.
- No quiero perderte.
- No me perderás.
- No volveré a fallarte.
- De ti depende.
- ¿Te has fijado? Lo hemos hecho como la primera vez, en el coche, nerviosos, exactamente igual.
- Me he dado cuenta.



Este es mi deseo.