- ¿Pero cómo pudiste…?
- No lo se, no valoré lo que representabas para mi y yo para ti, hasta ahora, te he hecho tanto daño, tanto…
- Me duele, me has roto el corazón, y eso no es fácil de curar.
- Me arrepiento, no puedo decir otra cosa, lo siento, lo siento, lo siento.
Sus labios callaron mi suplica, un beso caliente, de cariño, una mano sobre la mía, derramando el café que estaba tomando en el suelo del coche. Yo sólo pensaba, la he perdido, la he perdido. –Al menos eres sincero, reconociendo tu error.
No fui consciente de lo que ella representaba para mi, ni lo que yo era para ella, pese a los cientos de cartas de amor compartidas, hasta que no la perdí. El tiempo ha pasado, cada día tengo más claro lo que quiero, y lo que no quiero, en este caso, no quiero estar sin ella, a su lado me siento tan bien, tan especial, tan único, tan amado, y quizá por la libertad que ella me dio, que confundí con libertinaje, o porque no muestra sus celos con fuerza, quizá eso es lo que me falló en mi mente, en mi corazón.
No hacía más que darle vueltas, ssu labios besandome, como si fuera la primera y la última vez, sus manos ansiosas por acariciarme, su cuerpo pegado al mío, sintiendome.
Mordiendo su cuello, la eché atrás en el asiento del coche, y me dediqué a suplicarla con mis besos, mis caricias, rozando su piel desnuda de su escote, mientras sus manos apretaban mis nuca contra ella, mi lengua acariciaba cada pliegue entre sus pechos, mis manos no dejaban de acariciar sus mejillas, sus labios añorados, su cuello.
Poco a poco fue desabrochando mi camisa, metiendo sus manos en mi espalda, arañando con rabia, mientras mis manos desabrochaban su pantalón echándolo al suelo, y mi lengua jugaba en su ombligo, y bajando hasta su sexo, apartando el tanga, dejando ver su clitoris, su liso bello, dejando paso libre para mi boca.
Lamí como nunca habia hecho su campanilla, sin dejar de apretar sus pechos con mis manos, ni de acariciar sus mejillas. Introduje mi lengua en su interior, apreté sus nalgas contra mi cara, y comencé a escuchar sus gemidos, que ya hacía tanto tiempo que no escuchaba.
Me incorporé, poco a poco fui subiendo hacia ella, y cuando mi polla estaba ante su vagina, nos miramos a los ojos, y nos dijimos un te quiero sincero, apasionado, seguido de un beso intenso, y de mi penetración profunda.
Ella estaba preparada, mojada, aceptó mi entrada, y con sus brazos me apretó fuerte. Mis movimientos eran suaves, pero poco a poco ella tomó las riendas de mi, comenzó a marcar su ritmo, aquél que tan poco me hacía durar, y mantuve mi verga dura, firme en su interior, mirándo como su rostro iba cambiando, como una leve sonrisa aparecía en su boca, nos besamos, me dio la vuelta, y se sentó sobre mi, ahora ella mandaba, sus movimientos duros, bruscos, secos, fuertes, me hacían estremecer, mis huevos se apretaban fuertes contra su raja, su clitoris frotaba la superficie de mi polla, sus pechos aprisionaban mi cara, nos miramos, - me voy – y yo.
La erupción de mi polla inundó todas sus entrañas, a al vez que sus espasmos delataban que su esencia fluía sobre mi sexo, el calor de nuestro acto nos hacía sudar, la furia de nuestras embestidas provocaban que el orgasmo se alargase, hastaq ue los dos caimos rendidos, uno sobre el otro, extasiados por el esfuerzo.
- Te echo de menos.
- Y yo.
- No quiero perderte.
- No me perderás.
- No volveré a fallarte.
- De ti depende.
- ¿Te has fijado? Lo hemos hecho como la primera vez, en el coche, nerviosos, exactamente igual.
- Me he dado cuenta.
- No lo se, no valoré lo que representabas para mi y yo para ti, hasta ahora, te he hecho tanto daño, tanto…
- Me duele, me has roto el corazón, y eso no es fácil de curar.
- Me arrepiento, no puedo decir otra cosa, lo siento, lo siento, lo siento.
Sus labios callaron mi suplica, un beso caliente, de cariño, una mano sobre la mía, derramando el café que estaba tomando en el suelo del coche. Yo sólo pensaba, la he perdido, la he perdido. –Al menos eres sincero, reconociendo tu error.
No fui consciente de lo que ella representaba para mi, ni lo que yo era para ella, pese a los cientos de cartas de amor compartidas, hasta que no la perdí. El tiempo ha pasado, cada día tengo más claro lo que quiero, y lo que no quiero, en este caso, no quiero estar sin ella, a su lado me siento tan bien, tan especial, tan único, tan amado, y quizá por la libertad que ella me dio, que confundí con libertinaje, o porque no muestra sus celos con fuerza, quizá eso es lo que me falló en mi mente, en mi corazón.
No hacía más que darle vueltas, ssu labios besandome, como si fuera la primera y la última vez, sus manos ansiosas por acariciarme, su cuerpo pegado al mío, sintiendome.
Mordiendo su cuello, la eché atrás en el asiento del coche, y me dediqué a suplicarla con mis besos, mis caricias, rozando su piel desnuda de su escote, mientras sus manos apretaban mis nuca contra ella, mi lengua acariciaba cada pliegue entre sus pechos, mis manos no dejaban de acariciar sus mejillas, sus labios añorados, su cuello.
Poco a poco fue desabrochando mi camisa, metiendo sus manos en mi espalda, arañando con rabia, mientras mis manos desabrochaban su pantalón echándolo al suelo, y mi lengua jugaba en su ombligo, y bajando hasta su sexo, apartando el tanga, dejando ver su clitoris, su liso bello, dejando paso libre para mi boca.
Lamí como nunca habia hecho su campanilla, sin dejar de apretar sus pechos con mis manos, ni de acariciar sus mejillas. Introduje mi lengua en su interior, apreté sus nalgas contra mi cara, y comencé a escuchar sus gemidos, que ya hacía tanto tiempo que no escuchaba.
Me incorporé, poco a poco fui subiendo hacia ella, y cuando mi polla estaba ante su vagina, nos miramos a los ojos, y nos dijimos un te quiero sincero, apasionado, seguido de un beso intenso, y de mi penetración profunda.
Ella estaba preparada, mojada, aceptó mi entrada, y con sus brazos me apretó fuerte. Mis movimientos eran suaves, pero poco a poco ella tomó las riendas de mi, comenzó a marcar su ritmo, aquél que tan poco me hacía durar, y mantuve mi verga dura, firme en su interior, mirándo como su rostro iba cambiando, como una leve sonrisa aparecía en su boca, nos besamos, me dio la vuelta, y se sentó sobre mi, ahora ella mandaba, sus movimientos duros, bruscos, secos, fuertes, me hacían estremecer, mis huevos se apretaban fuertes contra su raja, su clitoris frotaba la superficie de mi polla, sus pechos aprisionaban mi cara, nos miramos, - me voy – y yo.
La erupción de mi polla inundó todas sus entrañas, a al vez que sus espasmos delataban que su esencia fluía sobre mi sexo, el calor de nuestro acto nos hacía sudar, la furia de nuestras embestidas provocaban que el orgasmo se alargase, hastaq ue los dos caimos rendidos, uno sobre el otro, extasiados por el esfuerzo.
- Te echo de menos.
- Y yo.
- No quiero perderte.
- No me perderás.
- No volveré a fallarte.
- De ti depende.
- ¿Te has fijado? Lo hemos hecho como la primera vez, en el coche, nerviosos, exactamente igual.
- Me he dado cuenta.
Este es mi deseo.
Valla parece un texto del felix rodriguez de la fuente, el buitre leonado atrapa su presa y como un loco se abalanza sobre ella hasta poseerla y llevársela a su nido. jejejejeej. GENIAL OJALA SE CUMPLA....
ResponderEliminarEl blog del National Geographic creo que está en otra dirección web... cachondo. Esto es un deseo, solo eso...
ResponderEliminarPrecioso, deseo de corazón jordi que se arregle todo, un bonito relato. Felicidades.
ResponderEliminarValla parece que los tios también lloran, me ha gustado, no se como os lo montáis yo no follo así, no encuentro tíos así.........
ResponderEliminarBesazos jordi
Querida NAtalia, para follar así, lo que hace falta no es un tío que te de, sino un coche grande!!!
ResponderEliminarQuerida natalia, aquí tu tigre de bengala, eres como un candelabro, esperando que la llenen de petroleo para incendiarse. Natalia no busques más yo soy tu hombre, te mandare un privado a tu perfil.
ResponderEliminarManolin
que cachondeo tenemos heee!..... no me hace falta ni coche grande , ni buitres leonados ni tigretones benagalies.
ResponderEliminarNAtalia, sabes que yo también tengo una vespa? podemos quedar algún día y hacer nuestro propio relato... en vespa....
ResponderEliminarquerido manolin, seguro que tienes los huevines pequeños y hablas con la boca llena de chuches, si no verías que soy mucha mujer para ti,
ResponderEliminarcon amor NATALIA
Amor natalia, tengo los guevines de plástico con tres pilas duracell, si encuentras mi boton te daré tal placer que no me dejaras jamas, además soy rosa como tu moto, hago juego a tu look.
ResponderEliminarmanolin
A CAGAR MANOLO
ResponderEliminarPero esto qué es? una pelea de gallitos? pero si estais hechos el uno para el otro!
ResponderEliminarManolín, debes respetar un poco más a las personas que escriben en este blog de relatos, Natalia es buena chica, no es tan dura como parece, tiene el corazón de algodón de azúcar, rosa, dulce, suave y pegajoso...
ya te vale jordi, soy una tia estupenda no pegajosa como, que te crees que soy una araña?.....haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa..... ale hasta mañana.
ResponderEliminarJajaja, Natalia, ya se que eres una tía estupenda, es más,me caes tan bien que me encantaría dar una vuelta contigo en vespa, te atreves? tengo una Vespa 200 Iris, seguro que te gusta montarte, o si prefieres, te monto yo...
ResponderEliminarnada que me violas, anda vete con manolin a recargarte las pilas. que falta os hace...
ResponderEliminarOsea, que asi me echas tu tela pegajosa...
ResponderEliminarBueno, a Manolín hace un par de años que lo conozco, es buena persona, pero con el tema sexual... está un poco salido.
ResponderEliminarPEro también le van las niñas pijas...
jajajajaja esta muy bien, esto que es, una novela a tre s bandas?
ResponderEliminarSolo desearos a los tres que cumplais vuestros deseos, en coche grande, pequeño, vespa o lo que se tercie.
Un besote
Encantadora Encantadora, es sólo un poco de coña, pero a que nos lo pasamos bien, eh??
ResponderEliminar