martes, 10 de febrero de 2009

La terraza

Entré en casa, una tras otra iba encontrando notas, haciendo que me desnudara, dejando prendas por toda ella, e imaginándome lo que podía venir después, pues me quedé corto.

Acabé saliendo a la terraza, en una noche espléndida de verano, la luna llena iluminaba su cuerpo semidesnudo sólo tapada con una camiseta de lycra y tirantes, apoyada en la barandilla, su culo ante mi, apetecible, y más después de tres días fuera de casa, aquella era la mejor bienvenida que jamás me podían brindar.

- Acércate.
- Si cariño, ¿dónde están los niños?
- Con tus padres, hasta mañana.
- Bien.
- Agáchate, y cómeme el coño.

Poco a poco fue abriendo sus piernas, dejándome ver sus oscura raja, y en el fondo el salón del vecino, con toda la familia cenando.

- Nos van a ver.
- ¿Y que? Ya me ha visto antes nuestro vecino, pues llevo un ratito aquí desnuda. Haz que me corra con tu boca, y luego fóllame por detrás, que se muera de envidia.

Acerqué mi boca, abriendo sus nalgas, lamiendo su coño, desde su raja hasta su culo, haciéndole un beso negro, mordisqueando su dulce y suave piel, acariciando sus piernas, y subiendo poco a poco hasta rozar su campanilla.

Pronto comenzó a gemir, y eso hizo que mi polla se pusiera un poco más dura, entonces noté como se iba poco a poco, noté como se mojaba mi mano y mi boca, me empapé bien y mojé mi nabo con sus fluidos.

Cuando noté que comenzaba a vibrar del gusto, me incorporé, presenté mi polla a su culo, y sujetándola de las caderas, mirando a lado y lado y al salón de mi vecino, empujé mi carne dentro de ella, suavemente primero, hasta notar su relajación, entonces a fondo, aprentando mis huevos en su raja. Levantó su espalda un poco, pero en seguida la hice agacharse de nuevo, la ensarté a fondo, una y otra vez, ferozmente, de las embestidas hice que sus tetas se salieran de la camiseta colgando por el exterior, gimiendo yo de gusto haciéndola ver lo poco que me faltaba para explotar, ella levantó sus tacones, abriendo un poco más su culo, y comenzó a pedir más y más. Yo ya no pude contenerme, no hacía más que pensar en el vecino que tal vez nos podía ver, y que alguna vez ya nos había espiado follando en el jardín. Entonces ella metió su mano entre las piernas, agarrándome los cojones, apretándolos contra su coño y su clítoris sin dejar apartarme de su culo.

- Ahora quieto.

Me quedé inmóvil, aguantando mi corrida, notando un dolor en mis huevos de esa retención, pues estaba justo a punto de reventar, entonces comenzé a sentir sus contracciones y dilataciones, como su ano hacía fuerza sobre mi sexo.

- Ahora si, lléname de ti.
Apretado fuertemente a su culo, me dejé llevar, estaba deseando ese permiso para correrme, y un manantial de leche inundó su ano, apenas me movía, sólo ella suavemente, sus gemidos se podían escuchar claramente, sus tetas colgaban apoyadas en la barandilla, y su mano seguía apretando mis huevos en su coño, hasta que me soltó, dejando caer su liquido sobre mis testículos.

Me eché atrás, me senté en la tumbona, y dejé que ella se acercara a mi para lamer mi rabo, mientras la acariciaba suavemente la melena.

- Te amo.
- Te deseo.



6 comentarios:

  1. Este es mejor que el otro, aún me gusta mucho más, felicidades.

    Floreta.sexy

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  2. Gracias Floreta, me gusta que me digas esas cosas. un abrazo. Jordi

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  3. Este me lo copio, para hacerlo el sábado jejejeje

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  4. Joder...como me ha puesto este relato, me gusta más que el anterior.

    macho eres increíble. rocky

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  5. Gracias a todos, lo importante para escribir un buen relato, es que alguien te genere la inspiración... Me encanta mi "inspiración"

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  6. mmmm esta rosi me suena:::::

    angel

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