lunes, 31 de agosto de 2009

Embarazada

Después de cederle mi asiento amablemente a aquella chica embarazada, me quedé de pie junto a ella, ella quiso “agradecerme” la acción con algo de conversación, la cual agradecí, pues no me gustaba viajar sólo en autobús, pero el golpe que tuve con el coche me obligaba a hacerlo durante una semana.

Me interesé por su embarazo, me explicó que estaba de casi 8 meses, que su pareja se había marchado por miedo a los compromisos, y que su familia la ayudaba, y que volvía a su casa, después de la visita con el ginecólogo.

Los movimientos del autobús hacían me su brazo rozara en mi cintura, a veces incluso notaba como rozaba mi sexo sin querer, el cual se endurecía, pese a que yo no deseaba que eso sucediera. Yo observaba ese bombo, esa barriga enorme que tapaba bajo un vestido ancho, observaba sus pechos bien venados, apretados entre si, llenos de leche materna, sus pezones endurecidos, su melena rubia y sus ojos verdosos, sus labios carnosos, podía ver sus rodillas y pantorrillas fuertes, tendría unos 35 años, como yo, pero mejor llevados.

Entonces la señora que estaba a su lado quiso levantarse, ella giró sus piernas hacia mi, y pude observar como su mirada se clavaba en mi paquete que delataba algo endurecido debajo, se le escapó una sonrisa, me invitó a sentarme a su lado.

En cuanto estuve sentado, acercó una mano y agarró la mía, la puso sobre su pierna, arremangando ligeramente la falda para que sintiera su piel suave, ella hizo lo propio con la suya, pero dejando su chaquetita sobre mi regazo para que no se la viera, acariciando mi paquete que deseaba salir de mi pantalón.

Le dije que estaba divorciado, que hacía tiempo que no me acostaba con una mujer, y que ella me estaba provocando sensaciones que creía olvidadas (nunca suelo mentir, pero ese día deseé hacerlo, pues deseaba que no me fallara ese encuentro). Ella me susurró al oído que desde que la dejaron preñada, no había probado a un hombre, y que quería que la hiciera recordar lo que es el sexo.

Apreté el botón de STOP, la cogí de la mano y nos apeamos del bus, conocía un hotel apenas a dos manzanas de allí:

- ¿me llevas a tu casa?
- No, he estado de viaje y está todo patas arriba, vamos a un hotel.
- Perfecto.

Entramos a la habitación, en el ascensor no me atreví a besarla pues su barriga me daba respeto, me limité a acariciar su mejilla, su cintura, mirarla a los ojos.
Entré en el baño y cuando salí ella estaba en el borde de la cama, sentada piernas entreabiertas, con el pelo recogido en una coleta, con un tirante caído del hombro, el escote sujeto por el pezón, y su mirada clavada en la mía, me acerqué a ella, me puse de rodillas sobre la cama, justo detrás de su espalda, acaricié su nuca, sus hombros apartando el otro tirante, despojándola suavemente de su vestido por encima de su cabeza.

- Me da vergüenza.
- El que….
Entonces lo vi, llevaba una faja-braga que sujetaba parte de su barriga, bastante fea, de color carne: - No me importa.

Sus pechos eran perfectos, grandes, con unos pezones muy duros, deseaba comérmelos, pero primero pasé mis brazos bajo los suyos, agarrando sus tetas en mis manos, excitando sus pezones humedecidos con mis dedos, acariciando su bombo suavemente, sabiendo entre sus pechos hasta rozar sus labios, girando su cara, besándola, sintiendo como poco a poco se iba acelerando nuestra respiración, la dejé caer atrás, sin dejar de besarla, mientras sus manos me despojaban de mi camisa, desabrochaban mi pantalón, mordí sus pezones, me entretuve entre sus tetas, ella gemía sólo con mi lengua, volvía a su cuello, a sus labios, entonces me incorporé, me quedé desnudo, y apoyé mi sexo en su cara, lamía mis testículos, mordisqueaba mi polla embravecida, masajeaba mi sexo.

Bajé, le quité la faja, metí mi cabeza entre sus piernas abiertas, las apoyé sobre mi espalda como si estuviera de parto, pasando mi lengua entre sus labios vaginales, chupando su clítoris mientras ella lo abría con sus manos, lamiendo su humedad, mordisqueando su ingle, acariciando su culo, su cintura, su barriga, y ella, seguía gimiendo. Se incorporó, se puso a cuatro patas ofreciéndome su culo, el cual acaricié, mientras cogía mi polla, y la penetraba suavemente. Su coño estaba apretado, mucho, más de lo normal, me costaba entrar, pero al estar tan mojado en seguida cedió, comencé a embestirla, y en unos segundos mi amiga se corrió, mojando mi sexo.

- Te he mentido, estoy casado.
- No importa, yo también, mi marido me espera en casa, pero no sabe follarme, dura segundos, dice que debo ser ninfómana.
- Pues a mi me encanta.

Saqué mi polla, la puse de lado, y abrazándola la penetré desde atrás, acariciando sus pechos, la giré y puse encima mío, mirando al techo los dos, sus piernas abierta, ahora ella movía sus caderas con mi polla entre sus piernas, mi mano masajeaba acelerada su clítoris, y su mano clavaba las uñas en mi cintura, mordía su cuello, y cada vez su culo se aceleraba más, levanté mi cadera y la penetré más, mucho más, gimió, un grito se le escapó, y exploté, me corrí en su interior, inundé su precioso coñito sin dejar de moverme, ella llevó su mano sobre sus coño y acompañó la mía en al paja que le estaba haciendo, aceleró sus vibraciones y de repente descargó sintiendo su calor en mi carne.

Así nos quedamos un rato, simplemente caídos uno al lado del otro, disfrutando de esta, mi fantasía hecha realidad.





Amo la madurez de la persona, me hace disfrutar en el sexo mucho más que un cuerpo "perfecto", y tu, que me lees, me hiciste y me haces disfrutar como jamás nadie lo consiguió, sigue ilusionando mi alma, para seguir perdiendo el norte por ti.

lunes, 24 de agosto de 2009

ATADA

Fue un encuentro buscado, sabía que ella solía parar a almorzar en aquella masía, y sabía que aquél día ella también salía en moto, yo le dije que no podía salir, por compromisos con mi familia, pero el deseo de verla pudo más, como siempre, mucho más.

Aquél sábado, dije a la familia que debía pasar por la oficina, a recoger una documentación importante, así que me puse mis tejanos, la chaqueta de cuero, y monté en mi moto.

Fui directo al lugar donde solía parar, y llegué justo cuando ella marchaba con su moto, tuve suerte, la vi partir. Entonces me puse tras ella, hasta que la alcancé y la adelanté, le hice señas y paramos en un camino.

- ¿Qué haces aquí?
- El deseo de verte.
- ¿Y ahora qué?
- Ahora me acompañarás.

Cogí las llaves de las motos y me las metí en el bolsillo, la cogí de la mano conduciendola tras de mi, hacia unos árboles que daba cobijo de la carretera, la apoyé en uno, y la besé, la besé profundamente, sujentadola del cuello, de la nuca, apartando su preciosa melena rubia, mordisqueando su lengua, sonriendo, sintiéndola.

Desabroché la cremallera del mono de cuero, dejando caer la parte superior, pudiendo observar sus pechos bajo la lycra de su camiseta de tirantes, sus pezones marcaban la tela, mientras mis manos acariciaban suavemente, y mis ojos no dejaban de observarla, cogí el pañuelo que llevo y le tapé los ojos, se resistía, pero era parte del juego, le di la vuelta y le susurré al oído que confiara en mi.

Saqué unas esposas que compre esa misma semana, para nuestros juegos hoteleros, rodeé el tronco del árbol con sus manos, y antes de que se diera cuenta, la esposé a él.

Comenzó a reir, ya preguntar qué hacía, no quise responder, y me limité a hacerla gozar, y gozar yo de la escena.

Acabé de bajar su mono de cuero, despojándola por completo de él, dejándola simplemente con un tanga rosa y la camiseta de tirantes, me quité mi chaqueta, quedándome con los tejanos y una camiseta blanca, me agaché tras ella, acariciando su piel con la yema de mis dedos, pasandopor cada centímetro de sus piernas, rozando cada rincon de su ser, las nalgas, las caderas, las rodillas, subiendo por su barriga, bajo la camiseta hasta acariciar sus pechos mientras con otra mano subía por su espalda, tirando de su cabello para besar su cuello, su nuca, su garganta.

Ella seguía preguntandome, pero yo no contestaba, desabroche mi pantalón, sacando mi sexo erecto, rozandolo en su pierna, mojando con mis primeras gotas de excitación su piel, metiendolo entre el tanga y su culo, pero sin penetrarla, pasando mi dedo por la punta y dándole a probar mi esencia.

Saqué un juguete nuevo que también compré, era un vibrador pequeñito, un clitoriano, grueso, rugoso, con cabeza redonda, abrí bien sus piernas y comencé a lamerla, puse en marcha el juguete, mientras mi lengua lamía su ano, su raja, su culo en pompa, el juguete nuevo se frotaba con rápida vibración en los labios de su vagina, poco a poco lo introducía en su humedad, para sacarlo bien lubricado y buscar ahora su campanilla.

Con mis dedos abría sus labios, localizaba el clítoris y frotaba el nuevo vibrador por él, escuchaba sus gemidos, sus palabras, sus insultos, mientras se le caía el pañuelo de los ojos, y apoyaba su cabeza en el árbol.

Movía su culo como una perra en celo, y mi mente me hacia desear penetrarla, pero quería conseguir su orgasmo, deseaba beberme sus fluidos, para más tarde inundarla con mi leche.

Encontré ese punto que la vuelve loca, que hacía que sus gemidos pasaran a ser gritos, localicé ese lugar que provocaba en instantes su corrida, y me concetré en él, frota´ndolo en círculos, sin dejar de morder sus nalgas, de lameer su raja, de meter mis dedos en ella hasta que entonces llegó, su culo se levantó en alto, sus piernas se abrieron al máximo, semi dobladas, su coño se movía al son del vibrador, aparté mi boca, y me acerqué a su coño, cuando comenzaba a gotear su esencia por mis dedos, bastante líquida, parecida la semen, blanca, olía a ella, a placer, a sexo.

Lamí cada gota que de ella emanó, manteniendo mi mano sobre su clitoris, sin dejar de masajearlo. Poco a poco fui incorporándome haciendole palpar mi rabo entre sus nalgas:
- ahora no Jordi, déjame descansar.
- No puedo estoy a punto de estallar, y tu harás lo que yo diga.

Observaba su figura, su cintura, sus pechos colgando erizadísimos bajo su camiseta aremangada, su culo enrojecido, abrí sus nalgas con mis manos, acerqué mi polla a su coño, la introduje poco a poco, y fui entrando y saliendo, la aparté, la presenté a su ano, y comencé a empujar:

- No, ahora no
- Hoy eres mía.
- Cabrón.

Le tapé la boca,y seguí empujando hasta sodomizarla con mi tranca, metí mi mano entre sus piernas, y seguí masturbandola, con la intención de volviera a correrse junto a mi.

Notaba como mi sexo se endurecía, y como ella dejó de resistirse, para abrir más aún su culo, ese polvo me estaba poniendo a mil, sin dejar de follarla desaté sus manos, que ella dirigió a mi sexo, agarrándolo fuerte y apartándome, me hizo sentarme y ella se puso en cuclillas sobre mi, ahora me folló ella.

Su coño estaba mojadísimo y quemaba al roce de mi piel, mis manos acariciaban sus pechos, mientras que las suyas apretaban mis huevos y rozaban mi ano, cómo sabe que eso me excita, hasta que no pude más, la agarré del pelo tirándola a mi, sujeté su nuca y la besé mientras le dije que me iba. Apretó sus piernas, me cogió de la cabeza y nos besamos sin dejar de movernos mientras la inundaba de mi esperma abundante y caliente. Nos quedamos inmóviles, con ligeros movimientos de nuestros sexos, acabando de exprimirnos.

Al rato, bajó su mano, la introdujo entre los dos, y sacó sus dedos mojados dándomelos a probar, sellando mi boca con un beso.

Nos vestimos, y nos fuimos a tomar un café y asearnos a una bar, porque yo, tenía comida familiar....
Mi intención era dominarla y someterla, pero me dió la sensación de que al final ella pudo conmigo...

jueves, 13 de agosto de 2009

A solas, en mi ducha

Abro el agua mientras me desnudo, entro en la ducha, y me pongo bajo el chorro, cierro los ojos e imagino… comienzo a recordar tu escrito sobre el agua caliente, subo la temperatura, sigo recordando a la vez que imágenes de nuestros encuentros en el hotel vienen a mi mente, recuerdo ver caer el agua caliente por tus pechos, endureciéndose rápidamente, recuerdo tus ojos cerrados, el fluir del agua por tu cara, tu pelo, tus labios, tu sexo.

Me apoyo en la pared, sigo con mis ojos cerrados, abro la boca y saboreo el agua, subo un poco más la temperatura hasta encontrar aquél punto que me excita, que me recuerda a ti. Te siento cercana, te siento allí, como tus manos acarician mi mejilla, mi cuello, mi pecho, bajando por mi cintura hasta coger mi culo y acercarme a ti uniendo nuestros sexos, sueño como tus labios atrapan los míos bajo el agua, cómo tu lengua busca la mía, mordisqueándome, buscando mi cuello, bajando por mi pecho hasta sentirte en mi sexo erecto, sueño con tu boca engulléndome en la ducha, sueño con tenerte agachada ante mi. Sueño, en mi soledad.

Mi mano me masturba, imaginando que es tu boca, mordisqueo mi labio inferior, gimo. El agua me tapa los oídos, ahora estamos tu y yo solos en este sueño, noto mi polla dura, como si tu la apretaras, acelero mi paja.

La posición no me es cómoda, me agacho en cuclillas, apoyando una rodilla en el suelo, ahora mi sexo está durísimo, e imagino que te das la vuelta en la ducha, que te apoyas en la pared, una pierna sobre el borde, tu sexo abierto, los labios sobreexcitados inflamados, goteando tus fluidos. Acerco mi tranca, te penetro en mi sueño, - mi mano se acelera buscando el orgasmo privado.

Imagino sujetar tus caderas, imagino tus ojos cerrados, tu mano entre tus piernas acariciándote el clítoris para llegar antes al orgasmo, junto a mi.

Susurro para mi palabras tuyas, expreso mi inflamación, cómo mis testículos se apretan, cómo se hincha mi polla para estallar, susurro que ya llega, cierro los ojos más fuerte, apoyo mi mano en la ducha, acelero al máximo mi paja visualizando tu espalda, tu cintura, tu sexo abierto para mi, visualizo la escena que llena mi sueño.

No puedo más, el orgasmo llega, estoy a punto de estallar, te imagino desvanecer ante mi, imagino tus contracciones, tu ardor vaginal sobre mi sexo, imagino que te corres, ya no aguanto:

Digo tu nombre, y me voy sin dejar de menearla, exprimiendome hasta la última gota, dejándolo todo de mi, en este, mi sueño.




jueves, 6 de agosto de 2009

La discusión

Antes de las vacaciones decidimos tener un encuentro de despedida, pues ivan a ser muchos días sin vernos, y sin apena hablar.

Durante la cena tuvimos pequeñas discrepacias por sucesos recientes, y una llamada inadecuada de una amiga. Subimos a la habitación, en el ascensor apenas nos miramos, mi mano la sujetaba por la espalda, no intercambiamos palabras, simplemente, dejamos que el tiempo pasara como esperando a que el otro diera un primer paso.

Le abrí la puerta, se sentó enla cama, mientras yo iba al baño. Escuché como encendía la tv, ya me esperaba una velada de discusión y aburrida.
Entré de nuevo en la habitación, y allí estaba ella, apoyada en el sillón, una pierna al suelo, y la otra de rodilla en el asiento, se arremangaba con una mano la falda de su vestido negro, sus piernas bien estiradas por los tacones de vértigo que calzaba, su culo marcado, sus pechos prietos en su escote y sus hombros descubiertos al caerse los tirantes.

- Me vas a follar o tengo que hacerlo sola.
- Así se piden las cosas?
- Jordi, me vas a follar, POR FAVOR???

Me acerqué a ella, arrastré la cama hasta el sillón, me senté en la esquina y con mis manos levanté su falda, metí mis dedos entre su tanga y su piel, y lo aparté a un lado, acerqué mi boca y comencé a mordisquear sus nalgas, marcando mis dientes en cada mordisco, por si a alguien se le ocurría acercarse a su culo, para que supiera que era mía.

Abrí su culo con mis manos, observando su ano, y el comienzo de su raja, acerqué mi lengua lamiendo su agujero, deslizándola arriba y abajo, desde su espalda hasta su coño, mientras me sacaba la polla y comenzaba a masturbarme.

Bajé la cremallera de su vestido y lo dejé caer al suelo, sus tetas colgaban, puesto que iba, como casi siempre, sin sujetador, acaricié su cintura sin dejar de lamerla, bajé mi mano por delante hasta su clítoris, tocándolo suavecito, mientras poco a poco me iba incorporando.

Me levanté, acercando mi nabo por detrás, agarré su mano y la acompañé hasta agarrármela, comenzó a pajearme, mientras yo metía todos mis dedos en su vagina, mientras rozaba su campanilla. Metí mis dedos como si fueran mi polla incontrolada, de vez en cuando sacaba uno empapado de sus fluidos y lo introducia en su culo relajado.

Cuando me sentí mojado, presenté mi sexo a su trasero, rocé con mi capullo los pliegues de su coño, suví mis manos por su espalda suavemente hasta sus hombros, acariciando su pelo, su cuello, bajando hasta sus pechos erizados, la penetraba suvemente, sin llegar hasta su fondo:

- ¿Jordi, así me vas a follar?
- Cállate niña.

Saqué mi polla bien lubricada por nuestros fluidos, y sin darle tiempo a reaccionar la enculé, un grito se escapó de su boca, e inmediatamente la tapé, sujeté su melena, y comencé a enartarla a fondo, golpeando mis huevos en los labios de su coño, tenía en la cabeza las palabras que me había dicho enfadada, mientras discutíamos en la cena, y luego su pitorreo al decirme si la follaba o no.

- ¿Te gusta así?
- Si no lo sabes hacer mejor.

Ese comentario me cabreó enormemente, así que cogí una toalla, la pase por su vientre, la sujeté fuertemente con mis manos, y comencé a bombearla, a follármela hasta el fondo, a ensartarla con la fuerza de mis brazos, le hice subir otra pierna, ahora estaba rrodillada sobre el sillón, apoyando sus tetas en el respaldo, bien abierta para mi, sin ofrecer ninguna resistencia a la violación que la estaba sometiendo.

La saqué y se la metí en su precioso coñito, estaba empapadísima, super mojada, se había corrido. Me dejé caer atrás, volví a sentarme sobre la cama dejándola encima mío, viendo como su coño engullía mi carne, ella, apoyada en sus rodillas, subía y bajaba, me dejé llevar por su ritmo, me dejé llevar hasta que no pude más, y la avisé de mi inminente orgasmo.

La sacó, se arrodilló entre mis piernas, agarró mi polla a punto de estallar y se la metió en la boca, comenzó a mamarmela ferozmente, entraba hasta su garganta y la sacaba, me miraba a lso ojos, sonriendo y diciendome guarradas, diciendome que me corriera sobre ssu tetas, que salpicara su cara, que llenara su boca de mi fluido.

Esas palabras me excitaban mucho, me estaba provocando un orgasmo de campeonato:
- amor, ya me voy
- Dulce, sabes dulce.

Siguió chupando, ahora además absorvía lo que de mi manaba, y me fui, estallé en su boca, sus ojos cerrados y su acelerado ir y venir me exprimía, me estaba dejando seco, una cantidad inigualable de semen llenaba su garganta, sonreía, gemía, y mamaba.

Me desvanecí, cerré mis ojos sintiendo como rebañaba mi sexo, como recogía con su lengua cada gota de mi que todavía salí en pequeños espasmos.

Fue subiendo, la cogió, abrió sus piernas sobre mi y se la metió, se acurrucó en mi pecho, y me besó, dándome a probar mi propio néctar.

Se adormeció sobre mi, al rato recuperó fuerzas y volvió a ser la dominadora de armas tomar que siempre a sido…

Me encantas, me encanta discutir contigo, si acabamos de este modo, un beso amor, disfruta las vacaciones.



martes, 4 de agosto de 2009

Andorra, bajo la lluvia

Aparqué el coche y la dejé mirando tiendas, tenía que recoger un encargo, quedamos en la calle principal, cerca de una perfumería, el día estaba muy oscuro, nublado y fresco, el viento hacía desapetecible el paseo por lo que poca gente andaba por allí.

La vi llegar, se había cambiado de ropa, ahora llevaba, aparte de sus zapatos de tacón alto, vestido blanco y negro de una pieza con falda al vuelo, melena suelta, y su bolso a juego, y una gran sonrisa iluminaba su rostro.

Sin mediar palabra nos besamos, sus labios me supieron a gloria, tan deseados, tan soñados, su forma de besarme tenía embelesado, moviendo la lengua junto a la mía, acariciando mis labios, mientras los míos buscaban su cuello. Habíamos venido en el coche y simplemente nos habíamos mirado, sonreímos, nos acariciámos las manos, las piernas, y poco más.

Mis manos la sujetaban firmemente de la cintura, no deseaba que se apartara, quería sentir sus firmes pechos sobre el mío, su cuerpo calentar mi cuerpo.

Comenzó a llover, así que caminamos aceleradamente buscando algún refugio, en una calle oscura, vacía de gente. Al girar la esquina de un portal me sujetó de la mano, se apoyó en la pared, y cogiéndome del cuello me besó nuevamente, cada nuevo beso era intenso, único, especial, sus manos no permitían mi cabeza apartarse, yo apoyaba las mías en la pared, frenandola. El agua caía a borbotones por nuestros rostros, por nuestra piel. Bajé mis labios por su cuello, llegando al escote, la aparté de la poca luz que había y la escondí en las sombras, desabroché con mis dientes su escote, dejando ver uno de sus pechos, lamí el pezón, lo mordisqueé, lo acaricié con mi lengua, lo ericé con mis intenciones.

Ella seguía sujetando mi cabeza, llevándome hacia donde era su deseo, me agachó, abrió las piernas poniendo una sobre mi hombro, y me ofreció su sexo despejado, sin ropa interior, ni pelo, sólo con las gotas de lluvia que lo salpicaban.

Lamí su rincón, primero sus ingles, acercándome poco a poco a su clítoris, deslizando mi mano por sus nalgas, apretandolas hacia mi, levantando su pelvis levemente para poder penetrarla con mi lengua. Masturbándola a la vez con mis dedos que ya habían conseguido dilatarla, jugué son los pliegues que pretegen su campanilla, jugué con su placer, en mi boca.

Me incorporé apretando mi sexo en los pantalones, bajé mi bragueta sacando mi pene, mientras su mano lo buscaba con desesperación. Sujeté su pierna en mi costado, y acerqué mi sexo sin dejar de comer su boca, su cuello. Metió su mano entre nuestros cuerpos dirigiendo mi polla hacia su objetivo, y cuando me tuvo en la entrada, apretó con su pierna. Haciendo fuerza dirigió mis embestidas, empalándola entre mi nardo y la pared, clavándo mis manos en sus caderas.

Mi orgasmo era inminente, no era capaz de controlarlo, asi que me aparté de ella, me fui contra la otra pared, ella sonrió, me agachó poniéndome en cuclillas, puso una pierna a cada lado y se sentó sobre mi, volviendo a dirigir mi capullo hacia su vagina.

Ella, fácilmente, subía y bajaba su cuerpo, yo entraba y salía de su ser, pero no podía aguantar esa posición, me puse de rodillas (creo que pensó que me iba a declarar en matrimonio, porque le cambió la cara), pero ahora apoyada bien, sí podía dirigirla, puso sus panos contra la otra pared, haciendo más fuerza, provocando que alcanzase el fondo de sus entrañas, ahora si sentía como sus fluidos empapaban mi ser, cómo mi semen invadía su alma, exploté intensamente, apretándola de las caderas, moviéndola rítmicamente, susurrándo sentimientos que no le había expresado jamás, haciéndola sentir, nuevamente, única para mi.