domingo, 31 de mayo de 2009

Maite, el desquite

Maite, vaya hembra.

Pelirroja, de unos 35 años, con unos labios carnosos dignos de una gran mamada, físicamente muy normalita, delgada, pechos pequeños y una mirada profunda de esos ojos color miel. Es la dependienta de mi gasolinera habitual, con la cual intercambio algunas palabras al repostar, siempre que salgo en moto desde hace un par de años, acabo allí, dejándola nuevamente con el depósito lleno.

Ayer reposté nuevamente, sobre las 14h, después de toda la mañana de curvas, a la hora de pagar, me dijo algo de mi cara, de que me veía raro, comenzamos a hablar y le expliqué que había tenido una experincia un tanto extraña, me dijo, que si quería charlar, que plegaba en minutos. La esperé.

Ven, ¿nos tomamos algo? Eso hicimos, en un bar al lado de la gasolinera, allí le expliqué por encima lo sucedido en sitges, ella le quitó importancia, me dijo que eso era sólo una experiencia, como cualquier encuentro furtivo con una mujer, se llega hasta donde uno quiere. Me dio pie a una insinuación, rozando su mano con la mía. No la apartó y mantuvo su mirada fija en la mía.

- ¿Porqué no me acompañas?
- ¿a Dónde?
- A mi casa, vivo a una manzana de aquí.
- Me encantaría.

Pagué, y salí del local tras ella.

Entramos en el portal, picó al ascensor, mi mirada se iba de vez en cuando a su trasero, bien formado, marcado por la costura de sus bragas.

Abrió la puerta, entré yo, luego ella cerró, y nos miramos en el espejo, sonreimos, me giré y me acerqué a ella.

Apoyé mi mano contra la pared, le dije:
-¿Así que un encuentro furtivo no tiene importancia?
- La que tu quieras darle.

Me besó justo en el instante en que llegamos a su planta.

Cerré la puerta tras de mi, entonces Maite se giró con su blusa desabrochada ya hasta la cintura, me eché sobre ella, contra la pared, la besé mientras bajaba mis manos arrancándole los pantalones, para después dejar caer sus bragas, echó atrás la chaqueta de mi mono, subiendome la camiseta, para mordisquear mi pecho con sus preciosos labios.
Me quité yo también mis pantalones, dejándole ver mi cipote empalmado, se agachó, agarró mi tranca y sentí como sus carnosos y deseados labios envolvían mi sexo, sentí como su lengua jugueteaba con mi glande, con el agujerito de mi nabo, sentí como movía ferozmente mi carne dentor y fuera suyo, llegandome hasta los huevos, me estaba poniendo a cien esa mamada.

Se incorporó, se acercó a mi, y susurrándome al oído me dijo:
- No tiene importancia, y tu no eres gay, fóllame.

Subió una pierna sobre mi, cogí la otra, y le ensarté contra la pared de su recibidor, sus gemidos eran suaves, sus uñas, colgada de mi cuello, se clavaban en mi nuca a cada embestida, sus pequeños pechos delataban la excitación en sus enormes pezones.

Sujeta a mi, la llevé piso adentro. En el salón la eché sobre el sofá, estuvimos un rato follando suavecito, ella bajo mío, sintiendo la entrada y salida de mi sexo, concentrado en el sonido de nuestros fluidos mezclados, besándonos, sonriéndonos, como si aquella no fuera la primera vez.

Subí sus blancas piernas, juntándolas, estiradas apoyadas en mi pecho, aprisionando mi polla en su coño cerrado, sintiendo esa presión la follé profundamente, sus ojos se cerraban al notar como llegaba al fondo de su ser, la puse de lado y la penetré más profundamente todavía, le di la vuelta, la puse a cuatro patas con sus manos apoyadas en el respaldo y sus rodillas en el asiento, yo de pié la sujetaba desde atrás, llegando hasta sus entrañas, cogiendola de su pelo rizado, sometiéndola a mi placer, escuchando sus gemidos al penetrarla.

Mis movimientos la hicieron sentir que mi corrida era inminente, entonces me apartó, se sentó en el sofá cogiendomela y metiéndosela completamente en la boca, hasta tocar mis huevos en su barbilla, sin dejar de mirarme me la meneaba a la vez que succionaba, sentía como mi semen llenaba mis huevos, sentía como mi corrida estaba a punto de llenarle la garganta, ella también lo notó, aceleró el ritmo hasta sentir el calor de mi esencia llenar cada rincón de su boca, sonreía a la vez que tragaba, sacaba mi polla pasando su lengua por cada rincón, relamiendo hasta la última gota de mi abundante esperma.

Acabó pasándose el dedo por sus labios recogiendo mis restos en ellos, y chupándoselo con una mirada de niña mala, su piel blanca y sus pecas en la cara me hicieron besarla sintiendo en ella mi sabor.

Me encantó ese polvazo, marché a casa, pues mi mujer me esperaba a comer, pero os aseguro que seguiré llenando el depósito en esa gasolinera…

jueves, 28 de mayo de 2009

Paseo por la otra acera

Anoche sali con mi hermano y nuestras mujeres a celebrar la Champions por Sitges, pues entrar a barcelona era imposible, después de 2 horas de bares, y con un pedal considerable, acabamos en el Organic Club, mi hermano y yo hicimos el burro, haciendonos pasar por pareja gay, y nuestras mujeres igual.

Al rato de estar allí, y de “disfrutar” de los tocamientos “involuntarios” de los chicos que por allí bailaban, me entraron ganas de ir al baño, en el camino a éste, un montón de parejas gays besándose, alguna chica, pero la mayoría chicos. Temía loque me podía encontrar en el WC, pero con el alcohol que llevaba encima, y las ganas de mear, lo mejor era entrar al baño.

Un montón de tíos haciendo cola, algunos mirándose descaradamente a los genitales, otros contra la pared, besándose, en eso se abrió un WC, y me metí, me bajé la bragueta, desabroché el pantalón, y apoyé mi mano contra la pared. La musica retumbaba en mi cabeza, todo me daba vueltas, y perdí un poco la noción del tiempo.

Entonces noté una mano que me acariciaba la polla, recuerdo que me puse a sonreir, imaginando que podía ser algún tío del wc, pero esperando que fuera mi mujer o alguna de las tías que en la puerta del wc se lo montaban.

Puse mi mano sobre la otra que me estaba tocando,¡era una mano de hombre! Me giré, y allí, ante mi había un macho joven, ojos azules, y pelo liso, pecho depilado, sólo con sus tejanos y un chaleco, sin soltar mi polla se acercó a besarme, lo rehusé, pero no me aparté, dejé que su mano siguiera, me empujó contra la pared, besó mi cuello, sin dejar de tocarme, metió su mano bajo mi camisa desabrochándola, y bajó hasta mis rodillas los pantalones y mis boxers.

En mi cabeza algo me decía que parara, pero mi cuerpo no reaccionaba, y la verdad, me estaba dando placer sentir su mano, me apetecía correrme, y ese tío me tocaba bien, entonces se agachó y se la metió en la boca, su lengua lamía mi glande, luego el tronco, cogiéndomela de lado, clavando sus dientes mientras me miraba y se reía, con otra mano se había desabrochado y se estaba masturbando.

Cerré mis ojos, eché mi cabeza atrás contra la pared, y le dejé hacer, se metía mis huevos en su boca, chupándolos con su lengua, metió su mano entre mis piernas, acariciandome el ano, eso me gustaba, yo suelo acariciarme al masturbarme, me da más placer, y me estaba poniendo a punto de caramelo.

Se levantó, se bajó los pantalones y se dio la vuelta, agarrando mi polla y poniéndola entre sus piernas, con la cogorcia dejé que fuera haciendo, yo deseaba correrme, sentí sus huevos contra mi capullo, me apoyé en él y metí mi mano instintivamente buscando un clítoris, pero encontrando una tranca mucho más grande y dura que la mía, me puse a reir.

La apreté fuerte, queriendo hacerle daño, por la rabia de la situación, y comencé a masturbarle, mientras su culo se apretaba contra mi, entonces gimió, y se corrió contra la pared. Me despejé un poco, le aparté de mi, y me dijo: - ¿No te marcharás cargado, no? Déjame vaciarte.

Volvió a agacharse, me agarró la polla, y me pegó una mamada de escándalo, chupando, estrujandome los huevos, acariciando mi ano, y cuando notó que mi polla se hinchaba para correrme, me metió el dedo en el culo, abrí ligeramente mis piernas, y comencé a emanar mi semen dentro de su boca, ese tío chupaba, tragaba no dejaba ni gota, gemía, cogiéndose a mi cadera y manteniendo su dedo ligeramente introducido en mi culo.

Exploté sujetando su cabeza y manteniendola bien metida en su garganta.

Enseguida me subí los pantalones, salí del baño, me fui con mi pareja y mi hermano que esperaban en la puerta, y marchamos.

No me arrepiento de lo que hice, aunque lo de notar sus huevos contra mi capullo no me gustó nada. Parte de lo sucedido no lo recuerdo, y creo que fue así, pero prefiero no intentar recordar más, de momento el culo no me escuece, por lo que imagino que no me penetró.

lunes, 25 de mayo de 2009

El Despertar




Así lo llamo, he pasado mal fin de semana y mala noche, pensando, meditando, valorando la situación, y he tomado una decisión:


No soy hombre de una sola mujer, y no hablo de mi esposa, sino en general, no puedo garantizar la fidelidad a quien esté a mi lado, pues la carne es débil, yo soy débil, y tal como dicen, si la sangre se concentra abajo... arriba no riega!!!



Lo he vuelto a hacer.




Así que... harto de andarte detrás, durante una temporada, no lo haré, pero si algo se me antoja, lo tomaré. Tengo intención de ser ese chico malo que tanto os gusta, y paso de ser el romantico y cariñoso LosRelatos, eso lo guardo para el futuro, pero no para este presente.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Su cumpleaños

Fue para su cumpleaños, en julio, quise regalarle una velada especial…

La pasé a recoger por casa de su prima, en barcelona, donde ella pasaba unos días de playa. Acababa de estrenar mi nuevo BMW Cabrio, y yo vestía con traje, camisa blanca cuello sin botones y sin corbata, y ramo de rosas en mano, sabía que la iba a impresionar. Así fue, cuando me vio se llevó al mano a la boca.

- Precioso, preciosos.

La besé apasionadamente.

- Te dije que hoy habría sorpresas.

Salimos en dirección al maresme, por la autopista puse mi mano sobre su pierna, bajo la falda de su vestido negro, ella no dijo nada, y la fui acariciando, rozando suavemente la costura de su tanga, ella abrió suavemente sus piernas, y me limité a rozar su clítoris con mi dedo meñique por encima de la ropa.

Ella me miraba, mordiéndose el dedo, acercaba su mano a mi paquete, pero yo se la apartaba: -Ahora no, luego.
El no dirigir la situación la enrabiaba, pero la tenía tal y como yo deseaba, caliente.

Estaba a punto de anochecer, aparcamos en la playa, justo delante del chiringuito donde deseaba llevarla, allí, mientras cenábamos unos sandwich, disfrutamos de la puesta de sol, de los colores rojizos del cielo, de la suave melodía de las olas del mediterráneo, disfrutamos de nuestra primera cita para cenar, a la luz de las estrellas.

A mi me daba un nosequé cogerla de la mano, pues yo estoy casado, y siempre temo el que alguien nos vea, pero ese día no quería privarla de aquéllo, deseaba sentir su piel. El juego de miradas, sonrisas, roces pícaros de nuestros pies, sus pezones marcados sin sujetador sobre su escote, la conversación amena sobre temas que jamás habíamos hablado, eso me hizo sentir algo especial, diferente, algo que quería repetir en el futuro.

Paseamos un rato por la playa, comentando la velada, lo raro de la situación, elq ue en un año sólo nos habíamos visto para encuentros sexuales, nos cogimos fuertemente.

Al llegar al final del paseo nos besamos nuevamente, pero ahora le hice notar mi excitación, nuestras lenguas se amaron largamente, nuestra respiración se aceleraba, nuestras manos no tenían piel suficiente para sentir.



Las mías se metían bajo su falda, tocando sus nalgas suaves y firmes, mientras que ella, colgada de mi cuello se entretenía con mis labios, entonces bajó una mano, la metió dentro de mi pantalón, y me susurró al oído:

- Mira Jordi, como hoy no me folles, me busco a quien lo haga.

Sin mediar palabra, me di media vuelta, la cogí de la mano, y nos dirigimos hacia el coche. Montamos, salimos, y busqué el primer rincón que encontré oscuro y un poco retirado, tocando a la autopista.
Paré el motor, me levanté, abrí su puerta, la hice salir, la senté sobre el capó, y la volví a besar, esta vez su mano desabrochó mi pantalón, sacando mi dura polla, y mientras me masajeaba y me apretaba con sus piernas contra ella, la otra mano apartó el tanga, dejando vía libre a mi penetración.

La ensarté, se echó atrás contra el cristal, subí mi pierna y la aprisioné, suavemente (por no rallar el coche), me movía sobre ella, sintiendo como estaba de mojada:

- Ya no podía más Jordi!

Me aparté de ella, la bajé, le di la vuelta, y la encoñé desde atrás, subiendo su vestido, acariciando sus pechos, y cuando sentí que me venía, paré, entré en el coche echando atrás su asiento, me senté: -Ven aquí.

Arrodillada en el suelo me lamía la polla, su lengua iba y venía por mi piel, sin dejar ni un solo milímetro por recorrer, sus dedos jugaban con mis huevos, rozando mi ano, su boca succionaba ferozmente, y me sintió llegar, entonces me apretó con fuerza, -Shhh, quieto, relájate, no te corras, espérame.

Se levantó, se arremangó el vestido, quitándose el tanga, puso un pié sobre el apoyabrazos, el otro lo mantuvo en el suelo, con una mano agarró mi polla, y se la introdujo, directa hasta el fondo.

Sus ojos estaban fijos sobre los míos, su ritmo se aceleraba, sus manos clavadas cobre mis hombros, yo la sujetaba, la traje hacia mi, la penetré profundamente, hice que toda mi carne se habriera paso llegando a sus entañas, hice que sintiera cómo mi verga se hinchaba para explotar en instantes.

- Ahora si Jordi, córrete, lléname de ti.

Inundé su sexo con mi esperma, sin dejar de besarla, mis manos bajo su vestido, apretando su culo contra mi, llegando donde ninguna polla entró, y la sentí a ella, sus fluidos candentes mojaron mi nabo, y quedamos rendidos, disfrutándonos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Por fin es lunes


Otro fin de semana más, otro largo y monótono sábado seguido de un aún más largo y aburrido domingo.

Las horas son eternas, cada minuto dura mucho más que normalmente, cada segundo requiere de varias respiraciones. 

Miro una y otra vez mi PDA, luego mi móvil oficial, miro el reloj, me pregunto dónde estarás, con quien, qué harás, ¿piensas en mi?

A menudo la inseguridad en mi mismo me hace pensar que tal vez encuentres alguien que te llene más que yo, que te comprenda mejor que yo, que te haga sonreir más que yo, que te dedique más esfuerzo que yo, que te de más amor del que yo te di jamás. 

Pero entonces el domingo me acuesto temprano, recordando tus palabras de amor, tu mirada, tu sonrisa, nuestros encuentros amorosos, y en un instante despierto con tu mensaje, dándome los buenos días, de nuevo, amanezco con tu calor en forma de nota, de nuevo por fin es lunes.

Por desgracia, la semana se hace corta a tu lado, y antes de dejarte, ya te echo de menos.

viernes, 15 de mayo de 2009

Sin compromiso

Ayer estuve en la Feria Hispack, y sucedió algo a lo que no estoy habituado, pues ni fue buscado, ni fue programado.


Saliendo en coche de plaza españa, parado en un semáforo me fijé en un mini azul, de estos un poco más largos de lo normal, lo que me hizo parar a su lado mirarlo, lo conducía una mujer rubia, de unos cuarenta y tantos, gafas de sol, labios carnosos, bueno, me fijé en ella y le sonreí.


Al rato, aparcando en el parking de la feria coincidí con ella, pues lo dejó en frente de mi coche, al salir la volví a sonreir, y marché hacia el salón.


Me crucé con ella en el primer pasillo, vestía una falda negra hasta la rodilla, medias, blusa tipo seda roja, con un botón abierto que permitía ver su conjunto negro de encaje, entonces ella me saludó, me la quedé mirando intrigado y con morbo, así que la seguí, la adelanté asegurándome que me viera y me dirigí a la cafetería.


Me siguió, se sentó a mi lado en la barra, y pidió un café, comentamos sobre el motivo de la visita a la feria, pero sin dejar de mirarnos a los ojos, tenía unos ojos verdosos, diferes, preciosos, nos quedamos sin decir nada unos instantes, hasta que ella me dijo:

- Acompáñame


La seguí sin preguntar nada, volvimos al párking, señaló mi coche, lo abrí, entramos en la parte de atrás de mi BMW, me quité la americana y la puse sobre la bandeja, tapando el cristal de atrás.


Se avalanzó sobre mi, besándome, mientras sus manos buscaban mi bragueta, sacando mi polla y masturbándomela, no estaba todavía empalmado, se agachó y se la metió en la boca hasta que me la puso dura.


Yo hice lo propio, metí mi mano en su culo, levantando su falda, acariciandola, metiendo mis dedos entre sus piernas, e intentando apartar sus bragas, lo cual no conseguía.

-Espera, me quito las pulseras.


Mientras se metía entre los dos asientos de adelante para dejar sobre el salpicadero sus joyas, subí su falda, dejando al descubierto sus caderas, llevaba faja, lo cual no me importó, pues sus curvas generosas me ponían a cien, la desabroché, bajándosela hasta las rodillas, enconces la sujeté y la encoñé desde atrás.

Ella estaba sujeta en los respaldos de adelante, la follaba bruscamente, metía mis manos bajo su blusa, ya desabrochada, dejando al descubierto sus pechos, haciendo fuerza sobre ellos para traerla a mi, la penetraba profundamente, estaba muy mojada y sus gemidos eran fuertes.


Me aparté, acerqué mi boca y lamí su humedad, no podía abrir las piernas por su ropa interior, pero me gustaba así, apretada, entonces se dejó caer sobre mi, y me dijo que estaba a punto de irse.

La saqué, con la intención de encularla, puse mi capullo sobre su ano, pero me pidió que parara, que eso no lo permitía, pero yo quería llenarla de mi, así que volví a penetrarla, le dije: - sigue así, me corro.

Sus movimientos eran suaves, sentía como disfrutaba de cada milímetro de mi polla, como la metía y sacaba sintiéndola, giró su rostro, me besó mientras clavaba sus uñas en mis piernas abiertas, gimió unos instantes y dijo: - No se cómo te llamas, pero córrete.

Llevaba rato aguantando, conteniendo mi corrida, así que me dejé llevar, exploté en su interior, la hice sentir el calor de mi esperma, mientras mi mano mantenía sus labios contra los míos, entonces comencé a sentir su calor, era más fuerte que el mío, me erizaba la piel aquél placer.


Nos quedamos inmóviles, con los labios juntos, mirándonos a los ojos, y sintiendo el movimiento de las últimas gotas de nuestra esencia que salía de nuestros sexos.

- Claudia

- Jordi, encantado.

Nos vestimos, y volvimos a la feria, quedamos para comer, y nos intercambiamos el correo.


Fue un polvo, sin compromiso, no fue buscado, pero estuvo bien para apagar el calentón al que Bella me tiene sometido.

Pero lo que tu me das, no lo cambio, lo supera todo, te deseo.

martes, 12 de mayo de 2009

Ya se lo que significa: La sorpresa.

Anoche, después de un día agotador, llegué al hotel de madrid, deseando que dieran las once, hora en la que Bella me dijo que me llamaría, por la mañana me pidió el nombre del hotel para poder hablar tranquilamente por la noche.

Llegué sobre las nueve, molido, dejé el dni en la recepción y subí a la habitación 109. Abrí la puerta y un caminito de velas me guiaba hasta la cama adornada con flores y pétalos de rosas, una mesita con cava en una cubitera y bombones. Me quedé petrificado, miré de nuevo la llave, el numero de habitación, dije: - Hola? Hay alguien? Pero nadie contestó.

Pensé para mis adentros que esto era cosa de mi mujer, ya que esta semana hacemos 4 años de casados, y que menos mal que no había quedado con nadie ni que Bella hubiera querido acompañarme a este viaje.

Escuchaba el agua de la ducha caer, un aroma a fuerte perfume me era familiar, pero no lo recordaba de mi esposa, me acerqué a la puerta del baño, la abrí poco a poco y entre el vao del ambiente pude verla a ella, apoyada en la pared, bajo el chorro de agua de la ducha, desnuda, una mano entre sus piernas, y la otra en su boca mordiéndose.

- Ya pensé que no vendrías amor. Tuve que empezar solita, el viernes me quedé con ganas de más.

No supe qué decir, estaba emocionado, un nudo en mi garganta no me dejaba pronunciar ninguna palabra. Dejé caer el maletín al suelo y subí mis manos sobre mi cabeza.

- Ven.

Tiré la americana, desabrochandome la camisa y la corbata a la vez, dejándolo todo sobre el bidé, mis pantalones, slips, todo.

Entré en la ducha, y sin decirle ni una sola palabra me acerqué a ella, a escasos centímetros de su rostro, nos miramos a los ojos unos instantes, puse mi mano en su nuca y cerrando nuestros ojos nos dimos un beso como si fuera el primer día.

Me había empalmado, mi polla apretaba fuertemente su vientre, sus manos se clavaban en mi espalda mientras las mías la aprisionaban contra mis labios. Sentíamos como el agua fluía entre nuestros cuerpos, como la pasión se apoderaba casi instantáneamente de nosostros, nuestra respiración acelerada expresaba nuestro deseo, la sujeté de una pierna subiéndola sobre mi cadera, y ella hizo lo propio con la otra.

La penetré profundamente de una sola embestida, su gemido quedó apagado por mi boca, mis manos la sujetaban del culo, y yo la apretaba contra la pared. Apenas me apartaba para volver a penetrarla, simplemente me concentraba en movimientos suaves pero profundos y fuertes.

Su mirada era de felina, pero con algo diferente, su respiración no le permitía decirme nada, pero sus ojos expresaban lo que su interior sentía.
- Bella, te amo.
- Y no dejes jamás de hacerlo.

Suvió sus brazos colgándose de la barra de la mampara y el toallero, aligerándome de su peso pude hacer movimientos más amplios, y disfrutar de sus pechos sobre mi boca. Pero sus labios querían los míos, sus caderas se movían com frenesí, su clítoris rozaba la superfície de mi polla hinchada.

Estuvimos unos minutos en aquella posición, simplemente mirándonos y haciéndonos el amor, sintiendo nuestras pieles unidas, nuestros cuerpos en sólo uno, como hacía tiempo que echaba de menos.

Se descolgó, bajó de mi, me señaló el suelo de la ducha, y me estiré, ella se sentó sobre mi, en cuclillas, se penetró, y comenzó sus movimientos, acelerados, intensos, cercanos. No podía apenas mirarla, el agua caía sobre mi cara, pero la sentía, entonces se dejó caer sobre mi, y mirándome a los ojos cambió su expresión: - me voy.

Suavizó su ritmo, sintiendo como mi miembro se abría paso en su interior, y mirándonos exploté, mi eyaculación la inundó por completo, la sonrisa se apoderó de su rostro, sólo decía: - Si, siii, siiiii.

Así nos quedamos durante un largo rato, sintiendo nuestros sexos mezclar fluidos, notando el agua caer por nuestra piel, escuchando el latir de nuestro corazón cada vez más desacelerado, y simplemente, AMÁNDONOS.

El resto de la velada fue maravillosa, ella había encargado la cena en el servicio de habitaciones, hicimos el amor en el sofá de la habitación durante la cena, luego, el postre lo comimos en la cama, estuvimos jugando con algunos juguetes sexuales que ella trajo, me ató con cuerdas haciendome gozar como nunca, nos masturbamos mirándonos, y dormimos abrazados. Esta mañana pese a habernos dormido, pues ella cogía el ave antes que yo, me dio tiempo a comerla bajo las sábanas. Y a hacer el amor en la ducha nuevamente, acabando frente al espejo mirándonos a los ojos y cogiéndonos de las manos durante el orgasmo.


Ahora estoy en el AVE, relatando esta sorpresa, y mojándme de nuevo recordandote.

Definitivamente, TU eres la única dueña de mi corazón. Te amo.











lunes, 11 de mayo de 2009

El internado, la cocinera y el cura

Cuando era un crío mis padres me metieron en un internado, en el tuve mi primera experiencia como voyeur, espiando a dos personas follando, y masturbándome con ello.

Yo tenía unos 14 años, ya en mi último año de internado, y cuando comenzaba a descubrir la sexualidad en forma de masturbación.

Ella era una mujer treintañera, muy sensual, con curvas, siempre vestía con una bata, y sus grandes pechos estiraban los botones de su escote dejando ver la ropa interior que utilizaba. A menudo se agachaba a coger cosas de los armarios bajos de la cocina o el almacén, y o bien se le podían ver las bragas o si la veías de frente podías observar sus grandes pechos colgando. De cualquier modo, yo siempre era un voluntario para ayudar en cocina, así podía mirarla y masturbarme por la noche imaginándola.

Me había podido fijar en que muchos días venía un cura, Don Ramón, joven, de la misma edad, y se tomaba un te allí, con ella, y hablaban de cosas de la escuela, de la comida, etc. Pero su mirada no era de sacerdote, sino de deseo, yo me había fijado en que la miraba igual que yo cuando la espiaba desde el almacén.

Un día ella no quiso ayuda, y yo me quedé con la llave del almacén para colarme como hacía otras veces y espiarla, ese día la observaba fregar las cacerolas, veía como su bata se salpicaba de agua y sus pechos se transparentaban en la tela. Eso me empalmaba, y comencé a masturbarme desde mi escondite, de repente se abrió la puerta, y entró Don Ramón, cerrando con llave tras él. Se acercó, metió sus manos por debajo de los brazos de ella, y la sujetó de los pechos, me quedé perplejo, ¡el cura le metía mano! Comenzó a morderle el cuello, a la vez que desabrochaba los botones de la bata y dejaba al descubierto ese par de enormes y bien formados pechos, bajó el sujetador rosa haciendo que sus tetas se elevasen aún más.

Para entonces yo estaba a punto de correrme, pero prefería parar y disfrutar de la escena con suaves caricias.

Desabrochó completamente la bata, dejandome ver sus caderas, le despojó de las bragas, mientras ella seguía apoyada sobre la fregadera, con su melena rubia caida de lado medio tapándole la cara. El cura se arremangó la sotana, y le endiñó una enculada de cuidado, escuchaba los gemidos de la cocinera perfectamente, veía como sus tetas iban y venían en cada embestida, y eso me ponía super cachondo.

Ella se abrió un poco más, él manoseaba ferozmente la entrepierna de la cocinera por delante, entonces ella se apartó, se acercó a la mesa que estaba ante mi, subió una pierna encima y con la otra apoyada en el suelo le ofreció su sexo. Don Ramón se acercó meneandose la polla, y ella con su mirada fija en la pared esperaba la penetración.

Podía escuchar su aliento, estaba a apenas un metro de la rejilla, y yo, a oscuras contenía mi respiración.

Un grito apagado por la mano del cura me hizo darme cuenta que no se la había metido por el coño, la mirada de felina de la cocinera me tenía empalmado, y como el ruído de aquellos salvajes follando apagaba mis gemidos, seguí masturbándome, mirandola, entonces él se apartó y cogiéndola de la melena le dio la vuelta, se sentó él sobre la mesa, y ella agachada ante él comenzó a mamársela, muy rápidamente, pensaba que se haría daño en el cuello de tanto comérsela, él apoyado atrás, tapándose la cara con la sotana, y ella manoseando sus huevos mientras le hacía llegar al final, unos gemidos y él comenzó a correrse en la boca de mi deseada cocinera, ella no paraba, tragaba todo lo que allí salía, no cesaba de mamarla.

- Padre, yo también quiero correrme. - Dijo ella.

Se puso a cuatro patas en el suelo, y el cura agachado la folló por detrás, cabalgándola, tirando de su melena, acabando de esprimir las últimas gotas de leche bendita y seguía hasta que ella se dejó caer, se dio la vuelta abrió sus piernas y le recibió en su interior, abrazada a él, sin dejar de mover sus caderas gimió y gimió hasta que cesó sus movimientos.



Con esa escena final yo llegué a mi orgasmo, salpicando la pared y dejando mi mano llena de semen.

Esperé a que salieran de la cocina, para marchar yo sin hacer ruido, y al pasar ante la puerta del almacén, ella picó suavemente, como si supiera que yo estaba allí, las miradas de días posteriores me hicieron suponer que si se dio cuenta que les había espiado.




sábado, 9 de mayo de 2009

¿Y esto qué significa?

Ayer estuve en la Seu, subí temprano y fui a almorzar con el padre de Bella, después de un montón de embutido y pa amb tomàquet, y dándole al porrón, volvimos a la granja, cerrando nuestro nuevo pedido.



Le comenté que tenía intención de ir a Andorra, él no sabía nada de mi cita con Bella, y me invitó a comer. Teníais de haber visto la cara de Bella al volver con el tractor y verme allí ayudando a su madre en la cocina.


Durante la comida, comentamos lo de mi escapada a Andorra, a la que Bella dijo: -Yo también había pensado en ir, si quieres vamos juntos.

Genial.


Cogimos su coche, el 4x4, ella se arregló mucho, un vestido azul con florecitas, tacones, medias, pelo recogido en una coleta preciosa, y sin maquillar. Durante nuestro desplazamiento al principado, no podía más que fijarme en sus pechos redondos, con los pezones marcados sin sujetador, y en esos labios rojos, que tantas veces me había devorado, y hoy sólo me dieron un beso en la mejilla.

Bueno, entramos en el cine, la primera sesión, LOBEZNO, vamos, en su línea, no me extrañaba. Poca gente, alguna pareja en las primeras butacas de la sala, y nosotros, como siempre que ibamos al cine, en las últimas, en el rincón.


Durante los trailers estuvimos charlando de lo sucedido, de su viaje a Jerez, de sus vivencias allí, de cómo me habría encantado acompañarla. Comenzó la peli, la primera media hora, bien, silencio, miradas, sólo eso, pero necesitaba saber si podía volver a estar con ella, como antes del malentendido, lo tenía decidido, iba a intentar algo.


En un comentario sobre la forma de besar de ese actor en la pelicula Australia, posé mi mano sobre su pierna, y ella la correspondió con la suya sobre ella, estuvimos un rato acariciándonos las manos, jugando con nuestros dedos, poco a poco fui subiendo la posición, sintiendo el final de sus medias, el comienzo del liguero (lo cual no me daba pistas, puesto que ella solía vestir con liguero, cambié de posición, la rodeé con mi brazo, y acerqué mi otra mano a sus piernas, pero ahora entré debajo de su vestido, un poco más arriba, notando su pubis rasurado, con una franja de bello suave (suele ir sin ropa interior, por lo que eso ya me lo esperaba), ella accedía a mis acciones, y yo deseaba besarla, pero no se acercaba a mi, ella seguía mirando la peli como si nada.


Comencé a masturbarla con mis dedos, a rozar en círculos su clítoris, mojando mis dedos en su húmedo coño, introduciéndolos profundamente, y volviéndolos a sacar disfrutando de los pliegues internos de su vagina, seguí masturbando su clítoris hasta que me fijé que cerraba los ojos a momentos, eso delataba el placer que comenzaba a sentir, me entanta….


Puso su mano sobre mi paquete, bajó la bragueta y sacó mi polla dura y ya semi mojada por mi excitación, comenzó a frotarme, mirandome a los ojos, pero alejada de mi rostro, yo seguía masturbándola, mientras ella seguía pajeándome cada vez más rápido, le hice parar, yo deseaba correrme, y ella creo que lo estaba haciendo en ese momento, su mano apretaba fuertemente mi polla y me transmitía sus sensaciones con ella, entonces se levantó apartando el apoyabrazos, y sin dejar de mirar la pantalla pasó una pierna por encima mío, dándome la espalda se sentó sobre mi paquete, apoyada con los codos en el respaldo de la butaca anterior, metió una mano buscando mi polla, la agarró y se la metió dentro, hasta el fondo, yo no podía más que sujetar su cintura, manteniendo el vaibén suave para no explotar inmediatamente, sentía sus fluidos caer por mi piel, me desabroché para no manchar mi traje, y metí mis manos por debajo de su vestido hasta llegar a sus pechos, en los cuales me deleité masajeándolos, pellizcando sus pezones, y suviendo una mano hasta su boca y la otra en su clítoris la eché atrás, y apoyada sobre mi pecho paramos nuestros movimientos, sólo mantuve mis dedos sobre su campanilla, friccionándola hasta que la fuerza de sus piernas y su forma de morder mis dedos me hicieron sentir su orgasmo, en ese mismo instante me corrí yo, inundando su sexo com mi esperma, besando su cuello, mordiendo su oreja, y susurrando a su oído que la echaba mucho de menos.


Volvió a su butaca, limpió con un kleenex, y seguimos viendo la película como si nada hubiera pasado.


Yo deseo seguir contigo, pero el hecho de que no me dieras más que un beso en la mejilla al despedirnos, y un ya hablaremos, me hacen dudar sobre nuestro futuro.


Te quiero.

martes, 5 de mayo de 2009

No puedo seguir así

No puedo, este mundo se torna frío sin ti, helado, el sábado salí a estirar la piernas, estaba encerrado en casa, no hacía más que dar vueltas a la cabeza, ¿porqué te diría aquello? ¿realmente lo siento así? no, creo que no me expliqué bien.



Estaba paseando, por los acantilados de la costa Brava, haciendo la misma excursión que solía hacer, por donde acostumbraba a pasear mientras charlábamos tu y yo por teléfono, en esa costa que tantas veces he soñado recorrer a tu lado.



Comencé a recordar tus palabras, tus caricias, tu mirada, tus besos, el calor que me das, comencé a recordar los motivos por los que un día me enamoré de ti, comencé a pensar en todo aquello que nos habíamos susurrado al oído, en todos nuestros planes de futuro juntos.



Sentía la necesidad de mirar las fotos tuyas que llevo en el móvil, y lo hacía una y otra vez, apoyado a la sombra de un árbol, y con la única compañía que una suave melodía de Soulmate que llevo en mi mp3, y de fondo el romper de las olas del mar.



Las iba pasando, fotos de nuestros encuentros pasados en el hotel, fotos que tu me mandabas de vez en cuando desde tu tractor, el coche, o el baño, fotos que nos sacamos en nuestro último encuentro, fotos haciendo el burro, y me detuve en las fotos de nuestros sexos, penetrándote, disfrutando de algo tan bello como es el amor en forma de pasión sexual.


Las pasaba, atrás y adelante, una y otra vez, incluso un video que grabé sin querer de nuestro movimiento rítmico. Me puse caliente, en aquél lugar no pasa nadie, es poco conocido, y tenía buena vista, aunque el morbo de que alguien me viera, me hacía calentarme más y más.



Imaginé que estabas conmigo, allí, besándome, acariciándome, haciendome gozar de tus labios, entonces recordé cada detalle del hotel, de nuestro encuentro, de la cena sobre la cama... comencé a masturbarme, dentro del pantalón, mirando a los lados, confiando en que ningún barco pasara ante mi en ese preciso momento, bajandome los pantalones saqué mi polla, empalmado a tope, como te excita a ti verme, como te excita a ti sentirme, apoyado en el árbol con los pantalones en el suelo, masturbándome rudamente, aguantando el móvil en mi mano y viendo ese video nuestro, sólo tu coño y mi polla, entrando y saliendo, tu mano masturbando tu clítoris con tu nuevo manolito.



Justo en el momento en que me iba a correr un sms tuyo: -Estoy en Jerez, el lunes hablamos.
(por cierto, hoy es martes y sigo esperando).


No pude más, la coincidencia de que tu y yo pensáramos en el otro en el justo momento de mi orgasmo me hizo explotar con la ilusión de un próximo encuentro, con la ilusión de una oportunidad para explicarme.


Amor, regué con mi leche aquél árbol, que siempre recordaré, porque allí, nuestras mentes se cruzaron, y tal como te prometí, pronto, muy pronto te llevaré hasta allí para contemplar el precioso amanecer junto a mi, y relatarte este momento al oído.


Te añoro cielo. Imaginarte en brazos de otro hombre me duele.