viernes, 30 de octubre de 2009

LEYÉNDOTE

Te acabo de descubrir, mi ansia por satisfacer mis deseos, mi calentura me ha hecho buscar en internet algo diferente, hoy no quiero fotos, ni videos, ni Chat con algún salido, hoy quiero leer, que mi mente me lleve donde alguien ha soñado tenerme, donde tu quieres llevarme.

Encuentro un blog, parece atractivo, oscuro, fotos sensuales, alguna pornográfica, relatos no muy largos, voy a ver qué tal.

Mmmm, me gusta lo que leo, me imagino que soy yo, siento calor en mi sexo, y quiero gozar de mi imaginación.

Mi mente da forma a las palabras, él encima de ella, tirando de su pelo, como a mi me gusta, ella pidiéndole más, como si fuera ninfómana, imagino su polla entrando y saliendo, imagino como los fluidos comienzan a venir, imagino como su locura mientras él la penetra una y otra vez, imagino los olores, uff, que caliente estoy.

Ya me he quitado el pantalón del pijama, meto mi mano bajo mi camiseta, acariciándome los pezones, acaricio mis piernas, siento como se me eriza la piel, puedo observar mis pezones marcados en la lycra.

Meto mi dedo bajo la goma del tanga, rozando mi pubis, llegando a mi cadera, soñando con él, con ese desconocido que me va a follar en breve, con ese tío que se está metiendo en mi mente, y que hará lo que quiera conmigo.

Miro de nuevo, otra historia, otro relato, cada uno en un lugar diferente, con una mujer diferente, podría ser yo?

Este me gusta, habla de la masturbación femenina, habla de mi, de una mujer en su cama, a cuatro patas, follándose con un vibrador, y si fuera yo?

Me siento mojada por momentos, siento una humdad inusual en mi, siento algo diferente, toadavía no me he tocado y noto como algo cosquillea mi interior, sigo leyendo.





Ya he puesto mi mano sobre mi coño, ahora noto todo mi calor, bajo la otra mano, introduzco un dedo, dos, tres, qué bien entran, estoy mojada, empapada, llena de fluido mío.

Acelero mi respiración, imagino que él está ahí, sentado tras de mi, mirando lo que hago, observándome, no le conozco, y siento su presencia, puedo casi olerle, le imagino masturbándose con mi imagen.

YA me estoy masturbando, ahora estoy acelerada, juego con mi clítoris, mientras mi otra mano busca en los pliegues de mi vagina y frota mi punto g, extrayendo mis fluidos.

Mi propio olor me pone cachonda, imagino su boca entre mis piernas, subo una sobre la mesa, ahora la otra, me imagino que me observa desde la cam, le imagino caliente, imagino a este hombre planeando un relato en el que yo seré la protagonista.

Me estremezco, aprieto mis piernas, sólo una mano cabe dentro de mi, la otra la subo hasta mi boca, lamo mis fluidos, relamo mis dedos, soy dulce. Arremango la camiseta dejando mis pechos al aire, mis grandes y duros pezones, mis tetas que tanto provocan a los hombres, me aprieto, intento hasta morderme los pezones, mis dedos son su lengua, ahora son su polla, mis dedos me follan como nadie, sólo yo conozco mis secretos, aunque él me está haciendo llegar al clímax.

Ya no puedo más, estiro mis piernas sobre la mesa, aparto el teclado, giro la cam, te quiero para mi, quiero sentir tu polla, quiero que me llenes de tu esperma, quiero gritar de placer al sentir la inflamación de tu polla instantes antes de explotar e inundarme de ti.

Ya me viene, ya no puedo parar, es como una explosión, como si se estuviera llenando un globo de agua, y notas como está a punto, como una y otra vez parece que va a explotar hasta que sucede.

Me corro.
Fluido blanco une mis dedos, no he dejado de follarme a mi misma ni un solo segundo, no he dejado de gemir, ni de morderme el labio inferior, él, si, TU ese desconocido que me ha follado como nadie, ese individuo que ha relatado tantas intimidades mías, ese caballero que me ha conquistado. TU has conseguido que le sea infiel, que aunque haya estado con otros hombres, ninguno ha llegado tan profundo, sin haberle tenido dentro.

TU eres mi escritor, tu eres quien mejor me conoces, y hoy, yo he sido tu musa.





Ahora dejaré una nota en tu blog, primero me haré seguidora fiel tuya, y luego te haré saber el gozo que me has provocado.


Basado en hechos reales… que yo he imaginado, y que alguien me ha susurrado….






Dedicado a TI, que me has descubierto, y ya no puedes dejar de espiarme...

martes, 27 de octubre de 2009

Reencuentro laboral

Hacía unos años que dejé la empresa, Anna seguía igual que cuando trabajaba conmigo, melena rubia, delgadita, ojos bonitos, escotes sugerentes…

Por casualidad habíamos coincidido en una feria, nos cruzamos en un pasillo, sonrisa y besos. Estuvimos un rato comentando las peripecias de nuestros viajes de trabajo por paises del magreb, reuniones lejos de casa, y las anécdotas vividas.

Mientras ella hablaba, yo recordaba alguna de las situaciones en las que me había puesto cardíaco, alguna de las cenas en la habitación que me había costado mucho contenerme porque ella sólo vestía una toalla anudada en el pecho, recordaba las ganas que le tenía después de jugar a tenis y bañarnos en la piscina del hotel.

Justo en el momento en que iba a sacar ese tema, ella hizo un comentario:

- Jordi, qué habría pasado si… se me hubiera caido la toalla?
- No habría dejado que te la volvieras a poner.

Se levantó del taburete, me cogió la mano y me llevó rápidamente al servicio de la feria.

Abrió la puerta del servicio, entré tras ella, y la cerró a mi paso.

- A ver, demuéstrame lo que habría pasado.

Me la quedé mirando de arriba abajo, vestía una falda larga, con una raja delante, hasta la ingle, una blusa blanca que transparentaba su ropa interior, se quedó apoyada en la pared, mirándome, e indicándome con el dedo que me acercara a ella.

Me acerqué poco a poco, ella cogió mi corbata con su mano, la acarició, subió sus manos desaciendo el nudo, desabrochando mi camisa, atacando mi pecho con sus labios, mordisqueándome los pezones, desasbrochando el cinturón, luego el pantalón, dejando caer al suelo mi ropa.

Esa mujer siempre me había puesto caliente, desde que la vi por primera vez apoyada sobre la mesa del jefe, tomando notas a su dictado, con las piernas cruzadas, las gafas semicaídas, y su mirada pícara.

Mientras mordisqueaba mi ombligo, bajando la goma de mi calzoncillo, la sujeté del pelo, echando atrás su blusa desabrochada, mirando sus pechos erizados ante mi.


De repente mi polla salió del bóxer, sonrió. Acarició mi piel, mis testículos, mi sexo permanecía semiblando, hasta que abrió su boca, me engulló. En segundos, al notar el calor de su garganta, me puse duro, sentía la sangre fluir por las venas de mi tranca, sentía su lengua moverse, jugueteando con mi glande, sentía como las succiones se volvían fuertes, como se llenaba su boca de saliva, sentía mucho placer.

La levanté, la puse de pie contra la pared, frente a mi, me agaché y desabroché el liguero, saqué el tanga y me lo puse en el bolsillo de mi americana, sujeté una de sus piernas y la puse sobre la tapa del wc, arremangué su falda, y me sumergí en la humedad de su entrepierna.

Su coño estaba bien cuidado, bello peinado al estilo brasileño, las ingles perfectas, la piel suave. Acerqué mi boca, mordisqueé su clítoris, introduciendo a momentos mi lengua en su vagina, lamiendo los labios abiertos de su coño, agarrado sus caderas con mis manos, acompañando el ritmo de mi lengua con mis brazos, acariciando cada rincón de su intimidad con mi boca.

Ella movía su cadera, iba y venía a mi ritmo, cerraba los ojos, apretando sus manos en mi nuca.

Fui subiendo mis manos, sacando sus pechos por encima de su sujetador, acercando mi polla a su entrepierna, ella seguía abierta, notaba como su coño pedía que la penetrara, a la vez que me incorporaba, agarré su otra pierna, y la apoyé en mi cadera, ahora, entonces, apoyada en la pared, la tenía a mi merced, la ensarté a fondo, su coño estaba inundado de jugos, sus manos colgaban de mi nuca, su cabeza se movía al sentirme, sus labios buscaban los míos.

Follamos durante un buen rato, mi sexo permanecía erecto, hinchado, llenándola. Su coño se aferraba a mi piel, sentía como cada pliegue de su interior se abría a mi paso, y a cada nueva embestida, su sexo se empapaba más y más.

Sus gemidos comenzaban a hacerse sonoros, nuestras respiraciones dejaban de ser silencio, las puertas de los baños se abrían y cerraban sin cesar con el paso de las chicas y mujeres de la feria, de vez en cuando alguna paraba ante nuestra puerta, escuchandonos, y una risita se le escapaba, el saber que alguien era testigo de nuestro affair me ponía aún más caliente.


Yo estaba a punto de explotar, pero ella seguía sin mostrar su orgasmo. Paré, la bajé, le di la vuelta, y la ensarté desde atrás, ahora si se escuchó su gemido, que en breve silencié con mi mano, una risa se escuchaba en algún otro baño, mi respiració se aceleraba, ella apoyaba sus manos en la pared, yo apretaba sus pechos, pellizcaba sus pezones, metía mis dedos entre sus piernas, tocaba mi polla entrar y salir, acariciaba su clítoris. Llegué a un punto que casi no podía controlar, follar desde atrás siempre me hacía enloquecer, observar una espalda contorneada, una cabeza caída y tapada por el pelo, unas piernas abiertas permitiendo mi penetración.

Me aparté, estaba apunto de correrme, me senté en la taza, esperando que se arrodillara y me lamiera, pero se acercó a mi, acarició mi mejilla, mi cuello, cogiendo mi nueca y echándome atrás contra la cisterna, agarró mi polla, abrió sus piernas y se la metió en el coño abierto y goteante, apoyó sus brazos en mis hombros, y arrancó el ritmo sin fin que nos haría llegar al orgasmo.

Cada vez mas rápido, cada vez más fuerte, cada vez más profundo, cada vez más mojado, cada vez nuestros gemidos eran más sonoros, no podía más, la miré fijamente, cerré mis ojos, me dejé llevar, caí atrás, y ella gimió fuerte, yo hice lo propio, mi semen emanaba, inundaba su sexo, llenaba su vagina de mi esencia, intercambiadonos por instantes los placeres, calvó sus uñas, en el momento que se desvaneció sobre mi, en el momento que se hizo el silencio y su respiración se acompasaba a la mía. Calor, era lo que sentía en mi piel, humedad, sentía las contracciones de sus músculos, sentía como sus piernas todavía apretaban mis caderas, sus labios rozando mi cuello, sus manos aferradas a mi.

Nos vestimos y salimos acalorados del servicio, un par de chicas esperaban al lado de la puerta, y a mi paso dejaron ir una sonrisa cómplice…

Siempre he dicho que he dejado buen sabor de boca en todas las empresas en las que he estado, pero nunca pensé que podía ser tan bueno… de haberlo sabido antes, nuestros viajes habrían sido mucho más… ¿quién sabe?

jueves, 15 de octubre de 2009

Visita al hospital, conocí a Sandra

Entré en su habitación, mi sorpresa fue que no era ella la que estaba dentro, sino Sandra, no nos conocíamos en persona, sólo por fotos y algún video que Belle me había enseñado de sus vacaciones en ibiza.

Sandra es una mujer… para hablar claros, que esta muy buena, de esas, como Bella, que en la disco te la miras pero vas a por su amiga más fea porque tienes más posibilidades, creo que me he explicado suficientemente bien.

- Hola, Sandra?
- Si, Bella me dijo que venías esta tarde, ella está en el baño, con mi pc, y tiene para rato.
- Bueno, pues esperaremos.

Mientras esperábamos los 20 min que Bella estuvo “escribiendo” en el baño, comentamos la situación de la operación, la recuperación tan rápida que había tenido, nos comimos media caja de bombones (hubieras salido antes, y porque las flores no se comen, que con el hambre que yo llevaba…) y nos tomamos un café de esos de la gasolinera (cortesía de Natalia, que pasé a verla antes) esos que se calientan solos.

Salió Bella, y pasamos el rato de cachondeo, risas, pequeñas confesiones picantes, caricias con Bella. A las 8, hora de dejar la habitación, comenté que marchaba, Bella me pidió que acompañara a Sandra, que había venido en autobús, cosa que hice muy gustosamente.

Bajamos en el ascensor, a rebosar de gente, por lo que nos apretamos en el rincón, puse mi mano en la pared, cerca de su cintura, para no apoyarme sobre ella. No quería mirarla directamente, pero giré mi cabeza y la miré en el espejo, ella hizo lo mismo, y sus grandes ojos negros se clavaron en los míos, no pude dejar de mirarla durante unos segundos, ella tampoco apartó sus ojos de mi.

Salimos del hospital dirigiéndonos al coche, le abrí la puerta, cogiendo su bolso lo dejé en el asiento de atrás.

Arranqué el coche, y me dejé guiar por ella. De repente llegamos a la entrada de un camino de tierra.
- No me dijiste que vivías en una masía.
- Cállate, me pones.
- Cómo?

Cogió mi corbata, y tiró de ella abalanzándose sobre mi, tapando mi boca con sus labios, metiendo su lengua hasta mi garganta, sin dejarme escapar de aquél morreo.

En cuanto pude:
- Qué haces?
- Bella me ha hablado de ti, y quiero probarte

Esas palabras me eran familiares, alguna chica me había dicho algo así, y eso me perdía.
Observaba como se quitaba el cinturón de seguridad, se arremangaba la camiseta lila y la sacaba sobre su cabeza, quedándose sólo con el sujetador.
- Para, para por favor.

En lugar de parar, se echó sobre mi, bajó mi bragueta y sacó mi pene blandito, acojonadito de aquella mujer enloquecida, lo engulló, hasta los testículos, mordiéndolos, pasando su lengua por ellos, chupando y succionando mi sexo, consiguiendo que en breves instantes tomara dureza, comenzara a marcar las venas y se lo clavara en el fondo de su garganta mientras sujetaba su melena morena a un lado.

Esa mujer tenía un máster en mamarla, en sólo 2 minutos me puso a punto de caramelo, apretaba mis huevos a la vez que chupaba, acariciaba su nuca, sus orejas, sus pendientes de oro blanco, bajé mis manos y desabroché el sujetador, dejando caer sus pechos sobre el apoyabrazos de mi BMW, metí mi mano bajo su cintura desabrochando los tejanos, la volví a subir y la metí en su culo, apartando el tanga, metiendola dentro, notando su piel suave, su ano, su raja, ella aceleraba su mamada mientras yo me concentraba en mi respiración, relajado, contuve mi orgasmo.

La levanté, la besé, se bajó los pantalones, se quitó el tanga y se quedó sólo con sus tacones, salió del coche, se dirigió al capó caliente, entre los faros encendidos se sentó, esa penumbra la escondía, salí tras ella, dejé caer mi corbata, mi americana en el asiento, me acerqué desabrochándome la camisa, y me puse ante ella. Abrió sus piernas, cogió mi cuello y se dejó caer atrás mientras me acercaba a su vagina.

- Jordi, es cierto lo que dicen en tu blog, lo que dice Bella? Cómeme.
- Exageran.

Sujeté sus rodillas, bajé poco a poco hasta su ingle, acaricié su pubis rasurado, sus labios vaginales súper hinchados, subí por su cintura, hasta sus pechos excitados, duros, pellizcando sus pezones a la vez que lamía su campanilla:

- No soy clitoriana, ¡cómeme el coño!

Mordisqueé su piel, metí mi lengua, apoyó sus piernas en mi espalda, abriéndose un poco más, clavé mis uñas en sus nalgas, lamí a consciencia cada milímetro, cada pliegue, cada gota de sus fluidos, chupé y chupé, manoseé, entonces comencé a notar calor en mi lengua, un sabor dulce, y unos espasmos, su culo se elevó del capó, sus manos golpearon la chapa (si, me ha aboyado el coche, menos mal que es de empresa) subió sus manos, se tapó la boca, y se mordió los dedos. Se había corrido, su orgasmo me había mojado y llenado la boca, pero yo deseaba descargar.

Me levanté, cogí sus piernas abiertas, acerqué mi polla mientras me miraba, y la penetré, gritó, gimió, jadeó, mientras mis embestidas se aceleraban, junté sus piernas a un lado, pudiendo así acariciarla, sus pechos erizados eran una bonita y excitante imagen, su mano entre sus piernas cogiéndome la polla para notarla más al entrar y salir, mientras la otra seguía tapándole la boca, volvió a correrse, me lo dijo, y dejé que lo hiciera, aunque a mi no me faltaba mucho. Me paré, la bajé, le di la vuelta y la follé desde atrás, su collar golpeaba en la chapa, y me hacía mantener el ritmo, cada golpecito era provocado por mi penetración profunda, sus pechos en mis manos, apretados, su melena a un lado, medio girada, queriéndome mirar.

- Mi culo, no te gusta? Fóllamelo.
- Te lo mereces, me has aboyado el coche.
- Castígame.

Saqué mi nabo, acerqué mis dedos, mojándolos en su sexo, introduje uno en su ano, relajado, luego otro, con estos dos estuve unos instantes, no se quejó, entonces acerqué mi sexo, lo hundí en su vagina, y bien mojado la enculé.

Jamás había probado un culo tan dócil, se dejaba, ella se abría las nalgas con sus manos, gemía, decía que se iba a correr de nuevo, levantó una pierna apoyándola sobre el parachoques, metí mi mano entre sus piernas, acariciando su clítoris, luego metiéndole los dedos en su coño, comenzó a gritar: - me corro, me corro Jordi, córrete tu también.

Ella lo hizo antes que yo, se fue y se quedó inmóvil:
- Te has corrido?
- No.

Se apartó, me dio la vuelta, me cogió la mano, me llevó al asiento de atrás de mi coche, me sentó, se arrodilló sobre la tierra, y me la comió, me dejé llevar, me iba hablando mientras me comía: - concéntrate, relájate, siente mi lengua, mis dedos, mi respiración, mis tetas sobre tus piernas.

Yo lo sentía todo, a cada cosa que me decía, lo hacía sentir, entonces masajeándome arriba y abajo, a la vez que lamía la base, subía hasta el capullo, y volvía bajar, comecé a sentir que me iba, se lo dije, siguió, aceleró, masturbó, y cuando comenzó a sentir mis primeras gotas me metió un dedo en el ano, me provocó un orgasmo potente, muy abundante, caliente, sentía algo en mi estómago que me provocaba su dedo en mi próstata, notaba su succión, sentía como exprimía mis testículos chupándome.

Y no dejó ni una sola gota de mi en mi sexo, lamió y se relamió los labios, subió sobre mi, me besó y susurró al oído algo que no os voy a decir.

Cada día descubro cosas nuevas, sorpresas gratas, y debo decir que cada mujer con la que he estado es diferente, no os puedo catalogar, todas tenéis algo especial, y único, y he disfrutado con todas y cada una de vosotras, y seguiré haciéndolo, si me dejais…

jueves, 8 de octubre de 2009

Atado

El agua fría caía por mi rostro, desperté de repente, abrí los ojos y una fuerte luz me enfocaba de frente, intenté secarme los ojos con mi mano, pero las tenía atadas, me sacudí la cara.

Notaba un poco de dolor de cabeza, imagino efecto del alcohol de la botella de vino que me acababa de meter cenando.

Miré a los lados, pero todo estaba oscuro, no podía ver nada de la habitación, aparte del reflejo de la luz en el espejo y una silueta femenina detrás. Imaginé que era ella, pues acababa de cenar a su lado, en el hotel, luego unas copas, baile, ascensor… y no recuerdo más.

- Quieres un gelocatil? Tómatelo.
- Qué haces? Me has atado?
- Cállate eunuco, eres mi esclavo, me harás caso o marcharé y te dejaré aquí atado.
- Jajaja, si mi ama, jajaja.

Un golpe en la planta de mi pie me puso serio de golpe, me hizo daño, pero en seguida una mano me acarició el tobillo, la perdoné… entonces se apagó la luz, y noté como se ponía sobre mi, subía por mis piernas, sentándose sobre mi barriga, pasándome algo alrededor de la cabeza y anudándolo en mi nuca.

La luz se encendió de nuevo, pero yo apenas veía nada, creo que era un pañuelo suyo, por el olor al inconfundible perfume que solía usar.

Noté unos dedos por mis piernas, subiendo, rozando mi sexo, mis testículos, luego subiendo por mi cintura, mi pecho, mis axilas, mis mejillas, rozando mis labios, mi pelo, mis orejas, volviendo a bajar, mi pecho de nuevo, hasta llegar a mi polla que comenzaba a cobrar vida.

Noté un cosquilleo, una especie de pluma supuse, porque no podía soportarlo, mis piernas abiertas y mi culo para ella, paseaba aquello rozando mi ano, sensación a la cual no estaba muy acostumbrado, pero que no me acababa de desagradar, luego por la piel arrugada de mis testículos, después por la base de mi polla, subiendo a la vez que se me hinchaba, sentía algo frío, a la vez que comenzaba a subir por el otro lado, ahora el cosquilleo subía hasta mis pezones, mientras algo helado me erizaba la piel.

El roce en mis labios me hizo relamerme, subiendo el hielo por mi ombligo, mi pecho, mis labios, mis mejillas, dejándolo nuevamente en mi ombligo hasta que se deshizo del todo, y ahora era una mano la que mojada pasaba por el resto de mi piel, y la otra simétricamente acariciaba mi torso, mi cuello a la vez que sus labios se unían con los míos, mientas algo muy húmedo de posaba sobre mi polla empalmada.

Un gemido suave, pero intenso, largo, una respiración acelerada, y sentí como se abría sobre mi sexo ese coño mojadísimo, como mi carne llenaba cada rincón de ella, de su vagina mientras sus uñas se clavaban en mis hombros, mientras sus dientes mordían mi cuello, mis labios, mi lengua.

- Cielo, digo AMA, me noto raro, tengo mucho calor, y no siento en exceso la penetración.
- Lo siento, te puse una crema retardante de eyaculación y te he dado una viagra, en lugar de un gelocatil.
- No me jodas!
- Te lo dije, tu hoy me dejas seca y yo a ti.


La verdad que esa erección era de campeonato, exagerada, sentía cada latido de mi corazón en mi polla, cada golpe que ella daba con el fondo de su coño provocaba que se me pusiera un poco más dura, pero no sentía llegar mi orgasmo, ni nada que lo fuera a provocar.

Su vaivén se prolongó durante un buen rato, me dolía el cuello de sus uñas, de los arañazos que me estaba dando, pero esa forma de follar no era la habitual, no dije nada para que no parara, levantaba su culito, sacando mi polla por completo, y luego la engullía hasta sus entrañas acompañando el acto de un gemido, rozando su clítoris por todo el tronco hasta frotarlo con el bello de mi pubis. Sentía sus pezones sobre los míos, y de nuevo se apartaba, sacándola y volviéndola a meter.

Me tenía loco, yo no me sentía irme, pero ella cada vez aceleraba su ritmo más y más mientras me susurraba su gozo. De repente, al metérsela hasta el fondo se paró, la sacó y la puso entre nuestros vientres, posando su campanilla en mi rabo, y rozando arriba y abajo, pajeándome con su clítoris, su mariposa iba y venía y cada vez más rápida, desde mis huevos hasta mi capullo, y de golpe un gemido fuerte, casi un grito, la hizo estallar, se derrumbó sobre mi, se dejó llevar mojándome los testículos con su caldo.

Subió sobre mi pecho, abierta de piernas ante mi, el olor de su coño me atraía, y mi polla pedía guerra, quería llenarla de mi, ver como me había follado y que sólo ella se hubiera corrido me cabreaba, se acercó un poco mas a mi cara:

- Te gusta el olor?
- Si
- Si que?
- Si mi ama.
- Pues cómeme el coño esclavo, lame y relame cada pliegue de mis labios, chúpame el clítoris, y haz que mi corrida inunde tu garganta.

Joderrrr, esa frase me hizo ponerme malísimo, saqué mi lengua y noté la humedad, acerqué mi boca, y su fluido empapó mis labios, comencé a mordisquearla, a hacer círculos sobre su clítoris, ha chuparlo, a rozarlo con mi nariz mientras relamía los jugos de su interior, era como un chupete para mi, el gozo que me provocaba y el efecto de la pastilla hacía que me nabo estuviera a punto de estallar, que mis venas palpitasen sin cesar.

- Quiero correrme!
- Lo harás cuando yo lo quiera.
- Pues no sigo.

Se apartó de mi, me quitó el pañuelo de la cara, cuando mis pupilas se acostumbraron a la luz, pude observarla: Sus pezones estaban empitonados, su coño salpicado de su caldo, sujeta al cabezal de forja de la cama, con las rodilla dobladas y los pies sobre el colchón, su mirada de deseo clavada en mis ojos.

- No hace falta que sigas, lo haré yo.

Se elevó en cuclillas, puso su entrepierna sobre mi, enseñándome a escasos centímetros de mi cara su raja bien abierta, su ano dilatado, sus labios inflamados y rojizos, bajó hasta sentarse sobre mi rostro, poniendo mi barbilla dentro de su coño, y comenzó un movimiento de vaivén sobre mi boca. Su clítoris se frotaba en mi nariz, su olor a sexo femenino apetecible me tenía exageradamente cachondo, y no podía más, movía mi pelvis a su ritmo, hasta que la noté acelerarse, moverse, gemir, gritar, decir: -si, me voy, decir: -qué bueno es follarte.

Explotó sobre mi, noté el calor de su corrida en mi boca, como sus fluidos caían por mi rostro, como cerraba las piernas aprisionándome entre ellas, la noté desvanecerse, se dejó caer atrás sobre mi, se apartó y se puso a mi lado, con una mano agarró mi polla y comenzó a pajearla, cada vez más rápido, acercando su boca abierta, provocándome un orgasmo que salpicó todo su rostro, su lengua, sus dientes, su pelo, sobre sus tetas que se masajeaba con la otra mano, mirándome con esos ojos de zorra que sólo ella sabe poner… esos ojos que sólo pone para mi.

Durante el resto de la noche me dejó hacer a mi aire, los dos dimos rienda suelta al sexo en el hotel, sobre la mesita, en el sillón, en el suelo, en la ventana mirando a los transeúntes de madrugada por las ramblas de Barcelona…

Un gran invento el de estas pastillas…

domingo, 4 de octubre de 2009

Dime si no lo deseas

Habíamos quedado para tomar un café, y la discusión llegó a un punto que le ofrecí llevarla hasta su coche de nuevo.

- Cállate y pasa adentro.
- A mi no me hables así, haberme tocado el coño no te da derecho a…

La callé con un beso, llevaba rato echándome en cara no se qué de falta de atención, y que la había dejado de lado por otras mujeres.

Arranqué el coche, ni una palabra, seria, morbosamente madura, mirándome de reojo, al pasar por el polígono, giré:

- ¿Donde vas?
- Ahora lo verás.

Aparque el coche entre unos camiones, salí, abrí su puerta y la hice pasar a los asientos de atrás, fui al maletero y cogí unas cuerdas que llevo del barco.

- ¿Qué te crees que vas a hacer con eso?
- ¿Falta de atención? Ahora me concentro en ti. Cállate y disfruta.

Le até una mano a cada agarradera de encima de al puerta, sentada en el medio del asiento, eché alante los asientos delanteros, y me senté sobre el apoyabrazos, entre sus piernas cerradas, acerqué mi mano a su mejilla, la acaricié, luego la bajé por su cuello, bajando por su escote, rozando sus pezones, su vientre, sus caderas.

Metí mis manos bajo su falda, cerró las piernas, metí las mías en medio y se las abría, cogí la cuerda sobrante y las até para que no pudiera cerrarlas.

- Eres un cerdo.
- Eso dímelo luego.

Acerqué mi boca, mirándola a los ojos, sin dejar de acariciar sus caderas, jugueteando con la goma de su culotte, mordisqueé y lamí sus nalgas, paseé mi lengua por su piel, sus rodillas, estaba nerviosa.

Olisqueé su sexo, se había puesto perfume en él, por lo que imaginé que esperaba que tuviéramos algo más que una charla, mordí la tela, metí un dedo entre ella y su pubis, acariciando su suave bello, provocándole un gemido. Aparté la braga y amaneció su clítoris ante mi, sus labios vaginales inflados, mojados.

- ¿Sigo?
- Como pares te mato.

La miré a los ojos, ella me miraba fijamente, sujeté la costura del culotte, y se lo arranqué, a lo que no puso muy buena cara, pero en seguida metí mis manos bajo sus caderas, puse mi lengua sobre su campanilla, y comencé mi ritual del cunnilingus, lamiendola, chupándola, apretando su sexo a mi boca, introduciendo mi lengua entre sus pliegues notando su sabor, follándomela con mi lengua, masturbando su clítoris con mis dientes, notando ese punto que la hacía gemir, enloquecer de gusto, metiendo mis dedos en su sexo, mojándolos para penetrarla con ellos analmente, sin dejar de chupar los jugos que de ella comenzaban a emanar, empapando mis mejillas de su humedad. Su cadera se levantaba para que mi lengua llegara a su punto g, en el interior de su vagina, con mi nariz apoyada sobre su campanilla.

Ya tenía dos dedos en su culo, entrando y saliendo, mi lengua lamiendo el interior de su vagina, frotándome en su clítoris, mi cara era follada por sus movimientos. De repente, aceleró, gimiendo muy fuerte, gritando que ya venía, mi polla estaba super dura, pero no deseaba fallármela, de momento.

- Fóllame Jordi, fóllame por lo que más quieras, que me corroooooo.

Seguí con mi lengua, levantaba sus caderas con fuerza, abriéndose para que entrara mucho más profundo, moviendo rítmicamente mi lengua en su interior, y de repente noté como sus movimientos se detenían, como de su interior manaban gotas calientes que yo recogía con mis labios, mientras con mi mano la desataba dejando que me rodeara con sus piernas.

- ¿Porqué no me has follado?
- Porque me vas a follar tu.
- No, es tarde, y mi marido sospechará.

La desaté se puso lo que quedaba de las bragas, se incorporó entre los dos asientos delanteros para coger el bolso, mientras yo me sentaba detrás suyo, bajando mi bragueta.

Saqué mi polla, sujeta en mi mano, mojada, preparada para encularla, agarré sus caderas, aparté el culotte, y la ensarté hasta el fondo de una sola estacada. Los labios de su coño estaban super dilatados, inundada de fluidos, un grito se le escapó, noté el fondo de su vagina, y quiso apartarse, volví a sujetarla, esta vez le pasé por el vientre una toalla que llevo en el coche, así no podía apartarse de mi, con mis brazos hacía fuerza para clavársela profundamente, una y otra vez, abriendo sus piernas con las mías, metiendo mi mando bajo su blusa, acariciando sus pechos empitonados, masajeando su clítoris recién corrido, y notando con mis dedos como mi polla entraba y salía.

Apoyó sus piernas en los asientos, se cogió nuevamente de las agarraderas sobre las ventanas, para moverse con más facilidad, en segundos provocó un gran orgasmo que la inundó, esta vez de mi semen, echando su cabeza atrás, apoyándola junto a la mía, buscando mis labios al irse, sintiendo mis huevos apretados a ella, buscando desesperadamente mi lengua para saciar su sed de mi, gemí junto a ella, y nos quedamos inmóviles unos instantes, cogidos de la mano.

Se apartó de mi, se agachó, y recorrió con su lengua mi sexo hasta dejarlo sin una sola gota de nuestra pasión.
Un gran placer, Rosi.