viernes, 26 de febrero de 2010

Tan sólo sexo...

Hacía semanas que no la veía, tan sólo alguna conversación por las noches en gmail.

Camino de Alicante recibí un sms: “te espero en el hotel … de Altea, llega a las 20h, no te adelantes”

Provenía de su número, se me aceleró el corazón, supuse que era una broma, y se lo dije a vuelta de sms, su respuesta: “Te deseo, con esto no se bromea”

A las 18h estaba en el coche esperando, nervioso, ese hotel era nuevo para mi, me dio tiempo de comprar pralinés y champagne. Un minuto antes de la hora otro sms: “412”

Me dirigí a esa habitación.

Golpeé suavemente la puerta, y se abrió sola, la cerré tras de mi, me acerqué a ella, y la sujeté en mis brazos, nos miramos en silencio… no hables, eres mia.

Me avalancé sobre su boca, comiendome sus labios, lamiendo su lengua. Mis dedos impacientes jugaban con los botones de su blusa con la perversa intención de descubrir sus pechos, mis manos como palomas se introducian bajo la ropa para sentir su piel.

- Desnúdate.

Mientras se quitaba la ropa me me paseé por la habitación, salí a la terraza donde había una bañera cuadrada a ras del suelo, tipo jacuzzi, con un par de velas en una esquina, y espuma sobre el agua en movimiento.

- Métete en el agua.
- Fóllame en la cama, estoy mojadísima y nunca la usamos.
- Cállate y hazme caso.

A cámara lenta se metió en el agua, y yo seguí sus pasos mientras dejaba caer mi traje al suelo.

Nos quedamos de pie, cara a cara, juntamos nuestras manos, las pasé por su espalda, y la besé, saboreando sus labios, disfrutando del juego de su lengua mientras fuimos bajando poco a poco hasta quedarnos de rodillas sin dejar de besarnos y manosearnos.

Agarré su mano y la llevé hasta mi polla que comenzaba a tomar forma bajo el agua, deslicé mi mano entre sus piernas y metí un par de dedos en su empapado coño, gimió.

Me aparté, me senté sobre el borde de la bañera abriendo mis piernas y presentando mi cipote ante sus ojos: - Me encanta sentir tu lengua pasearse sobre mi capullo.

Acercó su boca, la entreabrió, y antes de que ella hiciera ningún gesto la penetré hasta la garganta, sujetando su cabeza, mirándola a los ojos mientras rozaba sus dientes en el tronco de mi nardo, moviendo su cabeza arriba y abajo, masajeándome los huevos a la vez.

Sabe lamerme, sabe comerme, sabe provocarme orgasmos en segundos tan sólo con su lengua, pero esta vez mandaba yo, contenía mi respiración, y mantenía mis pulsaciones bajas.

La paré justo antes de correrme, me deslicé dentro del agua y la puse sobre mi, su espalda sobre mi pecho, su culo con mi polla en medio, su mano entre sus piernas manteniendo mi cipote en las labios vaginales mientras mantenía unos movimientos suaves que yo le marcaba.

Mis manos acariciaban sus tetas, sus pezones duros como botones emergían del agua, mi visión de esos pechos grandes, y su mano entrando y saliendo entre sus piernas me excitaba muchísimo, bajé mi mano, y sin dejar de acariciar sus mamas con la izquierda, puse la derecha sobre la suya, entre sus piernas, colando un dedo debajo buscando su clítoris, y mastuirbándolo al ritmo que tan sólo yo soy capaz de darle. Se corrió en segundos con fuertes gemidos y cerrando sus piernas para sentir mi tranca dura entre ellas.

La dejé descansar unos segundos, la puse sobre el borde de la bañera con el culo en pompa y la penetré profundamente. Me excita esa postura, en la cual someto a mi chica por detrás, tirando del pelo, sujentado sus manos, y abriendo sus nalgas para observar como mi carne entra y sale y su ano relajado se ofrece a mi.

Sus tetas iban y venían, yo notaba como mis testículos se comprimían, como mi sexo se hinchaba, como las venas de la polla se inflamaban hasta llegar al punto de estallido, cuando no pude más, me aparté, le di lavuelta, me senté en la bañera y a ella sobre mi, en cuanto entré dentro, y sus tetas pasaron por mi cara, contuve la respiración hasta que un estallido de semen inundó su vagina, mis espasmos hacían que botara sobre mi, mis movimientos la llevaban y traían, mi penetración era profunda, hasta el fondo de su sexo.

Intenté calmarme, mientras ella seguía con sus movimientos, clavando sus uñas en mi espalda, mordisqueando mi cuello, acabando de exprimir mi orgasmo hasta que consiguió repetir el suyo, gimió de nuevo, gritóy nos dejamos caer los dos, cansados, sobre las burbujas.

Cielo, es tan sólo sexo… ¿hacemos el amor?



lunes, 22 de febrero de 2010

Pasando el mono


Me despierto ansioso, con ganas de hacerlo de nuevo, cada noche apago mi vicio a escondidas, y no soy capaz de frenar, llegas a mi mente, sin buscarlo, intento dejarte fuera, pero no soy lo suficiente fuerte.

En estos casos la fuerza de voluntad no lo es todo, porque tu cuerpo pide otra dosis, tu cuerpo necesita un poco más que la última vez, necesita volver a experimentar, volver a evadirse, volver a gozar hasta el limbo.

Un vez más, tal vez sea la última, pero no deseo que acabe, se que no es bueno para mi cuerpo, cada chute me deja agotado, me deja destrozado, aletargado hasta que puedo volver a reaccionar.

Necesito un poco más, por favor, dámelo, dame una dosis más, quiero embriagarme, colocarme de ti, necesito mi droga, tu eres mi droga.

La heroína, cocaína, chocolate… ninguna es tan poderosa como tu, como la droga que me das, como el colocón que alcanzo en pleno orgasmo en tu interior, sentirme estremecer, no poder controlar mi cuerpo, porque es tuyo, porque soy una marioneta en manos de una mujer plenamente sexual, porque soy tu juguete, y me encanta ser utilizado.

Dame la bebida que emana de tus labios, bésame para que me derrita juntoa ti, inunda mi garganta con tus fluidos, y escurre mi sexo hasta la última gota.

Siento esta necesidad, cada día, cada instante, busco el encuentro que me coloque por unas horas más, quiero tener mi droga a mano, quiero chutarme cuando nos apetezca.

Dulce locura a la que esta adicción me ha llevado, incontrolable pasión que me arrastra en cada encuentro a dar toda mi energía vital hasta el final.

Tómame, bébeme, lámeme, llévame, utilízame, eres la mejor droga…. eres tu...

jueves, 4 de febrero de 2010

Eras tu

Era una tarde lluviosa, me quité la gabardina, y la sacudí antes de entrar en la habitación.
Abrí la puerta, un profundo aroma a tu perfume me hipnotizó, eras tu, estabas allí, no había duda.

Cerré suavemente tras de mi, la penumbra de las velas me dejaba vislumbrar tu silueta, de espaldas a mi, en la ventana, observando el tráfico de la diagonal con tus manos apoyadas en el cristal.

Las gotas de lluvia resbalaban por el exterior, el vaho de tu aliento aparecía intermitente ante tu rostro, me acerqué a ti.

La noche era oscura, tan solo deseaba comenzar a besarte, tu eso lo notabas, sentías como mi deseo inundaba la estancia, deseaba que me deseases.

- Siéntate en esa silla.

En el medio de la sala habías puesto una silla, me acomodé.

Te diste la vuelta, preciosa, un abrigo largo de piel clara te cubría por completo, ahora podía observar tu rostro, labios rojizos, ojos profundos, tu melena suelta semirizada, como me gusta, tus manos buscando los botones del abrigo.
Poco a poco te desabrochaste, recuerdo tu imagen cuando se abrió y pude observar tu piel, cubierta tan solo por un conjunto de sujetador oscuro, y una braguita con liguero negro, medias y tacones de aguja.

Ver esa imagen me excitó al instante, una erección se apoderó de mis pantalones, deseaba sentir tus pechos en mis labios, tus manos en mi paquete, tu lengua sobre mi sexo…

Caminabas hacia mi, se veía más de tu interior, tus tatuajes, poco a poco el abrigo se abría más y más, mis ojos te descubrían de nuevo, mis instintos despertaban, mi erección me dolía.

Tus manos me arrancaron la corbata, después la camisa, al instante el pantalón, mis boxer, y una leve caricia sacó mi capullo escondido.

Me gustó ver como tu abrigo caía tras de ti, hasta el suelo, como tus hombros desnudos reflejaban la lumbre, me gustó ver como tus pezones erizados deseosos de mis labios, amanecían por encima de la blonda de tu escote.

Me rodeaste, al pasar tras de mi tus manos sujetaron las mías, y el frío del metal de unas esposas limitaron mis movimientos. Ahora era todo tuyo, y sentirme débil, indefenso ante ti, ante mi musa, ante mi ama, me seducía.

Te contorneabas al ritmo de la música, las baladas te ponen cachonda, romántica, te ponen… y tus ojos brillantes descaradamente observaban mi polla. Tus pechos hermosos colgaban al agacharte ante mi, tus caderas macizas se ofrecian entre mis piernas, tus nalgas sentían la punta de mi polla rozarse, buscar el cobijo entre ellas.

Te diste la vuelta, colgada de mis hombros te pusiste a horcajadas sobre mi, una mano agarrando mi cipote, apartando la braga y la otra en mi cuello, mientras tus agobiantes besos me devoraban, mi nardo comenzaba a abrirse paso en tu vagina.

Empapada, inundada de tus fluidos, derretida para mi, facilitabas al máximo la entrada en tu cueva, el dolor de tus uñas clavadas en mi espalda me daba un extraño placer, encantador gusto.

Te miraba, echabas tu cabeza atrás, con fuerza me follabas, me susurrabas que te penetrara más a fondo, pero era imposible entrarte más, tus caderas se movían fuertemente, como jamás las había notado, tus piernas se apoyaban en la silla para apretarse aún más, mi sexo comenzaba a descontrolarse.

Tus pechos cubrían mi cabeza, mi lengua lamía tus pezones, mordisqueándolos, oliéndolos, saboreándolos. El aroma a sexo me encantaba, el sonido de nuestros fluidos mezclandose me hacía perderme.

El orgasmo llegó irremediablemente, las gotas de semen que ya no cabían en tu interior goteaban hasta el suelo, junto con la esencia que emana de ti.

Es un placer dejar que tu prepares la velada, te amo.

Amor, desgarraste mi corazón aquella primera noche, robaste mis deseos para convertirlos en tuyos, y te regalé mi alma, para que hicieras con ella lo que se te antojara. Soy tuyo, y te quiero para mi.