jueves, 30 de octubre de 2008

Encuentro en el tren. 1ª parte: La ida

Casi perdí el tren aquél día, llovía mucho, y el taxi pilló todas las caravanas posibles, y si no lo cojo, ya me veo corriendo al aeropuerto a coger el primer avión hacia París.

En la Estación de Francia, mucha gente para despedirse de sus familiares, y yo que no llego, corriendo por el andén hasta mi wagón, subí y buscando el compartimiento 12.

Al llegar allí, una chica leyendo en la litera:
- disculpe, ¿este es el compartimento 12 wagón 33?
- Eso creo.
- Vaya, creo que se han equivocado.

Salí en busca del interventor, allí, comprobó la lista y si, era correcto, pero a ellos no les constaba una mujer en el compartimento, sino un hombre, pese a todo, me dijo que si no me importaba, viajara con ella, pues no había literas libres, y como buen caballero, si alguien marcha del compartimento, ese era yo.

Así que volví sobre mis pasos hasta mi compartimento:

- Hola, de nuevo aquí, es que nos han puesto juntos y me sabe mal por ud.
- No se preocupe, podemos compartir el compartimiento.
- ¿De verdad no le importa?, muchas gracias.

No habíamos hecho más que salir, a las 21:15, y me fui al wagón restau
rante a cenar. Al rato, apareció mi compañera de compartimento, me saludó, y se sentó en una mesa en frente mío, durante la cena, pude fijarme en ella, una mujer pelirroja, media melena, de curvas voluptuosas, y un gusto exquisito vistiendo, tacón, medias, falda.
Estuve observándola durante unos 5 minutos, sin darme cuenta de que ella me estaba viendo, cuando me percaté, en seguida giré la mirada a la ventana, pero en ella podía seguir viéndola reflejada, y pude observar como ahora era ella la que me miraba.

De vuelta al compartimento, monté mi litera, me aseé, y cuando salí del baño entraba ella por la puerta, nos saludamos, y subí a mi litera. Yo me había vuelto a vestir, pues no veía correcto dormir en ropa interior con una dama en el compartimiento.
Entró ella en el baño, y salió con un camisón opaco, oscuro, como de seda, que destacaba sus pezones marcados, por el frescor del ambiente, su perfume era fuerte, como a mi me gusta en una mujer, e impregnaba todo el ambiente.

La miré de reojo, y le pedí disculpas por haberla estado mirando en la cena, me disculpó y apagó la luz.

Al rato, sentí frío, y comencé a tantear alrededor de mi litera por si hubiera alguna manta, pero sin éxito, asomé mi cabeza por la litera, y pude vera a aquella mujer, tapada con una sábana, simplemente, recostada de lado, y apoyando su cabeza en una manta.
- Discúlpeme de nuevo, pero es que tengo frío y no encuentro ninguna cosa para taparme, ¿sería tan amable de dejarme su manta? Pues observo que ud. No la utiliza.
- Por supuesto

Me la alcanzó con su mano, y rocé su piel al cogerla. Sentí un cosquilleo, pues era algo inusual, dormir con otra mujer, en un coche cama, por coincidencias, y además tan hermosa como aquella hembra.
Al cabo de dos minutos, ella se dirigió a mi:
- Oiga, mire, esta situación me sobrepasa hasta a mi, y le aseguro que estoy acostumbrada a cosas “raras”.
- Lo siento señorita, si lo desea, salgo del compartimiento..
- No, no, no. Lo digo porque ud. Tiene un nosequé que me provoca morbo, observandole embobado mirándome en el restaurante, sin percatarse que yo también le observaba. ¿Porqué, por esta noche, no hacemos como si fuéramos pareja? Me gustaría darle mi calor, debajo de esa manta.

Tragué saliva, no sabía qué decir, yo estaba tapado hasta el cuello con la manta, mirando al techo y los reflejos de las farolas de algún lugar, al pasar el tren, y cuando procedí a incorporarme, y me giré, allí estaba ella, de pie, su cara a la altura de la mía, sus ojos fijos en los míos, y yo nervioso, sin saber qué hacer.

Se abalanzó, y antes de que yo pudiera decir nada, cerró mi boca con un beso, suave, se apartó, me miró de nuevo a los ojos: - Sus labios me provocan.

Esas palabras provocaron en mi que la cogiera de la nuca y la besase con fuerza, mi lengua buscando la suya con frenesí, como si se nos acabara la noche con aquél beso, y mis manos acariciando su nuca caliente, su cabello suave, sus mejillas dulces. De un salto bajé, nos miramos, acerqué mi mano, a su hombro, la piel desnuda, y rozando el tirante de su camisón, lo dejé caer a un lado, ahora sólo se lo sujetaba el otro tirante. Antes que yo hiciera nada, ella misma deslizó su mano hasta él, y lo empujó, al instante calló al suelo y me dejó ver sus pechos, sus pezones duros, sólo un tanga vestía, acercó sus manos, y mientras me desabrochaba la camisa volvimos a besarnos.

Desabrochó mi pantalón y dejó caer al suelo mi slip, apenas se distinguían nuestras siluetas por la oscuridad, pero pude sentir como su mano rozaba mi sexo, como apretaba mi pene y provocaba mi erección, besé sus pezones, jugando con una mano y sus pechos, bajé la otra mano y le bajé el tanga, ella misma lo dejó caer con un movimiento rápido de piernas. Estaba excitadísimo, y le pregunté:
- No nos hemos presentado.
- Ni falta que hace, fóllame.

Se colgó de mi litera con sus manos en alto, y con sus piernas rodeó mi cintura, obligando a que mi sexo se encarase con el suyo, la sujeté de la cintura, y la ensarté, aquel coño estaba mojado, que excitación, me dijo, me he masturbado mientras estaba en la litera imaginando este momento, y me había corrido ya.

La empalmé con más fuerza, ella colgada, mi único esfuerzo era apretarla a mi, era una posición cómoda, y sus piernas apretaban mi pene hasta el fondo, la cogí, le solté las manos, y la apoyé en la ventana, observados por la oscuridad de la noche, e iluminados por las estrellas, la follé contra el cristal, mientras nos besábamos y aguantábamos nuestros orgasmos.
- No llevo condones, ¿y ud.?
- Tampoco, pero no hace falta, siga hasta el final.

Esa situación era más inesperada si cabe, y cuando sus brazos se rodearon a los míos, la llevé hasta su litera, allí, recostada sobre su espalda, levanté sus piernas, y las puse sobre mis hombros, seguía penetrándola, follándomela sin parar, manteniendo el ritmo pero mis huevos no podían más retener aquella corrida, la avisé, me apartó, y me la comió, a mi me faltaba poco para correrme, pero ella sujetaba mis testículos, los manoseaba, me acariciaba el ano, y se tragaba todo aquél trozo de carne dura que la había estado follando, yo tenía mi pierna sobre su litera y la otra al suelo, así que sus manos tocaban libremente, hasta que noté que me cogía el culo desde atrás, me apretaba fuerte, y me pajeaba más rápido, apartó su boca, y provocó mi corrida sobre sus tetas, un chorro de semen la salpicó desde su barbilla hasta el ombligo, acercando sus pezones a las gotas de semen que todavía brotaban de mi polla, y sin dejar de masturbarme, yo gemía, y la sujetaba de la cabeza, mirando como me disfrutaba aquella mujer.

Acerqué mi mano, y unté mi semen por sus pechos, por su cuello, por sus mejillas, y bajé hasta su coño, sentado a su lado, rodeada con mis piernas, la acariciaba, besándonos metí mi mano entre sus piernas, rozando con mi dedo gordo mojado de semen su clítoris y su raja.

La penetré con mi dedo, y un gemido salió de su boca, mi polla seguía dura, apoyada en su cadera, y su mano rozando mi capullo mojado, nos besamos, la eché atrás, apoyada en la pared, abrí sus piernas, y acerqué mi boca a su precioso coño, rasurado, sólo con un pequeño detalle de pelo pelirrojo sobre el clítoris, en línea hacia el ombligo.

Saqué mi lengua, y lamí, lamí aquella campanilla abriendo sus labios con mis dedos, arriba y abajo, rozando mi polla en la cama, y mis dedos masturbándola desde su ano hasta su coño, sentía sus movimientos, se estaba corriendo de notarme, subí una mano hasta sus pechos, todavía húmedos de mi, y acerqué hasta la boca, metí los dedos y noté su lengua moverse como si se tratara de mi polla, lamí más, metía mi lengua en su vagina, notando el calor, y guiándome por sus gemidos, cuando noté que llegaba a su orgasmo, le abrí las piernas me puse sobre ella y se la metí, me la follé como nunca, fuertemente, arítmicamente, abriendo al máximo ese coño, para que notara más mi polla, ella gemía, se mordía la mano para no gritar y decía: - Siiii, no pares.

Seguía metiéndosela hasta que no pude más, y exploté dentro suyo, ella se cogió a mi cuello, se sentó sobre mi, y cogida nuevamente a la litera superior, me folló, me exprimió hasta la última gota, con su movimiento fuerte, y haciéndome notar como su corrida era más abundante que la mía, mis huevos mojados, mi pierna, las sábanas, como me estaba secando aquella mujer, seguía y gritó otra vez de placer, gemía y gemía, y pedía más.

La abracé, la miré a los ojos, y la besé, allí permanecimos besándonos durante unos minutos, saboreando con nuestros sexos los fluidos derramados el uno sobre el otro.

Al rato, yo estaba medio adormecido, y sentí como su cadera se movía, me rozaba nuevamente, y entreabrí los ojos, bella, desnuda, sus pechos claramente definidos ante mis ojos, y su mano entre sus piernas, me susurró: - Algo así no lo dejo escapar.

Acercó su mano a mi cara, me encaró y me dijo: - venga, acompáñeme.

Entramos en el baño, era un baño pequeño, un wc, lavabo, y una ducha redonda de muy reducidas dimensiones. Giró el grifo, y un chorro de agua fría manó del techo y la salpicó, saltó atrás sobre mi, y la sujeté, su piel se puso tersa al instante de la sensación de frío, y sus pezones duros como nunca. Una mano bajo el agua hasta que la notó caliente, y se introdujo debajo, yo, desde la puerta, mirándola como se mojaba el pelo y lo sujetaba en su nuca, sus brazos en alto dejaban ver los pechos estirados, y marcados, su cintura, y su culo. Me miró y me dijo: -ven, creo que podemos tutearnos.

Entré en la ducha, allí, bajo el agua, nos besamos, sentimos de nuevo la excitación, del momento, mi cabeza no dejaba de dar vueltas sobre lo que estaba increíblemente sucediendo, la cogí de la cintura, me agaché y besé sus pechos, mordía sus pezones y sus manos sujetaban mi nuca, la cogía de las nalgas, y la apretaba a mi, le di la vuelta, me agaché más, abrís su culo con mis manos, y acaricié su ano, su raja, sus caderas, acerqué mi boca, y paseé mi lengua alrededor de sus agujeros, metiéndola suavemente en uno y otro alternativamente, le gustaba, pues movía su cintura atrás cada penetrada de mi lengua, mis dedos jugueteaban con su clítoris, mientras seguía masturbándola con mi lengua.

Cuando me noté duro, me incorporé, la tomé de la cintura, y la ensarté a fondo, de golpe, gimió, no llegó a gritar, y apoyada en la pared, sus pechos apretados contra el frío plástico de la estancia, y mi espalda sobre la pared opuesta, comenzamos a apretarnos el uno contra el otro, sintiendo lo más profundo de sus entrañas chocar con mi sexo, estuvimos un rato, mientras mis manos acariciaban su cintura, sus pechos, su boca.

Para controlarme paraba a ratos, dejaba que ella se moviera suavemente durante unos minutos, respiraba hondo, y volvía a la carga, se dio la vuelta, se sentó en el wc, tocando la ducha, me echó atrás y sujetó mi polla con una mano, la otra me cogía del culo, y comenzó a pajearme, mientras acompañaba con su boca en cada meneo, siguió así un ratito, mirándome a los ojos, y me encantaba, podía observarla allí, sentada, con sus piernas abiertas, su coño mojado, su melena empapada sobre la espalda, el agua cayendo sobre nosotros, y haciendo cosquillas en nuestros cuerpos, disfrutaba mucho ella con aquella mamada, me miraba, y seguía, le dije: - Me encanta follarte por detrás, tu culo me vuelve loco.
Se levantó, se dio la vuelta, se agachó y sujetándose en el wc con las manos, las piernas estiradas y su culo en pompa ante mi, me dijo: - disfruta mi culo.

Me agaché de nuevo, esta vez mi lengua era más atrevida, no se limitaba a acariciar el exterior de sus agujeros, esta vez, acompañada por mis dedos, me atrevía a introducirla, a meterla un poco más adentro, masturbándola vaginalmente con dos dedos, atrayendo su sexo hacia mi boca, y su culo, su ano relajado penetrado por mi lengua, eso me excitaba enormemente, su culo me tenía enganchado, y deseaba follármelo.

Comencé a mojar mis dedos en su coño, y luego penetrar su ano con el dedo índice, poco a poco más adentro, como vi que aceptaba mi masturbación anal, seguí haciéndolo, esta vez con el dedo corazón, hasta que puede meterle el dedo gordo, en ese momento yo estaba que deseaba reventar, ella gimiendo, me decía que se estaba corriendo, y deseé follarla, así que me levanté, abrí sus caderas, y la follé, la penetré en su coño, seguía culo en pompa a mi, y sus tetas colgaban, se meneaban a cada sacudida, comenzó a gemir más fuerte, cada vez más fuerte, así que me aparté, y antes de que acabara su pregunta sobre qué hacía, le metí el capullo en el ano, soltó un gritito, no fue de dolor, sino de placer, el agua seguía mojándonos, empapando nuestros cuerpos, y mis manos unidas a aquellas caderas, ella apoyada por los codos en la tapa del wáter, y mi polla a medio entrar de su culo, se levantó un poco, me miró de reojo, sonrió, y empujó atrás, la penetré hasta el fondo, su culo se había abierto a mi, tomé la toalla del baño, la pasé por debajo de su cintura, y cogida a mis manos, comencé a penetrarla, con la toalla le daba más juego, podía apartar sus caderas sin sacar mi miembro, y volver a embestirla nuevamente, en ese momento nuestros cuerpos eran uno mismo, con unos movimientos coordinados, follándonos el uno al otro, y cuando sentí que los movimientos se aceleraban por su parte, la saqué, se la metí en el coño, le di la vuelta, me senté yo en el wáter, y ella encima mío, observando su espalda, acerqué su cara a la mía, y mirándola a los ojos la metí hasta el fondo y descargué toda la carga de semen que esperaba en mis testículos dentro de su vagina, ella hizo lo propio con su corrida, y con movimientos suaves, sin dejar de mirarnos a los ojos, nos corrimos juntos, disfrutando, sintiendo el ardor de nuestros sexos penetrados, dulcemente amados por unos instantes.


Nos secamos, y volvimos a acostarnos.

Al día siguiente, desayunamos juntos y al despedirnos en el andén de la estación de París la besé, y le pedí volver a verla. Me dijo, ya veremos, tal vez coincidamos a la vuelta. Me dio los datos de su billete, y los anoté…

jueves, 23 de octubre de 2008

Tarde de cine

Fue un día duro en el trabajo, las visitas a clientes cada vez son más complicadas, y menos receptivas, no se que haremos, si todo sigue así...

Quedé con ella a las 6, decidimos ir al cine, a ver una peli de las que me gustan, acción e intriga, para pasar el rato.

Llegué yo un poco antes al centro comercial, así que me esperé apoyado en la puerta del Massimo Dutti, para verla entrar. Allí apareció ella, con un vestido blanco con detalles negros, un escote sujerente, y sus zapatos de tacón, marcando esas curvas que tan loco me vuelven.

No me vió, así que la observé, caminé detrás de ella, mirando el vaivén de su trasero, mirando la línea de sus medias, desde el tacón hasta debajo de la falda. Mirando su forma de caminar sensual, e imaginando lo que le haría en medio del centro comercial si no hubiera nadie.

Se paró en un escaparate, de ropa interior femenina, y yo me quedé a apenas 2 metros detrás de ella, mirándola de arriba a abajo, me acerqué, y mis labios se posaron en su cuello, al instante se apartó y me miró con cara asustada: - lo siento, le dije. - no importa, me había gustado, tú me gustas.

La cogí de la cintura, me acerqué a sus labios y los uní, suavemente, como si fuera aquél primer beso que le di en el coche el primer día que nos vimos, cerré los ojos, y dejé que su lengua buscara la mía. Una mano en la cintura y la otra en su nuca, tal como le gusta a ella que la bese, uniendo nustras bocas, y sintiendo la excitación que siempre nos genera ese instante, mi sexo comenzaba a cobrar vida.

- Te gusta esta ropa? me gustaría regalarte un conjunto.
- De acuerdo, si tu me dejas regalarte algo a ti.

Entramos dentro de aquella tienda de lencería, mirando conjunto tras conjunto vi uno que me gustaba, era un conjunto negro, con encaje, que seguro que realzaría sus pechos, y marcaría aún más si cabe la curva de su culo. Le dije que se probara al menos el sujetador, para ver qué tal le quedaba, la acompañé al provador, y esperé tras la cortina, mientras se desnudaba, la observaba por una comisura que quedaba entre la tela y la pared, podía ver como se desabrochaba el sujetador que traía ella, uno azul cielo, que otras veces le había desabrochado yo, sus pechos al aire, sus pezones duros por el aire acondicionado, y yo notando mi polla dentro del pantalón, como comenzaba a excitarse. Entré en el probador, y la sujeté por detrás, pasé mis brazos y la acaricié con aquél conjunto puesto.

- Estate quieto. Me encanta, me lo quedo.

Después de pagar, salimos de la tienda, y me miró, señalando el Massimo Dutti, donde la había esperado yo, así que entramos, ella me llevaba cogido de la mano, tiene las ideas más claras que yo en cuanto a ropa de hombre, así que me dejé guiar.

Cogió una americana, una camisa de algodón blanca, y unos pantalones a conjunto, fuimos al probador, y allí me dijo: - toma amor, ve probandote esto, que voy a buscar algo más.
Me desabroché el pantalón, lo colgué, la camisa, y me quedé en calzoncillos, tomé el pantalón, la camisa nueva y me lo puse, llegó ella con una corbata, se metió dentro conmigo, y cerró la cortina, me miró a los ojos y su dedo selló mi boca, bajó su mano, desabrochó el pantaló de nuevo, y dejó caer los pantalones al suelo, bajó mi slip, y se quedó inmóvil mirando mi polla blandita, prefiero que la vea dura, así que la tapé con la mano, ella me miró, su mano apartó la mía, y acercó su boca a mi sexo.

Su lengua rozaba la piel de mi sexo, sin metérsela en la boca, simplemente la acariciaba, de arriba a abajo, suavemente. Me miró, mientras deslizaba una mano entre mis piernas. Agarró mis testículos con fuerza, y se introdujo mi polla entera en la boca, comenzaba a endurecerse poco a poco, así que ella podía jugar fácilmente con su lengua, en breve, la excitación del calor de su mano en mis huevos, y su boca ardiente comiéndome provocó mi erección.

La sujeté de la nuca, y comencé a follarme su boca con fuerza, se la metía hasta la garganta, hasta que mis huevos notaban sus labios, así la tuve unos segundos, hasta que noté que mis primeras gotas de jugo salían de mi sexo. Me detuve en seco, mirandola a los ojos, la levanté, le di la vuelta, levanté su vestido, y verla con liguero y sin bragas me excitó enormemente.

Abrí sus nalgas e introduje mi polla entre ellas, sintiendo su humedad, sintiendo como su coño estaba mojado y caliente, presenté mi capullo ante sus labios inferiores, y cuando lo sentí mojado, apreté cogiendome a sus caderas, la penetré a fondo, le enculé hasta que noté que no podía entrar más, y procedí sacarla suavemente, otra vez a fondo rápidamente, y a atrás poco a poco. Eso la debió excitar muchisimo, pues con sus manos buscó las mías, para que no me apartara de ella.

Concentrado en mi erección, controlando mi eyaculación la cogí de su cabellera, tiré fuertemente de ella, y la susurré: - me corro. – y yo.

Exploté dentro suyo, sus contracciones hicieron que mi corrida fuera más fuerte, que incluso mi semen goteara por sus piernas. Apretándola del cuello hacia mi, con mi dedo en su boca, mordiendome, y provocando aún más el placer, seguimos nuestro movimiento rítmico hasta que nos quedamos quietos, agotados y extasiados.

Me acabé de probar la ropa y salimos del probador, una dependienta nos miraba, pero nos daba igual, el placer que me provoca… vale un imperio.

Pagamos y salimos hacia la zona de los cines, cogiéndola por la cintura, se apoyaba en mi hombro, y al llegar a la altura de los WC, se acercó a mi oido y me susurró: - yo todavía no he acabado.

Me empujó hacia los baños, allí, mirando a lado y lado, abrió el de minusválidos, y me metió en él. Sacó de su bolsillo la corbata que había cogido en el probador, y que yo no había pensado en ella, pues al parecer no la pagó. Eso me dio que pensar, la pasó por detrás de mi cabeza, la anudó tapándome los ojos, y me desabrochó la camisa, apoyado en la pared sentía como sus labios se paseaban por mi pecho, mordiendo mis pezones, y provocándome de nuevo la excitación.
Su mano acariciaba mi paquete por encima del pantalón, sintiendo mi miembro con ganas de salir, me mordía el pecho, subía hacia el cuello, y mordiéndome el cuello metió su mano en mi pantalón. Ahí pudo notar como mi polla estaba mojada del anterior polvo en el probador, con una mezcla de semen y sus jugos vaginales, jugueteó con ella, y le pedí que me follara, que no podía más.

Me desabroché y dejé de sentirla, con los ojos tapados no sabía donde estaba, y me dijo: - Confía en mi, pon tus manos a la espalda y búscame.

Caminaba con pies de plomo, pues ese baño era algo más grande que los otros, y no me lo conocía, mi bragueta desabrochada, mi polla firme, mi pecho al descubierto, me iba diciendo: -Caliente… frío.
Hasta que mi polla encontró algo, no sabía qué era, y ella me dijo: -Quédate quieto.

Noté como mi sexo se hundía en el fondo de algo húmedo, pensé que sería ella con su boca, sentada en el WC, pero no, aquella sensación era la de su coño, ese coño mojado, lleno de mi, esas piernas abiertas.

Allí quieto, dejandome hacer, sentía como mi polla entraba y salía de ella, imaginé que estaba culo en pompa, apoyada en algún lugar, empujándose hacia mi, y me excitaba esa situación. Se paró, se apartó, me cogió de la mano y me hizo acercarme a ella, allí pude notar sus piernas rodeándome, y como nuevamente su mano cogía mi tranca y la direccionaba entre sus piernas, se aferró a mi fuertemente, y me dijo: - Fóllame, con fuerza, destrózame.

Ella estaba muy caliente, cogida de la cintura, apretándo en cada embestida hacia mi, sentía sus pechos desnudos sobre mi pecho, sentía sus coño mojado abrazar mi pene, sentía sus brazos colgados de mi cuello, y podía sentir sus labios comiéndome a besos.

Me quité la corbata, y allí estaba ella, hermosa, con su mirada de placer, enamorada de su fiel amante, y aceptando todo lo que yo podía darle. La observaba, su espalda apoyada en la pared, sentada sobre la tarima para cambiar los pañales a los bebés, sus piernas elevadas cogiendo mi cintura, y abierta totalmente para mi.

Notaba sus uñas clavarse en mi espalda, sus espasmos interiores delatando que algo sucedía en sus entrañas, y sus labios buscando los míos, susurrando: - Te amo, te amo.

La apreté a mi, y cuando más fuerte la pude sentir, en ese preciso momento me dejé ir, dejé de controlar mi eyaculación y permití que mi semen llenara a borbotones el interior de mi princesa. Apoyado sobre ella, con sus pezones duros, estuvimos parados, quietos unos instantes saboreando el fluir de nuestros jugos en su interior, besándonos, amándonos como si fuera la última vez.

Nos aseamos, y sin decirnos nada, simplemente sonriendo salimos de aquél baño.

Subimos a la planta superior, donde, después de mirar las salas del cine, elegimos la pelicula que queríamos ver, justo había comenzado hacía 2 minutos, así que todavía podíamos entrar.

Ya dentro del cine, esperamos unos segundos a que nuestras pupilas se adaptaran a la oscuridad, entonces la guié hasta el fondo de las gradas. Era una sala mediana, con muy poca gente, apenas 10 ó 12 personas, todas en el centro de la sala. Nos sentamos en el rincón, y allí la acurruqué bajo mi brazo.

Pasados 40 min de película, sentí su mano en mi pierna, acariciandome, y me dijo: - Amor, esta peli es muy aburrida. Yo le dije que total, yaq ue llovía en la calle, pues que allí estabamos calentitos y a cubierto.

Noté como subía y bajaba su mano, como rozaba en cada movimiento mi sexo, y volvía a bajar hasta la rodilla, en una de esas, bajó mi bragueta, yo le dijeq ue qué hacía, que nos podían ver, pero no me dijo nada, simplemente dijo: -Shhh.

Sacó mi verga, sujeta en su mano, dura, pues con ella me cuesta muy poco, auque en el fondo ella me impone todavía, pero su forma de acariciarme, su forma de besarme hacen estragos en mi. La dejé hacer, subía y bajaba, me estaba masturbando suavemente, y mientras mi mano buscaba su culo por debajo de su falda, ella fue bajando y se estiró en las butacas, así nadie la podía ver. Su boca absorvió mi polla, se la metió toda entera en la boca, y a la vez que tragaba, su mano me la pelaba. Mi mano seguía buscando debajo de su falda, entre el liguero, su tanga, y su culo, ya no me acordaba de qué iba la pelicula.

Metía mi dedo en su trasero, jugando con sus dos agujeros, lo mojaba en su coño y luego la masturbaba por el ano, así una y otra vez, notando como sus caderas se movían a mi ritmo, me encantaba esa situación de masturbaciones mútuas, seguí masturbándola mientras podía, jugando de vez en cuando con su clítoris, y vuelta otra vez a su culo.

Apenas gemía, contenía su placer para ella, pero yo no podía más, me costaba contenerme después de 2 polvazos en poco más de una hora, y no podía más, ella notaba el estado de mi excitación por el movimiento cada vez más acelerado de mis dedos dentro de sus agujeros, hasta que fue tal, la apretaba tan fuerte, intentando advertirla de que me iba a correr, se apartó un segundo y con voz excitada me dijo:
- no pares, haz que me corra.
- Es que creo que nos observan.
- ¡Ahora no pares!

Seguí con mis movimientos, mi dedo corazón introducido hasta el fondo de su vagina, y con los otros rozándole el clítoris, notaba cons su garganta chupaba, absorviendo todo lo que podía de mi, hasta que no pude más, y sin parar de masturbarla comencé a correrme, no se apartó, algo extraño, pues siempre me ha dicho que no le gustaba, pero dejó que me corriera en su boca, no tragaba, pero la estaba llenando de mi leche caliente, seguí masturbándola hasta que también noté como en su coño se mojaban mis dedos nuevamente, y disfrutaba ella de su tan esperado orgasmo. Se apartó, me miró a los ojos, y sonrió, cogió el vaso de cocacola, y escupió dentro. La sujeté de la nuca, y la besé, compartí con ella el sabor de mi semen en sus labios, y le dije:

- Siento haberlo hecho
- No importa, este es mi regalo de cumpleaños adelantado, no me gusta el sabor del semen, pero si no me lo trago, lo disfruto haciéndote disfrutar.
- Me alegro de haberte conocido.
- Y yo de que me convencieras para conocerme.

Salimos del cine, antes de acabar la película, pues alguien nos había visto, y no quería cruzarme con ellos con luz.

Volvimos hasta nuestros coches, y acordamos en vernos en mi casa, más tarde, primero tenía de ir a buscar la cena…

… Pero esta será otra historia…

domingo, 5 de octubre de 2008

El vuelo, 2ª parte. Boston



El resto del vuelo fue muy sensual, ella se mordía los labios, se apretaba la mano entre las piernas, por debajo de su bolso, para que nadie lo observara, las abría de vez en cuando para que pudiera observarla, y sentía su mirada clavada en mi continuamente.

Aterrizamos, y esta vez su marido cogió la maleta, y bajó con ella, yo me situé justo detrás, y volví a arrimarme a su mano, la acaricié, suave, un tacto divino. Abrí su mano y puse su tanga en ella, ella se giró con ojos sorprendida, y yo me limité a sonreir. No deseaba que tuviera problemas.

Les perdí el rastro en el aeropuerto, así que tomé un taxi y fui al hotel.

Era tarde, anocheciendo, mi hotel, situado en el centro de Boston, casualmente a 3 calles de donde ella estaría alojada, era lujoso, por un problema en las fechas de mi reserva, de la cual yo no era responsable, no había habitación libre de la tarifa solicitada, así que para compensar el error, me propusieron pasar a una habitación mejor por el mismo precio, acepté.

La habitación era tipo suite, con baño completo, jacuzzi, ducha aparte, nevera, sofá, sillones, mesa, TV de plasma, etc., digna de una noche de bodas.

Todavía sentía el aroma de aquella mujer en mis manos, en mi boca, en mi sexo, todavía podía notar la humedad de su intimidad entre mis piernas, había sido el mejor día de mi vida, nunca había gozado tanto con una mujer, como lo que había provocado en mi aquella dama.

Piiib! un sms:
- “Num. Hab?”
- “803”
- “avisa que tal vez tu mujer venga a verte”
- “ok”

Estaba agotado, así que sin ducharme ni nada me metí en la cama, acurrucado con mi mano en la cara para seguir oliendo aquél perfume.

Me levanté temprano, me duché, afeité, y arreglado con mi mejor traje, salí a comerme el mundo, no sin avisar en recepción que algún día de estos vendría mi esposa… Después de comer, volví al hotel, subí directamente a la habitación.
Metí la llave, y al abrir la puerta sentí el aroma de aquél perfume tan excitante, todo a oscuras, algo de jazz en el ambiente, suavemente iluminada por una camino de velas en el suelo, y entre ellas unos zapatos de tacón, una blusa, una falda, unas medias, un sujetador y en la entrada del baño un tanga.

Gratamente sorprendido observé una silueta de espaldas a la puerta, entre nubes de espuma dentro del jacuzzi, el pelo recogido, y una copa de champagne en la mano.
- te estaba esperando

No supe qué decir, me acerqué a ella, me senté en el borde de la bañera, a su lado, tomé su copa, y acabé el champagne de un sorbo, se incorporó dejando emerger sus pechos entre la espuma, me cogió de la corbata, y me acerqué a esos labios tan deseados, la besé, y sentí como una gota de mi semen recorría mi miembro, humedeciéndolo de la excitación. La sujeté del cuello, y mirándola a los ojos le dije: -me gustas demasiado.

Aflojó la corbata, y la tiró al suelo con la americana, desabrochó mi camisa, y al llegar al cinturón, me dijo: -no puedo esperar más.
Me empujó dentro de la bañera vestido todavía, y se abalanzó sobre mi, desabrochando el pantalón y sin dejar de besarme me despojó de toda la ropa, de los zapatos mojados, y desnudos, ella encima mío, la hice notar lo duro que me ponía esa situación, ella tardó poco en abrir sus piernas y, bajando una mano, situarla en la puerta de su sexo, mirándonos a los ojos, inmóviles, esperando quién daba ese movimiento, se deslizó suavemente sobre mi verga, hasta notarla en lo más profundo de sus entrañas, y se mantuvo allí inmóvil unos instantes, después, poco a poco comenzó a mover sus caderas, y a absorber mi polla en su interior.

Estaba sentada sobre mi, sus piernas a la altura de mis brazos, totalmente penetrada, me levanté un poco y permití que me rodeara, abierta para mi, totalmente rendida ante el placer que yo le provocaba, acaricié su espalda, bajando hasta rozar su ano, aquél que tanto me hizo disfrutar el día anterior, rocé mi polla dentro de su coño, y acaricié con mis dedos su clítoris. Los movimientos eran muy suaves, muy lentos, parecía una escena erótica a cámara lenta, acercó sus labios a los míos, cerró los ojos, y me besó.
Era un beso ardiente, mojado, su lengua buscó la mía, y exploramos el interior de nuestras bocas, poco a poco sus movimientos fueron algo más rápidos, hasta que sentí un temblor en ella, clavó sus uñas en mi espalda, y apretándome fuertemente se volvió loca sobre mi, me cabalgó fuertemente, ferozmente, movimientos bruscos, y yo no pude más, exploté en su interior, llenándola de mi y sacando el agua que quedaba en su coño, apretándola a mi, en cada embestida, sujetándola de la nuca y la cintura a la vez, permitimos sentir nuestros fluidos brotar.

Relajados, uno en frente del otro, en la bañera redonda, piernas entrelazadas, mi pié jugaba con su coñito, mientras el suyo lo hacía con mis testículos. Estuvimos hablando un rato, sobre mi trabajo, sobre lo que ella hacía, sobre cómo se lo había montado para escapar esa tarde, no fue difícil, no traga a la familia de su marido….

Me puse a su lado, y la rodeé con mi brazo, la acurruqué en mi pecho, y miré al techo, medio adormecido por lo vivido, y por su mano que acariciaba mi sexo, deseé que el tiempo parara allí, y no hubiera más que nosotros dos, amantes en secreto.

Me empalmé, me puse de pié y sujetándola del pelo, la penetré en la boca, mi mano dominaba el movimiento de su cabeza, al ritmo que mi sexo requería, y sus ojos buscaban los míos. La di la vuelta, y la descolgué por el borde de la bañera, su sexo ante mi, metí mi lengua entre sus nalgas, lamí su ano, introduciendo mi lengua como si lo masturbara, y lamí su coño, su clítoris, y mi mano entre sus piernas jugaba con su intimidad, me incorporé, la saqué de la bañera y la metí en la ducha, la puse cara a la pared, el agua cayendo sobre los dos, besé su espalda, haciéndola notar mi polla en su culo, presentando mi capullo en la puerta de su coño, mis manos jugando con sus pechos, con sus pezones, subiendo hasta su boca, y bajando a su sexo, metí mis manos entre sus piernas, me agaché, y volví a lamerla, sujeté el telefonillo de la ducha entre ellas, apuntando el chorro a su raja, y a su campanilla, abriendo con mis dedos su sexo, aumenté la potencia del agua.
Aquella sensación debió gustarle, porque se agachó un poco más, abrió del todo sus piernas, y pude observar sus pechos colgando y su cara al otro lado mirándome. Apreté la ducha en su coño, el agua caliente la hizo estremecer, y sin dejar de rozar su clítoris con mis dedos, me levanté, aparté el agua, y la penetré, allí casi a cuatro patas, ella se dejó caer, se quedó de rodillas, gimiendo y susurrando: -fóllame, fóllame.

La ensarté, en cuclillas, cogí la toalla y la pasé por debajo de su vientre, así, en esa posición, la follé, la follé con más fuerza que nunca, y debí hacerle daño, pero no dijo nada, le gustaba. Mis brazos tiraban fuertemente de la toalla, sin dejar espacio para apartarse de mi, la volví a ensartar a fondo, sentí como se corría, como me quemaba, y quise aguantarme, paré en seco, solté la toalla, y la acaricié, dejé que se corriera , acariciándola, disfruté de ese momento, entonces la volví a penetrar, a fondo y esta vez yo tardé segundos en correrme, ella gritó: -otra vez! Si! Nos corrimos juntos, sentí ese calor nuevamente.
Bajé mi mano, la puse entre nuestros sexos, y me la acerqué a la boca, saboreé mis dedos con jugos mezclados y se lo di a probar a ella, la incorporé, y acabamos de ducharnos, abrazados, sintiendo esa atracción el uno por el otro.

Se puso el albornoz, y pasamos a la salita a tomar algo del mueble bar, pedí que nos subieran algo de comer, y nos tumbamos en la cama. Allí hablamos durante un rato de mi vida, de la suya, de lo solos que nos sentíamos pese a estar rodeados de gente… de la atracción a primera vista que tuvimos…

De repente, se levantó, miró al suelo, cogió mis zapatos, luego cogió un pañuelo, se acercó a mi y me tapó los ojos, me quedé desconcertado, no me esperaba ese juego, me empujó atrás, y allí me ató las manos al cabezal de la cama, me besó, y al acabar metió un trozo de ropa en mi boca, supuse que era el tanga, por el perfume y el aroma de sus fluidos, entonces noté algo frío y mojado sobre mi pene, un cubito de hielo, jugando con mi glande, rozando mis huevos, y su lengua dando vueltas a mi capullo, una mano en mi boca, y la otra con el hielo, me rozó el ombligo, los pezones, subió a mi boca, y entre beso y beso pasaba el cubito por mis labios.
Susurraba palabras, entendía algunas, otras no: -deseo follarte –hazme tuya –quiero correrme en ti…
Paró, desconcertado, pues hacía segundos que no notaba nada, quise zafarme de las cuerdas: -shhh, quieto.

Me vino un olor a sexo, intenso, cada vez más fuerte, y entonces en mi boca noté algo, saqué mi lengua, era algo delicado, una parte de ella, supuse, mojada, lamí un poco más, y entonces pude saber que me había puesto su coño en mi cara, comenzó a moverse, arriba y abajo, haciendo que mi lengua fuera desde su clítoris hasta su ano, parando en su raja, y apretando mi boca allí. Se tragó mi polla, mientras yo gemía de lo que me gustaba esa situación, noté como su lengua se paseaba desde mis testículos hasta el glande, absorbiéndola completamente de vez en cuando, chupando fuertemente al tenerla en su garganta, sus manos apretaban mis huevos, cada chupada que ella hacía.

Al estar tan empalmado, le pedí que me follara, que quería que me llevara hasta el final, que la deseaba, asíq ue paró en seco, se apartó de la cama, y volvió, ahora noté sus labios en mis labios, su lengua con la mía, y sus piernas pasar sobre las mías, y su coño buscar mi polla, al notarla en la entrada, levanté mis caderas y la penetré. Frío, muy frío, noté algo en su interior…. El hielo!, había metido hielo en su coño, y me gustaba notarlo, comenzó a cabalgar sobre mi, a brincar como una loca, mientras sujetaba mi cabeza, a gemir, a gritar, a decir: -si, si, fóllame.


No podía más, ya no podía esperar, y la avisé: -me corro, ahora, sus movimientos se aceleraron, fuertemente adentro, y luego hasta sacarla del todo y otra vez adentro, no pude más, y le llené de leche, corriéndome necesitaba sujetarla y de la fuerza que hice arranqué los cordones, la cogí de la cintura, y la apreté a , le di la vuelta, la puse debajo mío, y allí sujeta, seguí moviéndome hasta que me aseguré que ella se había corrido bien, al ver sus ojos cerrados y relajada…mordiéndose el labio… allí nos quedamos, yo dentro suyo, durante al menos 20 min, inmóviles y sintiendo el calor en nuestros sexos.

Se vistió y marchó, quedamos en intentar vernos al día siguiente.

viernes, 3 de octubre de 2008

La Piscina


Fue en verano, un día caluroso. Aprovechando unos días que mis padres estaban de viaje, preparé una cita un tanto especial en su casa cercana al mar, una gran casa aislada entre arboledas que ofrecen buena intimidad.

Visitamos la casa, besándonos en cada estancia, la pasión que siento por ella me provocaba deseos de estrecharla más y más, hasta que llegamos a la piscina, que queda escondida de la vista de los vecinos.


Allí se despojó de su ropa, pensé que llevaba bañador, así se lo había dicho, pero ella vino sin ropa interior, simplemente un vestido azul cerrado por delante con una cremallera, dejando ver parte de sus hermosos pechos apretados, y casi el vello de su entrepierna.Se dejó caer al agua, prácticamente si salpicar, yo tardé sólo unos segundos en seguirla, pero con bañador, menos tardó ella en quitármelo nada más entrar yo en el agua.


La miré a esos ojos enamorados, saltó encima mío cogiéndome del cuello, me besó con los ojos cerrados, me quedé sin respiración, una erección repentina se apretó a su pubis, los abrió y sonrió. La cogí de las nalgas, quise abrir suspiernas para penetrarla, pero las cerró más fuerte, me dijo: -te voy a hacer sufrir....Me excité, me encanta que me "haga sufrir", porque me tiene al límite continuamente hasta que ella decide cuando me corro, y esa corrida se disfruta de forma exagerada. Cogió aire, se sumergió, y cogida a mis nalgas mordisqueó mis testículos, me abrió las nalgas, acariciando mi ano, lo cual me hace cosquillas, pero me excita enormemente manteniendo firme mi erección.


Salió del agua, me besó, cogió aire de nuevo, y volvió a bajar, mi erección era enorme, nunca nadie me había hecho eso en una piscina, se introdujo mi pene en su boca, prácticamente sin dejar salir aire, su forma de moverse me produjo un escalofrío, miré si alguien nos veía, esa situación me daba morbo, entonces volvió a salir, pero esta vez me empujó a un rincón, apoyé mi espalda en la escalera abrí mis brazos y me elevó las caderas fuera del agua... siguió con la magnífica mamada fuera del agua. No podía más, se la introdujo entera en la boca, y justo cuando sentía que yo iba a estallar, se apartó y me corrí de una forma exagerada, mi semen salpicó su cara y la mía, me besó de nuevo.Pensé en ir a comer algo, nadé un poco, y cuando iba a salir del agua, se puso entre la escalera y yo. Me dijo: -tendrás que pagar para salir del agua, yo quiero más.

Mi pene estaba relajado, pero ella tenía remedio para eso, su mano me lo agarró, segiró dándome con su culo en mis testículos, no me molestó, me gustó, se cogió a la escalera, apoyó los pies en la pared, notando mi sexo sobre su ano, esta vez, la acaricié con mis dedos, estaba relajada, la cogí desde atrás de sus pechos duros, firmes y grandes, tiré de ellos hacia mí. Se resistió a soltar la escalera, y me empalmé con el roce de ese forcejeo. Excitado, le hice notar mi polla entre sus caderas, y sentí como su vagina se preparaba para ser ensartada, no me pude controlar, bajé mi mano por su vientre, y le acaricié el clítoris.


Ella movía su culo arriba y abajo, yo seguía excitado, pero no quería correrme sólo con ese roce, así que tiré de su cintura hacia mi, penetrándola fuertemente y hasta el fondo.
Su espalda se arqueó, como si le hubiera hecho daño aquella embestida, así que la sujeté del cuello, poniendo su cara al lado de la mía, la besé mirándonos a los ojos, entonces metí mi dedo en su boca, y otro en su clítoris, y volví a ensartarla a fondo. Sus gemidos delataban que no era dolor lo que sentía, la ensarté a fondo una y otra vez hasta que su cabeza cayó entre sus brazos, su respiración era muy acelerada, yu las contracciones de su vagina delataban que en ese preciso momento se estaba corriendo, la aparté, la giré, y la ensarté por delante.


Ella me abrazó con sus piernas dejándose penetrar profundamente, movía ferozmente su cadera adentro y afuera, sin soltar mi cuello, y sin querer besarme. Su cara, muy expresiva de placer abriendo la boca, dejaba escapar el aliento al correrse, yo seguía sujeto a la escalera, entonces distinguí unas palabras: -quiero notar tu semen dentro mío.


En ese mismo instante, me dejé ir. Me corrí, aún más fuerte que antes, la apreté contra la pared, mirándola a los ojos, y sin dejar de moverse gritó de placer, fue la corrida más larga que he sentido jamás, no dejaba de moverse. Mi corrida era prácticamente dolorosa, pero no me importaba, quería seguir sintiendo aquello tan bello.


Nos relajamos y nos dejamos llevar por el agua....

Flotando boca arriba, relajada, con sus piernas cerradas para no dejar escapar nada de mí.... La besé


Te amo.

jueves, 2 de octubre de 2008

La noche esperada

Si, la verdad es que esta chica me tiene enganchado, después de tanto tiempo sin verla, sigo recordando sus labios, sus susurros, su mirada, su perfume…

Por fin ha podido, su trabajo es agobiante, pero por suerte, el resto de obligaciones de su día a día se pueden esperar hoy. Estoy nervioso, parezco un adolescente que queda por primera vez con la chica de sus sueños, tengo un cosquilleo en el estómago… no se el porqué, es sólo una amiga, es solo mi amiga… o tal vez algo más?

De nuevo, me está esperando, es una mujer elegante, con un estilo propio, viste ropa ancha, lo cual me hace fantasear debajo de su falda. Apoyado en su coche, la miro de arriba abajo, y mis hormonas comienzan a vibrar… Hoy la encuentro especialmente bella, su pelo semidorado, sus labios carnosos, rosáceos, esa mirada de deseo y enamoramiento, esa piel suave y cuidada, y sobretodo, ese escote que provoca en mi una subida de temperatura difícil de controlar. Me siento a su lado:




- Hola
- Hola cariño
- Cuanto tiempo
- Demasiado.

Mientras acaricio su mejilla, mis ojos se humedecen por echarla tanto de menos, me acerco, y poso mis labios sobre los suyos, nuestras lenguas juegan tímidamente, como si de la primera vez se tratara, su mano sujeta la mía, y me incorporo sobre ella, no podemos apenas respirar, pues preferimos besarnos que no hacerlo, entre susurros distingo un: -te quiero, y yo le correspondo con un: -te amo.

Me siento en mi coche, y en cuanto arranco, me hace luces, paro de nuevo, y al ponerse a mi altura, me lanza su tanga por la ventana! ahora mis hormonas no pueden más, solo deseo llegar y lanzarme sobre ella.

Es un tanga blanco, impregnado de una mezcla de perfume y olor sexual, sencillo, pero con detalles brillantes, me encanta, es ella, ella me vuelve loco. Creo que puede verme, mantengo el tanga pegado a mi nariz todo el camino, hasta el hotel, estoy excitadísimo.

Llegados al Hotel, el de otras ocasiones, al subir a la habitación, me quito mi corbata, la rodeo y le tapo los ojos con ella, abro la habitación, y sujetándole las manos, la beso, mis besos son apasionados, y más al sentir sus manos desabrochar mi camisa, me aparto, la miro, allí, indefensa, sin saber lo que le espera, excitada por la novedad. Desabrocho su chaqueta, dejando ver mejor, si se puede, ese escote que tan loco me trae, sin dejar de besar sus labios, morder su cuello, dejo caer los tirantes del vestido, mis manos la sujetan con fuerza, mientras que las suyas, que ya han arrancado mi camisa, se dedican a desabrochar mis pantalones, siento su mano caliente dentro de mi boxer, y mi pene duro, humedecido, con ganas de salir de allí.

La llevo hasta la puerta del baño: -¿Confías en mi? –Si, ciegamente.
Tengo una cuerda de mi barco esperándola, ato sus manos a la escuadra del TV de la habitación, allí, brazos en alto, sin poder bajarlos, se rinde ante mi. Agachado, meto mis manos debajo de su falda, acariciando sus caderas, su culo, su pubis, introduzco mi cabeza debajo de su ancha falda, le doy la vuelta, y abro sus nalgas, observando su sexo mojado ante mi, acerco mi boca, mi lengua se pasea arriba y abajo, desde su ano hasta su clítoris, sigue mojada, abro sus labios, introduzco mi lengua mientras mis dedos acarician su clítoris, entonces acerca un pie entre mis piernas notando como tengo el miembro. Gime.

Me incorporo y dejo caer su vestido al suelo, dejándola vestida sólo con sus zapatos de tacón, sus pechos, hermosos, redondos, jugosos, quedan a mi merced, sin que pueda hacer nada, los muerdo, los lamo, los sujeto, le doy la vuelta, y abriendo sus caderas, la penetro, suavemente, dejo mi capullo entre sus labios durante unos instantes, entonces aprieto a fondo quemando mi polla con su jugo ardiente, apoyándola contra la pared, estoy muy excitado, y si por mi fuera me correría ya, pero la noche es larga, y es nuestra… la haré esperar un poco más.

Quito la corbata para que pueda ver la habitación, iluminada con velas, música ambiental, una cama inmensa, en la que preveo jugar con ella, desato sus manos, la acerco al sillón, y la siento, no suelta mi mano, y me acerca ante ella, me acaricia el sexo, mis testículos en sus manos, cedo ante ella, me arrodillo, la beso. La penetro, sus piernas rodean mi cintura, ella, abierta para mi, apoyada en ese sillón, y sintiendo mi sexo tocar el fondo de sus entrañas, nos besamos, nos amamos.

La tumbo sobre la cama, boca abajo, entonces ato sus manos al cabezal, y las piernas a las patas de la cama, allí, crucificada para mi disfrute, abro su bolso y cojo el vibrador que tanto la hace disfrutar a solas, lo unto bien de vaselina, y comienzo a explorar su sexo con él, jugando con la puntita, y poco a poco lo introduzco, justo al llegar al final lo pongo en marcha, mmm, como me gusta ese sonido, y más al ver su cara de placer, mientras la masturbo con él, froto mi sexo en su pierna, ella tira de las cuerdas, pero las he atado bien, esta vez. Acerco mi boca a sus caderas, y lamo su ano mientras la mezcla entre la vibración y mis dedos en su clítoris hacen que se estremezca, la siento excitada, los gemidos son continuos, y sigo jugando con el Manolito entre sus piernas, casi trabaja solo, no hace falta más que lo sujete, pongo mi sexo al lado de su cara, introduciendo mi polla en su boca, y sintiendo las succiones de su garganta, me excito aun más, entonces, cuando siento que ya no puede más, me pongo detrás de ella, sujetando sus caderas, saco el vibrador, y la penetro a fondo, esta vez no duraré mucho, sus caderas se mueven, un vaivén al ritmo de sus gemidos, pongo un cojín debajo de su vientre, para tener el culo más levantado, mis huevos apretados, a punto de explotar, y mi sexo durísimo en su interior, siento como sus jugos queman mi pene, y en ese momento exploto, lleno su vagina con mi semen ardiente, sin parar de moverme sobre ella, apretando a fondo, paro, ahora todo lleno de mi. Dejamos que pasen los segundos inmóviles, saboreando el sexo que tanto nos gusta. Me derrito sobre ella, y la desato. Abrazados nos quedamos relajados uno al lado del otro. La amo.





La observo adormecida, rodeada con mis brazos, acurrucada en mi pecho, y soñando con vivir esto cada día…

Pulso el play en mi PC, una película porno, en marcha en el punto donde yo quise que viera, dos mujeres follándose a un hombre, una de ellas atada en cruz, como ella hace unos instantes, le gusta ese morbo, así que mientras me ducho, ella se acerca a la pantalla para observar mejor la escena, al salir del baño, la miro, es hermosa, boca abajo, sus curvas me encantan, así que me acerco desde atrás. Y comienzo a pasar mi lengua por su piel, desde los tobillos hasta la nuca, paseándola por sus caderas, su cintura, su espalda, en su cuello me entretengo, acariciándole el pelo, gira su cara, y la beso apasionadamente, mi sexo vuelve a estar duro, erecto, a punto, así que lo poso entre sus caderas, dejando que sus movimientos permitan que entre poco a poco, esta llena de nuestros jugos mezclados.

Me aparto, se sienta encima mío, pudiendo observar sus pechos, una pierna apoyada en el suelo le permite hacer más fuerza para sentirme más adentro, sus vaivenes me hacen perder el control, sujeto sus caderas fuertemente, me incorporo un poco, pudiendo observar nuestros sexos penetrados, su clítoris inflamado del placer, y su cabeza ida, su cara tapada por su precioso pelo.

La empujo a un lado, y me pongo encima de ella, allí, vuelve a ser mía, dominada por mis embestidas, sujetando sus caderas para apretar más en cada empuje, y mi cabeza entre sus pechos, jugando con los pezones, lamiéndolos, mordisqueándolos. Miro sus ojos, los más espectaculares que jamás he visto, y siento como sus contracciones delatan que no puede más, me dice: -me corro.

Me concentro en el esfuerzo, quiero estar a su altura, darlo todo por ella, por hacer de este momento el más grande de nuestra vida, así que reviento de placer, me corro en su interior, el semen sale a borbotones de su vagina, mojando las sábanas, me aprieta fuertemente, y un susurro me dice: -no te apartes nunca de mi.

- Nunca lo haré.

Te amo.