viernes, 22 de agosto de 2008

Pasión en el Nilo




Atada de manos, boca abajo, Thutmosis II la sujetaba por detrás, penetrándola con fuerza, con rabia, como si quisiera atravesarla con sus embestidas. Era su forma de dominar, de demostrar a su esposa quién era el faraón de Egipto, a quién se le debía decir siempre si, y nunca mirar a los ojos, pues realmente era débil, el poder sobre su pueblo lo ejercía la reina.


Corre el año 1479 a.c., Egipto es un país rico, las batallas libradas
por el ejército de Thutmosis
II, siempre en victoria, habían hecho de aquella región del norte

de África la más rica y poderosa, todos los países se rendían a sus pies, a cambio de clemencia ofrecían esclavos para

la construcción de las grandes obras proyectadas.

Hatshepsut, mujer de Thutmosis II por obligación, no era bien vista en el entorno real, pues su fuerte personalidad y su saber hacer eran contrarios a lo que era habitual en una mujer de aquella época. Ella, siempre esperaba más del Faraón, a nivel sexual, se sentía minusválida, él dominaba, ella aceptaba sin más.

Thutmosis I, padre de la princesa Maat Ka Ra, conocida

posteriormente como Hatshepsut, me contrató: Me llamo Sen-en-Mut yo había sido un gran Guerrero, y durante mis años en el ejército del faraón aprendí el oficio de arquitecto para continuar con la construcción del Templo de Amón en Karnak, yo era hombre de confianza del Faraón padre.


Conocí a Maat Ka Ra, de la cual me enamoré

perdidamente, pese a tener esposa, una embal

samadora de palacio, la cual dedicaba más atención a embalsamar que a mi.

Un día, mientras presentaba los planos de la ampliación del templo a Thutmosis II, una tarde de verano, la reina Maat-Ka-Ra

visitaba el templo, ju

nto a su séquito, al final de la reunión, al llegar a la obra, advertí que la reina paseab

a cerca de mi cobertizo, me acerqué. La belleza de Maat-Ka-Ra


, a la sombra de los pilares de la ampliación, me aterrorizaba, sus hombros y su espalda al aire, su piel suave, limpia, perfecta, sus pechos redondos, bonitos, ceñidos a la túnica blanca, con un collar de oro apoyado en ellos, la cintura apretada por un cinturón labrado en oro con piedras preciosas, la túnica, casi hasta los tobillos, dejaba ver unas sandalias

de cuero trenzado, hechas para ella, con detalles de piedras preciosas y plata, y elevadas por encima de lo normal.

Alargué mi m

ano, y al tocarle el hombro, se giró de repente, pues no esperaba que nadie la tocara, eso era un derecho sólo del faraón, y estaba penado con la muerte, pero yo siempre advertí en su mirada el deseo de sentir mis manos fuertes y curtidas sobre su piel.

Ella se giró, miró a lado y lado, y me empujó debajo de un cobertizo de paja, allí se abalanzó sobre mi, sorprendido no pude resistirme y la besé, sujetándola de la cintura, apretaba esos labios rojizos contra los míos, nuestras lenguas jugaban a saborearse, sus ojos cerrados me permitían disfrutar del momento, y mis manos acariciaban su espalda descubierta. Me a

parté un instante, y le susurré:

- alteza, esto

no está bien, no es correcto, discúlpeme por mi atrevimiento al tocarla, pero sentí la necesidad de hacerlo.

- ¡Arquitecto!, mis deseos son estos, así que no se disculpe por estremecerme con sus manos y

sus beso

s.


En ese instante se hizo el silencio, no supe reaccionar, y me di la vuelta para marchar, ella me sujetó de una mano, y me dijo:

- Si me desobedeces, acabarás jugando con mis panteras negras. – y sonrió.

Dejó caer un tirante, y luego el otro, el vestido sólo se sujetaba por el peso de su c

ollar sobre sus pechos, se lo quitó, y aún los brazos en alto pasando el collar por su cabeza, la túnica calló al suelo dejando ver el esplendor de ese cuerpo joven, hermoso, esos pechos firmes, las curvas de su cintura, sus caderas rosáceas, y su sexo delicado.

Dejó caer el collar sobre el vestido, y se descalzó, se me acercó, poniendo mis manos sobre sus pechos me dijo:

- Hazme tuya, hazme sentir la pasión que siente tu esposa, quiero sonreír como lo hace ella

por las mañanas, después de haber estado en la alcoba contigo, poséeme y mi reino será tuyo, junto con m

i alma.


La abracé, la senté encima de unas balas de paja, y me puse en frente de ella, mientras ella se abrazaba a mi cintura, yo la acariciaba, su cabello moreno con detalles rubios, suave, largo, sus mejillas

sonrojadas... Ella acariciaba mi sexo que con notable excitación sentía en su pecho, me levantó la túnica y desató mi calzón, mi pene, duro y erecto, en el cual se marcaban las venas por la sangre que se acumulaba apareció, se lo introdujo en la boca, y sin dejar de acariciarm

e los testículos con sus manos, lamió y mojó aquel pene que parecía pedir más, provocando mis gemidos apagados de placer, a medida que apretaba mi verga en su boca, ella apretaba más y

más miss testículos, y eso me provocaba gran excitación.

Le di la vuelta, apoyando su pecho en la paja, y sus piernas abiertas ante mi, su sexo húmedo, semiabierto, parecía preparado para recibirme, sus labios íntimos inflamados de la excitación, y ella mirándome, me dijo: - Hazlo ya, no puedo esperar.


Acaricié esa entrepierna, sujeté mi miembro y lo encaré en su vagina, cuando comencé a penetrar

la, la cogí de las caderas y la penetré poco a poco, no quise forzar la situación, pues este había sido mi sueño durante años, y por fin la tenía para mi, la podía poseer en secreto. Alcancé el fondo de su coño, fácilmente entraba y salía, y sus manos tapaban su boca para no dejar escapar ningún grito de placer, si entrasen los guardias estaríamos perdidos.


Me aparté y se sentó enfrente mío, me sujetó del cuello y nos besamos, con sus piernas abrazó mi cintura y la penetré nuevamente, esta vez rápida y fuertemente, apretada a mi sentía co

mo sus movimientos se aceleraban, y como sus uñas se clavaban en mi espalda, no pude aguantar más aquella excitación y dejé que mi placer se diluyera junto con el suyo, nuestros movimientos se volvieron más cortos pero más fuertes, continuó apretándome con sus piernas hasta que

se dejó caer de espaldas.


La ayudé a vestirse, y la acompañé junto con su séquito, enseñándole los planos del templo, como si hubiéramos estado visitando la obra.


El faraón no notó nada en ella que le hiciera sospechar, ni siquiera su repentino interés en la obra, pues él la permitió controlar la obra semanalmente, lo cual aprovechamos para dar rienda suelta a nuestra pasión secreta siempre que la situación lo permitía, nos amábamos en diferentes lugares de aquella inmensa obra, a veces incluso nos daba tiempo de tomar un baño juntos en u

n oasis ce

rcano, lejos de la vista de cualquier persona que pudiera delatarnos.

Donde más nos gustaba hacer el amor era en una zanja, de apenas 80 cms de ancho, y casi dos metros de alto, esa zanja se utilizaba para el paso por debajo de una gran roca, nos poníamos allí, ella con su espalda apoyada en la pared, y las piernas abiertas, una haciendo fuerza en la pared de enfrente, y la otra rodeando mi cintura, penetrándola y besándonos, y luego, acabábamos nuestro coito con mi espalda en la pared, penetrada por atrás, sujetando sus caderas, y

sus manos apoyadas en la pared para ejercer más fuerza, de esta forma ella controlaba la fuerza de la penetración, y yo no requería ningún esfuerzo para darle placer, a

sí me podía concentrar en controlar mi eyaculación y hacer que ella llegara varias veces al clímax antes que explotáramos juntos en su interior.

Después de varios meses, comenzamos a reunirnos en palacio, allí podíamos pasar horas metidos en su cama, amándonos, o simplemente abrazándonos y escuchando el dulce sonido del silencio de los amantes.

Coconubis, era la cortesana de confianza de la reina, ella conocía todos sus secretos, incluso el nue

stro, pues a menudo, sentada en la puerta, vigilaba que

nadie entrara y nos sorprendiera.

Una mañana, mientras Maat-Ka-Ra y yo dormíamos abrazados en la alcoba real, Coconubis nos de

spertó alterada, mi cuerpo desnudo imagino fue de su agrado, pues no apartaba

sus ojos de mi sexo: - rápido, viene el faraón.

Desnudo, tomé mi ropa, y me escondí detrás de las cortinas, Maat-Ka-Ra no tuvo tiempo de vestirse

y se quedó tumbada, debajo de las sábanas, y con su cortesana sentada a su lado. Thutmosis II entró, con un estruendo en la puerta, y mirando a lado y lado señaló a la reina:

- Tú, co

n quien estabas, me han informado que se oían gemidos en este aposento.

- Aquí solo estamos Coconubis y yo, hablábamos y jugábamos, será eso lo que han escuchado.

- ¡Todos fuera y cerrad la puerta! Tu no, cortesana, quédate.

La cortesana, de pie, quieta al lado del faraón, sin levantar la mirada. El faraón se acercó, y apartó la sábana de la reina, ella, allí desnuda, con los pezones duros y las piernas cerradas para q

ue no se viera el color enrojecido de su sexo. Thutmosis acercó la mano, y la metió entre las piernas de la reina, la miró, miró a la cortesana y dijo: Ahora vas a seguir con lo q

ue estabas haciendo a la reina, y quiero contemplarlo.

Coconubis, prefirió asentir, pues explicar la realidad solo le traería problemas, se acercó a la cama, y antes de sentarse el faraón le arrancó la túnica, la dejó desnuda como la reina. Debo reconocer que el cuerpo que allí vi era realmente hermoso, unos pechos grandes, bien for

mados, una cintura fina, largas piernas, una espalda de piel suave... Coconubis se agachó, acercó su mano a la entrepierna de la reina, y las abrió con suavidad, metió su mano, y sintió como la reina estaba empapada de nuestros fluidos, eso a ella la excitó, pues a menudo la había observa

do como nos miraba desde la puerta y se acariciaba viendo como la reina trotaba sobre mi cuerpo.

tía suavemente sus dedos en la vagina mojada, miró al faraón y él señaló el sexo de la reina. Coconubis acercó su cara, abriendo los labios vaginales con las manos, metió su lengua, la subía y bajaba como hacía yo, imitaba mis movimientos, dibujaba círculos alrededor del clítoris con la lengua, y cada varios círculos mordía esa campanilla, la lamía y se la metía entera en la boca, como si quisiera comerse todo el sexo de aquella dama. La mirada del faraón, fija en aquel acto, se cruzaba con la de la reina, entonces se levantó, tomó una sábana y la lanzó sobre la cara de Hatshepsut: - No te destapes, no quiero que mires, y tu sigue lamiendo.


Mientra

s que la cortesana la masturbaba con su boca, él se paseaba por detrás, y las mi

raba; yo, podía contemplar toda la escena, incluso veía la cara de la reina, que desviaba la mirada hasta encontrarse con la mía, y sin dejar de mirarme, sonrió, levantó las piernas, ofreció todo su sexo a su cortesana, eso excitó al faraón, que se acariciaba apoyado en la pared detrás de la chica desnuda, observando esos dos sexos femeninos abiertos y mojados, se levantó la túnica, sacó en mano su miembro, y acercándose al culo de Coconubis, sujetándola del pelo, la penetró salvajemente, a fondo, la ordenó seguir con su labor, él la penetraba una y otra vez, ella, parecía disfrutar, y miraba tambi

én hacia donde yo estaba, apenas pestañeaba. El faraón la empujó, la puso sobre la reina y las abrió a las dos de piernas, penetró nuevamente a la cortesana, y luego a la reina, ellas me miraban, después de unos minutos, el faraón penetró analmente a la cortesana, donde a los pocos segundos eyaculó, se apartó, se vistió y salió por la puerta, - Ya podéis seguir.

Me acerqué a ellas, agachado tras la cama por si volvía a entrar, acaricié sus rostro

s y

les pedí disculpas por lo sucedido, yo no podía hacer nada, pero deseé en mis adentros que alguien acabara con él, pues amaba a aquella mujer, y no podía dejarla en manos de tal sodomizador.


Las ayudé a vestirse, y salimos todos de la sala. Los días posteriores no nos vimos, la reina no vino a verme a la obra ni yo quise acercarme a palacio. Quien si vino a la obra fue l

a cortesana, entró en mi cobertizo y se acercó a mí, me susurró: - Me gustó el sexo con el faraón, imaginé que eras tú.

- Coconubis, yo no deseo tu cuerpo, deseo a otra mujer, y lo sabes.

- Sen-En-Mut, teniendo al faraón, ¿para que quiero a una súbdito?

- No, tu no conoces al faraón, solo te quiere cuando le plazca, nada más,pronto se deshará

de

ti.

Marchó enfadada.


El tiempo pasó, y volví a recibir la visita de mi reina: - No puedo estar sin ti, -Dijo- me arrodillé ante ella, la abracé por la cintura, subí su túnica y besé su pubis,

abrió levemente sus piernas, y metí mi boca, lamí su sexo, seco, pero en breve volvió a mojarse, se humedeció tanto, que cada vez que pasaba mi lengua, todo su sabor intimo se quedaba en mis labios, en mi nariz, en mis mejillas, la sujeté de las caderas, y apoyada en la pared, la levanté y la penetré, mis

labios paseaban entre sus pechos, mis manos abrían sus nalgas, y me pene se introducía una y otra vez en su interior, abrazada en mi, la llevé hasta encima de mi mesa, sus piernas en alto, encima de mis hombros, y mi verga sin dejar de moverse, dentro y fuera, provocaba los espasmos de aquél cuerpo tan deseado. Cogió mi cuello, y me besó mientras se incorporaba, me hizo tumbarme en el suelo, boca arriba, y ella se agachó, vestida, arremangó la túnica y sin utilizar las manos se introdujo mi pene en su interior, era el único contacto entre ella y yo, se levantaba y se sentaba, en cuclillas, cerrando los ojos y sintiendo el placer en ella. Entonces se dejó caer sobre mi, sin sacarla de su interior, se limitó a juntar sus labios a los míos y dijo: - Te amo., en ese preciso instante un golpe de calor cubrió mi pene, al momento de sentirlo exploté llenándola de mi semen que brotaba en su interior. Nos besamos, durante varios minutos, y nos relajamos unos encima del otro.

Volvió la normalidad en nuestros encuentros, así como los encuentros entre el faraón y la cortesana.


Pasó el tiempo y comencé a sospechar que algo le sucedía a mi esposa, pues ya no me

buscaba para complacerla, lo cual no me importaba, pero no era normal. Así que un día la seguí, en su ruta a palacio, y qué sorpresa la mía cuando llegó a su destino ¡la alcoba del faraón! Dejé pasar unos minutos y luego espié por una rendija, donde pude ver a mi esposa, boca abajo en la cama del faraón, y éste montado encima de ella como cuando monta un caballo en la batalla, durante unos segundos y de golpe dejarse caer habiéndose corrido sobre ella.

Esa imagen no me molestó, sino que me alegró, ver que podía tener una posibilidad con Maat-Ka-Ra.


Pero alguien se adelantó a los hechos que yo esperaba, una mañana apareció muerto el faraón y la embalsamadora, desnudos en el lecho real, ensartados con una lanza, y a su lado, l

a cortesana ensangrentada mirándolos, y diciendo: era mío, era mío...

La reina, ahora faraona, desterró a la cortesana, pues dentro del mal realizado, era a

gradecido por nosotros, y creímos que esa era una penitencia justa por ayudarnos a estar juntos.



A sus pies, mi reina, mi ama.

martes, 5 de agosto de 2008

Relato: La Habana, Pasión y aromas




Una humedad intensa, el olor fuerte, especiado, de una mezcla de tabaco habano y perfumes caseros de mujer. La calle llena de figuras caminando, algunas de ellas inmóviles, apoyadas en la pared, humeando por debajo de su gorra....





Paseando, se nos ha hecho de noche, buscamos un lugar, si, el que nos recomendó el taxista, un antro envejecido es lo que encontramos al abrir la puerta, la barra con un par de individuos sentados en taburetes, y junto a ellos unas chiquillas, esperando conseguir algo de dinero esa noche a costa de su joven cuerpo.... a lado de la puerta una señora, gorda, mayor, culona, que se las mira y les indica lo que deben cobrar.....

Nos sentamos, como siempre, uno al lado del otro, me encanta sentir tu piel junto a la mía... pedimos algo especial de la casa, un plato típico, con de todo un poco, mientras el camarero te mira el escote, marcho al baño, desde allí puedo observar como ese hombre no te quita los ojos de encima... yo tampoco lo haría...

De vuelta, tus pezones se clavan en tu blusa, adoro que vistas sin sujetador, me excita verlo... me siento, me sujetas la mano, y me susurras al oido el porque de ese estado de tus pechos: - ese camarero se me ha insinuado, y me ha excitado sentir su mirada clavada en mis pechos.....
Cojo tu mano, y la pongo sobre mi pantalón, debajo de la mesa, te beso en la boca, tus labios humedos se abren para recibir los míos, sujeto tu nuca, y te miro a los ojos, acercas tu mano a mi paquete, y sientes ligeramente mi erección, te digo.... - me he acariciado en el baño mientras te miraba por la cortina....

me apretas suavemente ese bulto, sintiendo cada uno de mis testiculos, y mi pene semierecto...

Sirven la cena, y dejamos los juegos para más tarde, disfrutamos de cada bocado, sin dejar de cruzar miradas complices... roces sensuales e insinuaciones.

Pago la cuenta, y marchamos del lugar, la calle, oscura, apenas iluminada con endebles farolas amarillentas de la antiguedad, y la mugre, nos cogemos de la cintura y paseamos, creo que te llevaré a un local cerca del hotel, para bailar un poco de salsa, y disfrutar de tu compañía con buena música local en directo...

La noche es cerrada, apenas se distingue la cara de la gente al cruzarse con ellos, tu manoapreta mi cintura, mientras la mia, ya busca la goma de tu tanga, metiendo un dedo entre tu piel y el elastico.... acaricio tus caderas, con el caminar siento tu suavidad, i acaricio cada centímetro de tu culo... me miras a los ojso y me paras, me besas, tus labios fuertemente contra los míos, tu lengua buscando la mía, sintiendo tu lengua, me excito y tu lo notas, mientras mis manos te sujetan fuertemente, una de la cintura y otra de la nuca, me aparto y puedes observar mi erección dentro del pantalon de lino, te cojo de la mano y te llevo a un callejón, una ventana, con luz rojiza ilumina levemente un viejo cadillac rojo aparcado, nos metemos al lado del coche, apoyo tu espalda contra la pared, pongo mis brazos, uno a cada lado de tu cabeza, acerco mi boca, y te beso, rodeas mi cuello con tus brazos, impidiendo que me aparte de ti, mientras te beso, empujo tu cabeza atrás, deslizo mis labios a tu cuello, mordiendo, y besando, desde tu lóbulo hasta la nuez, bajo mi mano, y acaricio tu brazo, la piel está de erizada, sujeto cu cabeza atrás, y sigo bajando, beso tu escote, entre tus pechos, mi lengua lame las pocas gotas de sudor que la humedad del lugar y la excitación han provocado, desabrocho un botón con mi boca, y arranco el siguiente que se resiste.

Tus pechos se observan, desde los pezones, que es lo unico que queda tapado, meto mi cabeza en tu blusa, buscando el pezón, muerdo, lamo, desabrocho otro botón, ahora puedo observar tus pechos al aire, me excita mucho la sensualidad que desprendes, mientras muerdo y lamo, tus manos se deslizan a mi bragueta, la bajas, desabrochas el pantalón, y lo dejas caer al suelo, mi polla quiere salirse, y tus manos la ayudan, la sacas, húmeda desde tu roce en el restaurante, empalmado por tus caricias, me apartas de tus tetas, me empujas apoyandome en el capó del cadillac, te agachas y sujetas con una mano el miembro rigido, me miras, y sin desviar tu mirada de la mia, introduces mi pene en tu boca, suavemente, sin dejar de apretar con la mano, cierras los ojos, y la introduces hasta el fondo, mojando cada milimetro de mi verga, apretas mis huevos, con la otra mano, cada vez que te la introduces, gimes, gimo, y sientes mi placer, apoyado atrás, abierto de piernas, sintiendo tu boca mojada, me llevas hasta el límite, y cuando ves que no puedo más te apartas, sin dejar de apretarme todo el sexo con tus manos, conteniendo la corrida..... te levantas, te das la vuelta y apoyas tus manos en la pared.

Tu falda tapa tu hermoso trasero, la arremango, y la lenvanto por encima de tu cintura, me agacho, y a la vez que aparto el tanga de tu culo, abro las nalgas, e introduzco mi boca, lamo toda tu raja, desde tu vagina hasta tu ano, manteniendo bien abierta la puerta con mis manos, sigo lamiendo, meto una mano entre tus piernas, abriéndolas, rozo tu clítoris con mis dedos, acaricio tu hermosa campanilla, y meto un par de dedos en tu conejito, sigo lamiendo tu culo, mordiendo tus nalgas, me incorporo y presento mi polla a tu culito, abro paso en tu coño mojado con la punta de mi polla, sujeto tu cintura, y de una embestida te penetro hasta el fondo, un gritito se escapa de tu garganta, rítmicamente entro y salgo de tu sexo, aprieto los huevos contra tu culo y vuelvo a apartarme, no hace falta que yo me mueva, tu llevas el ritmo, apoyada en la pared, y tu culo apretandome contra el coche, siento todo tu coño mojado como abraza mi polla, en cada penetración....

Te aparto, y te vuelvo a apoyar contra la pared, esta vez te sujeto una pierna, sobre mi cadera, subo la otra, y te embisto contra la pared, sientes como mi polla toca el fondo de tu vagina, como rozo tu clítoris con mi cintura, tus pechos en mi cara, muerdo tus pezones, mis manos en tu culo, y tu peso sobre mis piernas. Cruzas las piernas para que no me aleje, para sentir más aun como comienzas a derretirte conmigo, me muerdes los labios, y miro tus ojos, siento como te vas, como te estremeces, siento como tu esencia gotea por mi miembro, entonces, no puedo controlarme, y exploto dentro tuyo, escupo mi semen contra las paredes de tu coño, sientes el calor de mi corrida, gimes, sigues moviendote, sigues sintendolo, sigues apretando, me dejo ir atrás y te siento en el capó dle coche, tumbada, sigo moviendome, follándote, acabando de esprimir me polla dentro tuyo, me aparto...

las últimas gotas mojan tu clitoris... te acaricio, lo froto bien, te paso los dedos arriba y abajo de tu raja, introduciendo cada vez un poco mas de ellos dentro tuyo, hasta que noto como comienzas a convulsinarte nuevamente, mueves tus caderas, mi polla sigue dura, y creo que te la meteré de nuevo, sigo acariciando tu clítoris, me acerco, y meto mi lengua en tu coño, lamo tus labios vaginales, lamo tu clítoris, masturbo con mi boca tu sexo, mientras me masturbo a mi mismo, para mantener la erección, y en cuento siento que vibras, te penetro, otra vez, suavemente, te sujeto las manos para hacer más fuerza, sigues tumbada, y convulsionandote, te corres, nos corremos otra vez, estoy agotado, pero me quedan fuerzas para volver a mojarte... vuelvo a mojarte, vuelvo a quemar con mi calor tu entrepierna... gimes, gimes, hasta que te rindes, y te dejas caer, sin parar de mover suevemente tu cadera, sintiendo como mi polla se ablanda dentro tuyo..... te deseo, nuevamente, deseo llegar al hotel....












Junio 2008



lunes, 4 de agosto de 2008

Relato: El Vuelo




Otro viaje más, nuevamente me ha tocado a mi, desde que pedí el aumento, todos los proyectos importantes lo he de llevar yo, bueno, espero estar a la altura, y desbancar en unos años a mi jefe.

El vuelo de Barcelona salía temprano, a las 7 del Prat, via París, me esperaban 5 días en Boston, para intentar mejorar y cerrar la solución de packaging de unos de los clientes claves de la compañía, como siempre, caravana, mal comienza el día... no se si llegaré, y este taxista solo sabe hablar de fútbol, será que no hay otro tema? Que guapas las azafatas de vuelo... al menos esta del coche de al lado es un bombón, a ver si tengo suerte y viene en mi vuelo. Mal voy, si antes de salir ya pienso en sexo...

15 min antes del cierre de puertas, y corriendo por la terminal, llego a la puerta, unos niños corretean en la cola y moletan a los viajeros, entre ellos, a mi, deberían llevarlos atados: - Disculpe a mis hijos, es la primera vez que cogen un avión y están nerviosos.
- No se preocupe, son sólo críos...

Bonita mirada la chica, bueno, la mujer, sobre unos 36 años, quizá alguno más pues tenía dos niñas, de alrededor 6 años y 4, más atrás un individuo que no le quitaba el ojo de encima, pero sin dejar el móvil, deduje que era el marido.

Escote precioso, eso nunca se me escapa, no me fijé en si falda o pantalón, pero el escote...

Sentado en mi plaza del avión, lado pasillo, como siempre, observo como la familia se sienta a mi lado, los padres delante y los niños a mi altura, al girarse la chica, observó como me miraba a las niñas, y después de hablar con su marido, se cambió de asiento con una de ellas, quedando en mi misma fila, pero en la ventana opuesta.

Ahora si me fijé, una falda oscura ceñida por la cintura, blusa blanca con los botones apretados, el cierre de la blusa me permitía ver el tono crema de su sujetador, y la figura voluptuosa de sus pechos, firmes y redondos.,unos zapatos de tacón y medias, sinceramente, toda una señora.

Aprovechaba cada momento que alguien pasaba por el pasillo para mirar ligeramente a aquella dama, que me tenía intrigado, sus curvas, sus mejillas, esos labios carnosos y apetecibles, imaginándome besandolos, sentía una excitación diferente, pues su mirada se cruzaba con la mía en prácticamente todos los momentos.

Lo mío eran las azafatas, se dejan conquistar fácilmente, les dices cosas bonitas y las camelas rápido, pero al final, unas estrechas.

Al aterrizar en París, dejé a mi vecina levantarse primero, pues todavía me quedaba el enlace 2 horas más tarde con el avión de Air France a Boston, y, para qué correr, he de esperar igual, además, de este modo podía fijarme un poco más en mi vecina sensual. Las niñas, como no, salieron corriendo, el padre tras de ellas le dijo a la mujer que esperaba abajo, ella, de pie a mi lado, sus caderas rozando mi brazo, provocaban que me excitara, pues ahora me imaginaba acariciándola, y besandola, mi miembro comenzaba a tomar forma dentro de mi pantalón de tanto imaginar, en ese momento mi vecina se giró y me dijo: -¿le importaría ayudarme a bajar la maleta? me incorporé a ayudarla cortesmente, desde atrás alargué la mano, al no llegar, me avalancé un poco hacia ella, sintiendo como mi paquete se apretaba en su trasero, en ese momento la miré y ella a mi, yo esperaba que se apartara, pero no lo hizo, al contrario, se apretó un poco más a mi y sonrió, desde mi posición pude observar claramente ese escote sensual, esos pechos voluptuosos y esos pezones duros, por el aire acondicionado o por la situación, eso no era importante, bajé la maleta al suelo, justo delante de ella, y mi cara se acercó a la suya, pude aspirar su aroma, su perfume, y ella me miró a los ojos.

Me empujaban para bajar, desde atrás, le dije: - si quiere la bajo a tierra.
Me dijo que no, que no era necesario, pero que estaba muy agradecida de ese instante de vivido.

Corrió más que yo, le esperaba la familia, y yo, bueno, pues bajñe mirando las piernas de las azafatas en la puerta del avion, pero... ese perfume, me provocaba.

Salí al hall del aeropuerto de Charles de Gaulle, inmenso, miré, Boston, Gate 42, embarque en 2 horas, puf, pues iré a sentarme cerca de la puerta. Llegando a la puerta, en el rincón de fumadores estaba el marido de la mujer que ayudñe en el avión, y mis ojos comenzaron a buscar a mi objetivo. Allí estaba ella, sentada, con las piernas cruzadas, un bolso en el brazo, y acariciandose el pelo, la melena castaña a mechas rubias, se movia suavemente, y de nuevo, nuestras miradas se cruzaron, me vino a la mente su roce en el avión, y no dejaba de mirarla, descruzó las piernas, se levantó cogió a las niñas y las llevó donde estaba su marido, le dijo algo en voz baja, y volvió atrás en su pasos, dirección al baño, pero antes de llegar a la puerta, se volvió, y me hizo un gesto con la cabeza para que la acompañara.

- Qué hago? Es la primera vez que me sucede esto, tal vez ella no insinuaba nada... o tal vez si, no se...

Me acerqué a la puerta del baño, y allí, mirandose al espejo estaba ella se en el reflejo me miró y me hizo el gesto con la mano, -pasa.

La vigilante de los baños miraba a lado y lado, en un descuido me colé dentro, ella me sujetó la mano, me llevó a un wc, y cerró la puerta.

Con su dedo indice me tapó los labios, cogió una de mis manos y la puso en su cintura, nos mirabamos a los ojos, y me dijo: - creo que tu lo deseas, yo muero por hacerlo.

Me avalancé sobre ella, y la besé, levanté sus piernas obre mi, y subí su falda, el deseo de penetrarla era inmenso, pero no quería comenzar así una relación esporádica tan intensa, asi que desabroché la blusa y metí mi cabeza en medio de sus pechos, acerqué mi lengua a su pezón, mientras mis manos buscaban su entrepierna, dejé caer su tanga al suelo, liguero, mmmm, nunca lo habría dicho, pero estaba super excitado con la situación, metí mi mano entre sus piernas, y noté como estaba mojada: - me mojé en el momento de senti tu paquete al bajar la maleta, antes me había acariciado imaginando este momento. - dijo.

Me calenté, y no pude más que decirle que me moría por poseerla, bajó su mano, desabrochó mi pantalón, baño el boxer, y sacó mi pene erecto, mojado, lo sujetó fuertemente, y me rodeó la cintura con su pierna, dejando la entrada de su vagina en la punta de mi polla, deseaba empujar, pero algo me lo impedía, deseaba que esto durara más, en ese momento me alivió: - voy a Boston, y tu? – también !!! Pues fóllame, ya tendremos tiempo de jugar más tarde.

La embestí y la penetré a fondo, sujentando su culo, levantó la otra pierna y la apoyó sobre el wc, abierta de piernas, sus brazos en alto, sujeta a la pared que separa los sevicios, yo empujaba adentro, ella lo ponía fácil, movía su cadera arriba y abajo.
Me aparté porque estaba a punto de correrme: - ya? Hace dias que no follo, no me hagas esto. – no, date la vuelta, que seguimos.
Me agaché, su almeja delante mío, abierta, colorada, jugosa. Metí mi boca, entre sus nalgas, sujetas con mis manos, y lamí, subía mi lengua hasta el ano, hacía circulos sobre él, y volvía a bajar, llenando mi boca de sus jugos intimos, subía de nuevo, cuanto sentí unas cotracciones de su coño, ahí noté que se iba, que se corría asíq ue me incorporé y la follé, la follé con fuerza, gemía y yo le tapaba la boca con mi mano, pero nodejaba de empujar, quería que gritara de gusto, pero no queria un escándalo, me mordía los dedos, pero yo notaba sus contracciones, sus manos buscaban las mias, me apretaba, y me dijo: - córrete, córrete ya.
A punto de correrme preferí sacarla y hacerlo fuera, asi que le di la vuelta, la senté sobre el wc, y me corrí sobre sus pechos, la salpiqué en la cara, la cogió con sus manos, seguía masturbándome hasta que no quedó leche en mi, entonces con su lengua, acarició mi miembro, sin tocar el semen que de él todavia goteaba. – La próxima vez, córrete dentro de mi. – así lo haré.


De nuevo en la cola de embarque, dejé que pasara gente entre nosotros, no quería levantar sospechas, pero ella no hacía más que girarse, mirarme d ereojo, lamerse los labios, me volvía loco aquella mujer, ya dentor del avión de Air France, este más grande y amplio que el anterior, me senté tres asientos por delante de ella, lado pasillo los dos esta vez, así que cuando me giraba, la veía bien, y ella abría ligeramente las piernas insinuandose de nuevo. Su marido en el asiento de atrás, lado ventana, no nos podía ver, asi que ella seguía mirandome, con un dedo en su boca, mordiendose el labio inferior y con mirada de deseo.


10 minutos después del despegue, deseaba volver a tenerla pero esta vez quería probar como era su interior, acariciarla en lo más intimo, su vagina, era ancha, su pelo cuidado, no rasurado, pero minúsculo, apenas parecía que tuviera, además era de un color claro y me encantaba.

Me levanté, estiré mis brazos y caminé hacia los servicios de la parte posteriro del avión, al pasar a su lado, su mano rozó la mía, y un minuto después se levantó y pico a la puerta del servicio que yo estaba. Abrí la puerta y saltó sobre mi. Me empujó y directamente se agachó, se sentó en el wc, y desabrochó mi bragueta, sacó mi tranca, sujeta en sus manos, se la introdujo toda en tera en la boca, su movimientos aspirando y sacandola, parecían los de una vagina, cerre los ojos, apoyado en la puerta, y pensaba que estabamos follando, sus manos jugamban con mis testículos, metía una mano entre mis piernas acarciando mi ano, y apretando cada vez que tragaba, la saliba goteaba sobre sus manos, se levantó, se dió la vuelta, y con una pierna sobre la taza del wc, y la otra en el suelo, levantó su falda, dejandome ver que no llevaba bragas, me dijo, - tu no las cogerías del suelo, no?

La follé, con fuerza, sujeta por mis manos, la penetraba duramente, me encantaba esa vagina, como se hinchaba al meterla, y como me expulsaba al sacarla, su mano buscó nuevamente la mía, y al cogerla, apretarme, noté como el calor de su coño caía sobre mi, sus comvulsiones contenidas por ella misma, provocaron que mi pene bomberara con fuerza una cantidad enorme de semen quemando las paredes interiores de su sexo, goteando por mis testiculos, por su pierna, segui dando fuerza hasta que ella dejo de moverse, entoces se incorporó, se dió la vuelta, me miró y me dijo. - esto si me gusta.

El hecho de pensar que no llevaba bragas, que dejó su tanga tirado en el suelo del wc del aeropuerto de París, por otro lado, lógico, me daba morbo, pensar que estaba mojada, que cada vez que la miraba, ella abría las piernas, y que lo que yo veía era su sexo.

Ese ritual lo repetimos 3 veces más en aquél vuelo, pues 7 horas daban para mucho, probamos de hacerlo sentada ella en la pica del lavabo, por detrás mirandonos al espejo, suavemente, si apenas movernos, sólo notando mi polla durisima dentro suyo, y sus piernas apretandas, ese orgasmo fue espectacular, pues al no haber movimiento, me pude concentrar en bombear fuerte, y sentir el máximo placer. La siguiente vez quiso hacerlo por detrás, mirandonos en el espejo nuevamente, ella misma se masturbó delante mío, acariciandose el ano, masturbándose con un dedo, y luego haciéndomelo hacer a mi, la acaricié el clítoris, repasé todo el interior de su vagina, cada pliegue de su piel, ella sentada en el wc, y yo de pie, mientras yo la masturbaba, ella me deboraba a mi, hasta que le dije que no podía más, se levantó se dió la vuelta y me la sujetó en la entada de su ano, no hice nada, me apoyé en la pared, y su movimiento fué suficiente para, poco a poco ir abriéndose, e ir metiendo la punta, la sacaba y se la metía en la vagina, y luego, después de lubricarla, nuevamente en el ano.. así unas cuantas veces, ahsta que en una de estas, estaba yo tan al límite, que la tapé la boca co la mano, y la penetré por el ano, hasta el el fonso, gimió levemente, y se apretó a mi, contra la pared, entoces explote, me corrí dentro de su trasero, me movía, era parecido, pero no igual, ela se miraba al espejo, firmemente a los ojos, mi mano en su boca, y su culo haciendo círculos para acabar de exprimirme.




La besé, es como mas disfruté, besándola.





Nos dimos el telefono, y quedamos en vernos en mi hotel de boston, pues ella venía acasa de la familia de su marido, americano, y estaría ocupado todos los días. No era capaz de imaginar lo que esa mujer iba a hacerme sentir y disfrutar en la semana siguiente a mi llegada, en una habitación grande, con libertad de movimientos... la deseaba, nuevamente....



Agosto 2008

Relato: Encuentro en la gasolinera


- Buenos días cariño.
- Buenos días amor.
- Qué tal has dormido?
- Bien, soñándote, y tu?
- Mojada, me metí en la cama solita y.... comencé a pensar en nuestro último encuentro, a recordar cada beso tuyo, cada roce de tus manos, tu mirada pasional, recordé lo que me haces sentir cuando estas dentro mío... y jugué...
- Cariño, no me digas esas cosas por la mañana, pues mi deseo por ti ya es fuerte, como para que me pongas caliente por teléfono...
- No hay peligro, estoy tomando un café en la gasolinera de la autopista, y voy con los compañeros de trabajo, así que por mucho que quieras...
- Jejeje, que poco me conoces... no estarás en la Cepsa en la salida de Gerona? La del puente, pasada el aeropuerto?
- Si, cómo lo sabes?
- Porque un dia me dijiste que parabas en esa... bueno, pues pronto me verás... porque estoy a 5 kms de ella...
- No vengas! Me pondrás nerviosa, y no quiero que se den cuenta de nada.
- No te preocupes, me tomaré un café en otra mesa, y te miraré simplemente, pero cariño, no quiero dejar pasar la oportunidad de verte de nuevo.
- Tu mismo, algún día la liarás...


Mientras estaba sentada en la mesa, hablando con mis compañeros sobre la reunión que teníamos a las 10 con nuestros colegas empresariales, mi mente recordaba las palabras de mi amor secreto, cómo le gusta el morbo, el juego prohibido, como me provoca y me excita pensar en él, vi su coche entrar en la zona de aparcamiento, instantáneamente un sms llegó a mi móvil: “en el baño de la gasolinera”

Me excusé con lo más sencillo, dolor de regla, por supuesto ninguno hizo ningún comentario, no se atreven a meterse en asuntos de mujeres... demasiado orgullosos son... – tomaos otro café, tardo unos minutos.

Nerviosa con lo inesperado, me levanté, cogí el bolso, y acelerada caminé hacia los baños de la gasolinera, justo detrás de la puerta de entrada, allí, de pie en la puerta me esperaba él, mirando a los lados, me sonrió y se metió en el baño de mujeres, entré detrás suyo, entonces alguien me tapó los ojos con una mano, y me sujetó fuertemente, empujándome hacia adelante, a puerta se abrió de golpe, y se cerró de la misma manera, contra la pared, sin dejar de tapar mis ojos, sentí como una mano entraba debajo de mi falda, abría mis piernas, y se metía entre ellas, acariciando mi bello, y mi clítoris, me masturbó en un momento, mojada de la situación tardé segundos en correrme, moviendo mis caderas al ritmo de esa mano fuerte, mientras sus dedos entraban y salían de mi vagina...

Volví a ver la luz, pero cuando iba a girarme, un trozo de ropa me tapó la cara, se había quitado la camisa y me la habia puesto en la cabeza, me susurró... – No grites, haz lo que yo te diga.

El olor a su perfume, caliente de su cuerpo, me excitaba, siempre que había olfateado ese perfume, me había hecho pasar los mejores momentos en la cama de mi vida.

Me dió la vuelta, desabrochó mi blusa, y mis pechos quedaron al descubierto, la espalda contra la pared helada, provocó que mis pezones se pusieran duros, marcándose en mi sujetador, lo bajó, y mientras con una mano acariciaba mi cara tapada, metiendo los dedos en mi boca, con la otra acariciba mi pezón, y lo dirigía a su boca, lamiendolo, acariciando con su lengua, chupando como un bebé... me excita enormemente sentir sus labios chupar... mmmm

Dos de sus dedos metidos en mi boca, y yo lamiéndolos, como si fuera su miembro, pero me estaba mojando nuevamente, y sin ver nada dirigí mis manos a su cabeza, la subí a mi, y le besé, mientras comía esos labios que tiene, y mi lengua buscaba la suya, bajé mis manos, desabrochando su pantalón del traje, su calzoncillo estaba a punto de reventar, mojado de sus primeras gotas de excitación, le saqué el miembro, y dejé de besarle, me agaché guiada por mis manos, introduje su dura polla en mi boca, la mojé con mi saliva, la puntita, para empezar, me entretuve pasando mi lengua por su glande, por debajo, por encima, haciendo círculos, sujetándola de lado pasé mi lengua desde la punta hasta los testículos, suavemente, mojándola bien, lamí sus testículos, apretando la zona, desde el ano, hacia mía, sentía como sus movimientos querían follarme, como lo que él buscaba era mover su pene en mi boca, sabía que él quería correrse de la excitación en mi boca.... pero eso no se lo iba a dar ahora.

Así que me levanté, sin quitarme su camisa de los ojos, y le dije que se sentara en el water, apoyado contra la cisterna, pasé mis manos por su cara, acariciando sus labios, luego bajé a su pecho, rascándole, y llegué a su pene, empalmado, me acerqué y él mismo guió mis caderas abriéndolas para poder penetrarme.

Noté la punta de su polla en mi clítoris, la movió para masturbarme con ella, como yo le había enseñado, y cuando vió mi expresión de deseo, me la introdujo de golpe, en una sola embestida, y sujetándome con sus brazos las caderas, sentí en mi vientre su empuje.

Comenzó un ritmo frenético de idas y venidas, mis manos apoyadas en la cisterna del water, ayudaban a sacarla, y sus brazos hacían su función para meterla, noté como se me iba a ir, sentí como apretaba sus manos para meterme los testículos dentro, asíq ue frené y le dije: - ahora mando yo.

Me levanté, me di la vuelta, con mi falda subida, y enseñándole mi culo, le dije: - fóllame.

Me sujetó las caderas, se incorporó y me metío una embestida que me empujó contra la pared, mis tetas apretadas en la pared, mis manos como si me estuvieran deteniendo, sus manos sobre las mías, y su cintura aplicando fuerza contra mi culo, su polla entraba y salía como posesa, bajé una mano y sujeté sus caderas, apretandole con mi culo y siguiendo su ritmo, le hice acelerar, clavándole las uñas en la cintura, y aguantándome los gemidos me quité la camisa, le miré a los ojos, y los cerré de gusto, me estaba corriendo, un orgasmo tremendo, su polla se mojó con mis fluidos y en el instante que volví a mirarle, sentí como un golpe de calor llenaba mis vagina, sentí como sus empujes habían parado, como sólo notaba una fuerza contínua contra la pared, y como sus manos me apretaban fuertemente, me quemaba toda la zona, mi entrepierna ardía, le empujé atrás y le senté sobre el water, yo agachada sobre su sexo, seguí corriendome, y moviendome sobre él, me gusta sentirla mojada, me gusta acabar de exprimirla, es todo mío, hasta la última gota.

Me dió un beso muy húmedo en la boca.

Salí yo primero del baño, le dije que esperara unos segundos hasta que le avisara, pues había unas chicas aseándose y mirándome, tal vez se me nota la pasión vivida... me lavé la cara y me acicalé ante el espejo, cuando estuvo despejado le avisé y salió antes que yo.

Avisé a mis compañeros y montamos en el coche, mientras hacíamos el recorrido que nos quedaba hasta la reunión, mi mente recordaba lo acabado de disfrutar, cerrando mis piernas para no perder ni una gota de su alma en mi. Mirada perdida en el infinito por la ventana... nadie sospechó nada... pero qué grande me hizo sentir.... su pasión.