domingo, 5 de octubre de 2008

El vuelo, 2ª parte. Boston



El resto del vuelo fue muy sensual, ella se mordía los labios, se apretaba la mano entre las piernas, por debajo de su bolso, para que nadie lo observara, las abría de vez en cuando para que pudiera observarla, y sentía su mirada clavada en mi continuamente.

Aterrizamos, y esta vez su marido cogió la maleta, y bajó con ella, yo me situé justo detrás, y volví a arrimarme a su mano, la acaricié, suave, un tacto divino. Abrí su mano y puse su tanga en ella, ella se giró con ojos sorprendida, y yo me limité a sonreir. No deseaba que tuviera problemas.

Les perdí el rastro en el aeropuerto, así que tomé un taxi y fui al hotel.

Era tarde, anocheciendo, mi hotel, situado en el centro de Boston, casualmente a 3 calles de donde ella estaría alojada, era lujoso, por un problema en las fechas de mi reserva, de la cual yo no era responsable, no había habitación libre de la tarifa solicitada, así que para compensar el error, me propusieron pasar a una habitación mejor por el mismo precio, acepté.

La habitación era tipo suite, con baño completo, jacuzzi, ducha aparte, nevera, sofá, sillones, mesa, TV de plasma, etc., digna de una noche de bodas.

Todavía sentía el aroma de aquella mujer en mis manos, en mi boca, en mi sexo, todavía podía notar la humedad de su intimidad entre mis piernas, había sido el mejor día de mi vida, nunca había gozado tanto con una mujer, como lo que había provocado en mi aquella dama.

Piiib! un sms:
- “Num. Hab?”
- “803”
- “avisa que tal vez tu mujer venga a verte”
- “ok”

Estaba agotado, así que sin ducharme ni nada me metí en la cama, acurrucado con mi mano en la cara para seguir oliendo aquél perfume.

Me levanté temprano, me duché, afeité, y arreglado con mi mejor traje, salí a comerme el mundo, no sin avisar en recepción que algún día de estos vendría mi esposa… Después de comer, volví al hotel, subí directamente a la habitación.
Metí la llave, y al abrir la puerta sentí el aroma de aquél perfume tan excitante, todo a oscuras, algo de jazz en el ambiente, suavemente iluminada por una camino de velas en el suelo, y entre ellas unos zapatos de tacón, una blusa, una falda, unas medias, un sujetador y en la entrada del baño un tanga.

Gratamente sorprendido observé una silueta de espaldas a la puerta, entre nubes de espuma dentro del jacuzzi, el pelo recogido, y una copa de champagne en la mano.
- te estaba esperando

No supe qué decir, me acerqué a ella, me senté en el borde de la bañera, a su lado, tomé su copa, y acabé el champagne de un sorbo, se incorporó dejando emerger sus pechos entre la espuma, me cogió de la corbata, y me acerqué a esos labios tan deseados, la besé, y sentí como una gota de mi semen recorría mi miembro, humedeciéndolo de la excitación. La sujeté del cuello, y mirándola a los ojos le dije: -me gustas demasiado.

Aflojó la corbata, y la tiró al suelo con la americana, desabrochó mi camisa, y al llegar al cinturón, me dijo: -no puedo esperar más.
Me empujó dentro de la bañera vestido todavía, y se abalanzó sobre mi, desabrochando el pantalón y sin dejar de besarme me despojó de toda la ropa, de los zapatos mojados, y desnudos, ella encima mío, la hice notar lo duro que me ponía esa situación, ella tardó poco en abrir sus piernas y, bajando una mano, situarla en la puerta de su sexo, mirándonos a los ojos, inmóviles, esperando quién daba ese movimiento, se deslizó suavemente sobre mi verga, hasta notarla en lo más profundo de sus entrañas, y se mantuvo allí inmóvil unos instantes, después, poco a poco comenzó a mover sus caderas, y a absorber mi polla en su interior.

Estaba sentada sobre mi, sus piernas a la altura de mis brazos, totalmente penetrada, me levanté un poco y permití que me rodeara, abierta para mi, totalmente rendida ante el placer que yo le provocaba, acaricié su espalda, bajando hasta rozar su ano, aquél que tanto me hizo disfrutar el día anterior, rocé mi polla dentro de su coño, y acaricié con mis dedos su clítoris. Los movimientos eran muy suaves, muy lentos, parecía una escena erótica a cámara lenta, acercó sus labios a los míos, cerró los ojos, y me besó.
Era un beso ardiente, mojado, su lengua buscó la mía, y exploramos el interior de nuestras bocas, poco a poco sus movimientos fueron algo más rápidos, hasta que sentí un temblor en ella, clavó sus uñas en mi espalda, y apretándome fuertemente se volvió loca sobre mi, me cabalgó fuertemente, ferozmente, movimientos bruscos, y yo no pude más, exploté en su interior, llenándola de mi y sacando el agua que quedaba en su coño, apretándola a mi, en cada embestida, sujetándola de la nuca y la cintura a la vez, permitimos sentir nuestros fluidos brotar.

Relajados, uno en frente del otro, en la bañera redonda, piernas entrelazadas, mi pié jugaba con su coñito, mientras el suyo lo hacía con mis testículos. Estuvimos hablando un rato, sobre mi trabajo, sobre lo que ella hacía, sobre cómo se lo había montado para escapar esa tarde, no fue difícil, no traga a la familia de su marido….

Me puse a su lado, y la rodeé con mi brazo, la acurruqué en mi pecho, y miré al techo, medio adormecido por lo vivido, y por su mano que acariciaba mi sexo, deseé que el tiempo parara allí, y no hubiera más que nosotros dos, amantes en secreto.

Me empalmé, me puse de pié y sujetándola del pelo, la penetré en la boca, mi mano dominaba el movimiento de su cabeza, al ritmo que mi sexo requería, y sus ojos buscaban los míos. La di la vuelta, y la descolgué por el borde de la bañera, su sexo ante mi, metí mi lengua entre sus nalgas, lamí su ano, introduciendo mi lengua como si lo masturbara, y lamí su coño, su clítoris, y mi mano entre sus piernas jugaba con su intimidad, me incorporé, la saqué de la bañera y la metí en la ducha, la puse cara a la pared, el agua cayendo sobre los dos, besé su espalda, haciéndola notar mi polla en su culo, presentando mi capullo en la puerta de su coño, mis manos jugando con sus pechos, con sus pezones, subiendo hasta su boca, y bajando a su sexo, metí mis manos entre sus piernas, me agaché, y volví a lamerla, sujeté el telefonillo de la ducha entre ellas, apuntando el chorro a su raja, y a su campanilla, abriendo con mis dedos su sexo, aumenté la potencia del agua.
Aquella sensación debió gustarle, porque se agachó un poco más, abrió del todo sus piernas, y pude observar sus pechos colgando y su cara al otro lado mirándome. Apreté la ducha en su coño, el agua caliente la hizo estremecer, y sin dejar de rozar su clítoris con mis dedos, me levanté, aparté el agua, y la penetré, allí casi a cuatro patas, ella se dejó caer, se quedó de rodillas, gimiendo y susurrando: -fóllame, fóllame.

La ensarté, en cuclillas, cogí la toalla y la pasé por debajo de su vientre, así, en esa posición, la follé, la follé con más fuerza que nunca, y debí hacerle daño, pero no dijo nada, le gustaba. Mis brazos tiraban fuertemente de la toalla, sin dejar espacio para apartarse de mi, la volví a ensartar a fondo, sentí como se corría, como me quemaba, y quise aguantarme, paré en seco, solté la toalla, y la acaricié, dejé que se corriera , acariciándola, disfruté de ese momento, entonces la volví a penetrar, a fondo y esta vez yo tardé segundos en correrme, ella gritó: -otra vez! Si! Nos corrimos juntos, sentí ese calor nuevamente.
Bajé mi mano, la puse entre nuestros sexos, y me la acerqué a la boca, saboreé mis dedos con jugos mezclados y se lo di a probar a ella, la incorporé, y acabamos de ducharnos, abrazados, sintiendo esa atracción el uno por el otro.

Se puso el albornoz, y pasamos a la salita a tomar algo del mueble bar, pedí que nos subieran algo de comer, y nos tumbamos en la cama. Allí hablamos durante un rato de mi vida, de la suya, de lo solos que nos sentíamos pese a estar rodeados de gente… de la atracción a primera vista que tuvimos…

De repente, se levantó, miró al suelo, cogió mis zapatos, luego cogió un pañuelo, se acercó a mi y me tapó los ojos, me quedé desconcertado, no me esperaba ese juego, me empujó atrás, y allí me ató las manos al cabezal de la cama, me besó, y al acabar metió un trozo de ropa en mi boca, supuse que era el tanga, por el perfume y el aroma de sus fluidos, entonces noté algo frío y mojado sobre mi pene, un cubito de hielo, jugando con mi glande, rozando mis huevos, y su lengua dando vueltas a mi capullo, una mano en mi boca, y la otra con el hielo, me rozó el ombligo, los pezones, subió a mi boca, y entre beso y beso pasaba el cubito por mis labios.
Susurraba palabras, entendía algunas, otras no: -deseo follarte –hazme tuya –quiero correrme en ti…
Paró, desconcertado, pues hacía segundos que no notaba nada, quise zafarme de las cuerdas: -shhh, quieto.

Me vino un olor a sexo, intenso, cada vez más fuerte, y entonces en mi boca noté algo, saqué mi lengua, era algo delicado, una parte de ella, supuse, mojada, lamí un poco más, y entonces pude saber que me había puesto su coño en mi cara, comenzó a moverse, arriba y abajo, haciendo que mi lengua fuera desde su clítoris hasta su ano, parando en su raja, y apretando mi boca allí. Se tragó mi polla, mientras yo gemía de lo que me gustaba esa situación, noté como su lengua se paseaba desde mis testículos hasta el glande, absorbiéndola completamente de vez en cuando, chupando fuertemente al tenerla en su garganta, sus manos apretaban mis huevos, cada chupada que ella hacía.

Al estar tan empalmado, le pedí que me follara, que quería que me llevara hasta el final, que la deseaba, asíq ue paró en seco, se apartó de la cama, y volvió, ahora noté sus labios en mis labios, su lengua con la mía, y sus piernas pasar sobre las mías, y su coño buscar mi polla, al notarla en la entrada, levanté mis caderas y la penetré. Frío, muy frío, noté algo en su interior…. El hielo!, había metido hielo en su coño, y me gustaba notarlo, comenzó a cabalgar sobre mi, a brincar como una loca, mientras sujetaba mi cabeza, a gemir, a gritar, a decir: -si, si, fóllame.


No podía más, ya no podía esperar, y la avisé: -me corro, ahora, sus movimientos se aceleraron, fuertemente adentro, y luego hasta sacarla del todo y otra vez adentro, no pude más, y le llené de leche, corriéndome necesitaba sujetarla y de la fuerza que hice arranqué los cordones, la cogí de la cintura, y la apreté a , le di la vuelta, la puse debajo mío, y allí sujeta, seguí moviéndome hasta que me aseguré que ella se había corrido bien, al ver sus ojos cerrados y relajada…mordiéndose el labio… allí nos quedamos, yo dentro suyo, durante al menos 20 min, inmóviles y sintiendo el calor en nuestros sexos.

Se vistió y marchó, quedamos en intentar vernos al día siguiente.

2 comentarios:

  1. he descubierto tus escritos
    y son excitantes
    hacen sentir...

    Un besote!

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  2. Gracias lector anónimo, me anima a escribir más. Disfrútelos e invite a quien desee a disfrutarlos con ud.
    Otro besote.

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