jueves, 25 de diciembre de 2008

Tu Fantasía

Sentado en el sillón de aquél hotel, esperándola con la luz apagada, me imaginaba lo que podía ser, lo que en unos instantes sería, pero nunca imaginé que me sometería a sus deseos como lo hizo aquél día.

Dejé la puerta ajustada, para que abriera solo al picar, así fue, un pequeño empujoncito y allí apareció esa silueta tan deseada, llevaba un vestido de una sola pieza, ajustado, el pelo suelto y su perfume que ya me alcanzaba. Dejó caer su bolso, cerró la puerta y sea cercó hasta mi, apenas nos veíamos con la luz que entraba por la ventana de la farola de la calle.

Sin mediar palabra se acercó a mi, me acarició la mejilla, se agachó, me besó, con esos labios carnosos y sensuales, que tanto gustan a los hombres cuando vamos cogidos de la mano por la calle, fue un beso suave, de bienvenida.

Se arrodilló, sus manos sobre mi paquete, acariciándolo suavemente, mientras me miraba, yo me limité a acariciar sus mejillas, apartar su pelo, y dejar caer los tirantes de su vestido, el cual sólo se sujetaba por el volumen de sus pechos.
Desabrochó mis pantalones, bajando poco a poco la bragueta, metiendo su mano sacño mi polla que comenzaba a endurecerse, acercó su boca y la engulló entera, blandita entre sus labios, la absorvía, chupaba, la mojaba con su saliba, y procedía a endurecerla con movimientos un tanto acelerados, sus manos entraban bajo mi camisa, de un tirón arrancó los botones y la abrió dejando mi pecho desnudo ante ella, para poder acariciar libremente, cuando la tuvo bien dura en su boca, se ayudó de las manos para masturbarme, para apretar mis testículos, mientras yo, semiincorporado acariciaba sus hombros, su cuello, su espalda y sus pechos desnudos.

Se levantó, dejó caer su vestido, enseñándome que no llevaba absolutamente ninguna prenda de ropa interior, se echó en la cama boca arriba, apoyada entre cojines y me dijo: -Cómeme el coño.

Me acerqué a ella despojándome con prisas de la ropa que me quedaba, metí mi cabeza entre sus piernas, mordisqueando la carne que encontraba a mi paso, en cuanto mi boca se puso frente a su coño, sus manos me sujetaron la cabeza y apretando metió su clítoris en mi boca, moviendo sus caderas dulcemente para que pudiera lamer con cuidado toda su almeja, abriendo con mis dedos los labios y paseando mi lengua por el interior de su vagina. Mientras, con sus pies acariciaba mi nabo duro y mojado de su mamada anterior.

-Fóllame.

La volteé, la puse a cuatro patas, y la embestí con fuerza, hasta el fondo del primer empuje, un grito fuerte y seco salió de su garganta, así que le tapé la boca para que no volviera a gritar, pero me excitaba sentir sus gritos, sus gemidos, y seguí follándola salvajemente, una y otra vez alcanzando el fondo de su coño, sacándola hasta fuera y volviéndola a ensartar a fondo, haciendo que mis cojones golpearan contra su clitoris inflamado de la excitación. Una mano tapando su boca y la otra tirando de su hombro, yo estaba a punto de correrme, pero quería aguantar un poco más, pero ella no, ella se dejó llevar, y los espasmos de su entrepierna delataron su corrida, gemía fuertemente, bufaba sin cesar.

-Bébete mi corrida.

Me aparté, acerqué mi boca a su coño, abierto totalmente, y metí mi lengua hasta el fondo, chupé aquél delicioso líquido blanco que de sus entrañas manaba, y lamía cada rincón de su sexo con esmero, desde el ano hasta el clítoris, masajeándolo suavemente con mi mano.

-Lléname de ti.

Me incorporé muy excitado por recibir sus órdenes, y frotándo mi polla con mi mano la acerqué, cogí sus caderas, y poco a poco fui penetrándola, en un golpe de su culo noté que quería fuerza, así le di. Ahora mi respiración apagaba el delicioso sonido de sus gemidos, cogí el cinturón de mi pantalón, lo pasé por debajo de su vientre, y asido con fuerza en mis manos apretaba su coño contra mi cipote, una y otra vez, hasta que volví a sentir su calor sobre mi rabo, mojándolo, yo no podía más, ella se dio cuenta de que mi excitación llegaba al máximo, apoyó su cara entre los cojines y metiendo sus manos entra las piernas, masturbó su clítoris a la vez que apretaba mis huevos, diciendome: -Si, córrete, lléname de tu semen.

No pude más, en un apretón del cinturón que la estaba marcando contra mi sexo, exploté de placer, bombeando una cantidad exajerada de mi esencia dentro de su sexo, como si fuera la primera corrida en años, provocando que mi semen saliera fuera de su sexo, mojando las sábanas.

La apreté, hasta que su cuerpo cedió y caí sobre ella abrazándola con cariño y bes+ando su nuca, así nos adormecimos….

1 comentario:

  1. quien tuviera un hombre sentado de esa manera, con ese cuerpaso y esa manera de follar. desde que leemos mi esposo y yo sus relatos nuestra vida sexual es mas plena. GRACIAS JORDI.

    ResponderEliminar