lunes, 1 de diciembre de 2008

LA VIOLACIÓN

Por fin, de nuevo te tengo ante mi, en principio tu solo querías tomar un café, pero yo tenía otro plan para nuestro breve encuentro, deseaba que fuera intenso.

Una llamada previa a la cita, me hizo dudar, me sentí abatido, estabas sosa, un tanto borde en tu forma de hablar, expresando tu desacuerdo con mis últimas decisiones tomadas, así que no tenía esperanzas más que de tomar ese café que habíamos comentado.

Media hora más tarde de la hora prevista de tu llegada, apareciste, una sonrisa inmensa en tu rostro reflejaba algo diferente al enfado que se suponía tenías…

Sentados en mi coche, la conversación era escueta, simplemente qué tal el trabajo, qué tal esto, lo otro… Te llevé a un rincón nuevo, aislado, a salvo de las miradas de la gente de la calle.

Saltó tu cinturón de seguridad, y en un instante estabas sobre mi, tus labios buscando los míos, tus manos sujetando mi nuca, tus ojos clavándose en mis ojos, brillando de nuevo.
Te aparté de mi, pero no querías, sentía tu deseo, sentía como no deseabas que abriera la boca, sólo para besarte. –¿Pasamos atrás? – Vale.

Antes que pudiera cerrar la puerta, tu mano sujetaba la mía, en un tirón me metiste dentro del coche, y tu boca volvía a buscar la mía, estaba como loca, poseída por un deseo irrefrenable de hacerme tuyo a besos. Mis manos buscaban, respetándote, cómo mantener esa pasión viva, acariciando tus piernas, tus caderas, tu espalda.

Cerré la puerta, y agarraste mi paquete, mi polla dura de la excitación del momento, y tus ojos clavados en los míos, yo no sabía qué hacer, tanta pasión, sin esperarla.

-Quítate los pantalones. –Pero, cariño. –Necesito follarte. –Amor, si sólo ibamos a tomar un café, ¿no prefieres hablar? – Jorge, soy una mujer ardiente, y hace mucho que no follo, o te desnudas, o te arranco la ropa ahora mismo.

Tardé apenas 15 segundos en desnudarme, me quité los pantalones, los calzoncillos al suelo, y cuando comenzaba a desabrocharme la camisa, su boca volvió a tapar la mía, esta vez más fuerte, absorviendo cada milimetro de mis labios, besandome, aprentando mi cabeza contra la suya, sentí su mano agarrar mi polla, buscando su sexo, sus piernas pasaron sobre las mías, y sentí como su coño mojado y ardiente, abierto sobre mi, absorvía la punta de mi tranca.

Sentado en medio del asiento, ella sobre mi, sus pechos apretando mi pecho, mis manos bajo su jersey, acariciando sus caderas, sus tetas, su culo, sus piernas, la miré, sujetándola del pelo, diciéndome: -métemela, ¡ya!

La complací, apretando mi cintura contra ella, pero apenas podía moverme, me tenía atrapado, contra el respaldo de la parte de atrás de mi coche, su cadera apretó fuertemente, y sentí como las paredes de su vagina se abrían de repente, metiendo mi rabo hasta el fondo, como tanto le gustaba a ella sentirme, entraba y salía, jugoso, mojado, estaba inmóvil, como una estatua, tan solo podía mover mis manos, mi culo aprisionado en ese asiento, mis piernas fijas, y su cintura iendo y viniendo, apretandose, su cabeza contra el techo, golpeándose en cada envestida, gozando, gimiendo, yo no podía más, me sentía un objeta bajo ella, y ella disfrutaba viendo como no podía moverme.

-Jorge, me corro, me corro ya, quiero sentirte, explota dentro mío.

No pude más que clavar mis uñas en su culo, apretarla a mi, y explotar dentro suyo, llenándola de semen, bombeando potentemente, manteniendo el ritmo del orgasmo que los dos teníamos a la vez.

Ella no paraba, yo no podía expulsar más de mis testículos, apenas mantenía la erección dentro suyo, pero no paraba, ella seguía con su movimiento rítmico, su cadera mantenía la presión, y mis manos caídas no ejercían ya más resistencia.

- Cariño, me gusta lo que me das, déjate hacer, no la saques, déjala dentro mío.
- No soy capaz de resistir, haz conmigo lo que desees.

Mantuve mi sexo dentro del suyo, tal como me había pedido, pero no sabía cuánto la iba a mantener dura, ella se frotaba sobre mí, y podía sentir el goteo de nuestros fluidos por mis huevos. Sus manos clavadas en mi espalda, sus ojos cerrados, su cabeza atrás, y su cadera… sin parar… notaba como su clitoris frotaba mi pubis, como su pasión volvía a encenderse.

Metió su mano entre sus piernas, cogiendo mi verga, manteniendola apretada a su clitoris, y siguió con su juego, con sus roces íntimos, volvió a gemir, volvió a acelerar sus movimientos, su respieración, volvió a metérsela, y nuevamente gritó de placer, corriéndose, esta vez mojando el asiento del coche, empapando todo con su esencia.

Agotado me quedé, agotado en el asiento de atrás de mi coche, pensando en lo sucedido, en que no tuve opción a moverme, en que no pude controlar la situación, en que me había utilizado para su disfrute.

Todo olía a ella, todo, el coche mantuvo su aroma días después… desde aquél día deseo que vuelva a violarme nuevamente.

5 comentarios:

  1. ¿Cree usted señor jordi que esa persona es así realmente o es parte de su imaginación?... contesteme por favor aunque no me de nombres.

    ResponderEliminar
  2. Se que esta mujer es así, vive la pasión al máximo, y eso me encanta. Y aunque le diera nombres, ¿de qué serviria?

    ResponderEliminar
  3. Ese coche ha sido un templo de placer...

    Aunque lo mio son las dos ruedas he de confesar que que para ciertos "asustos" mejor el coche

    ResponderEliminar