lunes, 6 de julio de 2009

La Camilla

Tumbado boca abajo, vestido, siento como me saca los electrodos de la espalda, sube mi camiseta y unta la crema, comieza su masaje, con dos manos aprieta los tendones y músculos de mi zona lumbar, siento como se aprieta mi sexo contra la camilla.

Ella, mi fisioterapeuta es una chica de unos 22 añitos, guapa, con pechos pequeños pero pezones contínuamente marcados, gracias al fresco del aire acondicionado de la sala.
Tiene unas caderas anchas, con una cintura fina, viste pantalones blancos donde se transparentan las bragas oscuras, me gusta mirar de reojo su culo bien definido. También un polo azul con el anagrama del centro.

Cierro los ojos, y la imagino, que sus manos me acarician, que sus dedos se esconden cada vez más abajo, rozando mi culo, lo cual me excita enormemente, siento como mi sexo comienza a endurecerse, y la sigo imaginando…

Ahora sus manos ya entran bajo mi cintura, masajeando los riñones, llegando a mi marriga, en algún movimiento sus dedos rozan la punta de mi polla que ya ha salido, de la presión, de mi boxer:

- ¿Estás bien?
- ¿Podría estarlo mejor?
- Si tu quieres.

Me doy la vuelta, mirando sus ojos de asombro al ver mi polla exageradamente dura aparecer, sus manos no se apartan, me acaricia, me mira, la saca del todo, me vuelve a mirar, y se agacha, acerca su boca, pasa la punta de su lengua por los pliegues de la parte inferior de mi sexo, sin soltar los testículos de su mano, la otra acaricia mi pecho recién depilado.

La acerco a mi, la beso, me levanto y me pongo tras ella, la agacho sobre la camilla, meto mis manos bajo su polo llegando a sus pechos, bajo el sujetador y los saco por encima, pellizco sus pezones, acaricio su piel, le hago notar mi dureza en su culo, lo mueve, en círculos, arriba y abajo, con una mano se baja los pantalones, yo me agacho y con mis dientes, sin dejar de acariciar sus tetas, bajo las bragas.

Meto mi boca, comienzo a lamer su culo, morder sus nalgas, follándome ese coñito con poco bello con la lengua, empujándola más y más sobre la camilla, me lenvanto empalmado, la coge con su mano, y mirándome de reojo la mete dentro suyo, su coño cuesta de abrirse, no está muy mojada, pero pronto pongo remedio, subo su pierna sobre la camilla y la otra en el suelo, cojo el pote de vaselina de masaje, y echo un chorro abundante en su raja.

Acerco mi polla y comienzo a apretar, observo como los labios vaginales se van dilatando, puedo notar como el calor de su sexo se apodera de mi, le hago sentir el volumen de mi polla abriéndose hasta el fondo.

Ella clava sus uñas en la camilla, sujetándose fuerte para soportar mis embestidas, subo yo también una pierna, sobre la suya, ahora mi penetración es realmente profunda,c on mi peso la aprisiono y la fuerzo a sentirme, apenas puede, simplemente, mover su cadera, entonces es cuando comienza a gemir, echándo su mano atrás, me aparta, se da la vuelta, se quita el polo y el sujetador, se agacha, agarra mi polla y comienza a pajearme y comerme hasta conseguir de mi una corrida que la salpica toda la cara, los pechos, sigue hasta que de mi sale la última gota, la cual lame con la punta de su lengua y con sus manos frota el semen que la tiene empapada.

Los siguientes días… la he imaginado sin cesar.


2 comentarios:

  1. quien fuera la camillera, no te dejaría moverte, te tendría follandome todo el día.

    me ha gustado mucho relatos.

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  2. sabes que me ha gustado de éste?... que es algo inesperado... además de rápido... algo diferente a lo que nos tienes acostumbradas...
    un petonet
    ia

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