viernes, 17 de abril de 2009

El Vestuario

Una gran victoria, por fin estamos en la final, esto es para celebrarlo.

Las chicas siempre se me habían insinuado, las CheerLeaders de nuestro equipo eran fogosas en el campo, pero nunca imaginé que pasaría de allí.

Yo fui el último en ducharme, me había entretenido firmando autógrafos, y llegué al vestuario cuando ya todos se habían ido. Me desnudé, me metí en las ducha, y se apagaron las luces, bueno, aun en la penumbra me podía acabar de duchar.

-Hola.

Me giré, qué susto me dio aquella voz femenina, era Alba, una de las chicas, de las que yo no solía fijarme mucho al pasar a su lado.

-Hola, Alba. ¿Qué haces aquí dentro?
-Bueno, me han preguntado por ti, y les he dicho que ya habías marchado, que cerraría yo los vestuarios, pero sabía que estabas aquí… solo… y deseaba ofrecerte un regalo.

Bueno, el regalo se lo ofrecía yo, pues estaba desnudo ante ella, y pese a la oscuridad, mi cuerpo se veía bastante bien.

Ella dio un paso, metiendose bajo la ducha, vestida.
–Espera, qué haces?
-Darte mi regalo.

Se abalanzó sobre mi, besandome, y yo… me dejé, no iba a dejar escapar un regalo así, además, no tenía compromiso alguno, así que… a disfrutar.

Besaba de una forma apasionada, como si fuera el último beso de su vida, introduciéndome su lengua profundamente, sujetando mi nuca fuertemente para no apartarme, empujándome contra la pared, como si fuera un hombre dominante, y yo me dejaba hacer.


Le quité la camiseta, dejando sus enormes pechos ante mi, y meti mi cabeza entre ellos, lamiendo cada rincón, manoseando sus pezones, mordisqueándolos, mientras ella agarraba fuertemente mi polla, pajeándomela, como buscando un orgasmo tempranero, y no tardaría en conseguirlo.

Dejó caer su falda, y yo arranqué con mis manos sus bragas, dejando paso libre a mis manos hasta lo profundo de sus caderas, abriendo sus nalgas, sin dejar de mamar sus pezones como un bebé, introduciendo mis dedos en su raja, ya mojada tanto por el agua como por la excitación.

Entonces me echó atrás, se agachó cogiendo mi polla dura entre sus manos, y sin dejar de pajearla, y mirándome a los ojos comenzó a hacerme una mamada espectacular, su lengua lamía mi polla, por debajo, por los lados, el capullo, los huevos, eso me estaba poniendo a cien, hasta que se la metió entera hasta la garganta, succionándola salvajemente, y sin dejar de mirarme con esa cara de puta, y pajeándome sin parar, consiguió que no me controlara, y un chorretón de semen llenó su boca, y ella no dejó de chupar y succionar hasta que le pedí que parara.

LA levanté, le di la vuelta, y la follé desde atrás, contra la pared, enculándola fuertemente, metiendo toda mi carne en su ano, tapando su boca con mi mano, mientras ella me miraba de reojo sonriendo, disfrutando, arañando mis caderas enc ada embestida.

Entonces la saqué de la ducha, la puse sobre un banco de madera del vestidor, agachada a cuatro patas, y volví a follármela desde atrás, esta vez por su vagina, llegándole hasta el fondo mientras la sujetaba de su melena rubia.

Ahora yo aguantaba más que antes, me costaba llegar a mi punto de no retorno, pero ella seguía sin demostrar su orgasmo.

Se levantó, y me señaló al suelo: -Túmbate.

El agua de la ducha me salpicaba la cara, estaba estirado boca arriba sobre las rejillas de plástico del suelo, entonces se puso de culclillas dándome la espalda, cogió mi polla con sus dedos, y poco a poco se la introdujo. Me encantaba aquella vista, su espalda desnuda con las gotas de agua resbalando sobre su fian piel, su culo abierto ante mi, y mi polla abriéndose paso en sus labios inferiores. Subía y bajaba, sus piernas musculadas le permitían hacerlo rápidamente y profundamente, entonces si comencé a notar el calor de su interior, ahora sí lo noté, la agarré del pelo, la eché atrás poniendo su espalda sobre mi pecho, acariciando su pechos enpitonados y pellizcando sus pezones, metiendo mi mano entre ssu piernas, rozando sutilmente su clítoris, hasta que sin yo hacer ningún movimiento, notaba como su culo se levantaba y bajaba, y su manos apretaba la mía guiándola en la masturbación de su campanilla.


Ahora si, sus gemidos, sus espasmos y la humedad ardiente de su coño delataron que había llgado al clímax, no podía más, asíq ue estallé en su interior, mezclando nuestros jugos, sin cesar de movernos ni de masturbar su clítoris hasta que de repente cedió, paró, y cerró sus piernas apra que no saliera de allí.

Desde ese día, ella y yo somos amantes, después de cada partido.

3 comentarios:

  1. Hola amigo, el nuevo formato es esplendido, pero me cuesta leer la letra, ¿ podrías cambiar el color?, un saludo

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  2. Hola Alicia, hacia tiempo que te veía por aquí, aunque a menudo leo tu blog pastanaga, me gusta mucho, eres todo corazón, respecto al de los espejos... temas demasiado complicados para mi.

    A ver si te gusta más así...

    besotes.

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  3. Me gusta tu nuevo look, es más varonil.

    Un besote.

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