domingo, 18 de enero de 2009

El baño.

Llegué a casa, y un fuerte y excitante aroma a vainilla entraba por mi nariz, ¿de dónde venía? Miré en la cocina, en el salón, miré en la habitación de la niña, en la de los niños, y nada, no había nadie, entonces, entré en nuestra habitación, asomé la cabeza en el baño, y allí estaba mi amor esperándome. Otra vez me volvía a sorprender, es única dándome gratas sorpresas, qué suerte tuve de cazarla, el día que la conocí.

Allí estaba ella, acabando de encender unas velas alrededor de la bañera, a cuatro patas, mirándome con ojos ardientes, deseosa de mi sexo, en ropa interior, abriendo los grifos.

Me acerqué a ella, dejé sobre el bidé mi ropa, entré en la bañera, y allí de pie, se acercó, agarró mi polla con sus manos sin dejar de mirarme a los ojos, y se la metió en la boca, la mojaba con su saliva, y sus manos no dejaban de acariciarme, apretándome el culo hacia ella, sus movimientos eran rápidos, acompañados de mi cintura, disfruté de su forma de follarme con la boca, me agaché, le desabroché el sujetador, lanzándolo al suelo, la cogí del pelo, la levanté forzándola a apoyarse en la pared, abrí el grifo, y la dejé bajo el agua de la ducha, mientras le dije que allí mandaba yo.

La despojé de sus bragas mojadas, dejándolas dentro del agua, le di la vuelta, apoyada contra la pared, sintiendo el agua caliente caer por su espalda, y más abajo entre sus nalgas, entocnes acerqué mi boca, abría sus nalgas con mis manos, metí mi lengua haciéndole ese beso negro que nunca me deja hacerle.

Mientras, mis manos se deslizaban entre sus piernas, masajeando su clítoris con el dedo índice, mientras mi pulgar hacía las funciones de mi polla, follándola, sintiendo los pliegues internos de su vagina, buscando el deseado punto G, provocando en ella la humedad inmediata.

Cuando sentí que su ano estaba relajado, que sus vaivenes delataban que el orgasmo estaba al llegar, me levanté, sub´su pierna al lateral de la bañera, agarré mi polla, la metí en su coño para mojarla bien, y mientras sus movimientos y sus gemidos se aceleraban, la saqué y la apreté en su ano, seguía relajada, así que de una enbestida la metí hasta los huevos, no tenía fondo, y la sensación era diferente que en su coño. La presión de su año era mucho más fuerte que sus labios vaginales, y sus gemidos expresaban una mezcla de dolor y placer.

Así la sodomicé unos minutos, apoyada en la pared, con sus pechos duros y excitados colgando manoseados por mi mano, y ensartada por mi nabo duro, mientras mi otra mano frotaba su clítoris recién rasurado en círculos, cogí el mango de la ducha, y lo introuje entre su piernas, con el chorro de agua haciendo cosquillas en su campanilla, entonces lo introuje en su coño, llenándolo con el agua caliente, hasta que sus gemidos se convirtieron en respiración acelerada, y sentí como las contracciones de su culo, y el movimiento de sus caderas delataban el orgasmo al que estaba llegando, puso una mano en mi cadera, clavando sus uñas, y haciendo que mis movimientos se acompasarana los suyos, en ese momento exploté en su culo, gritó, pero no dejó de moverse y pedir más, quería más, y ese polvo no había hecho más que empezar.

Cuando nuestro movimientos acabaron de exprimirnos, nos relajamos, me senté en la bañera, y la invité a sentarse entre mis piernas, allí estuvimos acariciándonos y charlando sobre nuestra afición al sexo durante un rato, hasta que le dije que me estaba enfriando, que necesitaba entrar en calor. No tardó ni un segundo, se dio la vuelta, se sentó sobre mi, y comenzó su ritual de besos y roces, sus labios sobre los míos, mis manos en su espalda, las suyas en mi cuello, sus piernas abrazando mi cintura, y un leve movimiento pélvico que adiviné buscaba empalmarme.

Mi cipote ya estaba duro, masturbando su clitoris, sintiendo su coño frotarse en mis testículos, besándonos sin cesar, y, de nuevo, gimiendo.

Bajó su mano, agarró mi nabo, y se lo metió entero de golpe en su preciado sexo, sentí como el calor de sus fluidos abrazaban mi lanza de pasión que nuevamente la ensartaba, entoces echó atrás una mano, apoyándola en el suelo, y comenzó un movimiento de cintura que me puso a cien, la besaba en el ombligo, lamía sus tetas, mordía sus pezones, manoseaba su culo, porque me estaba llevando de nuevo al clímax, y cuando no pude aguantar más, exploté, arrasando el interior de su vagina con mi semen ardiente como lava, en ese instante otra ola de calor quemó mi sexo, era su corrida que se hacía inminente, era su forma de agradecer la pasión entregada, con aquél orgasmo vino algo nuevo, sus gritos apagados, sus movimientos exagerados, salpicando el suelo de agua, y apagando las velas, algunas ya caidas dentro de la bañera, hasta que de repente, la calma.
Nos echamos atrás, nos apartamos, y simplemente, nos acariciamos con los pies durante un rato de silencio.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado este relato, es muy erótico, sensual, y libre en cuanto a la sensación del sexo que transcurre entre el agua.

    Eunuco de bilbao

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  2. Gracias por tu comentario, Eunuco... Bonito apodo.

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  3. hola, cuanto tiempo sin leerte, precioso relato..mmm me ha dado una idea para este sabado, sabadete......

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  4. Hola Jordi
    Me gustó mucho tu relato, sobre todo el entorno familiar, el mostrar que una pareja estable con hijos también puede disfrutar del coito a tope.

    Besos borrascosos

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  5. Querida Borrasca, además, el descubrir nuevas e imaginativas formas del disfrute sexual en la pareja, hace que nazca de nuevo la PASION, y eso es maravilloso.

    Rosi, disfruta de este sabadete... y si quieres, relatalo, a ver qué tal se te dió.

    Un beso a las dos.

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  6. Me gusta que mis guiones los plasmes tan bien, no solo en saber como relatar una historia de sexo, si no en la elegancia empleada que tanto escasa por los blogs.

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