domingo, 28 de marzo de 2010

La Rendición

Intento recordar aquella primera vez, después de tantas charlas al respecto, y negativas, obvias, por tu parte. Yo siempre contestaba: - Algún día, hasta donde tu quieras llegar.

La velada fue perfecta, fuimos al cine a ver “La Marca del Lobo”, de las que nos gustan a nosotros, después cena en un restaurante muy íntimo en la entrada de andorra, velas, musica suave, poca gente, apartado del bullicio.

¿Recuerdas a qué hotel fuimos? Jacuzzi, sábanas de seda oscuras, vistas de la montaña, cielo estrellado que veíamos desde la cama.

Después de besarnos, bailar nuestra canción de la quinta estación arrimados, y desnudarnos poco a poco , hicimos el amor: a camara lenta, disfrutando de nuestros perfumes naturales, de nuestra excitación contenida, de nuestro deseo escondido tanto tiempo. Después nos dimos un baño en el jacuzzi, no recuerdo de qué hablamos, pero si recuerdo nuestros pies bajo el agua explorando la intimidad, recuerdo las caricias en tu clítoris con mis dedos, tus manos buscando mi sexo bajo el agua, los labios que se encontraban a cada sorbo de champagne. Hacerte el amor en el agua, medio flotando, fue maravilloso, dejarnos perder uno con el otro, sitiendo nuestros cuerpos resbalar.

Estirada en la cama, mis manos paseaban por su espalda, dejando caer aceite esencial perfumado, masajeando sus hombros, sus caderas, sus piernas, frotando su piel con mi pecho, sus nalgas con mi sexo, sus pechos con mis manos.

Mi sexo tomó forma, le hice notar mi erección entre sus piernas, apretando la punta de mi polla en los labios de su vagina, penetrandola suavemente, haciendo salir los fluidos aprisionados de los orgasmos disfrutados.

Hunté de aceite mi sexo, sin dejar de masajer su culo, pasé un cojín bajo el vientre para tener su trasero en pompa, ante mi, entonces me agaché, y comencé a lamer tu sexo, su vagina se ofrecía abierta a mi lengua, y lamí, sin dejar de masajear, acariciando su ano, sus piernas, su cintura.

Poco a poco me fui incorporando, rozando de nuevo mis testiculos sobre su piel, besando la espalda hasta la nuca, masajeando su cuello, escuchando sus gemidos. La estaba preparando tenía claro mi objetivo, pero debía ser cuidadoso para que accediera a mis deseos, para conseguir que se rindiera a mi.

Sentado sobre mis rodillas, entre sus piernas, después de masajearla desde la nuca hasta los pies, me entretuve en sus caderas, sutilmente al hacer fuerza pasaba mis dedos por su sexo, acabando en su ano, luego seguía por fuera, para volver a bajar hasta el sexo, y nuevamente en su ano.

Gemía, me entretuve en sus orificios, introduciendo mis dedos en el sexo, mientras el dedo gordo hacía presión sobre el ano, sin dejar de rozar el clítoris, de provocarle nuevamente para que no puediera parar. Luego acérqué mi dedo meñique, que comenzó a juguetear en su ano, para pasar a otro más grueso, hasta que mi dedo gordo se acomodó en ese orificio. Paré.

Me puse sobre ella, ahora mi polla estaba empapada de aceites, y su sexo de sus fluidos, deseaba penetrarla, deseaba someterla. Me acerqué, introduciendo mi polla entre sus nalgas, suavemente resbalaba hacia su ano, hasta hacerle sentir mi presión.

- ¿Te duele cielo?
- Calla que me desconcentras, sigue.

Introduje algo más mi sexo, mi capullo ya estaba dentro y no le hacía daño, la sacaba y la metía con suavidad, dejando caer unas gotas más de aceite sobre mi piel.

La visión de sus caderas ante mi, ofrecidas, ver su ano abierto semipenetrado, me enloquecía, sonreía achinado.

La volví a penetrar, ahora a fondo, gimió, clavó sus uñas en mi mano, pero insistió en el placer que la hacía sentir, intercalaba penetraciones vaginales con anales, hasta que ya se dejó llevar, y la sometí a fondo, follándola por detrás, haciendole notar mis testículos golpear en su vagina a cada enculada, sujentado fuertemente sus caderas, su cintura, tirando de su cabello cuando sentí que mis venas se hinchaban, que mis huevos retenían el semen a punto de estallar en su culo.

Me dejé llevar, estallé quemándola por dentro, mordiendo su nuca, sujetando sus manos sobre su cabeza, entre las sábanas, ella se movía suavemente, sentía mi ardor en su interior, y como mi erección se ablandaba.

Salí de su culo, me quedé a su lado, acariciando su piel, y acabando el masaje que había comenzado hacía más de una hora.

Te deseo.

6 comentarios:

  1. me parece bien, pero deja de enrrollarte con una tia que no llegaras a nada y llamame, no estoy dispuesta a esperarte mucho mas tiempo.
    El relato pasable, deja de tonterias y vente conmigo veras que relato te sale.

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  2. natalia siempre tu, tu ,tu nena si tanto te interesa el pedestal pues lanzate como piraña a su presa.

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  3. Por cierto, preferiría que opinarais sobre el escrito... no sobre mi vida sexual

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  4. Natalia, estás dispuesta a rendirte? pues niña a qué esperas? tienes mi móvil, no lo hagas por aquí.

    Rosi, encima tu dale alas...

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  5. Yo alas pedestas??? sera que no toma red bull, o tal vez necesite alas como las compresas???..jejejejejeje

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  6. ME HA ENCANTADO. MUY SUTIL Y DELICADO EN LAS PALABRAS Y ACTOS.
    INTENSO. PARA MI, ES COMO SE DEBERIA DE HACER, PARA CONSEGUIR QUE UNA MUJER SE DEJE POSEER Y OFRECER UN ORIFICIO (EL CUAL ES MUY DIFICIL QUE SIN EXCITACION, SEA DISFRUTADO). SALUDOS

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